No trato de hacer un ensayo sobre este tema, que va más allá de mis limitaciones intelectuales; pero si apuntar unas notas que como menos despierten interés y discusión hacia un abordaje más apropiado del mismo.

Lo que quiero destacar es que las alianzas, las divisiones y los trasvases de partidarios políticos de uno a otro bando, son hechos continuos y significativos en la historia dominicana, y debiéramos sacar las lecciones que correspondan a la definición de una línea y actitudes políticas que nos permitan avanzar a constituirnos en una mayoría política.

Para iniciar, se debe tener en cuenta que, en un preámbulo al acto de fundación de la República, el sector independentista expresado en el movimiento de los Trinitarios, encabezado por Juan Pablo Duarte, pactó con un sector reformista de entre los mismos haitianos que entonces mantenían ocupada la parte Este de la isla, en la que hoy vivimos dominicanos y dominicanas.

Esta es una experiencia de alianza que sucedió hace más de 180 años.

La fundación de la República misma fue el resultado de una alianza táctica entre Trinitarios y Afrancesados, sectores con concepciones políticas contrapuestas, pero que en un momento político y dada una determinada correlación de fuerzas, resultaba imprescindible para el objetivo de derrotar el dominio haitiano y fundar la República.

Lo que los unía en ese momento era la prioridad de derrotar el dominio haitiano. El Manifiesto del 16 de enero, que sintetizó el propósito de la alianza táctica, fue redactado por Tomás Bobadilla, figura principal de los Afrancesados y en su contenido se da de lado al propósito de la Independencia, ideal de los Trinitarios, y se le sustituye por el de Separación, con el que se deja abierta la posibilidad de adherir el territorio dominicano a alguna potencia, una vez se haya dado término al dominio haitiano cual era el propósito de los Afrancesados.

Los Trinitarios hicieron esa concesión en el interés de sumar la fuerza que hiciera posible derrotar lo que en ese momento era el aspecto principal de la contradicción. Logrado el propósito de terminar el dominio haitiano, las contradicciones entre ambos bandos se pusieron en relieve y son conocidas las vicisitudes que desde entonces ha debido sufrir la República.

Ya en 1861, estaba siendo anexada a la Corona de España precisamente por el sector que nunca creyó en la Independencia.

El grupo de Pedro Santana, jefe militar de la lucha contra el dominio haitiano, dominó la vida política durante nueve años.

En el sentido en que hoy se entienden los partidos, no puede hablarse de un Partido Santanista, pero la realidad es que el lideró un grupo que llevó a cabo la idea de que el pueblo dominicano no tenía posibilidades de convertirse en Estado libre, soberano e independiente.

De ese grupo salió Manuel Jimenes, que contó con el apoyo de una parte de este, y de los independentistas; fue electo presidente, pero mantuvo el país en el mismo esquema conservador de Santana, a pesar de que había sido del bando Duartista, aunque tímido. Fue Ministro de Marina y Guerra de Santana.

Del “partido” de Santana salió también un grupo, del Cibao, que postuló a Domingo Mallol para presidente, pero no llegó a desarrollarse. A este se vincularon también algunos independentistas. Figuras importantes como Benigno Filomeno Rojas y Ulises Francisco Espaillat, sirvieron en algún momento al régimen de Santana. Pero también fueron los que, aprovechando un hálito de demagogia del caudillo, en febrero de 1854 introdujeron reformas democráticas a la Constitución de la República.

Tras la revolución de julio de 1857, que derrocó a Báez y en la que el grupo del Cibao jugó un papel importante, estando ahora en el poder, este hizo esfuerzos para plasmar en la constitución las ideas democráticas que habían impulsado en 1854.

Así, la constitución de Moca de 1858, recoge parte de la de 1854, aunque es más avanzada que aquella.

La de Moca, resultó de una “alianza” entre los del grupo liberal del Cibao: Benigno Filomeno Rojas, Ulises Francisco Espaillat, Pedro Bonó, Belisario Curiel, y miembros del Santanismo conservador. Este grupo del Cibao, sería el eje para un grupo que podría denominarse “NeoDuartista”, alejado de Báez, pero también de Santana, y que sería básico para la lucha antianexionista y en la guerra de la Restauración de la República, 1863-65.

Del grupo o “partido” de Santana, salió también el de Báez, el partido Rojo. O, mejor dicho, este negó a aquel. Báez inició carrera bajo la protección de Santana y luego rompieron. Los del bando independentista, principalmente Mella y Sánchez, llegaron a cerrar filas el uno, en el grupo de Santana, y el segundo, en el de Báez.

El frente de la Restauración estuvo integrado por el grupo del Cibao, Duarte y Mella, sectores Santanistas que no aceptaron la anexión y algunos Baecistas.

¿Quiénes eran los Rojos liderados por Báez? Eran anti Santanistas de la primera República y ex Santanistas.

¿Quiénes eran los Azules, liderados en algún momento por Gregorio Luperón? Neoduartistas, Santanistas y desafectos del Baecismo.

Cuando por el año 1872, Báez intentó reelegirse en el poder, contrariando el interés de algunos de su partido de ostentar la candidatura presidencial, los del partido Azul, sucesivamente derrotados por el caudillo del partido Rojo, encontraron la oportunidad de salir de este, y se aliaron a la disidencia roja.

Esta alianza entre Rojos y miembros del partido Azul, desplazó a Báez del poder y lo mandó al exilio.

Manuel Altagracia Cáceres, vicepresidente en el gobierno de Báez, fue de los cabecillas de esta acción.

Ignacio María González, era Rojo, logró atraer a seguidores del partido Azul y devino en líder del partido Verde.

Cesáreo Guillermo fue originalmente Rojo, pero llegó a presidente con los Azules.

Lilís fue Azul, un partido liberal, y devino en Lilisista, conservador dictatorial. En el Lilisismo participaron antiguos Baecistas.

Juan Isidro Jimenes y Horacio Vásquez llegaron unidos al gobierno un tiempo breve después del ajusticiamiento de Lilís en 1899.  Luego se enfrentaron.  La lucha entre Bolos, liderados por Juan Isidro Jimenes, y Rabuses, liderados por Horacio Vásquez, dominó un momento de nuestra historia; pero también partidarios de unos y de otros se entrecruzaron de un lado para el otro.

Juan Isidro Jimenes apoyaría la candidatura presidencial de Alejandro Woss y Gil, que había sido Lilisista, y uno de sus seguidores, Eugenio Deschamps, le acompañaría como vicepresidente.

A poco de instalarse este gobierno, un partidario de los Bolos, Carlos F. Morales Languasco, se alzó en armas para derrocarlo, y Bolos y Rabuses que habían sido rivales, aparecen juntos en una propuesta de gobierno presidida por este y como vicepresidente, Ramón Cáceres, de la fila de esos últimos.

Más cerca a nuestros días, trujillistas votaron por el profesor Juan Bosch y el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, en las elecciones de 1962, atraídos por la consigna de “borrón y cuenta nueva” que este formuló en su campaña electoral, consciente de que ajusticiado Trujillo las bases sociales de lo que había sido su régimen quedaban dispersas.

Desde entonces sectores de los más de abajo seguidores de la dictadura pasaron a cerrar filas en el PRD.

Buena parte de los trujillistas, de los partidarios de la Unión Cívica Nacional, derrotada por el profesor Bosch y el PRD en 1962,  y de los socialcristianos, terminaron siendo seguidores de Balaguer y el Partido Reformista.

Desde 1994, votantes del balaguerismo y el Partido Reformista Socialcristiano, PRSC, comenzaron a trasvasarse hacia la figura del Dr. Leonel Fernández, que en ese año era un casi desconocido, y ya en el 2004 se había convertido en el principal líder político del país, a la cabeza del conservadurismo; mientras que su partido, el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, que apenas tenía una nómina de 14 mil miembros, se hizo dominante en la vida política nacional hasta el año 2020.

Y es un hecho claro, que desde el 2020, el presidente Luis Abinader ha logrado concitar el apoyo de lideres y fuerzas sociales del balaguerismo neotrujillista, entre estos los seguidores del Dr. Vincho Castillo.

Y es de destacar que el sector político al que en 1994-96 pertenecía el presidente Abinader apoyó al Frente Patriótico, alianza entre el PRSC y el PLD, que llevó al Dr. Leonel Fernández al gobierno.

Apúntese en este caso, que como consideraría Hegel en alguna ocasión y Marx hiciera alguna corrección, la historia es más que una sucesión de hechos, tiene también una lógica. Hegel diría que en la historia los hechos nos aparecen como repetidos dos veces; y Marx diría que sí, pero que una vez como comedia y la otra como tragedia.

Porque buena parte de las bases sociales del trujillismo votaron por el profesor Bosch en 1962, atraídos, como se ha dicho, por el discurso de “borrón y cuenta nueva” que este formuló como candidato en las elecciones de ese año. En 1994, las bases sociales de Balaguer, trujillistas recicladas, comenzaron a votar por el Dr. Leonel Fernández, sucesor del Prof. Bosch en la dirección del PLD.

Estos son hechos de la historia, en notas muy generales, pero que indican un componente del desenvolvimiento del partidismo político que habría que estudiar más a fondo a los fines de generalizar una conclusión.

La izquierda no ha sido beneficiaria en masa de esos trasvases constantes en la historia política dominicana, por dos razones: 1. Por omisión, es decir, por no conocer esa historia y por tanto no trabajar ese componente; y 2. Por haber aparecido ante el pueblo de manera parcial, como luchadora por reivindicaciones sociales inmediatas, y no como referente de poder.

Si como al efecto, la historia es ciencia, entonces urge entender esos componentes y ver si se expresan en la coyuntura en curso.

Esto hay que entenderlo y trabajarlo. Porque es un solo pueblo con el que debemos lidiar.

Manuel Salazar

Político

Doctorado en Gobierno y Políticas Públicas; Maestría en Gobierno y Desarrollo Local; Economista. Secretario General del Partido Comunista del Trabajo (PCT). Ex Secretario General del FEFLAS y de la Federación de Estudiantes Dominicanos.

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