En el año 1989 empezamos a participar en el Taller Literario de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), dirigido por el doctor José Enrique García y donde en un par de tardes de la semana, entre las obligaciones propias de los respectivos programas de clase, nos reuníamos en aulas vacías, en auditorios o en cualquier pasillo o área verde del centro académico un grupo de entonces jóvenes, con el objetivo de fomentar la creatividad, el pensamiento crítico y las habilidades de escritura y lectura, bajo la guía atenta del maestro y amigo.
En el espacio que nos brindaba el Taller Literario de la UNPHU coincidimos el abogado y poeta Homero Pumarol; el magistrado Francisco Ortega; Sabino Ernesto; la pedagoga, actriz, guionista y productora Cheddy García, y quien escribe, junto a muchos otros aprendices de escritores. La lista de discípulos del maestro José Enrique García necesitaría un texto dedicado al efecto, en vista de que José Enrique más que un genio de la literatura ha sido un educador desinteresado que ha puesto sus amistades, relaciones y textos al servicio de quienes han necesitado de su apoyo.
El pasado 25 de junio nos sentimos regocijados al leer la noticia de que el doctor y maestro José Enrique García estaba siendo galardonado con el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, resultando en el primer autor dominicano en recibir tal distinción.
El doctor José Enrique García, nacido en Santiago de los Caballeros, licenciado en educación (concentración en lingüística) de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra; doctor en filología por la Universidad Complutense de Madrid; miembro de la Academia de la Lengua de la República Dominicana; poeta, narrador, ensayista, maestro; pero sobre todo uno de los mejores seres humanos que han tenido la oportunidad de pisar esta tierra, es a juicio de quien escribe, el mejor poeta vivo con que cuenta nuestra patria (reconociendo que este pudiera ser un juicio sesgado por el gran afecto y admiración profesional que se tiene al homenajeado, lo cual en modo alguno disminuye la calidad del mismo).
El valor estético de la obra del maestro José Enrique García se defiende por sí solo. Lo delicioso no necesita explicarse y basta con saborearlo para que el simple contacto con el paladar revela su valía: “Descálzate el camino / deja que la distancia no sea prisa en los ojos. / La noche empieza en el viento / que mueve aquellos árboles / y pronto no habrá certeza de pasos / ni mirar” […], Pausa. “Salgo todos los días, / tarde llego a mi casa; / la oscuridad, el silencio, / los espacios vacíos / y los tiempos ya muertos / acogen mi llegada”, Itinerario. “Una mujer se mira / y su cuerpo despierta y se derrama / por los distantes días. / En la ventana, abrevia horas y sueños, / imposibilidades. / Sobrevive al olvido / lo que dulcemente quema” […] Lejanías.
Lo primero que leí de José Enrique fue un texto breve publicado en 1987 titulado “Cuando la Miraba Pasar” y desde ese momento no he dejado de leer y releer con entusiasmo todos y cada uno de los textos publicados por el amigo: Meditaciones alrededor de una sorpresa, 1977; El fabulador, 1980 (premio Siboney); Ritual del tiempo y los espacios, 1982; Cuando la miraba pasar, 1987; El fabulador y otros poemas, edición del Instituto de Cultura Hispánica, Madrid, 1989; El fabulador, poesía reunida, 1977-2002; El futuro sonriendo nos espera, poesía dominicana, 2007; Arcilla solo arcilla, 2019; Huellas de la memoria, 1994; Recodo, 2000; y Diversos poemas, 2010.
En narrativa José Enrique nos ha dejado: Contando lo que pasa (cuentos), 1986; Una vez un hombre, 2000 (Premio Nacional de Novela); Cuentos menudos (cuentos infantiles) 2000; Un pueblo llamado pan y otros cuentos infantiles, (2002) (Premio Nacional de Cuentos Infantiles); Juego de villanos, cuentos, 2006; El barco de luz y el otro bobo (infantil y juvenil), 2016; Taberna de náufragos, 2019 y el ensayo La palabra en su asiento, 2004.
Desde aquellas tardes del 1989 en el Taller Literario de la UNPHU a la fecha se ha mantenido una amistad inquebrantable con el doctor José Enrique García, que nos ha permitido el privilegio de conocer la obra de los grandes escritores universales, a través de su acertada crítica; de disfrutar de la lectura de sus obras (las cuales regala sin autografiar hasta ser leídas) y de ser testigo de su alto valor humano, manifiesto en el apoyo de cada persona interesada en la literatura o de cualquier grupo que desee debatir algún tema literario o lingüístico en reunión formal o informal.
Felicitamos el trabajo y legado del más importante de los poetas vivos con que cuenta la República Dominicana. Con este breve trabajo saludamos al maestro doctor José Enrique García, deseando tiempo para recibir sus nuevas publicaciones y que sigamos compartiendo tertulias cargadas de anécdotas, arte, literatura y complicidad.


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