Fue finalmente celebrado en Arabia Saudí el encuentro entre altos dignatarios estadounidenses y la delegación oficial ucraniana. A la luz de sus resultados, mis humildes premoniciones, externadas previamente en Z Digital (Entre la paz duradera y la estrategia política: ¿qué busca Kiev realmente?, 11 de marzo de 2025: https://acortar.link/hzR6Vw ), parecen haberse confirmado:

“De esta manera, la prioridad real para Ucrania en este encuentro no parece ser el establecimiento de una paz estable y duradera sustentada sobre bases sólidas, sino más bien restablecer la cooperación militar con Washington, especialmente en lo referido a la inteligencia militar, elemento indispensable para mantener la operatividad de los sistemas de defensa preferidos suministrados por Occidente. Sin este apoyo, dichos sistemas corren el riesgo de convertirse en costosas piezas de exhibición. Es posible que la delegación ucraniana esté pensando que la sola rúbrica del famoso acuerdo sobre minerales críticos sea suficiente para enfriar las cabezas de los altos funcionarios estadounidenses que se presume estarían presentes: Marco Rubio, Mike Waltz y Steve Witkoff.”

Tal como sabemos, el resultado de este acercamiento en Arabia Saudita fue la propuesta de un alto al fuego de 30 días a lo largo de los más de 2,000 kilómetros del frente.

Algunos hechos relevantes han tenido lugar mientras los ucranianos y norteamericanos debatían el asunto de la pausa, una propuesta ucraniana. Veamos.

Polonia insiste en equiparse con armas nucleares, mientras Francia promueve la creación de un “paraguas nuclear” para Europa. Estas declaraciones han sorprendido al lúcido vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance. El tercer intento en Yeddah para aprobar y firmar el borrador de un acuerdo que busca crear un fondo de inversión conjunto -destinado a la explotación a largo plazo de hidrocarburos, tierras raras y otros recursos críticos ucranianos- fracasó nuevamente. Dicho mecanismo pretendía ser una contraprestación por los miles de millones de dólares invertidos por la administración Biden en la guerra entre Rusia y Ucrania.

Importante también es resaltar que Rusia exige excluir de las conversaciones de paz a Keith Kellogg, enviado especial del presidente estadounidense Donald Trump, alegando que es “demasiado cercano a Ucrania”. Entretanto, Mark Rutte, secretario general de la OTAN, reconocido por su postura rusófoba, afirma que la adhesión de Kiev a la Alianza Atlántica está totalmente descartada en medio de los esfuerzos de Estados Unidos y Rusia para alcanzar la paz en el conflicto.

Descuella también el hecho de que “en nombre de la “tregua” tan publicitada, Estados Unidos concluye la modernización de las bombas de pequeño diámetro lanzadas desde tierra (GLSDB), anunciando su reintroducción en el campo de batalla ucraniano. Esta medida responde al posible agotamiento en los arsenales ucranianos de los misiles tácticos ATACMS, con un alcance superior a los 300 km. Además, Washington reanuda el suministro de armas y el intercambio de inteligencia con Kiev, a cambio de que el régimen dictatorial de Kiev acepte la tregua de 30 días-algo que ya había sido propuesto por Zelensky con la única idea de ganar tiempo, reagruparse y fortalecer sus diezmado ejército-.

Tampoco puede dejar de mencionarse a la Unión Europea, aliado intransigente de Zelensky, que apresura planes para revitalizar su industria militar, escudándose en la “amenaza existencial” de Rusia y la preocupación por el futuro de la OTAN.

Por último, un episodio que podría marcar diferencias en la búsqueda de soluciones es la conversación que el enigmático y mercantilista Donald Trump mantuvo el jueves con el presidente ruso, Vladímir Putin, sobre la resolución del conflicto en Ucrania. Aún se desconoce el contenido exacto de esa charla calificada por el estadounidense como “muy positiva y productiva”. Está claro, sin embargo, que Trump solicitó el “paso seguro” de los restos de las formaciones ucranianas rodeadas en Kursk (maniobra aplaudida por Occidente y que cobró la vida de más de 66.000 soldados ucranianos). Según los medios occidentales, el presidente cerró su intervención con una súplica “por la supervivencia (de los soldados ucranianos) y oraciones”.

La realidad es que para Trump el único alto el fuego que puede prevalecer es aquel que ofrece grandes ventajas, sean ocultas o explícitas, a Washington.

Aparentemente, tanto para los medios occidentales como para los algareros defensores de Zelensky, Estados Unidos ya cumplió su cometido al “convencer” al expresidente ucraniano de aceptar una suspensión que tiene la bondad de generar incertidumbres para Rusia. Sin embargo, lo importante para ellos es que “la pelota” ahora está en la cancha de los descendientes del Ejército Rojo, aquel que llevó la libertad a Europa a costa de millones de vidas.

Apostar a la estupidez rusa es un camino para nada aconsejable. En respuesta a la posibilidad de pausar el conflicto, el gobierno ruso insiste en que para que resulten aceptable los 30 días de pausa, Ucrania no debe movilizar y entrenar soldados, así como recibir armamento, con el fin de evitar que fortalezca sus fuerzas. Moscú advierte que un alto al fuego podría permitir a Kiev reagruparse y recibir refuerzos de todo tipo, lo que complicaría sus operaciones militares en momentos en que estas evidencian significativos avances en toda la línea del frente. Además, plantean la preocupación sobre cómo vigilar un cese de hostilidades en un frente tan amplio, temiendo acusaciones mutuas de violaciones.

Para Rusia es importante el destino de los remanentes de las tropas ucranianas rodeadas en Kursk. Como señalamos, ya el presidente Trump intercedió por ellas, ignorando los informes sobre sus crímenes documentados contra civiles en varias aldeas de Kursk. En esta ocasión, Trump no ofreció oraciones por las víctimas civiles del nazismo ucraniano.

En definitiva, aquellos que sueñan con una tregua para rearmar a Ucrania parecen ignorar la histórica determinación de los rusos de “llegar hasta el final”. Difícil es pensar que “se tragarán el anzuelo”. Es probable que únicamente se concrete una pausa en las hostilidades cuando se establezcan parámetros claros y se logre un acuerdo integral capaz de garantizar una paz duradera. Dicho de otro modo, el conflicto continuará mientras no surja una solución verdaderamente viable.

Julio Santana

Economista

Economista, especialista en calidad y planificación estratégica. Director de Planificación y Desarrollo del Ministerio de Energía y Minas.

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