El polifacético intelectual, médico ginecoobstetra y abogado Alejandro Pichardo ha publicado la novela histórica Sobrevivir para contarlo, Testimonio-Novela en torno al odioso ambiente trujillista rechazado en su pueblo natal de Ojo de Agua, en la provincia Hermanas Mirabal.

En el desarrollo de la exposición real testimonial se intercalan emotivas narrativas imaginarias, esta combinación a modo de simbiosis literaria contribuye de modo notable a explicarnos el quebrantamiento de las libertades en aquel periodo que avasallaba al país.

La novela-testimonio presenta una estructura temática con dos secuencias de relatos alternados, contribuyendo a incitar las expectativas del lector. En una secuencia la narrativa de los acontecimientos históricos generales del autoritarismo dominante y en la otra vertiente como se percibía en Ojo de Agua ese torrente de ignominia que había caído sobre los dominicanos, es una parte principalmente testimonial.

Al explicar el fundamento de Sobrevivir para contarlo,   Alejandro Pichardo nos dice:

“Sobrevivir para contarlo -testimonio- es un escrito ficcional de los aciagos episodios vividos por mi padre y otros habitantes de la comunidad rural denominada Ojo de Agua del municipio Salcedo, pero sin falsear un ápice de los eventos acaecidos”.

La narrativa va a acompañada de diálogos, unos conjeturan expresiones a partir de las informaciones históricas como se desarrollaban las actividades a favor o en contra del ascenso de Trujillo, otros construidos en base a verdaderos relatos testimoniales.

La secuencia del relato histórico general se inicia con la intervención militar norteamericana a nuestro país en 1916. El avance de los contingentes invasores por el Cibao, la resistencia de los soldados criollos en La Barranquita de Mao. Los intentos continuistas de Horacio Vásquez, la conspiración para derrocarlo urdida por Estrella Ureña que Trujillo terminó arrebatándole. Como aprovecharon la enfermedad renal de Vásquez para acelerar los planes golpistas, pese a las frustradas gestiones del vicepresidente José Dolores Alfonseca que perseguían neutralizar esa conspiración. También la ingenuidad de Vásquez que facilitó el ascenso de Trujillo al poder.

Continua la narrativa con el inicio de la matanza de opositores desde Virgilio Martínez Reina, Desiderio Arias y Cipriano Bencosme. Insertando diálogos fabulados, que cotejados con la realidad de los hechos nos inducen a entender como pensaban Chapita Trujillo y sus acólitos, por ejemplo las congratulaciones que se puede imaginar manifestó para agradecer el asesinato de Virgilio Martínez Reina y su esposa embarazada:

“Capitán -dijo Trujillo- dígales a los muchachos que les felicito por el buen resultado conseguido en San José de las Matas, pero en los próximos trabajos, eviten en lo posible, cualquier daño colateral”.

Martínez Reina fue de los que más insistió ante el presidente Vásquez para que destituyera a Trujillo por conspirador, de ahí su horrible venganza.

Entre otros aspectos de alto interés recrea los intentos de ajusticiar al tirano en Santiago durante los años 1934 y 1935. Además como este proseguía la insaciable sed de sangre patrocinando incursiones criminales en el extranjero, por ejemplo cuando trató de asesinar al líder político Angel Morales en New York. Debo señalar que Morales aunque casi desconocido en estos tiempos, fue el dominicano más odiado por Rafael Leonidas Trujillo Molina.

Con la licencia literaria de los novelistas para suponer situaciones, la obra incursiona en la fase que el déspota decidió colocar presidentes títeres. Recrea el momento en que Trujillo comunicaba a Rafael -Fello- Vidal lo interesante que sería iniciar el proyecto de presidentes postizos con Mozo Peynado:

“-Fello. ¿Qué te parece seleccionar al Licenciado Jacinto B. Peynado para que sea candidato presidencial a las elecciones de mayo de 1938”

“-Genial. Genial -dijo Fello, aunque aplastado en su egoísmo, […]

Se comentaba tras bastidores que Fello aspiraba al puesto de presidente ficticio, pero era muy peligroso manifestar ese tipo de anhelos ante el  insólito “Benefactor de la patria”.

No podían quedar ausentes las tentativas de asesinar a Juancito Rodríguez, uno de los más connotados líderes opositores en el exilio. Los fallidos intentos por sonsacarlo, el autor nos presenta como reaccionaría  Trujillo con su notoria prepotencia, ante este fracaso: “Entonces Juancito no entra en na´. Ya verá. Ya verá ese mal nacido lo que le va a ocurrir por seguir metiéndose conmigo”

Se discurre sobre los desaires de Chapita Trujillo a Peña Batlle. La fallida  invasión patriótica que se planificaba en Cayo Confites, Cuba. También expone los momentos de grandes tensiones con  la repatriación armada de Constanza, Maimón y Estero Hondo, colocando diálogos creados para la ocasión.  Puntualiza los marcados instintos criminales de Ramfis Trujillo contra los patriotas de la expedición del 14 de junio y los crímenes horrendos de Johnny Abbes.

El develamiento del Movimiento Patriótico 14 de Junio liderado por Minerva Mirabal y Manolo Tavárez en enero de 1960.  El atentado contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt. El horrendo asesinato de las hermanas Mirabal y por fin el esperado ajusticiamiento ocurrido el 30 de mayo de 1961.

En la secuencia de los acontecimientos en Ojo de Agua durante el fatídico lapso, el autor recuerda que  Jesús María Pichardo (Lanto) su progenitor, siendo un adolescente en los inicios de la tristemente célebre “Era de Trujillo”, fue apresado por  no tener los dos golpes o sea la cédula y la palmita o carné del Partido Dominicano (luego se añadiría el golpe del Servicio militar obligatorio) sin tomar en cuenta que era menor de edad, su prisión por este “delito”.

Se describe con lujo de detalles como en Ojo de Agua los opositores al régimen siguiendo una costumbre que se generalizó en el país, escuchaban de manera muy secreta las emisiones radiales nocturnas que producían los opositores a la tiranía desde La Habana, Caracas y San Juan de Puerto Rico.

También cuando la guardia que generalmente patrullaba en los primeros años de la tiranía, no solo solicitaba a los transeúntes los tres golpes, sino que también debían  demostrar donde trabajaban, sino eran apresados por “vagos”.

Define como los comunitarios de la localidad se orientaban del quehacer político opositor, entre ellos los intentos de repatriación armada desde Cayo Confites.

Anota la alegría que experimentaron los antitrujillistas de Ojo de Agua, cuando advirtieron había llegado una expedición armada contra la tiranía, que inicialmente se presentó en Constanza, para el 14 de junio de 1959. Las infructuosas diligencias para  organizar una célula rebelde en apoyó a los expedicionarios.

El momento de la acción que llegó en enero de 1960, cuando en Salcedo los esposos Minerva Mirabal y Manolo Tavárez decidieron organizar un movimiento a nivel  nacional para intentar desplazar la tiranía, que en homenaje a los héroes y mártires del año anterior bautizaron como Movimiento 14 de junio.

Los antitrujillistas de Ojo de Agua se colocaron en alerta para integrarse a la nueva actividad contra la satrapía. Se resalta el joven estudiante de medicina Otilio Portorreal González, se puso en contacto con el núcleo central de la conspiración patriótica a través de Manolo Tavárez y Fafa Taveras, se  promovió organizar una célula del movimiento en dicha comunidad.

Se formó la célula catorcista de Ojo de Agua con los ciudadanos: Otilio Portorreal, Lanto Pichardo, Juan Peña, Juan Almánzar y Candito Portorreal y otros simpatizantes.

Otilio-Portorreal-Gonzalez
Otilio Portorreal González
Jesus-Maria-Pichardo-579x728
Jesús María Pichardo (Lanto)
Juan-Pena-de-Leon-633x728
Juan Peña de León
Juan-Maria-Almanzar-616x728
Juan María Almánzar

Estas fotos fueron tomadas en la cárcel de La 40. Se usaron tres camisas, los numerosos presos tenían que intercambiarlas para tomar las fotos que serían utilizadas en la propaganda del régimen contra el movimiento patriótico develado. Los prisioneros en esa cárcel de torturas tenían que permanecer desnudos. Fuente: Complot develado. Prólogo de Rafael Valera Benítez. Fundación Testimonio. Santo Domingo, 1984.

Se describe con testimonios históricos como fue reprimida la célula antitrujillista de Ojo de Agua y los graves trastornos que pasaron sus integrantes, tras ser apresados y trasladados a la cárcel de torturas de La 40 en Santo Domingo y luego a la Penitenciaria de La Victoria, hasta su puesta en libertad, en realidad eran presos domiciliarios.

Asienta el autor que Ojo de Agua, pese a ser una comunidad rural al igual que buena parte  del país estaba siendo vigilada de modo permanente por los cepillos del SIM. Siendo un pueblo relativamente pequeño contó con una célula activa del importante proyecto patriótico clandestino.

Se acota como los antitrujillistas de la comunidad recibieron la aflictiva noticia del vil asesinato de las hermanas Mirabal y como se dispusieron a pesar de los riesgos a asistir al peligroso velatorio de las heroínas y Rufino de la Cruz conductor del vehículo que les acompañaba.

Alejandro Pichardo, con su novela-testimonio Sobrevivir para contarlo, nos conduce a través de un sintético y bien proyectado recorrido en torno a la degradante “Era de Trujillo”, acentuando con objetividad los brutales procedimientos utilizados durante este nefasto régimen. Aspectos que deben ser conocidos por todos los dominicanos, principalmente las futuras generaciones para frustrar todo intento de regresar al terror de Estado que representó ese lapso lóbrego.