Hoy he abierto este paréntesis para publicar un cuento del joven escritor Ryan Santos y dejar para después los trabajos que he estado realizando sobre la cultura. Por dos razones: la primera, me lo pidió porque fue uno de los trabajos que se enviaron al primer concurso literario «La Libertad y su Precio», con el objetivo de premiar relatos históricos sobre la Gesta del 30 de mayo de 1961. Es decir, el viernes pasado se conmemoraron 64 años del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo, uno de los dictadores más crueles de América. El certamen cuenta con el respaldo de la Fundación Héroes del 30 de Mayo, la Unión de Escritores Dominicanos y el Centro PEN de República Dominicana. Los primeros tres lugares fueron obtenidos por Elsa Báez, Víctor Arcturus Estrella e Isidro Jiménez Guillén, además de las siete menciones estipuladas.
Segundo, el cuento-relato de Ryan Santos, titulado «Mataron al Chivo Trujillo versus Aliensbot», no obtuvo ninguno de los premios anunciados por el jurado de la premiación. Sin embargo, tuve la oportunidad de leer dicho texto, el cual me parece innovador, tanto por las técnicas aplicadas como por el contexto de una narración histórica. La historia está muy bien narrada y contada a través de sus dos personajes principales: Trujillo y Aliensbot. Introduce la ciencia ficción en la historia; esto ya es una primicia en la literatura dominicana. También se inventa un videojuego entre la historia y la trama, entre ambos. Otro de los aspectos destacables es su dominio de las herramientas del arte de narrar, utilizando la historia abierta en diferentes planos y perspectivas. El lector debe estar atento para poder descubrirlas. El autor, en otros cuentos, ya nos ha demostrado su talento en las técnicas narrativas, donde diseña y elabora una especie de escondrijos y trampas. Por estas razones, y aprovechando la conmemoración de la gesta, es que publicamos a continuación el texto de Ryan Santos en Enecultura.
Mataron al Chivo. Trujillo versus Aliensbot
Han transcurrido poco más de seis años desde que escribí mi última historia. Todavía recuerdo ese momento, cuando, desde el vendaval, veía la madrugada extasiarse sobre los senos del alba; yo escribía, tachaba páginas, leía, empezaba nuevamente. Todas mis energías estaban sumidas en la botella de coñac, el retrato ovalado de Charlie Parker frente a mí, la pluma, el montón de páginas revueltas. Y lo terminé. Era un buen cuento. Recuerdo que se basaba sobre aquella interminable noche del 30 de mayo, día en que ajusticiaron al Benefactor de la Patria Nueva, Rafael Leónidas Trujillo. ¿En qué lugar habrá quedado tras el incendio que se adueñó de mi apartamento en la Fulton Street de Providence? No lo sé. No recuerdo haberlo agregado con mis últimos escritos. Es extraño…, todo en aquella ciudad gótica irradiaba misterios.
En todo este trayecto, he vagado por entre estanterías devorando cada obra que encuentro en mi camino, descubriendo nuevos tesoros, horizontes, innovadoras formas de narrar. Y es en este instante cuando he dado con la estructura perfecta para mi relato, el mismo que, alguna vez, murió en aquel terruño de Lovecraft. He decidido darle una segunda vida. Esta vez no me importaría si sea o no bien recibida entre los lectores de la revista Voz Literaria que esperan con ansias mis escritos, pues, es un sentimiento que me impele, una yaga que se anida en el ocaso de mi memoria.
Lo primero es que, imaginemos una mañana de otoño del 2033, apacible, húmeda, con vista al Malecón de Santo Domingo, escuchando el último zumbido del monorriel, el mismo que luego se adormece bajo la piel del silencio. Sobre mi escritorio, encima de la carta que recientemente me ha enviado el consagrado escritor Príamo Pérez, yacen las obras completas de Flaubert en pasta dura. A su derecha, mis bolígrafos, la libreta de apuntes, una cajetilla de cigarrillos eléctricos adquiridos por eBay la semana pasada.
Lo segundo que haré será describir una especie de juzgado al estilo francés, en donde defina, a través de una rigurosa selección, quién (o de qué manera) será narrado mi relato. La sala tendrá a los personajes que los autores deberán utilizar; la misma será llamada Lost Soulsa. ¿Por qué se llamará Almas Muertas en el inglés? Bueno, pues, estaré discutiendo con Almas Muertas, a las cuales les daré vida. ¿Almas Muertas? ¡Sí, señor! ¡Almas Muertas! ¡Almas Muertas! ¡Almas Muertas! Hasta suena tenebroso, ¿no te parece bien, leyente? A-L-M-A-S M-U-E-R-T-A-S. A-L-M-A-S M-U-E-R-T-A-S. Con todo esto planteado, creo que sería descrito más o menos así:
“La sala del juzgado es caótica, infinita, de un estilo gótico tardío, cuyas torres, puntiagudas, se anidan sobre cada extremo frontal. Sus paredes, esbeltas, se extienden impotentes hasta la cúpula de mármol azul celeste. Sus columnas, de un diseño corintio del siglo XII, adornan su capitel con múltiples hojas de acanto y azucenas. Los enormes ventanales dan al jardín, atiborrado de una diversa flora, en donde yacen las flores kadapul, abetos, orquídeas garzas blanca, camelias japónicas, y la flor de porcelana. Por el centro del jardín transcurre un riachuelo de aguas cristalinas, que se pierde entre los pómulos del horizonte. Dentro del juzgado, se encuentran cinco hileras de bancos de maderas preciosas, de color blanco hueso. Detrás, a cada lado del portón de entrada, hay unas estanterías con más de cinco mil volúmenes entre clásicos franceses y alemanes, que van desde Paúl Valéry hasta las obras completas de Arthur Schopenhauer. El pódium queda al frente, de caoba, fornido, encima de una tarima también construida de madera, que posée cinco escalones a cada extremo, desde donde daré mi veredicto final.”.
Lo tercero que haré, será darle vida a los personajes que quiero en mi historia. Para ello, me he servido de dos escritores a quienes llamaré Autor A y Autor B. Los mismos, tienen estilos diferentes de narrar, con pensamientos un tanto heterogéneos. Estos escribientes, producirán mi cuento desde sus respectivos puntos de vista, que serán leídos, y luego juzgados, tanto por el Lector C como por el Lector D; yo tendré la última palabra según cada argumento presentado. Los personajes que me restan –donde uno será escogido como personaje principal, y el otro como personaje secundario en cada una de las historias–, serán el Espectador E junto a Luis Amiama Tió, y el Espectador F junto al militar Imbert Barrera. El lugar destinado del cuento será en Santo Domingo, en aquella fatídica noche del 30 de mayo del 1961.
¿Cómo son estos autores? A continuación, el Lector C les estará leyendo una breve sinopsis sobre cada uno:
Autor A:
Autor A es un cuentista del siglo XXI, nacido en el seno de una familia adinerada, donde vivió rodeado de libros desde su niñez. Desde pequeña edad, fue amante de los clásicos franceses y la poesía dominicana de finales del siglo diecinueve. De personalidad sumisa y reservada, Autor A destaca por una fluidez única al narrar un crudo realismo en cada obra que ha producido, desde donde se han de apreciar las vivencias, costumbres y creencias de los pueblos y de las grandes ciudades. La mayoría de sus libros han sido elogiados por grandes personalidades de la contemporaneidad, desde el escritor Andrés Bencillo Perdomo hasta el poeta Príamo Neruda Pérez. Su cuento Ecos, ganó el primer lugar del premio de narraciones Gustave Flaubert, en París, Francia, en el año 2019. Actualmente el autor trabaja en su primera nivola, concepto desarrollado por Miguel de Unamuno, cuyo título aún se desconoce.
Autor B:
Es un escritor de ciencia ficción que destaca por la innovación en sus libros. De personalidad arrogante y un tanto contestaria, Autor B es muy respetado por la generación de escritores a la cual pertenece. Elogiado por interesantes personalidades del arte en todo el continente. En su adolescencia, fue fiel fanático de la literatura alemana, en especial de los clásicos del siglo XIX. Sus años subsiguientes fueron destinados a la lectura de la ciencia ficción, devorando obras completas de los principales maestros de dicho género literario, hasta dominarla en gran medida. Actualmente, dirige el periódico digital Un Siglo de ideas, donde publican grandes catedráticos e intelectuales del país y el extranjero.
Ahora, Lector D motivará a cada escritor para que empiecen a producir.
Lector D. ¡Escritores, empecemos! Recuerden que en este microcosmo, en el cual se encuentran, el tiempo no existe, es infinito. Tan pronto terminen su borrador, nos los hacen llegar a cada lado. ¡A escribir!
Silencio. Silencio. Silencio.
*****
Mataron al Chivo
“Empezamos con la noticia. El Benefactor de la Patria, generalísimo Rafel Leónidas Trujillo, fue abatido a balazos por una patrulla militar que trató de arrestarlo. El primer teniente Amado Guerrero, antes de caer en una vivienda en la Avenida San Martín, mató al agente Bienvenido Rodríguez, del Servicio de Inteligencia Militar (SIM)”.
La noche del 31 de mayo es agradable, de notable frescura. Los vientos alisios se desplazan, torrenciales, hacia el mar caribe, hasta perderse entre la quietud del crepúsculo. ¡Ha llegado el gran día de la pelea de boxeo! Tantos meses de espera finalmente han treguado. Desde tempranas horas de la noche, el número de aficionados se ha ido intensificando, mientras se dirigen, con sigilo, hasta el club de boxeo El Gladiador, centro deportivo muy icónico en la ciudad capital, con casi cien años de existencia ininterrumpida; ubicado, asimismo, en la intersección de la Avenida Independencia con la Calle Núñez de Cáceres. El mismo cuadrilátero, ha sido escenario de figuras de alta alcurnia como Relámpago Hernández, Jack Veneno, Astromán, Los Broncos.
–¡Vamos, apresa a ese idiota, y llévalo arrastrado hasta el cuartel!
–¡Sí, que se pudra!
–Pero, general Caamaño Medina, ¿no ve que el joven se está desangrando?
–Te acabé de ordenar que te lleves a este perro, cabo, ¿o es que acaso quieres irte junto con él? Tan pronto Ramfis llegue al país, los va a asesinar a todos en el pelotón de fusilamiento.
Tan pronto ves a la chica rubia sujetar aquel letrero verde lumínico, anunciando el inicio del tercer round, tomas impulso para llegar hasta el centro del cuadrilátero. Tu entrenador te indica algo que no logras descifrar del todo, no hay tiempo para estupideces. Un paso, dos. Tus rodillas tiemblan, aún así, avanzas hasta tu único objetivo: romperle los huevos a la Bestia del Cibao, acabar con su imperio de una vez por todas. Tres, cuatro. Estás consciente de que tan sólo eres un boxeador amateur, anémico, y que te enfrentas al Campeón Nacional de doscientos kilos más respetado del boxeo contemporáneo. Cinco, seis.
“¡Oiga! ¡Oiga! ¡Oiga! Ponga atención a su radio receptor, y escuche en seguida la noticia más importante de esta noche. Hace tan sólo unas horas, se ha producido la muerte del Jefe, Rafael Leónidas Trujillo Molina, en un intercambio de disparos en la Avenida George Washington, mientras este se desplazaba con su chófer hacia su hacienda Fundación en San Cristóbal. ¡No dejes de escuchar la primera emisora del país: La Voz Dominicana!”
Tu ojo izquierdo sigue sangrando, ese último puñetazo de tu oponente casi te rompe la madre en dos mitades. La Bestia cibaeña tira los primeros puñetazos. Derecha, izquierda. Bloqueo, gancho al mentón. Aquella lluvia de golpes no mengua. Sientes sus puños de hierro golpear en tus carnes sin clemencia. Abajo, arriba. Retroceso, impulso. Cambias de posición. Ataque, castañazo al pómulo. Eres conectado nuevamente en el ojo izquierdo. Sientes el líquido rodar por tu nariz, los buchetes. Esquivas. Lanzas. Retrocedes. Suspiras. Uno, en tu cuello. Dos, en tu mandíbula.
–¿Todavía seguirá vivo? No le veo moverse.
–¿Y a ti qué te importa? ¿Quieres probar el frío de estas balas primero que ellos? ¿Eso es lo que quieres, malnacido?
–Ya, déjense de burradas y sigamos, todavía hay mucho trabajo por delante.
–Esta noche es infinita, coronel.
–Mételos a todos en la misma celda.
–¡Sí, que se mueran! ¡Traicioneros!
–¡Hijos de puta…!
–¿Quiénes más están en esa apestosa celda?
–Tenemos a Huáscar, Antonio y a Tunti.
–¡Comunistas de mierda!
Tu entrenador aprecia el espectáculo con desdén, ya nadie apuesta a tu victoria. Los aficionados, aquellos que te tildaban con la misma fiereza de tu hermano Amiama Tió, ahora vociferan en tu contra. Por doquier se escucha “¡Vamos, Bestia, destroza a ese infeliz!”. “La Bestia del Cibao dejará inconsciente a ese pobre diablo”, “Ese flaquito de miejda maj nunca se verá con un diente en la bojca”.
“Mataron al chivo, en la carretera, mataron al chivo, en la carretera, déjemelo ver, déjemelo ver, déjemelo ver, mataron al chivo y no me lo dejaron ver. El pueblo celebra, con mucho entusiasmo, la fiesta del chivo, el 30 de mayo, vamos a reír, vamos a gozar, vamos a bailar, el 30 de mayo Día de la Libertad”.
Y golpeas. Uno, dos. Esquivas. Subes. Esquivas. Bajas. Derecha. Izquierda, golpeas. Gancho al abdomen. Las tribunas se animan. Aquellos fanáticos que habían seguido firmes con la convicción de verte como el nuevo Campeón Nacional cobran energías. Es tu oportunidad. La Bestia suda a raudales, sangra. Hasta que, luego de conectarle un golpe con tu izquierda, le ves desparramarse cerca de las cuerdas. Te diriges hacia él; le golpeas con todas tus fuerzas. Y de repente, ya no escuhas nada, en absoluto. Silencio. Los fanáticos han desaparecido. Silencio. Todo se ha tornado obscuro. Dejas de golpear el pavimento. Silencio. Miras en derredor, nada. “¿Qué diablos me pasa?”, te cuestionas anonadado, cuando sientes la sangre bajar desde tu frente, cubriendo toda tu fisonomía. Quieres correr, salir de ese apestoso lugar en donde te encuentras encerrado, pero, al intentarlo, caes fulminado –con un balazo en la cabeza–, sobre los pies de Ramfis Trujillo.
“¡Ay, María! ¡Ay, María! ¡Ay, María! ¡Ay, canta y no llores, porque cantando se ponen felices, toditos los moradores! Matán a Chapita, en la carretera, matán a Chapita en la carretera, la mamá gritaba, la mamá gritaba, la mamá gritaba ¡matán a Chapita y no me lo dejaron ver!”.
–Autor A
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Trujillo VS Aliensbot*
¡PlayStation game!
Archivo: “Trujillo VS Aliensbot”.
¡Selec!
¡Star! El reloj de diamantes marca las ocho y cuarenta y cinco de la noche. Enter. ¡Ya es hora de empezar la partida! Enter. Aquel 31 de mayo ha transcurrido meramente tenue, grisáceo, sin árboles ni aves de aquellas que se adormecen sobre el aluvión de las horas. La nave Chevrolet 1500unk enciende con lentitud. Su brillo es impecable, tan azul como poemas modernistas. Cuando Trujillo oprime el botón rojo, contiguo al pequeño acelerador del turbo, el vehículo desprende dos enormes hélices, de sólida estructura. “¿En qué tramo de la misión aparecerán los Aliensbot?”, se cuestiona con notable palidez, apesadumbrado. Era una odisea intentar reconocerles en plena oscuridad. En las últimas partidas del juego, sus oponentes habían estado a punto de matarle, pues, en el tramo final de nivel dieciocho, poco antes de subir a la División Gold (en la que actualmente había ascendido), se le aparecieron dos Aliensbot fusionados, cuando tan sólo le restaban siete balas de plasma carbónico, en su arma hipermegasupersónica. La situación le obligó a ser más certero entre cada uno de sus disparos, hasta que, luego de tirar su último cartucho sobre la cabeza de aquel monstruo horripilante, apareció en la pantalla “YOU HAVE WON THIS GAME”, indicando el pase directo hacia el siguiente nivel. Pero ahora, ¿Trujillo se saldría con la suya en este level twenty five? Botón (A). Trujillo enciende la nave y empieza a subir en vertical, con precisión. El ruido es ensordecedor, asqueante. A la lejanía, se han de apreciar varios transeúntes, que deambulan, con torpeza, sobre la infinidad de las playas de Santo Domingo. Botón (X). Las turbinas de la Chevrolet 1500unk se ponen en sentido horizontal, dando inicio al vuelo.
La velocidad se incrementa considerablemente. Palanca izquierda. La nave sobrepasa los 800km/h. Al sobrevolar la Avenida George Washington, empieza a ser interceptado por dos naves 2000unk, imposibles de vadear. Trujillo intenta encender la botella del nitro hasta el fondo, pero todo resulta ser inútil. Sus balas perforan gran parte del capó, lo que impide la estabilidad de la nave. Sin pensarlo más, procede a descender, a enfrentar a los Aliensbot desde la misma avenida.
Palanca hacia abajo. Botón (Y). La pelea ha iniciado. La lluvia de disparos hacia la nave Chevrolet no dan tregua. Trujillo carga su arma de plasma carbónico. Botón (X). Empieza a disparar a sus contrincantes, que, se van diseminando tras la maleza oscura. Los intercambios de cartuchos provienen desde diversas partes a la vez, lo que imposibilita a Trujillo de acabar con varios Aliensbot a la vez, además, el procesador de la nave ha sido fulminado, tras recibir el impacto de una bomba ultra atómica vaporizante, de última tecnología.
Trujillo acude hacia la parte trasera para intentar escaparse por entre la espesura de la noche, pero, al hacerlo, es impactado por un contrincante en su hombro diestro, por una pistola de alto calibre. Su arma cae hasta el mar caribe. Sin oportunidad alguna de escape, da la vuelta por el lado opuesto de su montura destrozada, y es en ese momento cuando le incrustan la última bala en el mentón, la misma que baja el último por ciento de vida que marcaba la pantalla secundaria. Botón (Y). Botón (X). Palanca hacia arriba. Y Trujillo cae abatido; esta vez los Aliensbot han triunfado. GAME OVER.
*Nota: los Aliensbot son especies de alienígenas que se han fusionado con una inteligencia robótica superior, para poder sobrevivir al videojuego luego del nivel once. Estas especies, tienen el rostro de persona humana, por lo que, yéndonos a la historia dominicana, y a lo que pasó en aquel ajusticiamiento del 31 de mayo del 1961, el primer Aliensbot que aparece por la parte izquierda del auto es Antonio de la Maza, asimismo, el último Aliensbot que asesinó al jugador Trujillo fue el militar Imbert Barrera.
—Autor B
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Lector C. Luego de la lectura de cada texto, debo felicitarles. A decir verdad, creo que han ideado la estructura perfecta que nuestro autor (y a la vez presidente de este juzgado), perdió aquella vez en Rhode Island. En el texto del Autor A, se ha de apreciar un juego de tiempos narrativos que me parecen interesantes, al igual que la irrealidad que nos ha presentado el Autor B, a través de un videojuego, alterando, con ingenio, la historia dominicana. A pesar de aquello, me quedo con el primer borrador.
Lector D. Yo me he maravillado al leer ambos borradores, sin desperdicio alguno. Se ha de apreciar una madurez narrativa muy interesante. Pero, personalmente me quedo con el teleescrito por Autor B. Ese juego narrativo que hace al convertir en ciencia ficción un pasadizo de la historia del país es incomparable.
Veredicto final
¡Gracias a cada autor por presentar sus borradores, y, de igual manera, a los lectores aquí presentes! A decir verdad, me he maravillado con estos relatos, el cual me llevó a reflexionar sobre aquel tesoro que una vez perdí, y ahí coincido con el Lector C. Ustedes lo han rescatado del todo; les juro que nada se perdió en todo este tiempo. Mi escrito estaba conformado por la conjugación de ambas estructuras narrativas. Es por ello que, me quedo con ambos cuentos. ¡Me sería imposible desmeritar alguno! Sin nada más por añadir, debo decirles que esta sesión del juzgado finalmente ha sido culminada. Tan pronto cierren sus ojos, ya serán parte de esta historia.
Fin del juzgado.
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