La historia del cine dominicano data de principios del siglo XX. Datos de la Dirección General de Cine (DGCine) indican que los dominicanos tuvieron acceso al séptimo arte en el Teatro Curiel en 1900, cuando se presentaron los avances cinematográficos de los hermanos Lumiére.

A pesar de que el cine llegó a Quisqueya por Puerto Plata, el interés de los empresarios en desarrollar el entretenimiento se expandió rápidamente por todo el territorio nacional, llegando a contabilizar 235 cines. Pero, la región sur solo tuvo 32 salas, o el 13.6 % del total, mientras que el este reportó 132 y el Cibao 79 cines.

En el sur, San Juan fue la provincia que mayor cantidad de cines contabilizó, al registrar seis como Alba Mirian, Antonieta, Purita y Romano. El municipio cabecera San Juan de la Maguana tuvo cuatro y Las Matas de Farfán, dos.

La proyección en la pantalla grande de los largometrajes internacionales y los primeros pasos de los nacionales en San Cristóbal fueron ubicados en Villa Altagracia y Haina, que tuvieron una y tres salas, respectivamente.

En Peravia existieron cinco salas distribuidas en Nizao (1), Las Calderas (1) y Baní (3). El teatro Vaganiona en 2004 cerró sus puertas para convertirse en un centro cultural, con inversión de RD$ 20 millones. A unos kilómetros más al sur, Azua tuvo dos, Elvira y María Montez, al igual que Bahoruco (Anilandia y Enriquillo, ubicado en Neyba) y San José de Ocoa, una llamada Rhand.

El teatro Bahoruco, en la calle Duarte esquina calle María Montez de Barahona, se inauguró el 21 de enero de 1948, propiedad de Ángel Augusto Suero y obra del ingeniero Alfredo Artsen, se convirtió en el más conocido de sus cuatro cines.

La zona fronteriza contó con seis salas. Monte Cristi tuvo dos en el municipio cabecera y el cine Altagracia ubicado en Villa Vásquez, mientras que Pedernales, Elías Piña y Dajabón reportaron una sala Doris, Elías Piña y Soraya, respectivamente.

Las salas mantuvieron su liderazgo en el Este

Santo Domingo fue testigo de la expansión progresiva del séptimo arte como entretenimiento. Su afiance es avalado por teatros como Lido, Apolo, Elite, Duarte, Naco y Capitolio. Pero, además, los autocinemas como Iris e Independencia.

La región este contó con 138 cines, de los cuales Santo Domingo lideró la industria cinematográfica del siglo XX, con 115 unidades, según el estudio Las salas de cine en República Dominicana, elaborado por la Dirección General de Cine (DGCine).

Además, Nagua, con tres, y Río San Juan, con uno, hicieron de María Trinidad Sánchez una provincia que contó con cuatro cines.

La tierra de los peloteros, San Pedro de Macorís, contó con siete, de los cuales Ingenio Consuelo aportó uno inaugurado en 1929 por Eugenio Cesteros, lo tituló teatro Aurora. Samaná y Hato Mayor contabilizaron un cine, respectivamente. Higüey tres y El Seibo dos, conforme las estadísticas. 

El teatro Papagayo, ubicado en la avenida Santa Rosa, fue uno de los cines más populares en La Romana por sus tandas matinales. Caribbean Cinemas lo operó por siete años y luego cerró sus puertas.

El Gran Cibao: la meca del cine dominicano

La región del Cibao contó con 73 cines, de los cuales nueve se encontraban en La Novia del Atlántico, donde se introdujo el sector cinematográfico a República Dominicana. En tanto, Guananico (1), Maimón (1) y Sosúa (2), y el municipio cabecera (5) también contaron con sus salas de entretenimiento.

Santiago contó con 24 cines en el siglo XX, siendo la provincia del Cibao con mayor cantidad de cines. En 1906 llegó la primera sala llamada teatro Palmer, en la calle Restauración. Pero en 1916, con la intervención norteamericana, se proyectaron películas mudas con música en vivo. El precio varía entre 10 y 15 centavos por persona.

El complejo cinematográfico puertorriqueño Caribbean Cinemas llegó a la ciudad corazón 1993 en la avenida Estrella Sadhalá, cerca de la autopista Duarte.

Cotuí, perteneciente a la provincia Duarte, contó con siete cines, mientras que La Vega ocho, de las cuales dos estaban en Constanza y uno en Jarabacoa, que fueron aperturados por el empresario Francesco Grecco. Para diciembre de 1927, el Ayuntamiento de La Vega fijó un costo de RD$ 2 por persona.

Los habitantes de San Francisco de Macorís tuvieron la presencia del teatro Colón, construido en 1917 por el general Manuel María Castillo Medrano. Sin embargo, su fama terminó con un incendio voraz en 1936.

Antes del siglo XXI, la cuarta revolución industrial y los viajes al espacio, el país ya tenía una industria cinematográfica naciente avalada por la producción Un pasaje de ida, del cineasta Agliberto Meléndez  (1988). Desde entonces se marcó un vaivén de producciones.

Para los siguientes años, se dieron a estrenar diversos largometrajes hasta que el Gobierno dominicano aprobó la Ley de Cine 108-10 que ofrece incentivos fiscales a los directores, productores y empresas que inviertan en este arte, eje que marcó en 2010 el arranque de la industria de la economía naranja.