En muchas provincias de República Dominicana, ir al cine sigue siendo un lujo. Las salas y complejos están lejos, y el celular se ha convertido en la pantalla por defecto. En ese contexto nació Rueda Cine, un cine itinerante que busca llevar largometrajes dominicanas a las comunidades que no tienen acceso a él, y que lo hace con una visión de inclusión cultural y responsabilidad social.

“Desde siempre, la gente ha tenido la curiosidad de ver cine. Aquí en el Distrito Nacional hay iniciativas como Chinola Club, que proyecta películas en una pared frente a un colmado… Siempre ha existido ese deseo comunitario”, comentó Orlando Santos, uno de los gestores detrás de Rueda Cine.

Pero fuera de Santo Domingo, Puerto Plata, Santiago, La Romana, San Juan, Monseñor Nouel y La Altagracia, ese deseo suele chocar con una realidad simple: no hay dónde ver películas. Realidad que choca con la proliferación de cines que existió en el siglo XX e inicios de los años 2000, que ascendió a más de 235 salas en todo el territorio nacional.

“En todo el país, fuera del Distrito, solo hay unas cuantas salas, y el cine es una de las salidas más caras que tiene este país, sobre todo si vas en grupo o con la familia. Por eso vimos esa necesidad y ahí nació Rueda Cine”, explicó.

De hecho, su pensamiento quedó confirmado en las estadísticas del Ministerio de Cultura y el Banco Central (BC) que que la lejanía de las ubicaciones de las salas y complejos cinematográficos distancian a más de un tercio de la población dominicana. Esto significa 3,550,809 de los 10,760,028 habitantes contabilizados por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), cifra similar a los 3,399,683 espectadores que compraron una boleta los primeros 11 meses del 2024.

“Casi un tercio de los dominicanos no asiste al cine porque le queda muy lejos o se registra una ausencia de cine en la localidad donde reside”, detallaron las instituciones nacionales.

Desde sus inicios, el proyecto ha llevado funciones de cine gratuitas a Barahona, Montecristi, La Vega, Baní, y Cristo Rey, en el Gran Santo Domingo. En cada lugar, la experiencia se repite: la gente se reúne con curiosidad de ver una película en la pantalla grande. Esto, en parte se debe, a que la distribución, publicidad y promoción de un largometraje filmado con la Ley de Cine 108-10 no están contempladas, costos que debe asumir la casa productora o el director, y limita su difusión. Asimismo, el precio de la taquilla, que en el país el promedio es de US$ 5.3.

El recorrido por las comunidades no es improvisado, pero tampoco rígido. La elección de los destinos parte de lo que es viable logísticamente en el momento, pero también de un mapa que se va expandiendo con intención.

“Empezamos por los puntos más lejanos, como Montecristi, y de ahí bajamos. La idea es abrir el mapa: ir al Sur, al Norte, al Este, y volver. La mayoría de los proyectos de este tipo pasan una vez y no regresan. Nosotros sí queremos regresar, establecer una relación continua con cada comunidad”, enfatizó el ejecutivo a ACENTO.

Un ejemplo de eso fue Cristo Rey, donde unas 400 personas disfrutaron de una función. “Queremos volver, y estamos preparando un circuito solo para el Distrito Nacional. Nuestra idea es mostrar más películas, porque hay muchísimo cine dominicano que la gente no ha visto”.

Aunque la operación de Rueda Cine requiere recursos, carecen de apoyo estatal. “Funcionamos exclusivamente con financiamiento privado. Tenemos una colaboración con el Banco de Reservas, que además nos ha permitido llevar proyecciones a escuelas y también trabajamos con las alcaldías porque, para montar una pantalla en espacio público, necesitamos su autorización y apoyo, pero no tenemos fondos del Gobierno central”, expresó Santos.

Desafíos financieros y experiencia cultural

Rueda Cine no solo busca proyectar películas, sino también reactivar el sentido de comunidad en torno al llamado séptimo arte. “Queremos romper con esa costumbre de ver todo en el celular. Ver una película en grande, junto a otros, sigue siendo una experiencia poderosa”, dijo Santos.

Las películas que se presentan son cuidadosamente seleccionadas. Cuentan con la autorización de sus productores y se paga el derecho de proyección por cada función. Pero más allá de la parte legal, hay una estrategia curatorial pensada en el público.

“Queremos entretener, claro, pero también provocar. Sí sé que a la comunidad le va a gustar más la comedia o la acción, le cuelo un drama. Queremos que la gente vea todo tipo de cine dominicano, que descubra diferentes estilos, músicas, formas de contar”.

El género comedia, pese a que tuvo solo 71 de los 257 estrenos en el período 2011 y 2023, movilizó 8,603,534 dominicanos a las salas, cuya asistencia recaudó RD$ 1,522.5 millones, para el 66.3 % del monto total que ascendió a RD$ 2,293.9 millones.

“Contamos con una cartera de películas dominicanas cuyos productores nos han autorizado a proyectar, pagando los derechos por cada función”, aclaró Santos, que, a la vez, agregó que el equipo busca audiovisuales que entretengan e incluyen algún drama o filme de autor, para ampliar la experiencia.

Queremos que el público vea todo tipo de cine dominicano, que escuche diferentes voces y conecte con distintas estéticas y narrativas”, sostuvo.

Y si bien el foco está en lo cultural, el impacto económico es tangible. En cada localidad se generan entre 10 y 20 empleos indirectos, personal para limpieza, comida, bebidas, logística y seguridad. Pero, además, se activa una microeconomía alrededor del evento.

“En Montecristi, una señora nos dijo que nunca había vendido tantas salchichas. En Cristo Rey se vendieron globos, algodón de azúcar y palomitas. Nosotros generamos un pequeño ecosistema económico en cada comunidad a la que llegamos”, afirmó Santos, cuyo objetivo es que “en cada rincón del país se pueda vivir la experiencia del cine en comunidad”.

Karla Alcántara

Periodista. Abanderada por los viajes, postres y animales. Ha escrito sobre economía, turismo y cine. Ha cursado diplomados sobre periodismo económico impartido por el Banco Central, periodismo de investigación por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, finanzas por el Ministerio de Hacienda y turismo gastronómico por la Organización Internacional Italo-Dominicano.

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