¿En Santiago podría estar la Iglesia en manos de Lutero?

La primera vez que ausculté la expresión “La Iglesia en manos de Lutero” fue cuando poníamos en operación el primer rescate patrimonial e institucional del centro histórico de Santiago.  Ese proyecto lo gestionamos con el auspicio de la Unión Europea (UE).

En ese entonces, uno de los sacerdotes que hacía de asistente del arzobispo metropolitano, nos subrayaba esa oración, para que organizáramos muy bien lo que íbamos hacer. Había que garantizar, como lo hicimos, que las esencias patrimoniales del polígono donde nació la ciudad, fueran puestas en valor con la debida sostenibilidad, nivel científico y transparencia.

El religioso no se refirió a los movimientos sociales que llevaron a Martín Lutero a proponer una reforma de la Iglesia que perdura hasta nuestros días. Mas bien, lo hizo para que hiciéramos las cosas armónica y correctamente, con la debida participación social, empresarial y gubernamental.

Sea cual sea, el credo religioso del lector, en los hechos debemos admitir que este monje alemán hizo mucho bien con su reforma protestante. Asimismo, motivó que posteriormente la Iglesia católica por sus propios medios dirigiera su transformación. Igualmente, inspiró los fundamentos de libre empresa, que fueron la base filosófica de la primera revolución industrial.

“La Iglesia en manos de Lutero”, aunque entonces para mí no lo fue, era una expresión manida. Críticamente, había sido utilizada antes para referirse a momentos en que se pone en manos de apóstatas, renegados y apócrifos, un proyecto clave.

Es como, poner un banco en manos de embaucadores. Designar personajes de bajos coeficientes intelectuales, para dirigir centros de pensamiento y planificación. Peor aún, colocar como dirigentes empresariales a comerciantes quebrados. Definitivamente peligroso, alinear una escuela secundaria de jovencitas, bajo la dirección de consumados juanes tenorios y casanovas.

Timadores, quebrados y casanovas, serían propios de otro tipo de grupos. Aquellos promotores del placer, la mentira y el ardid. Espacios donde campean iras, gulas, lujurias y envidias. Donde igualmente, brilla la apuesta monetaria desenfrenada.

Cada función social tiene su espacio propio para desplegarse. Santiago y otros territorios dominicanos, como Peravia, La Altagracia, San Cristóbal, Pedernales y Manzanillo, están en momentos estelares de su desarrollo. Crecen más que el promedio de otros municipios, provincias y territorios.

Entonces, es una coyuntura para cuidar la institucionalidad y la unidad de sectores sociales y empresariales. De gestionar que toda duda y propuesta razonable quede registrada. También de apoyar los ayuntamientos de estos territorios, sufragando arbitrios para recibir de ellos, buenos servicios.

Es momento para en vez de excluir, por el contrario, incluir nuevos actores estratégicos. Esa gestión asertiva hará que broten de nuevo, líderes audaces, métodos innovadores y proyectos creativos.

Conducidos por dominicanos innovadores y capaces de multiplicar la cobertura verde, proteger ríos y cuencas hidrográficas, que son los nuevos y auténticos atractivos territoriales, que gestarán más inversión local e internacional directa.

Reynaldo Peguero

Epidemiólogo y urbanista

Maestro en Administración y epidemiología, especialista en Planificación Estratégica del Centro Iberoamericano de Desarrollo Estratégico Urbano (CIDEU), Barcelona, y director del Consejo de Desarrollo de Santiago (CDES).

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