El 23 de febrero de 1930 fuerzas político-militares vinculadas al jefe del Ejército, Rafael L. Trujillo, procedieron a ejecutar el golpe de Estado contra el presidente Horacio Vásquez, que había gobernado el país desde 1924. La presidencia de la República Dominicana pasó a ser ocupada de manera provisional por el intelectual y líder del Partido Republicano, Rafael Estrella Ureña, quien, en combinación con el coronel Trujillo organizó las fraudulentas elecciones del 16 de mayo, en las que participó  formando parte de la candidatura Trujillo-Estrella Ureña. El 16 de agosto de 1930 se inició de manera formal la dictadura de Trujillo (1930-1961). Dos semanas después, el ciclón de San Zenón destruyó la ciudad de Santo Domingo, con un saldo de miles de heridos y muertos.

Antecedentes de la conspiración

En medio del impacto  socio-económico relacionado con la crisis mundial de la economía, que se había tenido inicio a finales de 1929, y de los efectos destructivos de la tormenta, el régimen de Trujillo impuso medidas económicas que incluyeron el cierre forzado de escuelas y hospitales, rebaja en los sueldos de empleados públicos y dio comienzo a un proceso acelerado de monopolización de sectores productivos. Las dificultades que se estaban viviendo motivaron la organización de pequeños movimientos opositores, muchos de ellos con objetivos violentos, que fueron reprimidos de manera drástica con la persecución política, la cárcel y el asesinato de sus líderes. Los enemigos del gobierno tuvieron entre sus propósitos ponerle fin a la situación, evitando la prolongación del régimen, a través del magnicidio.

Doctor Ramón de Lara

A la par con la crisis política-económica que se estaba desarrollando, ocurrió el rompimiento de las relaciones entre el presidente Trujillo y el vicepresidente  Estrella Ureña, lo que obligó a que este último se exiliara en la isla de Cuba. En ese país Estrella Ureña se unificó con expulsos de su Partido Republicano, y con otros que antes formaron parte de la Alianza Nacional-Progresista, relacionados con Horacio Vásquez, Federico Velázquez y Ángel Morales. Desde Cuba y Nueva York, principalmente, los exiliados dieron pasos a la organización de expediciones armadas contra el gobierno de Trujillo, siendo la de más trascendencia la conocida como Expedición del Mariel, formada en Cuba bajo la dirección de Estrella Ureña, con el objetivo de evitar la reelección de Trujillo en las elecciones de 1934. Los planes de los exiliados contaron con el apoyo del Gobierno de Cuba encabezado por Grau San Martín.

Mientras tanto, en territorio dominicano y con tímidos vínculos con los planes de los exiliados, ocurrieron algunas sublevaciones y se planificaron acciones conspirativas, entre ellas la de Cipriano Bencosme (1930), Desiderio Arias (1931), la del coronel Leoncio Blanco (1933),  los planes para darle muerte a Trujillo en la ciudad de Santiago (1934), y la preparación de un atentando contra la vida de Trujillo en la ciudad de Santo Domingo (1935).

Conspiración en la ciudad de Santo Domingo

Coincidiendo con el movimiento conspirativo de Santiago de 1934, en la parte colonial de la ciudad de Santo Domingo, un grupo de empresarios, profesionales, estudiantes, profesores de la Universidad y comerciantes se reunían desde principios de 1934, con el fin de eliminar físicamente al dictador Trujillo, organizando un plan que perseguía disparar al presidente cuando este transitara en su vehículo por la Avenida Bolívar, al pasar por el Parque Independencia y frente al Hotel Presidente. Como segunda opción, los conspiradores propusieron la posibilidad de capturar a Trujillo mientras se encontrara visitando una residencia de la zona colonial a la que acostumbraba ir. Si las acciones discutidas no fueran ejecutadas, se consideró dispararle cuando se encontrara en el acto de inauguración del parque Ramfis (hoy, parque Eugenio María de Hostos), que fue la aceptada por el conjunto de los implicados. El atentado estaba supuesto a ejecutarse la tarde del domingo 3 de marzo de 1935.

Entre los principales responsables de la operación se encontraban el estudiante Rafael Ramón Ellis Sánchez, los abogados Abigail Del Monte y Eduardo Vicioso, el Ingeniero Juan de la Cruz Alfonseca, y los médicos Ramón de Lara y Buenaventura Báez Ledesma. Por igual, el empresario Amadeo Barletta, y el industrial Oscar Michelena.

Razones económicas y políticas de la conspiración

El descalabro de la situación económica del país, fruto del impacto del ciclón de San Zenón, pero en especial de los reflejos de la crisis económica mundial de 1929, afectó el comercio exterior del país, el Gobierno tuvo dificultad para cubrir los gastos gubernamentales, y los ingresos del Estado disminuyeron en más de un 50%. Los precios de los bienes alimenticios subieron de manera exorbitante, limitando el  poder adquisitivo de la población.

La Ley de emergencia promulgada por el gobierno el 4 de septiembre de 1930 suspendió las garantías constitucionales, dándole poderes extraordinarios al Presidente.  El impacto de las medidas tomadas solo pudo ser controlado a partir de la aplicación de una política represiva que incluyó la utilización de bandas paramilitares, la desintegración de los partidos políticos y la aplicación de medidas irritantes que restringían las libertades públicas. Sumado a esto, la creación de nuevos impuestos considerados abusivos, así como los intereses monopólicos del presidente Trujillo, tal y como lo explicaba uno de los líderes del exilio anti trujillista, doctor Ángel Morales, en carta dirigida a Sumner Welles,  diplomático y funcionario de relaciones exteriores de los Estados Unidos:

“Usted estará seguramente enterado de los nuevos impuestos crados por Trujillo sobre casi todos los productos de importación  y sobre algunos de fabricación nacional son tan exorbitantes y arbitrarios que los comerciantes han cancelado por cable sus pedidos al extranjero, me imagino que la situación económica del país, de por si precaria con los monopolios de Trujillo debe ser ahora, con los nuevos impuestos, pavorosa, y hasta el mismo gobierno, al matar la gallina que pone los huevos de oro; debe sentirse vacilar en sus cimientos. Esa tal vez sea la causa de los últmos actos de persecución y de terror de que me han llegado noticias hoy. En la Capital han sido encarcelados muchas personas distinguidas”.

Al referirse a los monopolios de Trujillo sobre el comercio y la industria, Morales anotaba una de las causas relacionada con la participación de varios industriales en la conspiración para desplazar al mandatario dominicano, que guarda relación con el interés de Trujillo en apropiarse del proyecto de instalación de una fábrica de cigarrillos propiedad del empresario norteamericano William G. Walsh, socio en ese negocio  del empresario italiano Amadeo Barletta. La negación de consul honorifico de Italia, de vender la empresa al mandatario Trujillo, condujo a la participación del empresario en los planes opositores y a su posterior encarcelamiento y salida del país.

En cuanto a las razones políticas que motivaron la resistencia, y llevaron a personalidades dominicanas a participaran en la conspiración contra Trujillo, se encuentran el fraude electoral de mayo de 1930, el desplazamiento del poder  del Partido Nacional de Horacio Vásquez y del Partido Progresista de Federico Velázquez. De hecho, varios de los líderes del complot pertenecían a estas agrupaciones. También incidió en el proceso el rompimiento de Estrella Ureña con el Gobierno, así como su abandono de la vicepresidencia  y salida del país en condición de exiliado político. Estrella Ureña era el líder del Partido Republicano, por lo que algunos funcionarios, congresistas y figuras destacadas en la sociedad dominicana, fueron cancelados de sus puestos. Por igual, todavía estaban frescas en la memoria la muerte de Desiderio Arias, jefe principal del Partido Liberal, muerto en un campo de Mao en 1931. Debido a esos aspectos del acontecer político, en el primer período de gobierno de Trujillo (1930-934), tanto en la capital como en poblaciones del país la represión se incrementó, a consecuencia de que, “según se afirma, más de una trama para matar al presidente” han sido descubiertas.

Descubriendo la conjura para eliminar al presidente

A mediados de marzo de 1935 fue descubierta la trama, que desde febrero de 1934 se preparaba para dar muerte al presidente Trujillo. La primera información de que los complotados habían sido llevados a prisión apareció en la prensa el 23 de marzo de 1935. Más de cincuenta personas consideradas ricas y de clase media, fueron apresadas, interrogadas y sometidas a tortura en las prisiones de la Fortaleza Ozama, sede del Ejercito y en la Penitenciaría Nacional de Nigua, en la sureña ciudad de San Cristóbal.

La investigación que llevó al descubrimiento del complot contra la vida del Presidente fue encabezada por una Junta Militar de Investigación formada por oficiales el Ejército, entre ellos el teniente Manuel E. Castillo, el mayor Rafael A. Espaillat, el capitán Salvador Hernández y otros altos oficiales, entre ellos el general Fiallo, y contaron con la confesión del prisionero y joven abogado Ángel Fremio Soler, a quien las autoridades dieron protección debido a su amplia colaboración, que fue determinante para conocer los detalles de la conjura. Debido a su delación, en los interrogatorios publicados nunca apareció su nombre, y solo aparece identificado como el señor  X.X.

De acuerdo a Juan Isidro Jimenes Grullón, vinculado al atentado de Santiago de 1934, quien permaneció por meses compartiendo en la cárcel de Nigua con los apresados de 1935, entre los prisioneros habian dos delatores: “un chofer –se refiere a Víctor Campusano—, que  dijo pocas cosas pero el culpable de que hayan caído tantos es Fremio Soler, que aflojó al primer mandarriazo y dijo todo lo que sabía. A él se debe la prision de Lara y Alfonseca. Habló hasta de su madre muerta”.

El Hotel Presidente era uno de los lugares en que se pensaba atentar contra la vida de Trujillo en 1935.

Los planes para asesinar al mandatario

Las declaciones del abogado Abigail del Monte ante la Junta Militar de Investigacion, confirmaron su participación en el hecho junto a Tinito y Eulogio, que eran “dos hombres que merecían mi confianza y que son antiguos oficiales del  del Batallón y que yo los llamaría, a pesar de que tenía la certeza de que eran hombres dispuestos”, mientras que Fremio Soler precisó que se trataba de formar una agrupación con características al ABC de Cuba, que en aquellos tiempos ejecutaba actos de terrorismo en esa isla. Además, de que en la preparación del atentado había un grupo desconocido para él pues estaba bajo la dirección de José Selig Hernández.

Además, Fremio Soler indicó que en la conspiración, Alfonseca recibió un  informe de que “existía un grupo de individuos que preparaban un atentado contra el hon. Presidente, y que se había entrevistado con un sujeto cuyo nombre no podia revelarme, pero que entendía que se trataba de algo serio. Después, en otra ocasión me informó que se necesitaban recursos para realizar eso y que debiamos ayudarlos, a lo que le contesté que habría que ver a determinadas personas para recabar ese dinero (…), que había  algunos elementos oposicionistas que estaban dispuestos a prestar alguna ayuda en el atentado, que ellos eran un grupo de individuos que querían actual solos y la persona que me había informado de ellos, era Emilio Andujar, el cual me dijo que conocía ese grupo y que entre ellos habían algunos elementos de Azua y Barahona”. También indicó que entre los contactados estaba el doctor Julio A. Cuello, que habia sido miembro de la agrupacion El Paladión y el industrial Manuel Cochón, aunque estos mantuvieron cierta distancia y se negaron a colaborar con dinero.

En el mismo sentido declaró el estudiante Rafael Ramon Ellis Sánchez explicando los propósitos del plan, aunque tratando de convencer a los investigadores de que su propósito no buscaba hacerle daño al gobierno ni al presidente, sino de salvar el país de una situación parecida a la que se estaba viviendo en Cuba en esos momentos, aunque anotaba que existía en la trama un grupo que tenía como objetivo darle muerte a Trujillo:

“No era una revolución,–dijo Pupito Sánchez—, sino  un grupo que quería matar al honorable Presidente. (…). Nuestra gestión se encaminó a dar con ese grupo, costare lo que costare, hasta que al fin no se qué circunstancia puso en contacto  al señor José Selig Hernández con el señor Juan de la Cruz Alfonseca (a) Niño. Se conversó; se trataba en realidad de un grupo bien preparado cuyas intenciones eran matar al honorable presidente. Era un grupo de azuanos y santiagueros, aguerridos, y con experiencia, donde metían el ojo metían las balas y solo les faltaba para estar listos tres revólveres y dos escopetas; se alojaban en el Hotel Presidente, según se dijo y por serle muy cara la manutención era preciso que se actuara rápido”.

Líderes del movimiento opositor

Aunque los investigadores insistían en señalar a quienes ellos entendían eran los líderes del movimiento antitrujilista, esto no quedaba claro. Sin embargo, los investigadores pensaban que el ingeniero Juan de la Cruz Alfonseca era el lider del movimiento, “la cabeza principal, intelectual y director material de la trama criminal contra la vida del Jefe del Estado”.

Por ejemplo, Pupito Ellis Sánchez dijo en los interrogatorios, que él había recibido la información de que el líder lo era un “abogado joven”, mientras que Alfonseca decía que su función era solo de mediador, y también observaba que el jefe de la conjura era “un abogado joven”. Sin embargo, del grupo de conspiradores, varios reunían condiciones para liderar los planes que se venían discutiendo contra el mandatario, y se llegó señalar al abogado Eduardo Vicioso debido a que “reunía condiciones”.

La apreciación de Ellis Sánchez era de que el jefe debía ser una persona, un “ individuo de cierta solvencia política y que ni él ni ninguno de nosotros podíamos tener esa prestancia política y que se reirían de nostros”. De todos modos, en el Comité Revolucionario que dirigía la trama se encontraban Juan de la Cruz Alfonseca, Pupito Ellis Sánchez, Fremio Soler, José Selig, Eduardo Vicioso y el doctor Ramón de Lara.

De este grupo, Eduardo Vicioso se resistía a ser el principal de los planes, ya que él entendía que  había hecho públicamente “adhesión al gobierno y estaba esperando que el Presidente me llamara a su servicio”, lo que parece se cumplió a principios de 1935. Al mismo tiempo, Vicioso anotaba que se había inscrito en el Partido Dominicano y en esa condición sirvió a ese partido en las “ultimas eleciones”. Vicioso había estado dos veces en la cárcel acusado de actividades anti trujillistas. Las autoridades señalaban que entre los sospechosos de pertenecer a la conjura se encontraban el abogado Julio A. Cuello,  Félix Servio Ducoudray, y  Anibal Sosa Ortiz.

En relación a los vínculos políticos de los principales implicados, se estableció que en las reuniones que se efectuaban en la oficina de Alfonseca participaban, como delegados de agrupaciones partidarias, el apresado ZZ, en representación del Partido Republicano de Estrella Ureña; J.C. Alfonseca y Juan Bautista del Guidice, representantes del Partido Progresista de Federico Velázquez, y Ramón de Lara. del Partido Nacional también conocido como  Horacismo.  Esa reuión tuvo lugar entre octubre y  noviemebre de 1934.

Participación de Amadeo Barletta

Amadeo Barletta, quien era propietario de la empresa de venta de automoviles “Santo Domingo Motors” y consul honorario de Italia, fue apresado el 4 de abril de 1935, días despues de descubierta la conspiración; pero debido a la presión ejercida por la empresa norteamericana Penn Tobacco, con la que estaba asociado, y del gobierno de Italia, fue puesto en libertad el 17 de abril de 1935, viéndose obligado a abandonar el país.

En los interrogatorios publicados por el doctor Miguel Angel González Rodríguez  no aparece el texto con las preguntas hechas al industrial Amadeo Barletta; sin embargo, uno de los implicados, el doctor Ramón de Lara, explicó que la  participación del comerciante italiano se debió a que  “Barletta se sintió amenazado en sus intereses y se mostró netamente contrario al trut y al Gobierno. (…). Era contrario al trust y al Gobierno” (…), que esa era una cuestión en contra de los intereses de él: que parecía que eso era para ponerle la proa a la Compañía; cuestiones generales”. Debido a esa situación en la que Trujillo buscaba quedarse con la produccion de cigarrillos, fue que el empresario y consul honorario de Italia, viajó a Nueva York en 1932, haciendo contacto con el exiliado Angel Morales, quien le dio algunos recursos para la conspiración.

Tres puntos para las reuniones 

La trama contra la vida de Trujillo tuvo como centro la zona colonial de la ciudad de Santo Domingo, siendo el restaurante Ariete y la farmacia de Rodríguez de Oca los lugares que sirvieron para los contactos entre muchos de los implicados, mientras que los dirigentes de la conspiración se reunían en la oficina de Niño Alfonseca situada en el edificio Baquero. Los tres puntos de reunión estaban ubicados en la calle El Conde. De acuerdo a uno de los interrogados, algunos del grupo se reunian en la farmacia, “pero realmente el lugar era en el restaurante El Ariete”, en la ultma puerta”. También realizaban encuentros en el Parque Ramfis. Sin embargo,  la oficina de Alfonseca era el lugar en que se reunía el Comité Revolucionario, integrado por personas importantes.

Grupos de personas que participarían en la acción

En la investigación salió a relucir la forma en que operarían los implicados al momento en que fuera a ejecutarse el plan. Por ejemplo, Wilfedo Sintiago llegó a señalar que se “iba a marchar por grupos, y que unos no conococerían a los otros, sino al jefe de su grupo, porque sería una cuestión como el ABC, más o menos”, refiriéndose a la forma clandestina y por células en que estaban organizados los miembros del grupo cubano fundado en 1931, que se destacó durante el gobierno de Gerardo Machado. Algunos miembros de esa organización, tenida como terrorista, visitaron el país a principios de los años treinta. La declaración de Sintiago muestra cierta influencia de esa agrupación cubana en la política dominicana.

Coincidiendo con las medidas que se debían de tomar para que los implicados no fueran descubiertos, se observó que un reducido grupo de siete u ocho hombres eran suficientes para “formar una revuelta política”, pero que solo había dos grupos que debían actuar de manera coordinada “pero sin tener contacto”, porque algunos de los hombres “no deseaban que los conocieran”.

Jose Selig Hernandez

Se dijo que habia un grupo de “neiberos”, muy aguerridos, “que eran gente de armas y que tiraban de una cuadra a otra”. Por esta declaración se entiende que existían tres grupos operativos y uno de dirección formado con los principales organizadores de la operación.

Aunque el reclutamiento de los participantes se había extendido por toda la ciudad,  , incluyendo a más de cincuenta comprometidos, en las conversaciones entre ellos se hablaba de un grupo de amigos de confianza de Mario Emilio Andujar “ hombres experimentados en el manejo de las armas, algunos de ellos de Barahona, Azua o San Juan, que podían y que estaban dispuestos a cooperar en cualquier combinación o movimiento político; que más o menos eran siete u ocho, pero más tarde me informó que varios de ellos habían desistidos del tal propósito.

También se comentaba  de un reducido agrupamiento formado por bomberos y se observٖó que algunos de ellos tenian revólveres. Este grupo estaba dirigido por Cuso García.  Se tenía por entendido, de acuardo al interrogatorio practicado a Dionisio Frías Guerra, que en el movimiento habían algunos militares implicados, “dentro del Ejército mismo y que iba a haber un grupo de civiles armados”.

Las armas que serían utilizadas 

En el proceso de investigación los apresados resaltaron la necesidad de contar con pertrechos militares que garantizaran el éxito de la operación, por lo que se determinó buscar la cooperación económica de algunas personas pudientes para comprar armas y para enviar un emisario a Cuba a contactar a los que organizaban la expedición del Mariel, que estaba supuesta llegar a las costas de República Dominicana antes de las elecciones de 1934.

Por esta razón, el doctor Alfonseca puso a disposición de la comprometidos tres revélveres y uno que era de su propiedad. También se hizo el intento de comprar una ametralladora por doscientos pesos, aunque algunos se mostraron dudosos del ofertante, entendiendo que podia ser una persona al servicio de las autoridades. Posteriormente la ametralladora fue localizada en uno de los allanamientos que realizaron los militares.  Además, el acopio de armas incluía cinco escopetas recortadas, una  pistola calibre 45 y una pistola pequeña. Por igual, las autoridades localizaron un rifle Remington cal. 22; una pistola Colt cal. 32; un puñal con su vaina; una segueta para cortar los cañones de las escopetas; una canana para pistola 32; una canana para revólver. Cápuslas para revólver  cal. 32; cápsulas para pistola cal. 32; cápsulas para pistola cal. 25; un retrato de Federico Velázquez y un retratos de Angel Morales.

Recursos y materiales para la acción

Además de las armas que se necesitaban para ejecutar el atentado, se hizo una colecta de dinero con algunas personas de la ciudad, entre ellas Ramón de Lara, Amadeo Barletta y Manuel Cochón. Unos dieron 50 pesos, otros 100, 300 y hasta se llegó al ofrecimiento de 4,000 pesos, como fue el caso de Amadeo Barletta; pero no se dijo si él lo llegó a entregar. Lo colectado se utilizó para comprar armas y un automóvil, que en principios se quería fuera donado por el dueño de Santo Domingo Motors, pero este se negó a entregarlo por entender que eso sería muy peligroso, aunque dio facilidades para la adquisición. También, uno de los investigados dio la información de que tanto Velázquez como Angel Morales, desde el exilio habían hecho llegar algun dinero.

Lugares seleccionados para ejecutar el atentado

La planificación del atentado contra Trujillo se prolongó durante diez meses. En ese tiempo, los principales complotados ubicaron posibles sitios en los que Trujillo podía ser embocado por los grupos encargados de ejecutar la acción: uno de estos lugares lo podía ser la esquina de la calle El Conde esquina 19 de Marzo, lugar ubicado frente al   Café Ariete. Por igual, se barajó entre los planes, darle muerte a Trujillo mientras este se encontrara en una casa de la zona colonial, visitando a un amigo; vivienda que frecuentaba cotidianamente. El otro punto, que contaba con más aprobación del colectivo, lo era frente al “Hotel Presidente”, en la calle José Dolores Alfonseca esquina 16 de Agosto. También se pensó la posibilidad de que fuera en el Parque Indepdencia, en la avenida Bolívar, frente al “Hotel Presidente”, al momento que el mandatario pasara en su automóvil, acompañado de la comitiva oficial. Pero el lugar donde realmente se intentó darle muerte al mandatario lo fue el Parque Ramfis, la tarde del domingo 3 de marzo de 1935, al momento en que se estuviera inaugurando la plaza pública que ahora conocemos como “Parque Eugenio María de Hostos”.

Contactos con los exiliados en Cuba

Algunos de los implicados en el proyecto de atentado, tenían conocimientos de los preparativos del exilio en la isla de Cuba, en los que un grupo de dominicanos  organizaban una expedición armada que debía tocar las costas dominicanas antes de las elecciones generales de 1934, con el fin de  evitar la reelección de Trujillo y ponerle fin a su gobierno por medio de las armas. Esta acción, que luego se conoció como Expedicion del Mariel, aceleró los preparativos de los implicados en el proyecto antigobiernista en Santo Domingo. Varios de ellos visitaban negocios en los que podían escuchar las transmisiones radiofónicas desde Cuba y de esa manera poder enterarse de la propaganda antitrujillista de los expulsos. En relación con esas transmisiones Pupito Ellis Sánchez señalaba que, debido a esas informaciones y los rumores que circulaban, se hablaba de que  “la revolución  que venía de Cuba nos hizo trabajar con el único propósito de evitar una situación desastrosa en el país”, llevándonos a intentar “establecer algún contacto con los expulsos de Cuba”; pero que había una persona en la región del Cibao, que tenía relaciones con los exiliados, y que a principios de enero de 1935 “habia ingresado al país una persona con instrucciones de entrevistarse con la gente del Cibao”. Esa persona, de acuerdo a la declaración de ZZ, “traía un informe para el Cibao”.

Sobre la persona que ingresó al país desde Cuba, el prisionero Pedro Alfonseca declaró: “Yo hace tiempo que estoy mal y el Señor Alfonseca dos o tres veces me llamó por la calle y me preguntó qué sabía de Cuba y le dije que Estrella Ureña estaba echando discursos. Entonces yo estaba en el Consulado, un día me botaron de la casa de los Porcella, y pensando qué hacer, le dije que tenía que ir al Cuba a una diligencia de una carta” firmada por un tal Rimbin. (…). La carta decía que había allá, que por aquí se estaba desconectado. Me parece que iba dirigida a un tal Luis Sturla. Debo participarles que no puedo ser amigo de Estrella Ureña”. El declarante era empleado del consulado, y desde allí tenía facilidades para sacar de manera secreta informaciones para los exiliados de Estrella Ureña.

La falta de contactos políticos con los exiliados implicados en los planes de expedición, motivó a los organizadores del magnicidio, a observar la necesidad de designar de manera urgente a uno de los principales del grupo para que viajara a Cuba. Debido a eso se propuso que fuera el empresario ZZ, “con el objeto de averiguar que había de cierto respecto a las propagandas que circulaban en el país con relación a la actitud politíca de los expulsos que se hallaban en Cuba; pero no se llegó a nada”.

Sobre este particular, Ellis Sánchez declaró ante la Comisión de Investigación, que aproximadamente en marzo o abril de 1934, hacía “más o menos doce meses, corría el rumor de que de Cuba venía una revolución poderosa, que estaba completamente bien equipada, en fin, según el rumor que circulaba se acercaban días de terror y de angustias. El panorama cubano era un ejemplo decisivo para nosotros, nos veíamos en ese espejo, el resultado sin duda sería el mismo por tanto, resolvimos desplegar todas nuestras actividades para que el país no cayera en el caos que sin dudas traería la revolución, que según el decir era un hecho”.

Rafael Ramon Ellis Sanchez

La narrativa de Ellis Sánchez buscaba desconectarse de los planes de los exiliados que se encontraban en Cuba, para de ese modo tratar de confundir a los investigadores en relación con los expulsos; además de persuadir a los investigadores de que los complotados no tenían intención de darle muerte  al presidente sino, que la intención era la de apresarlo y hacerlo renunciar, por lo que narrٖó:

“Pensando de esa manera fue como una noche en el Parquecito Padre Billini, nos sentamos José Selig Hernández y yo a pensar de qué manera podríamos resolver el problema que para nosotros representaba que en el país estallara una revolución; después de razonar bastante, resolvimos que el mismo Honorable Presidente nos daría la clave. Consitía nuestro plan en hacer preso al Honorable Presidente, y después llamaríamos a las personas mas destacadas para que junto con él dieran una solución satisfactoria al problema que se presentaría si la revolución llegaba. De esa manera y pensando así, comenzó nuestra labor preparatoria que consistía en conseguir algunas armas para poder hacerlo preso”. Lo expresado por Ellis Sánchez, evidencia la relación del movimiento de los exiliados ubicados en Cuba, con los planes de los conspiradores para eliminar al dictador dominicano.

Aunque, como he sabido, la expedicion del Mariel nunca salió de Cuba, debido a que el gobierno cubano, presionado por el norteamericano y por Trujillo,  retiró su apoyo a los expedicionarios, y porque Fulgencia Batista vendió el movimiento a Trujillo por una cantidad de dinero. Sin embargo, durante los días en que se preparaba el atentando contra Trujillo, los implicados en la ciudad de Santo Domingo seguían a la espera del desembarco antitrujillista, que suponían iba tener lugar en  algun lugar de la costa domincana, proximo a la Capital.

Detalles del movimiento conspiración

Durante las  indagaciones llevadas a cabo por la Junta Militar Investigativa, formada expresamente para obtener las confesiones de los implicados en el intento de tiranicidio, los prisioneros fueron continuamente enfrentados unos a otros en intensos careos.  La Comisión responsable de la investigación estuvo formada por el teniente Manuel E. Castillo, el mayor Rafael A. Espaillat y el capitán Salvador Hernández; pero también y de manera ocasional participaban en los interrogatorios otros altos oficiales, como fue la participación del general Fiallo. un militar de la entera confianza de Trujillo. De las respuestas aportadas por los detenidos, se puede inferir el alcance de la trama:

Angel Fremiio Soler, considerado como uno de los dirigentes de la operación contra Trujillo, que aparece en los documentos presentados a la Justicia bajo el seudónimo de XX, fue la persona clave al momento del desvelamiento de la conjura. Partes importantes de la conspiración fueron delatadas por él.  Cada vez que uno de los acusados intentaba desvirtuar aspectos que los comprometían, se  hacía comparecer a Fremio Soler, y el acusado era sometido a un intenso careo en el que XX se convertía en una especie de acusador.

Entre las informaciones suplidas por Soler, aparecen elementos claves para entender la profundidad de lo que se estaba planificando: El implicado XX señaló a Juan de la Cruz Alfonseca, a C. Agustín Rodríguez, Emilio Andujar y al doctor Selig Hernández, que fue el que en una ocasión le habló de “un grupo al igual que el ABC y “me informó que algo mejor; también me dijo que él tenía un grupo sin mencionarme las personas que lo componían. Ahora, necesariamente detrás de Selig, debe haber otra persona que lo guía, pues me parece que este sujeto, no puede ni tiene categoría física y materialmente para meterse en este sunto que considero de alta signifiación política, pues no dispone de dinero ni de nada que lo pueda considerar como un líder u hombre de empuje. (…).

Fremio Soler continuó narando, que en una ocasión en la que conversaba con el Sr. J. C. Alfonseca C., este le informó que “aquí existía un grupo de indidividuos que preparaban atentado contra el Hon. Presidente, y que se había entrevistado con un sujeto cuyo nombre no  podía revelarme, pero que entendía que se trataba de algo serio. Después, en otra ocasión me informó que se necesitaban recursos para realizar eso y que debíamos ayudarlos, a lo que le contesté que habría que ver a determinadas personas para recabar ese dinero (…). Pero sí sabía que había algunos elementos oposicionistas que estaban dispuestos a prestar alguna ayuda en el atentado, y que ellos eran un grupo de individuos que querían actuar solos y que la persona que me había informado de ellos, era Emilio Andujar (…). Las personas a las cuales yo me dirigí en solicitud de dinero tan solo me hicieron ofrecimientos y después cuando les volví a ver me negaron su ayuda, pues no deseaban participar en eso. (…). Esas personas fueron los señores Julio A. Cuello y Manuel Cochón. (…).

No. fue en El Ariete, en la última puerta, pero cuando nosotros pasábamos no encontramos a Cordero y cuando volvimos estaba sentado en una sillita, pegado de la puerta de Oca.  (…). Últimamente yo no iba (a la farmacia de Oca). Yo estoy yendo a la farmacia de Oca hace más de diez o doce años. (…).

En relación con el primer cargo que se me hace, puedo decirle que, además de las personas enunciadas anteriormente, tuve informe de otras que aparecen con algunas participación en algunas de las acusaciones que se me hacen, y ellas son: el Dr. Ramón de Lara, Amadeo Barletta y Eduardo Vicioso. (…)

Con el Señor Juan de la Cruz Alfonseca (a) Niño tuve las siguientes relaciones: Ese individuo me informó en una ocasión de que el señor Selig Hernández tenía un grupo de individuos que se estaban preparando aquí en la capital para realizar un levantamiento de índole subversivo, pero que les faltaban recursos económicos, a lo cual le contesté que yo conocía otro grupo de siete u ocho individuos que también tenían ideas semejantes, pero que no tenían armas suficientes ni dinero; grupo del cual me había hablado el señor Mario Emilio Andujar. (…). En una ocasión que me encontraba en la oficina del Señor Alfonseca, en una reunión que allí se celebraba y presentes los señores Juan Bautista del Guidice (a) Tito, Juan de la Cruz Alfoseca (a) Niño y este Señor ZZ, se trató de formar una especie de Directiva o Comité con el fin de mañana poder valorizar la cooperación que pudieran prestar los elementos oposicionistas del país y asimismo establecer algún contacto con los expulsos de Cuba; pero después de una breve conversación no se llegó a nada definitivo, desistiéndose de ello debido al peligro que en lo sucesivo pudieran correr las personas que formaran parte de él y por lo sopechoso que se hacía la celebración de reuniones de  esa índole.

En cuanto a Rafael Ramón Ellis Sánchez, este interrogado declaró a los investigadores del Ejercito los siguiente:

“Una noche cuando se hablaba de Cuba, de que la revolución era un hecho, nosotros veíamos eso con horror, porque nos dijimos que venía el caos como en Cuba, que ya el caciquismo no existía, pero que si caía el Presidente volvería y habría cuarenta mil, que volvería otra vez el conchoprimismo, que aquí está dormido. Eso es así, si pasa cualquier cosa y vuelven Morales y Estella Ureña, se pone esto como en Cuba, porque entonces se decía que ya se estaba peleando y había individuos que decían que ya le olía a pólvora y,  nosotros dijimos que aquí solamente se puede salvar esto haciendo preso al Presidente y haciéndolo renunciar y que  venga un gobierno provisional y elecciones libres, y entonces de los de Mon Cáceres, y convenimos  en que teníamos que prepararnos muy bien, y entonces compramos una escopeta, después un revólver y nos paramos. Pasado el tiempo, compramos otro revólver y así, entonces fue cuando comenzó a circular el rumor de que había un grupo que se estaba preparando para matar al presidente, y comenzábamos a buscarlo, hasta que dimos con el grupo”.

Café Arieste

Además, Ellis Sánchez detalló a la Comision investigadora, algunos de los preparativos que se entendían necesarios para salir airosos en lo que se proponían:

“Era en el Parque “Independencia”, y yo dije que si ese era el plan había que matarlo. Para ejecutar ese plan, solo pedían dos escopetas. No era cuestión de buena preparación y nosotros dijimos que con ese plan no se mataría; era un plan de la mente de XX  (Fremio Soler)-, porque no existía gente en el “Hotel Presidente” y de ahí decían que iban a tirarle con las escopetas, cuando pasara por el hotel, teniendo apostado un carro en una calle y otro en la otra y después gente repartida en la acera del hotel Presidente y yo dije que iban a tirarle a la capota, por lo que cojan. Entonces nos decían que teníamos de término una semana para decidirnos, porque ellos estaban listos y que no podían esperar más, también que ellos podían hacerlo en una casa. (…). Que podían matarlo en una casa, pero dijeron que están conforme con el plan nuestro, porque de hacerlo en esa casa tenían que sacrificar a un amigo. Resulta esto: cuando desistieron del plan de ellos, nos decían que era muy fácil de ejecutar porque ellos tenían una casa adonde él iba.- XX decía que ese grupo tenían una casa y que era muy fácil, y nosotros le dijimos que si era para matarlo, no teníamos que valernos del grupo de ellos. Tanto que hubo discrepancia”.

De acuerdo a sus declaraciones, existían tres planes: “El de la casa, el del Parque Independencia y el de nosotros, que era en cualquier parte donde pudiera hacer preso y en un momento que se dieran cuenta de que no podían resistir. Y yo dije: “José, como el grupo de ellos es fuerte, puede ser que nos digan que vamos a cogerlo preso, y en vez de eso tirarle al Presidente, y en ese caso qué hacemos nosotros? y resolvimos que estariamos preparados para si alguno de ellos le tiraban al Presidente, nosotros hacerle fuego”.

Por su parte, José Selig Hernández al ser interrogado se refirió a uno de los planes, declarando: “que habían estudiado y visto muy bien el lugar, posición de los individuos y personajes que por allí acostumbraban a detenerse, después que yo les indicara el plan de los individuos de que le hablaba; entonces le tracé más o menos lo que yo entendía que podía combinarse para ambos grupos, indicándole como sitio apropiado, el Parque Independencia, pero inmediatamente Selig Hernández dijo que ya ese sitio ellos lo habían estudiado muy bien y que era muy peligroso, que el que ellos habían escogido era el preferido”.

Zelig contó la manera en que se sumó a la operación planificada: “Acababa de venir de Alemnia y nunca me paraba en el Parque Colón cuando iba a acostarme, pero después fui poco a poco parándome con un grupo de muchachos amigos y nos poníamos a discutir de filosofía y fui haciendo amistad e intimando con Pupito, Luquitas, Pichardo, Neneno, uno que fue a París. Mis ideas son muy difíciles de explicar en pocas palabras.  Y conversando me fui ligando con Pupito y cuando vine a ver, estaba en esto. En esto nadie mete a nadie; uno se va ligando sin darse cuenta y cuando viene a ver esta cmprometido”.

Como el plan se prolongaba en el tiempo y no se ejecutaba, varios de los individuos sureños salieron de la capital, entre ellos la persona que iba a manejar el automóvil. En los interrogatorios, algunos de los acusados inventaron narraciones con las que intentaban convencer a los investigadores de su inocencia, o por lo menos, amortiguar la responsabilidad de su participación en los hechos, diciendo, por ejemplo, que el “propósito principal al fin que se perseguía, era el de hacer preso al Presidente  y no el de matarlo, puesto que siendo poco numeroso el grupo, congiéndolo como rehén, el éxito del plan estaría asegurado”.

La Operación iba a ser desarrollada de la siguiente manera: “los siete individuos, tenían el propósito de interponerse al paso del primer automóvil del HonorablePresidente desde una de las esquinas del Parque Independencia, a fin de hacerlo preso, y en caso de que fuere necesario, disparar desde uno de los balcones del Hotel Presidente.

José Selig también aportó la siguiente versión sobre lo planificado:  “Sentado Rafael Ramón Sánchez (a) Pupito y yo en el Parque Padre Billini, por los meses de octubre y noviembre del año mil novencientos treinta y cuatro, si mal no recuerdo, pues no puedo precisar fecha, comentábamos lo terrible que sería para el país una revolución con los caracteres que según los rumores se avecinaba. Aviones que destruirían la ciudad; barcos de  bombardeo y una infinidad de hombres empeñados en lucha sin cuartel. Mirando lo disciplinado del ejército, y el número y calidad de armamentos a disposición del Gobierno teníamos que presumir que sería terrible desgracia para el país. Sabíanos que el sacrificio de tantos hombres no estaría nunca justificado, mas cuando los individuos de fuera no los movía otra cosa que una ambición personal. Al recordar los acontecimientos del veintitres de febrereo, tanta belleza cívica, nos deslumbró y  soñamos con reajuste, es decir, un intercambio sin presión de las más destacadas personalidades del país, con un mínimun de derramamiento de sangre, y hasta pensamos en el colmo de idealismo cívico, que tal vez se lograra, sin que se vertiera una sola gota. Pasó mucho tiempo, no se si fue que los rumores se aplacaron, la verdad fue que olvidamos de tal manera el asunto (…). Estando las cosas de esta manera, corrió nuevamente cierto rumor revolucionario, y además otro más alarmante para nosotros. El de un atentado contra la vida del honorable señor Presidente.  Si miedo le teniamos a una revolución, el pensar en un atentando contra la vida del Primer Magistrado nos causaba espanto. (…). Impulsados de esta manera nos dimos a la tarea de descurbrir la trama y tratar de hacerlos desistir.

En cuanto a la forma en que se proponían escapar después de cometer el atentado, José Selig observó que evaluaron la intención de usar una cloaca de la calle 19 de marzo, con dos túneles en el Conde y Padre Billini. La información de esos pasadizos desconocidos por la mayoría de la población de la ciudad, la obtuvieron de un muchacho apellido Jiménez, hijo de Enrique Jiménez. Posiblemente, este “muchacho” será el que décadas despué llegaría a Republica Dominicana desde Cuba,  comandando la Expedición del 14 de junio de 1959, Enrique Jiménez Moya: “Hace mucho tiempo que un muchacho Jiménez habló de eso” y “nos habló a nosotros de que se había metido (…) y que conocía eso”. Inclusive, el interrogado confesó que el joven tenía un plano de la cloaca,  y se lo dio; “supongo que fue el muchachito Jiménez. No sé si se metió solo o con otros. (…). Ese muchacho se metió ahí e hizo un plano. De eso hace mucho tiempo. Yo conocía el plano, pero no sabía si me lo había pasado a mí o yo a Pupito. Pero usted puede tener la seguridad de que respecto a eso no había nada, porque ese muchacho era loco, completamente loco”.

Parque Ramfis en 1935

El fracaso de la acción para eliminar a Trujillo

Después de largos meses de reuniones, recabando apoyos económicos, comprando armas y estudiando la forma de acabar con la dictadura, se había llegado a un punto del que no se podían devolver. Ese día llegó: la tarde del domingo, 3 de marzo de 1935. Esa tarde, cuando Trujillo se encontrara inaugurando el “Parque Ramfis” (ahora, parque Eugenio Maria de Hostos), la conspiración parecía que llegaba a su fin. Los testimonios de Juan de la Cruz, Alfonseca y de  Pupito Ellis Sánchez son más que reveladores del fracaso de la operación:

Debido a que la ejecución del plan no se realizaba, algunos de los implicados comenzaron a dar muestras de desesperación, tal y como sucedió con el Ingeniero  Juan de la Cruz Alfonseca, quien expresó en los interrogatorios lo siguiente: “Pasó la semana y no vimos nada y el honorable señor Presidente no dejó de salir como siempre, y los hombres fieras no dieron señales de vida. Entonces fue cuando se nos ocurrió hacer la última prueba. Ideamos, como es lógico pensar, que el Honorable Señor Presidente iría el día tres de marzo a la inaugracion del parque Ramfis. Por tanto, dijimos al señor XX que esa tarde debía tener todos sus hombres listos, pues esa tarde habría posiblidad. El señor XX convino y dijo que todos estarán listos. habíamos convenido que estarían en la calle El Conde. Cogimos un carro Pupito, Santana y yo con el propósito de ver si realmente en esa calle podíamos ver hombres que se parecieran a los descritos. Pues entre paréntiesis debo decir que XX me hablaba de hombres con caras de fieras, llenos de cicatrices, rudos, verdaderos hombres de armas. (…). Recorrimos la calle varias veces y no vimos nada que acusara las señales indicadas. (…). XX nos dijo que le extrañaba que no estuvieran y él estaba esperando al jefe de un grupo, pues él los tenía divididos en grupos de cinco y tres.

Mientras, que Pupito Sánchez, al ser cuestionado por las autoridades, dijo lo que sigue:

“El tres de marzo se acercaba, ese día estaba señalado para la inaguración del Parque Ramfis; pensamos al efecto que sería un día propicio para salir de nuestra embarazosa situación y al efecto se le participo a XX, para que preparara su gente. XX respondió que había pensado lo mismo, y que ya estaba todo listo para esa tarde; llegó la tarde y XX no aparecía, entonces Selig lo fue a buscar, y al encontrarlo, este le dijo sin inmutarse: – “no te apures Chico, esa gente sabe lo que hace, y lo hará bien”. ¿Pero dónde están? A lo cual contestó de esta manera:- “mira, en el Parque Ramfis hay un individuo encargado de avisar cuando llegue, en la esquina de la Avenida Independencia hay un carro con un grupo, y en la calle El Conde hay en diferentes partes diez o doce individuos”. Nosotros hicimos un recorrido para ver la situación de la gente, la cual debíamos conocer por el distintivo de grandes cicactrices en el rostro, pero para desgracia del hábil XX, ningún infeliz, ni siquiera picado de viruelas, apareció por los contornos. Esa noche fue Selig Hernández donde Alfosneca y le explicó lo sucedido. Niño le contestó: “lo mejor es que se deje esto, por lo tanto, yo haré que XX les devuelva los revólveres” y agregó: -“esta es la mejor solución que se le pueda dar a esto”. Esa misma noche nos vimos en el Parque Colón, Selig Hernández y yo, y me expuso lo sucedido, quedamos en devolverle al otro día las escopetas” recortadas; sin emargo, se dijo que el plan seguiría a la espera de otra oportunidad.

Una semana después se iniciarían los apresamientos y en pocos días toda la conspiración estaba al descubierto, especialmente a partir del momento en que fue apresado Angel Fremio Soler, que se prestó para detallar toda la conjura y señalar a cada uno de los implicados.

A manera de conclusión

Aunque, desde 1930 hasta 1935 el país vivió una época de efervescencia política, en la que muchas personas, debido a la forma en que se desarrolló el ascenso de Trujillo y los intereses que afectó con las medidas económicas y sus afanes personales persiguiendo la monopolización de sectores productivos, existían sectores que estaban motivados por iguales objetivos, que eran los de poner fin a la incipiente dictadura y a la vida de Trujillo. Estos movimientos se organizaron de manera aislada, sin coordinación entre ellos, empujados por razones políticas y económicas diferentes.

Llama la atención, el desconocimiento de los organismos de inteligencia en desvelar a tiempo las conjuras de Santiago y de la zona colonial de la ciudad capital. Era imposible que en un espacio tan limitado como lo era la zona colonial, centro neurálgico de la ciudad de Santo Domingo y en la que estaban ubicadas las sedes de la presidencia, del Congreso, y del Ejército, un grupo de más de cincuenta hombres no fueran detectados a tiempo por los servicios de inteligencia, aunque durante meses se rumoraba que se estaba preparando una operación violenta contra el Gobierno.

Sin embargo,  la falta de unificación de los opositores, la desconexión de los exiliados con los planes de los antitrujillistas a lo interno del país, y en especial por la consolidación del aparato político-militar del régimen, además de la imposición de un partido único, organizado como aparato de persecución y vigilancia, los movimientos preparados para evitar la reelección y el continuismo de Trujillo fracasaron. El apresamiento y muerte de sus principales gestores y el exilio forzado de los que sobrevivieron a la represión puso fin a la oposición interna al régimen de manera casi definitiva, favoreciendo la permanencia del dictador en la dirección del Estado por un largo período de más de treinta años.

Bibliografía

González Rodríguez, Manuel Angel, Dos procesos de nuestros anales criminales. Ciudad Trujillo, Editora Montalvo, 1945). Vols. II y  III.

Jimenes Grullón, Juan Isidro, Una Gestapo en América. 8va. edic. Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2003.

Paulino Ramos, Alejandro, “Luchas políticas durante la dictadura 1930-1945”. En: Historia general del pueblo dominicano. Vol V. Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, pp. 21-96.

Vega, Bernardo.  Correspondencia entre Angel Morales y Sumner Welles.  Santo Domingo, AGN, 2013.

Alejandro Paulino Ramos

Historiador

Alejandro Paulino Ramos nació en San Francisco de Macorís en 1951. Historiador y profesor universitario. Es miembro de la Academia Dominicana de la Historia y autor de varias obras, entre ellas Mauricio Báez, Vida y obra de Ercilia Pepín, Diccionario de Cultura y folklore dominicano, y El Paladión: de la ocupación norteamericana a la dictadura de Trujillo. Fue subdirector del Archivo General de la Nación.

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