Frantz Fanon

En estos días, se conmemora el centenario del nacimiento de Frantz Fanon (1925-1961). Además de ser un teórico del anticolonialismo y la revolución, este gran filósofo martiniqués fue psiquiatra con una práctica clínica en hospitales. Estos últimos datos, son con frecuencia olvidados o menospreciados.

En mi reciente libro (Sendas extraviadas: ensayos para vivir en el mundo que nos queda) le dedico varias páginas a los análisis de Fanon y las implicaciones de su trabajo para reconsiderar nuestra posición y posibilidades ante la embestida de la colonización mental y también, en el contexto de nuestras luchas particulares en nuestras violentas sociedades de hoy. Reproduzco algunas de mis consideraciones más relevantes aquí.

A Fanon le debemos nuestra actual conciencia de la violencia colonial.  Leyendo sus textos cobramos conciencia de que el trabajo del opresor consiste en hacer imposible hasta los sueños de libertad del oprimido. Fanon articuló como la lógica colonial se propone no tan solo mantener en actitud obediente a los sometidos, sino también deshumanizarlos, es decir, reducirlos al embrutecimiento, cansancio y desnutrición de las bestias de carga.  Gracias a los radicales logros teóricos y políticos de Fanon, hoy estamos más alertas y exigimos más. Sin embargo, Fanon es menos conocido por sus logros profesionales como psiquiatra.

Es importante reconocer que Fanon también analizó la importancia del cuerpo y el movimiento, de las relaciones sociales y espaciales en el desarrollo estructurado de la conciencia o en la enajenación de la conciencia cuando el cuerpo y el movimiento se ven obstaculizados.

Por lo tanto, Fanon entendió las enfermedades de la mente con relación al cuerpo y a la historia. Aunque él se interesó más por el tipo de enfermedades mentales que son causadas por las fuerzas que estructuran las relaciones sociales, exigiendo obediencia y conformidad, el sacrificio de la libertad y lo que hace que uno sea único, su percepción de la importancia del movimiento del cuerpo es significativa. Particularmente, Fanon intentó definir esta dimensión del problema de la salud mental, haciendo hincapié en lo que llamó la “psicopatología de la libertad”.

En uno de sus estudios en contra del confinamiento del paciente neurótico, Fanon explicó en detalle varios aspectos del significado de la libertad para el cuerpo:

La libertad sitúa al paciente en un mundo en el que su libertad, voluntad y los deseos son rotos constantemente por obsesiones, inhibiciones, contramandatos, ansiedades. La hospitalización clásica limita considerablemente el campo del paciente de actividad, prohíbe toda compensación, todo movimiento, lo reconduce al campo cerrado del hospital y lo condena a ejercer su libertad en el mundo irreal de fantasía. Así que no es de extrañar que el paciente se sienta libre solo en su oposición al médico que lo ha retenido.

La oposición al saber autorizado es proporcional a, y mediadora de, la libertad arrebatada. A propósito del campo cerrado del hospital, nos llama mucho la atención que el pintor neerlandés Vincent Van Gogh, después de internarse en el manicomio Saint-Paul en Saint-Rémy, creó pinturas del jardín del hospital. Estas pinturas se destacan en el reciente y bello documental de David Bickerstaff, “Poets and Lovers” (2024). Hay una en particular, “Hospital de Saint-Rémy,” de1889, que, para mí, es muy enigmática.

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Hospital de Saint-Rémy

Van Gogh se internó un año allí. Mediante una amalgama de follajes exuberantes y la parte frontal del edifico del hospital, el cuadro del manicomio proporciona una sensación mixta de consuelo y sentido.

El camino a la recuperación de la salud mental irá más allá del tratamiento clínico y probablemente será tortuoso o laberíntico, pero el entorno natural estimula y alienta al artista a seguir creando. Aparte de eso, artistas como Van Gogh nos importan porque entienden la naturaleza y nos enseñan a verla.

Aquí terminan las semejanzas entre las intuiciones de Van Gogh y las de Fanon. Este último insistió: “no, no se trata de volver a la Naturaleza.” De todos modos, destacó lo fundamental que son la libertad de movimiento las actividades creativas del sujeto:

El hecho de que los pacientes puedan tomar las cosas en sus propias manos, ya sea a través del vestido, el peinado o, sobre todo, el secreto de una parte del día pasado fuera del ámbito hospitalario, refuerza y en todo caso refuerza sus personalidades, en contraste con el proceso de integración disolutiva que se da en un hospital psiquiátrico y que abre el camino a los fantasmas de la fragmentación corporal o el desmoronamiento del ego.

Fanon utilizó estos datos y percepciones para comprender mejor las luchas de las comunidades negras y sujetos coloniales y las posibilidades de liberación. Y según él, la desalienación, el esfuerzo de emancipación, consiste en negarse a que encierren a uno en “la Torre del Pasado”, o sea, en la historia o la política dominante.

En uno de los últimos párrafos de su libro Los condenados de la tierra (1961), Fanon afirmó “se trata concretamente de no llevar a los hombres por direcciones que los mutilen, de no imponer al cerebro ritmos que rápidamente lo menoscaban y lo perturban.” Fanon murió prematuramente. Uno de los proyectos más urgentes era ayudar a los pacientes a encontrar curas contra los efectos de la explotación y deshumanización. Sus esfuerzos nos iluminan y animan a seguir en esta felicidad guerrera.

Juan Valdez

Docente y escritor

Docente y escritor, autor de "Sendas extraviadas: ensayos para vivir en el mundo que nos queda".

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