El cambio climático dejó de ser una exageración para convertirse en una realidad que cada año le “arrebata” US$ 1.5 billones a la economía global debido al aumento de precipitaciones, erosión del suelo y la contaminación medioambiental que disminuye la productividad y afecta la calidad de vida del ser humano.
En la industria turística, ONU Turismo es aún más tajante: el sector es altamente vulnerable al cambio climático, por lo que implementar la sostenibilidad en el turismo no es tarea fácil y no es una opción, debe ser una realidad en las operaciones y la transformación.
De hecho, los actores principales deben tener en cuenta la calidad de vida de la población, el patrimonio natural y cultural, derechos y bienestar de las trabajadoras, uso sostenible de los recursos naturales y resiliente a los desastres naturales.
Y no es para menos, la Agenda 2030 incluye a la industria turística entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible que abarca el crecimiento económico, inclusión social, eficiencia de los recursos y reducción de la pobreza.
El informe “La sostenibilidad turística desde una perspectiva territorial” analiza la situación de sostenibilidad en tres naciones de América Latina y el Caribe que recibieron 15,288,947 visitantes y generaron 1,312,327 puestos laborales debido al crecimiento del sector de ocio.
En el caso de Costa Rica y República Dominicana, el informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) destaca que el 68 % y el 56 % de los visitantes, respectivamente, provino de Estados Unidos, mientras que en Panamá, el 37.2 % de los visitantes registra su procedencia de América del Sur.
Pero, estos países se enfrentan a problemáticas como la separación de residuos, la eliminación de plásticos de un solo uso y el uso de equipos energéticamente inclinados a la energía renovable en la industria turística.
La nación de "Pura Vida", lanzó el Plan Nacional de Turismo 2022-2027 enfocado en la innovación en turismo climáticamente inteligente, debido a que el 95 % de las empresas cuentan con planes de acción contra el cambio climático. En tanto, el 58 % de las empresas conoce los planes de gestión del riesgo de desastres y atención de emergencias en sus destinos turísticos.
El informe elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que entre los principales problemas de suministro del agua se encuentran los daños causados por eventos extremos, los cortes del suministro, los problemas de abastecimiento y la calidad de la red de distribución.
No obstante, destaca que “separan sus residuos y han implementado algún programa para eliminar los plásticos de un solo uso”, el 87 % utiliza equipo energéticamente eficiente.
Después de la pandemia COVID-19, el Gobierno de Panamá se enfocó en desarrollar un turismo más sostenible y resiliente con el Plan Maestro de Desarrollo Turístico.
Entre enero y noviembre del año pasado se registraron 2,231,296 visitantes, que gastaron en promedio US$ 2,238. “La estrategia no está orientada a aumentar el número de visitantes sino a incrementar el valor generado y descentralizar el turismo, promoviendo destinos que permitan generar movimientos de visitantes nacionales e internacionales a todo el país”, informa la Cepal.
El turismo que llega al Valle de Antón es de panameños que viajan a las pozas termales o el zoológico El Níspero, es decir, el principal turista es el extranjero interesado en la conservación y la naturaleza. “Hay un potencial de turismo de investigación-conservación que no se ha explotado hasta ahora”.
República Dominicana no es ajena a este cambio de tendencias en los viajeros extranjeros, y la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (Asonahores) ha resaltado la transformación y el trabajo en ejes estratégicos basados en sostenibilidad.
En 2019 cuando el Banco Central (BCRD) junto al Ministerio de Turismo (Mitur) comenzaron a contabilizar a los pasajeros no residentes que visitaban Quisqueya por motivo de ecoturismo.
Para ese año, se situó en 0.5 % de los 6,446,036 que arribaron vía aérea. El monto parece pequeño, pero aportaron 32,230 turistas que se alejaron del modelo tradicional de sol, playa y arena.
Al cierre del 2023, el BCRD citó el ecoturismo en 1.1 % de los turistas y en 1.6 % la riqueza histórica, para 217,583 turistas de los 8,058,671 que arribaron vía aeropuertos.
Pese a esto, el riesgo climático global ubicó a República Dominicana en el puesto 12 entre los países más afectados por desastres naturales entre 1998 y 2017, con huracanes y tormentas tropicales que causaron un impacto humano y pérdidas económicas de US$ 345 millones (0.48 % del PIB).
En el país se creó la “Hoja de ruta para un sector hotelero bajo en carbono y con uso eficiente de los recursos en República Dominicana”, basada en reducir 25 % las emisiones de gases, un 25 % el uso de energía no renovable y eliminar el plástico de un solo uso.
En 2020, Quisqueya presentó la actualización de su Contribución Nacionalmente Determinada comprometiéndose a priorizar sectores con una inversión estimada de US$ 17,632 millones, de los cuales la adaptación a las ciudades resilientes tienen un monto de US$ 3,113.8 millones, los recursos costeros marinos unos US$ 7.2 millones y el ecosistema, biodiversidad y bosque unos US$ 106.6 millones.
No obstante, la Cepal desglosa que persisten dificultades en la gobernanza y la vinculación de la estrategia nacional con el desarrollo a nivel territorial, por la falta de estructuras de gestión en el destino y de medición de los impactos del turismo en los territorios.
El organismo internacional dijo que el sector está dominado por micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) y el “alto grado de informalidad” que está asociada a problemas como calidad de empleos y acceso a financiamiento.
El Banco Mundial destaca que, en los países emergentes, donde el producto interno bruto (PIB) por habitante va desde US$ 1,136 hasta US$ 13,845 anuales, destinan menos del 5 % de los créditos a empresas que tengan un impacto positivo en términos climáticos.