"Cada escritor es un ritmo, un pulso. Como es un pulso un ritmo época, dentro de ese ritmo y pulso, residen los ritmos propios de cada autor". José Enrique García (Una mirada a la poesía de Mateo Morrison)

Mateo Morrison.

A veces, en las disimilitudes conviven igualdades. Mateo Morrison, poeta de la posguerra, nuestro Premio Nacional De Literatura, que, a decir del Maestro José Enrique García, es un poeta que participa dentro de la tradición de la poesia universal, ha llevado nuestras letras más allá de las fronteras, siendo traducido a varios idiomas.

Su sensibildad poética y su don para hacer, de las palabras, imágenes vívidas, lo ha llevado a ser reconocido con los más nobles galardones del país. Mateo nacido en la capital de la República Dominicana en abril del 1946, ha sido un promotor de la cultura y un ejemplo a seguir por generaciones.

En mi relectura de su antologia poética personal "VISIONES DEL AMOROSO ENTE", Editora Taller 1991, descubrí un mundo que se comparte con poemas de otro autor de mayor edad y que pertenece a la llamada generación del 50, es el poeta español José Corredor-Matheos, nacido en Alcázar de San Juan, España en 1929, al igual que nuestro compatriota, ha sido traducido y galardonado con prestigiosos premios a lo largo de su vida. Su poesía reunida (1951-2011), con el título "DESOLACION Y VUELO" Tusquets Editores 2011, llegó hasta mí, de manos de un amigo poeta, Alberto Márquez, quien me lo obsequió en el año 2014. En esa Antología aparecen los poemas de los libros "Y TU POEMA EMPIEZA" (1976-1987) y "UN PEZ QUE VA POR EL JARDÍN"(2005-2007).  El ritmo y el pulso, a los que se refiere el gran intelectual de nuestro país, citado al principio de este artículo, José Enrique García, que existe en cada autor, parecen ir de la mano en las composiciones poéticas de estos autores.

Ambos influidos, por lo precedente de las guerras y de los autoritarismos, se dejan llevar por lo interno, por lo que sienten sus corazones y por lo que sus ojos perciben. Una combinación maravillosa para el imaginario poético y el feliz parto de obras maestras plasmadas a todo lo ancho de la página en blanco.

Mientras Corredor-Matheos, afirma:"Yo soy un pez, un pez/ que va por el jardin (…)", Mateo, señala con su índice hacia donde está el mar: "…donde los peces bañándose/ en enormes olas impetuosas". Pero ¿podrían estar allí?, para don José un espacio idóneo para vivir como pez es en el jardín, para Morrison, el mar, pero ambos como peces. Peces que andan entre nosotros en la tierra. Y continúa don Mateo:

"Caminas en dirección al ojo del mar

no llegarás

te detendrás en cada ola y en cada vaivén

no arribarás a ese cementerio de peces

que descubriste

una tarde de amor y de distancias". (Poema d Visiones del Transeúnte.)

Entonces Corredor, da un vuelco hacia la orilla, quizás se ha dado cuenta que el habitat natural debe ser el agua y recita:

"Llega la ola y choca

con la roca.

Salta el agua.

La espuma te ilumina.

Tú lo contemplas todo

sabiendo que eres parte

de un juego siempre nuevo.

Cómo se crece el mar,

a cada ola.

Cómo te creces tú.

Y, de pronto, le dices a la ola,

a la roca, a la tarde:

– ¡Deteneos!

Y todo se detiene.

Pero ¿qué es lo que brilla como espuma,

es duro como roca

y te ve con tus ojos?

(Llega, un pez que va por el jardín)

El dominicano, miembro fundador del grupo La Antorcha en 1967 y del Taller Literario César Vallejo, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, explora la ciudad de la mano de la lluvia, ausente de soles, en su poema "h", de Visiones del Transeúnte, se hace acompañar de la prisa, pero de una prisa pausada y envidiable para otros:

"Aceptar el sobresalto

por encima de nuestros hombros

cada una de sus gotas sentir

en nuestra piel

esto es el reto de la ciudad

los soles que perdimos no han

aparecido.

Se esfumaron lentamente

afrontemos esta lluvia pertinaz

este tronar sobre nuestros sentidos

y esta breve luz.

Ese desplazarnos por las aceras

evitando recibir sus frías

maneras de caer

no tiene sentido

te invito a desafiar el jarineo constante

y aclimatarnos a la brisa

al fin el efecto no sería mortal

y los demás transeúntes desesperados

(las 8 menos 5 en el reloj de enfrente)

cruzan por la ciudad para atrapar los 300 segundos que les faltan

desplacémonos con las manos apretadas

y habremos triunfado sobre

la lluvia

que nos quiere recibir en su corazón

como a otros amantes"

Por su lado, el español, quien además de poeta reconocido es autor de varios libros sobre arte contemporáneo, arquitectura y diseño, aborda, en su poema "Soledad" una ciudad vacía, pero con el sol presente. Es más que un lugar, un templo sagrado, que, a diferencia de Morrison, no lo profana en todo el sentido metafórico de la palabra:

"Soledad y silencio,

y tú, en el templo,

orando ante la diosa.

Cada brizna de hierba,

cada piedra,

recobra su sentido.

No oyes en las voces

de los que te rodean,

ni los ves pasear

en torno a unas columnas

que adivinan sagradas.

Acabas de volver

a este lugar

donde siempre has estado,

donde encuentras la paz,

y ya este sol que dora

una ciudad

enterrada en el tiempo

te indica que es la hora

de partir.

¿Quién es el que camina

dejando atrás los templos

y las piedras,

y quién es el que sigue

orando allá a la diosa

ajeno a todo?”

Para Mateo, el amor no está excento de riesgos. Somos vigilados por un sistema que nos obliga a actuar con mucho cuidado, pero corre el riesgo. En el poema "ARGUMENTO PARA UNA BREVE NOVELA. LA MUCHACHA QUE APREHENDIA EL SENDERO", vemos como el peligro no impide la pasión y el deseo hacia la pareja amada:

"Cruzamos por oscuras avenidas

un soldado nos mira

¿alteramos la voz?

Brillante su fusil frente a la noche

rítmicos nuestros pasos

Sonoro el gatillo en medio del asombro

ya lo habíamos dicho

para amar aquí hay que ser capaz de incendiar la noche".

Matheos, por el contrario, no ve la amenaza del fusil, a quien ama es al que lo porta. En su poema "Tu hijo", del libro "Y TU POEMA EMPIEZA", el amor filiar es quien acecha en las esquinas:

"Tu hijo, el más pequeño,

ha cogido el fusil,

y lo abre después

con gran dificultad.

Sin balín y sin bala

ha disparado a tiempo

para alcanzar el sol,

y la tarde se ha vuelto

un grito de alegría".

Mateo Morrison, quien, al recibir el Premio Nacional de Literatura en el año 2010, dijo en su inolvidable y conmovedor discurso: "Pienso que la poesía juega un papel extraordinario. La he definido de diversas formas en cada etapa de mi vida. Ahora la veo como una necesidad espiritual. En un mundo como el nuestro creo que ésta tiene mucho que hacer. Es un espacio para el fortalecimiento del espíritu, y para la solidaridad, como lo ha sido siempre. Para mí, si algo existe de coherencia en la vida, solo
puede encontrarse en los senderos de la poesía; sin ella, todo sería árido
".

Por su parte, José Corredor-Matheos, al entererase de que habia ganado el Premio Nacional de Poesia en el año 2005 expresó: "una inmensa alegría y una manera de ver cómo se premia a una poesía que no es la que más se publicitaba últimamente", "El problema de la poesía de la experiencia -añadió- es que muchas veces se hace en crudo, y parece que no hay experiencia. La poesía tiene que estar sedimentada y sale del conocimiento". (El mundo.es, 4/10/2005)

La poesia es experiencia de cada etapa de la vida. Los dos poetas coinciden, hay que sedimentar la poesias para que todo deje de ser tan árido.

Sus aficiones por las artes plásticas quedan plasmadas en poemas aparecidos en los libros "A PROPÓSITO DE IMÁGENES" (Editora Taller, 1991) de Morrison, dedicado a la colección pictórica “Los sembradores” del maestro Dionicio Blanco y en los libros "EL DON DE LA IGNORANCIA "y "UN PEZ QUE VA POR EL JARDÍN" de Corredor-Matheos, con poemas dedicados a artistas como Pierre Soulages, Josep Guinovart, Jordi Pallarés, Juan van der Hamen, Mark Rothko, entre otros.

Ambos poetas pintan palabras, funden colores, hacen que la imaginación se haga imagen y lo invisible palpable. Escribe, Matheos, ante un cuadro de Mark Rothko:

" Mark Rothko sabe ver

las cosas como son:

un resplandor sin cuerpo,

vivo color al borde

de las sombras.

Coge el pincel y deja

que arda el rojo,

pinte de azul el aire,

crezca el verde y el ocre

se remanse,

que funda el blanco todos

los colores

o que el negro los niegue.

Pintura evanescente,

puro espíritu,

espejo del vacío,

donde me reconozco.

Tener conciencia clara

de que nada en la nada

se sostiene

hace más deslumbrante

esta belleza".

Y responde Mateo con este poema sobre lienzo "LAS PALABRAS ESTÁN AHÍ" y al fondo un cuadro de Dionicio Blanco:

"Las palabras están ahí

sobre el rojo y el ocre

y sobre el rojo y verde otras palabras

nadie las pronuncia

porque están ahí ya pronunciadas

moviéndose en nuestros ojos

como si fuera posible conversar

con uno mismo y los demás

al mismo tiempo"

Mateo Morrison y José Corredor-Matheos, aunque separados por las distancias de sus respectivos países, de su edad y por distintas generaciones literarias,  estan unidos por el idioma que los vió nacer y por la sensibilidad necesaria para eregir una poesía, que no permanece estática en el tiempo, sino que, por el contrario, se mantiene en constante movimiento, como peces que van por el jardín.

EN ESTA NOTA

Juan Carlos Báez Moreta

Poeta

El autor, Juan Carlos Báez Moreta, es un poeta dominicano, que ha publicado 13 libros de poesías. Es miembro de la Unión De Escritores Dominicanos (UED) y del Centro PEN de República Dominicana.

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