“La verdad puede más que la razón.” —Sócrates

Los estudios que Martin Heidegger realizó sobre Friedrich Hölderlin ampliaron sus concepciones sobre el vínculo entre la poesía y el ser. Para él, la obra del poeta alemán fue un paradigma: comprendió a través de ella que la poesía comunicaba un renacimiento del discernimiento. Hölderlin se convirtió para Heidegger en un oráculo que ponía fin a los esfuerzos del idealismo alemán por comprender de manera absoluta la naturaleza abstracta e intelectual de las ideas, revelando la idoneidad de la poesía y su capacidad para sostener un espacio abierto hacia lo infinito.

La palabra de Hölderlin, que brotaba como verdad, lo envolvió. Su ritmo lo meció como un péndulo, iniciando un florecimiento sin término. Era un brote eterno, pues en su verbo descubrió un reflejo que abrigaba: un coral que emergía del mar, una estrella que embellecía la noche. Heidegger soportaba así su prueba al rojo vivo, redimiéndose ante esa luminosidad, mientras la oscuridad navegaba en los velos que caían sobre la tierra, humedecida por mares y ríos.

Sus palabras recorrían su piel, sus ojos que oteaban el firmamento sombrío. Esa verdad lo sostenía, celebrando una fiesta en el perdón de toda la naturaleza viva. El verbo era un mar que lo purificaba, exorcizándolo de lo que contaminaba; cada letra lo transformaba, lo elevaba, lo renovaba, borrando aquello que el pasado había marcado en él. En ese presente, su lanza lo afirmaba, y se convertía en arce blanco en Friburgo, esparciéndose con júbilo por sus ojos y por todo Messkirch, contemplando los abetos, el roble y la haya que lo bendecían en ese instante.

Martin Heidegger: al filo de la verdad poética en Friedrich Hölderlin

¿Era la poesía un acontecimiento de verdad para Heidegger? Él no habla de la poesía como literatura ni como arte estético en el sentido burgués, sino como lugar privilegiado de la verdad. En Hölderlin la palabra no se limita a nombrar lo ya dado, sino que abre un mundo; señala lo que todavía no es, o lo que únicamente puede revelarse en el espacio de la palabra poética. La poesía, así, se convierte en la forma originaria del habitar humano: lo que funda la historia de un pueblo en relación con los dioses, la tierra, el cielo y los mortales.

La esencia de la poesía no es, entonces, una definición abstracta, sino la experiencia de que en el decir poético se desvela lo oculto (Alétheia). La poesía funda porque permite que la verdad acontezca, y el ser humano, al recibirla, se transforma en su guardián.

Cuando Heidegger habla de “Entscheidung”, no lo hace en el sentido trivial de elegir entre alternativas, sino en el sentido radical de un corte que separa y expone. El poeta habita ese filo: no es un simple creador de metáforas, sino quien permanece expuesto en el límite donde el ser se revela o se retira. Este corte no clausura en una totalidad, sino que abre un espacio desgarrado: el ser humano queda más ‘’íntimamente expuesto’’, cuanto más desprotegido queda frente al misterio del ser. De ahí que la poesía no consuele, sino que hiere, interrumpe, desgarra; y en esa interrupción funda.

Para Heidegger, la poesía de Hölderlin muestra la fragilidad como destino esencial del hombre: solo quien permanece suspendido sobre el abismo puede escuchar la palabra de los dioses —presentes y ausentes— y transmitirla en forma de canto.

¿Es el Kehre un destino poético? El ensayo que Heidegger escribió en 1936 se sitúa justo antes de su célebre “giro”. Lo decisivo es que este no puede pensarse únicamente como un viraje intelectual o político, sino como un movimiento de destino: el pensar se repliega hacia la poesía porque en ella el ser se dice de manera más originaria.

Martin Heidegger: al filo de la verdad poética en Friedrich Hölderlin

En la lectura de Heidegger, Hölderlin aparece como el poeta de la transición: su obra marca el pasaje de la metafísica, que pretende totalizar hacia un pensamiento del ser entendido como apertura y acontecimiento. En la soledad de su locura y en la interrupción de su obra, Hölderlin encarna la verdad del ser: la revelación siempre atravesada por el retiro, la presencia siempre acompañada de la ausencia.

El Kehre es, entonces, la constatación de que la filosofía no puede seguir persiguiendo la totalidad sistemática (la tentación de Hegel) sino que debe atender al fragmento, al himno interrumpido, a la palabra poética que no cierra, sino que abre.

La poesía de Hölderlin le gritaba a Heidegger múltiples revelaciones. Tal vez la primera era: si la muerte no te atrapa ahora, gozarás de las hojarascas sosteniendo tus flores; verás el río de plata celestial con tu frente inclinada; gemas vítreas en el cauce de los fluidos; los maizales deshaciéndose en el tiempo bajo la brisa; el pan creciendo con la levadura; las montañas ofreciendo lavandas antes de la cosecha. También contemplarás los granos profundos que retoñan, y una baliza sonriente te dará la bienvenida. Abrirás los ventanales, y tu quinqué brillará con todo su esplendor; el comedor se iluminará con el fuego de la leña. Allí reposará un Mahabharata antiguo, una Biblia sobre una silla coja, en una cena donde hambre y sed se estrechan bajo el mismo cielo, protector de justos e injustos.

¿Puede considerarse este ensayo como un testimonio filosófico? Más que una interpretación literaria, es una confesión filosófica. Tras el derrumbe político y personal, el pensamiento de Heidegger solo podía refundarse en el ámbito poético. La poesía no aparece como adorno de la filosofía, sino como su destino inevitable: allí donde el pensamiento descubre su incapacidad de decir el ser conceptualmente, la palabra poética se convierte en el lugar donde la verdad acontece.

La reflexión sobre Heidegger no puede desligarse ni de su compromiso político ni de su obra filosófica, pues ambas dimensiones se entrelazan en la tensión entre el ser y la historia. La defensa habitual de Heidegger frente a las críticas por su pasado nazi, presentándolo como un error personal separado de su proyecto filosófico, omite un punto crucial: la filosofía misma, al priorizar la indiferencia ontológica frente a los sistemas sociales concretos, puede encubrir una afinidad latente con ciertas formas históricas de organización, como el nazismo.

Esta tensión revela que la ontología heideggeriana, al abstraerse del contexto social y tecnológico, abre a la vez una ventana a la comprensión profunda del ser y a la complicidad silenciosa con determinadas configuraciones políticas. En este sentido, el giro hacia un enfoque más histórico y poético centrado en Hölderlin representa un intento de situar el ser no como concepto abstracto, sino como algo que se despliega a través de la historia, la poesía y la cultura.

La identidad, ya sea alemana o humana en general, deja de ser un atributo fijo y se convierte en un devenir abierto (Die künftige), que se realiza a través de la escucha poética, la mediación inspirada y el encuentro con lo divino como don, más que como objeto de manipulación racional. Heidegger sugiere que pensar (denken) no es solo un acto cognitivo, sino también un acto de agradecimiento (danken): un gesto receptivo ante la manifestación del ser.

La dedicatoria a Norbert von Hellingrath en su estudio sobre Hölderlin subraya la dimensión ética y cultural de la filosofía heideggeriana: rescatar del olvido aquello que permite una comprensión más auténtica del ser, frente a los discursos dominantes y la tecnificación moderna.

Hölderlin, considerado por Heidegger como el “poeta del ser”, abre un horizonte donde la poesía no es ornamento, sino vía privilegiada para captar la verdad histórica y ontológica de nuestra época. Así, la filosofía se vuelve menos un instrumento de dominio y más un ejercicio de atención a la historia y al lenguaje, capaz de iluminar las raíces del totalitarismo, el nihilismo y las formas modernas de alienación.

Martin Heidegger: al filo de la verdad poética en Friedrich Hölderlin

Desde esta perspectiva, la obra tardía de Heidegger invita a una filosofía que no se limita al análisis conceptual, sino que busca la experiencia vivida del ser en su dimensión histórica y poética, reconociendo que la moral, la política y la historia no pueden desligarse de la reflexión ontológica. La filosofía, en su forma más elevada, se convierte en un acto de discernimiento y responsabilidad frente al mundo, donde escuchar a los poetas y a la historia resulta tan decisivo como pensar.

¿En Hölderlin la poesía es una oración sin dogma? El poeta no se dirige a un dios concreto, sino al misterio de lo divino como presencia y ausencia. Heidegger entiende su palabra como una suerte de oración sin templo: un lenguaje que no encierra lo sagrado en doctrinas, sino que lo invoca y lo deja resonar. Lo espiritual aquí no es “religión institucional”, sino apertura a lo sagrado como misterio. La poesía nombra lo innombrable, no para fijarlo, sino para dejarlo venir y retirarse.

¿Aparece Hölderlin en Heidegger como un profeta moderno? Para el filósofo, el poeta es alguien que, al borde de la locura, escucha una voz que no es suya y la entrega como canto. Pero no lo hace desde la plenitud, sino desde la fractura. Lo espiritual, en este sentido, no es exaltación de la fuerza, sino testimonio del herido que aún canta. El poeta es puente entre mortales y dioses, entre tierra y cielo, porque su fragilidad lo hace permeable.

¿Es el corte un umbral espiritual para Heidegger? La Entscheidung no es solo una escisión filosófica, sino también un límite espiritual: el instante en que el ser humano se enfrenta a su desnudez radical, al abismo de no tener sostén. Ese filo es, a la vez, el lugar donde puede presentirse lo divino.

Lo espiritual en Heidegger, a través de Hölderlin, no se trata de creer, sino de permanecer expuesto: allí donde el mundo se interrumpe, donde el sentido no se cierra, el espíritu halla espacio para respirar.

¿El giro es destino del alma para Heidegger? La Kehre no es únicamente un viraje del pensamiento, sino también un movimiento interior: un regreso al origen que no es repetición, sino apertura al misterio. Lo espiritual se manifiesta en la capacidad de dejarse guiar por lo incontrolable, de caminar en la noche con la certeza de que existe un amanecer que no depende de nosotros. Hölderlin enseña que el alma humana está habitada por los dioses incluso cuando parecen ausentes. Heidegger sugiere que, en esa retirada, en esa ausencia, se da la verdadera proximidad: lo divino no está en la inmediatez, sino en la distancia que convoca.

Surge entonces un Heidegger espiritual que medita la vida de otro modo, diciéndose: puede ser que caigan orvallos en Alemania o sobre el techo de mi casa en Messkirch; que escurra un aguacero; que persista una llovizna frente al vitral y los paños empapados se alteren. Quizá los cristales derramen lágrimas, que las gradas añoren a sus pájaros, que el faisán cante y los mirlos hagan verano en su vuelo. Puede ser que la lluvia se ofrezca a mis ojos y permanezca como el ave posada entre los tallos; que el roble se doblegue bajo el torrente; que las cataratas del cielo se aquieten y las alas de todo lo creado, sencillamente, reposen. Había en Heidegger un nuevo sentido espiritual.

Martin Heidegger: al filo de la verdad poética en Friedrich Hölderlin

Leer a Heidegger sobre Hölderlin es comprender que la poesía no solo funda el ser de un pueblo, sino que abre el alma al misterio de lo sagrado. La palabra poética es oración sin dogma, canto que brota de la herida y escucha de un silencio divino que nos desborda. Lo espiritual, en este ensayo, no aparece como certeza, sino como espera: fidelidad a un dios que se aproxima en su lejanía.

Desde esa perspectiva, la filosofía de Heidegger revela un camino hacia la escucha y la apertura interior. Su tránsito del compromiso político a la poesía de Hölderlin no es únicamente un viraje histórico o estético, sino un movimiento hacia lo trascendente: un encuentro con el ser que no puede forzarse ni reducirse a ideologías humanas. La identidad, ya sea alemana, humana o individual, deja de ser atributo fijo y se convierte en un fluir convocante, en una posibilidad aún por realizar (die künftige) que se manifiesta en la experiencia poética y en la atención consciente.

En la aurora corre la vida, y el instinto del pasado queda lejano. El presente que nace con el alba no nos conduce al Génesis, sino más bien a los cementerios donde concluiremos. Aurora, tus rayos veloces atraviesan la existencia, mientras las vacilaciones danzan sobre las cataratas de la tierra, siempre con otra perspectiva en el alma y en el logos. Hölderlin, para Heidegger, encarna una sensibilidad que nos recuerda que la vida humana y la historia son vasijas del misterio del ser.

Escuchar la poesía es aprender a recibir lo divino, no como objeto de dominio, sino como don transformador que purifica desde dentro, como agua escurriendo entre los dedos, lavando palma y mano. Pensar (denken) se vuelve acto de gratitud (danken): una disposición espiritual que reconoce la presencia de algo mayor, profundo y sagrado más allá de la razón y de las construcciones sociales. No podemos ocultar la verdad del universo con sus luces que nos guían.

La dedicación de Heidegger a Hellingrath y su meditación sobre Hölderlin pueden entenderse como un llamado a la humildad espiritual: dejar que el lenguaje, la historia y la poesía nos conduzcan a la conciencia de nuestra finitud, vulnerabilidad y capacidad de apertura al ser. La filosofía se convierte así en un sendero de contemplación, donde ética, historia y estética convergen en una experiencia de reverencia más que en un sistema de doctrinas. Como si cada mañana nuevas palabras nos cercaran y una lluvia distinta reposara sobre campos y praderas, floreciendo primaveras.

El pensamiento heideggeriano invita a vivir con atención, a recibir la realidad como don y a reconocer que la sabiduría auténtica brota de la escucha y la entrega, no de la imposición.

¿Tenía la poesía, para Heidegger, un espacio de integración interior? Desde una perspectiva psicológica, la poesía de Hölderlin no es solo un acto estético, sino también un medio de procesamiento emocional y cognitivo. Su escritura, especialmente en los periodos de enfermedad, puede entenderse como un intento de integrar tensiones internas: entre lo consciente y lo inconsciente, entre razón y sentimiento, entre vida interior y exigencias del mundo externo. Heidegger muestra que en la poesía el ser humano encuentra un modo de escapar a la comprensión racional y sostenerse frente a la fragilidad de la existencia.

Martin Heidegger: al filo de la verdad poética en Friedrich Hölderlin

¿La decisión es también confrontación psicológica? El concepto de Entscheidung puede leerse como metáfora de los procesos de afrontamiento y toma de conciencia. El “corte” simboliza la capacidad del sujeto para enfrentarse a los límites de su ser: miedos, vulnerabilidad, finitud. Psicológicamente, implica reconocimiento de la propia exposición, semejante a lo que la terapia contemporánea llama “aceptación radical” o “presencia ante la vulnerabilidad”. Hölderlin, al escribir en su fragilidad, encarna esta disposición radical frente a la vida.

¡Locura y creatividad convergen! La enfermedad mental de Hölderlin no es solo dato biográfico, sino elemento psicológico que revela la relación entre fragilidad y creación. La poesía deviene espacio de resiliencia simbólica: permite elaborar lo que la vida cotidiana no sostiene. Aquí emerge una dimensión universal: muchas experiencias humanas intensas —duelo, pérdida, crisis existencial— requieren mediación simbólica, un cauce para procesar emociones complejas y encontrar sentido. La poesía siempre media entre lo consciente y lo inconsciente.

La obra de Hölderlin puede leerse como diálogo entre el yo y sus profundidades latentes. La palabra poética funciona como puente entre percepción inmediata y hondura del ser, permitiendo que lo reprimido o lo olvidado emerja en un lenguaje simbólico, emocionalmente verdadero. Como cuando el ombligo del día muerde el instante de la tierra y los cencerros callan: lo pasado magnetiza, un jardín, un hogar, el descanso humano, todo lo que respira con la aguja que hila el tiempo. Y, sin embargo, la poesía se abre como fuente: es música que magnetiza.

La lectura de Heidegger sobre Hölderlin ilumina la poesía como espacio de confrontación y reconciliación interior. La palabra poética permite enfrentar la fragilidad, procesar emociones hondas, sostener la tensión entre presencia y ausencia, y mantener la creatividad incluso en medio del sufrimiento. La obra de Hölderlin revela que el encuentro consciente con la vulnerabilidad y el misterio de la existencia puede transformarse en fuerza creadora y en camino de autoconocimiento.

Desde una mirada psicológica, la evolución del pensamiento heideggeriano refleja la tensión entre identidad personal, experiencia histórica y estructuras sociales que modelan la percepción. Su inicial adhesión al nazismo puede interpretarse como expresión de sesgos y vulnerabilidades psíquicas ante contextos de poder y presión colectiva; su posterior alejamiento, en cambio, como un proceso de autocrítica y desilusión moral. El interés en Hölderlin muestra una sensibilidad psicológica hacia la manera en que historia, poesía y lenguaje conforman la conciencia.

La experiencia estética abre al individuo un acceso a dimensiones profundas del ser que trascienden lo racional e instrumental, favoreciendo introspección, contemplación y autotrascendencia. La identidad no es rígida, sino dinámica, forjada en la interacción con la cultura, la historia y la emoción: un devenir que exige atención, escucha y apertura. Pensar (denken) como agradecimiento (danken) puede asumirse como un ejercicio de mindfulness ontológico: reconocer la realidad de modo receptivo, sin controlarla, cultivando conciencia de la finitud, la vulnerabilidad y la interconexión.

Bajo esta luz, la filosofía de Heidegger ofrece herramientas psicológicas para explorar la autenticidad, la responsabilidad existencial y la resiliencia frente al nihilismo y la alienación de la modernidad. La poesía actúa como mediadora entre la conciencia y la profundidad del ser, ayudando a la mente a integrar y dar sentido a la experiencia vital.

Heidegger caminó con cautela, despierto. La poesía tocaba sus palmas, agitaba su armazón, reparaba las líneas de su mirada, transformaba en torbellino su interior. Sobre los restos donde dormía, las aves lo abrazaban. La soledad de su existir se resignaba. Su quinqué no solo alumbraba, sino que refulgía con más intensidad. Lo bueno retornaba con cautela plena. La poesía se dirigía hacia él, y era perfecto lo que le hacía sentir.

En el azul compartido: cúmulos plenos y vacíos, saudade en los astros, navegación interior en oleajes infinitos. Cencellada. Encuentros y desencuentros en el firmamento; abrazos, ternura, pensamientos curvos y rectos en la esfera terrestre que cobija. Lágrimas al alba y al ocaso. En el azul celeste, hermenéutica, implosión del logos. Quietud envidiada en el cielo. Oníricas aristas del pesar. Lluvia, heridas, festejos. Espera y llegada. Mentiras bajo un cielo común, y la verdad absoluta vibrando en la lírica de Hölderlin, iluminando, al filo de la filosofía heideggeriana, el desocultamiento que lo imantaba.

Evelyn Ramos Miranda

Poeta y narradora

Evelyn Ramos Miranda. Nació en Santo Domingo un 9 de febrero. Obtuvo una licenciatura en Educación Inicial y una maestría en Administración y Supervisión de Programas de Educación Inicial en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Catedrática de Educación en varias universidades. Ha sido funcionaria en diversas instituciones públicas como coordinadora de Educación en (MINERD, CONANI, IDSS y subdirectora de la Estancia Infantil de la UASD). Es Gestora Cultural. Labora como Coordinadora en la Casa de la Rectoría de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Sus poemas han sido publicados en revistas culturales y periódicos e incluidos en varias antologías, destacando Al filo del Agua, del Taller Literario César Vallejo de la UASD; Sororidad, Poesía y Narrativa (2020). Y Antología: Colección Poética Lacuhe (2022), Antología (poesía y narrativa) Detrás de las máscaras (2023). Tiene dos libros publicados: Al filo del vuelo (2023) y El País de los Dulces (2023). Ha participado en diversas Ferias Internacionales del Libro en Santo Domingo, New York, Colombia y Venezuela, como conferencista y poeta. También en diferentes tertulias y recitales del país y Puerto Rico. Es miembro del grupo poético Mujeres de Roca y Tinta. Egresada del Taller Literario César Vallejo de la UASD.

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