Cada vez más, los turistas son conscientes del impacto del cambio climático y buscan opciones de alojamiento más sostenibles, experiencias auténticas que les permitan conectar con las comunidades locales y una forma de viajar más responsable. Frente a esta nueva mentalidad, tanto las empresas como los gobiernos deben adaptarse para seguir siendo competitivos y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.
Según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), la sostenibilidad ya no es una opción, sino una necesidad. Se estima que, para 2035, el sector de viajes y turismo aportará US$ 16.5 billones al producto interno bruto (PIB) a la economía global, lo que evidencia su peso económico y la urgencia de hacerlo compatible con el cuidado ambiental.
“El cliente ya no sólo busca unas vacaciones de sol y playa. Busca experiencias con propósito, donde pueda aprender y llevarse algo más. Queremos que entiendan por qué la cigua palmera es el ave nacional o como la palma real está conectada con su supervivencia en República Dominicana”, explicó Alex Matos, director ejecutivo de la Fundación Eco-Bahía.
El turismo está conectado con la biodiversidad. Más del 50 % de la demanda del sector se basa en el deseo de disfrutar la naturaleza, y forma parte de los seis sectores económicos cuyos bienes y servicios dependen en más de un 80 % de los recursos naturales a nivel global, destacan organismos internacionales.
En cifras, el Banco Central dominicano (BC) destaca que 214,369 extranjeros no residentes eligieron el país por la oferta ecoturística, es decir, el 0.6 % de los 31,157,414 extranjeros no residentes totales desde el 2020 hasta 2024.
Por año, el 0.6 % de los extranjeros no residentes indicaron que fueron atraídos por el ecoturismo en 2024. El porcentaje es minúsculo frente a los que eligieron por la calidad de playa (50.5 %), clima (15.3 %) y hospitalidad (11.9 %), pero equivale a 51,214 turistas que vieron el país más allá de su tradicional ‘sol y playa’.
Para Matos, el mayor reto no es técnico ni logístico, sino cultural. “Seguimos viendo el entorno desde una visión antropocéntrica, creyendo que estamos fuera del ecosistema y no dentro de él. Tenemos que entender que somos parte de la naturaleza. Solo cuando cambiemos esa visión, comenzaremos a proteger lo que nos rodea”, aseguró.
De acuerdo con el director de Eco-Bahía, este cambio de mentalidad también implica un turista más exigente, “que ya no se conforma” con saber que un hotel utiliza energía renovable, sino que quiere conocer cuál es el impacto real de su estadía en el medioambiente y cómo puede aportar positivamente durante su visita.
El ejecutivo mencionó que la fundación busca integrar la “sostenibilidad como parte de la experiencia turística del Grupo Piñero”, al desarrollar rutas interpretativas donde los huéspedes aprenden sobre especies nativas de flora y fauna. Se han reintroducido plantas endémicas con señalética educativa, se realizan recorridos para observación de aves, y un sendero en zona de humedales.
El ecoturismo no ha dejado de crecer motivado por la cada vez mayor concienciación medioambiental y ofertas relacionadas con experiencias con el entorno natural. En números, Statista indicó que el mercado cerró con US$ 196,000 millones en 2023. Y no es para menos, el 69 % de los turistas globales busca opciones de viaje en esta modalidad.
“La meta es generar una experiencia inmersiva donde el turismo se vincule directamente con la educación y la conservación”, explicó a ACENTO. De hecho, la Agenda 2030 incluye a la industria turística entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que abarca el crecimiento económico, inclusión social, eficiencia de los recursos y reducción de la pobreza.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señaló que República Dominicana tiene oportunidades de un desarrollo y crecimiento inclusivo al modernizar los sectores estratégicos, como el turismo sostenible.
“La fórmula todo incluido impide que los viajeros extiendan su experiencia por fuera de los hoteles y así se beneficien otros negocios”, citó el organismo multilateral en el informe “Panorama de oportunidades de República Dominicana”. Destacó que Quisqueya, que recibe más del 80 % por el all inclusive, debe ampliar el turismo sostenible, al reforzar el papel del Estado con el diseño de un plan nacional de turismo sostenible que preserve el capital natural e impulse la competitividad turística.
Agregó que aumentar inversiones resilientes en infraestructura terrestre, portuaria, hídrica y de saneamiento, así como adoptar buenas prácticas en gestión de residuos y proyectos de energías renovables y eficiencia energética en el sector turismo.
Ante esto, Matos dijo que con la colaboración entre la sociedad, las empresas e instituciones públicas se puede transformar el renglón de hoteles, bares y restaurantes en uno sostenible. “Ojalá podamos unirnos todos en esta tarea. Entre más manos estén involucradas, más vidas podrán beneficiarse”, concluyó.
En 2020, Quisqueya presentó la actualización de su Contribución Nacionalmente Determinada comprometiéndose a priorizar sectores con una inversión estimada de US$ 17,632 millones, de los cuales la adaptación a las ciudades resilientes tienen un monto de US$ 3,113.8 millones, los recursos costeros marinos unos US$ 7.2 millones y el ecosistema, biodiversidad y bosque unos US$ 106.6 millones.
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