Alejandro Paulino Ramos, historiador y profesor universitario, continuando su prolífica obra historiográfica ha entregado a la bibliografía vernácula su obra Política y cultura en la sociedad dominicana 1844-1930. En ella revisa de manera exhaustiva los principales acontecimientos culturales vinculados a la actividad política, durante este muy importante espacio de nuestra historia como nación.
Resalta las enconadas luchas intestinas entre liberales o revolucionarios y conservadores o reaccionarios en el lapso de 1866 a 1900. Acentúa enconados instantes como los enfrentamientos entre los rojos retardatarios de Báez, azules democráticos y anticolonialistas y los verdes o rojos desteñidos de González. También retoma su tesis que atribuye a Eugenio Deschamps ser el mentor de un partido doctrinario o de principios democráticos, que en la práctica resultó algo utópico en la época.
Expone con razón que en el periodo de 1900 a 1930 tras el ajusticiamiento de Heureaux, se impuso el caciquismo y sus aberraciones, como la imposibilidad de pagar la deuda externa por las graves transgresiones a la economía que se impusieron durante la tiranía, los nuevos préstamos internos y externo y las estériles reyertas intestinas.
Asume la apología del Gobierno de Cáceres atribuyéndole que neutralizó las revueltas caudillistas. Aunque no toma en cuenta se desplegó una brutal represión contra la población a través de la detestable Guardia de Mon (todavía se recuerda aquello de “preso por la Guardia de Mon”) que no solo actuó contra los caudillos regionales, sino que reprimió en demasía al pueblo y personalidades como Santiago Guzmán Espaillat cuando se opusieron a la malhadada Convención Dominico-americana de 1907. Convenio denunciado desde un principio como el argumento que serviría de subterfugio político-jurídico para la intervención militar norteamericana, como ocurrió nueve años después.
Hace un importante y pormenorizado recorrido a través de las organizaciones gremiales, sociales y culturales, indicando que durante el último cuarto del siglo XIX aparecieron los primeros núcleos de trabajadores organizados en gremios. Rescata pronunciamientos en la prensa de la época, que argüían las huelgas se estaban haciendo frecuentes en el país. Manifiesta que el primer triunfo de los trabajadores agremiados fue el movimiento de los operarios del gremio de los “aplanchadores” en enero de 1800.
Explica que La liga de Obreros y Artesanos creada en noviembre de 1899, suscribió planteamientos cercanos a los socialistas. Nos dice sobre el particular: “En la Liga estaban afiliados los gremios de carpinteros albañiles, zapateros, talabarteros, tabaqueros, cigarreros, panaderos, sastres, tipógrafos, carreteros, barberos, pintores, cocheros, camiseros, planchadores y sombrereros, chocolateros, toneleros, plateros y oficios varios”.
En torno a las sociedades culturales expresa que estaban vinculadas a los movimientos políticos. Realza el importante rol democrático de la Sociedad Liga de la Paz por imponer un programa de Gobierno democrático.
Revela también la participación de la sociedad La Republicana. Advierte que: “La mayoría de las sociedades políticas y literarias tenían vínculos con el proyecto liberal y con el Partido Azul, lo que hacía que las mismas proliferaran durante los gobiernos liberales y desaparecieran o mantenían tímidas actividades cuando gobernaban partidos conservadores como el Partido Rojo de Buenaventura Báez o el Partido Verde, de Ignacio M. González”.
Discurre sobre las agrupaciones liberales reprimidas durante el mandato de Lilís, como la Popular progresista La Democracia, de Moca.
Se detiene en uno de los aspectos más importantes y poco comentados, como los clubes y la exclusión social. Clubes sociales que jugaron un importante papel, pero que en su mayoría tenían normas restrictivas para su acceso en función de condiciones económicas, sociales y raciales.
En su exhaustivo análisis, no deja atrás los clubes deportivos como el Base-ball Club formado en 1899, el célebre equipo Licey, Casino Base-ball Club, Base-ball Team y Nuevo Jockey Club este último en Santiago, relacionado con carreras de caballos.
Además dedica la atención a los famosos y olvidados juegos florales, un festival de cultura que ocupaba la atención de una buena parte de la ciudadanía. Recreación cultural que nunca debió desaparecer.
Los agrupamientos de trabajadores urbanos desde antes de finalizar el siglo XIX, también son reseñados, como las sociedades de ayuda mutua y caritativa y la academia de artesanos.
Las jornadas de luchas por reivindicaciones gremiales estaban presentes. El autor subraya la creación de la Confederación Dominicana del Trabajo y la Hermandad Comunal Nacionalista, ambas formadas durante la ocupación militar de los Estados Unidos. Expone los conflictos entre panaderos y propietarios de panaderías.
Realiza un inventario de las librerías de la época, entre ellas la famosa imprenta y librería de García Hermanos, creada por los hermanos José Gabriel y Manuel de Jesús García. La Biblioteca Pública de Santo Domingo, que se nutrió con la rica biblioteca del intelectual venezolano Rafael María Baral, que la donó a los dominicanos. Las antologías poéticas como La Lira de Quisqueya, primera antología poética criolla.
Tampoco se queda atrás el aporte educativo de Eugenio María de Hostos a la educación dominicana y los injustos cuestionamientos de sectores retardatarios que le imputaron promover una “escuela sin Dios”.
En relación a la ocupación militar norteamericana nos muestra el gran papel desarrollado contra este acto por las sociedades culturales y la intelectualidad criolla, liderado entre otros por Américo Lugo, Francisco Henríquez y Carvajal, Fabio Fiallo y Luis C. del Castillo. Resaltando la resistencia de los nacionalistas que demandaron una desocupación pura y simple, sin ataduras hegemónicas. Justa actitud, contrario a la postura de los políticos tradicionales que ausentados del arduo proceso de la lucha por la salida de las tropas exógenas, reaparecieron para convalidar la farsa electoral que en este año (2024) cumple cien años y que politiqueros similares pretenden conmemorar.
En definitiva Política y cultura en la sociedad dominicana 1844-1930 se trata de un verdadero inventario crítico de la política y cultura de antaño.