El décimo octavo informe de la Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad (IDEC) ha despertado múltiples comentarios sobre el estado de la educación del país, pública y privada, y los desafíos a los que se enfrenta la sociedad en relación con este tema fundamental para el devenir en condicion es dignas del pueblo dominicano.
Radhamés Mejía, un doctor en educación, dio a conocer el domingo recién pasado un balance sobre el estado de la educación, partido de los datos aportados por el último informe de IDEC (2024).
Mejía hace un balance realista y sincero, además de valiente, sobre los elementos a ser superados por el sistema educativo dominicano para responder a los esfuerzos que hace el país para tener una educación de calidad. De acuerdo con el doctor Radhamés Mejía:
“Lejos de consolidarse como un espacio protegido para la formación ciudadana y el desarrollo integral de las personas, el sistema educativo dominicano ha sido permeado, en gran medida, por dinámicas propias de la política partidaria, lo cual afecta directamente a sus actores fundamentales. Como advierte el IDEC (2024), aunque se han alcanzado ciertos avances en metas educativas específicas, estos logros resultan frágiles y desiguales, debido en gran parte a la persistente partidarización política de la gestión educativa. Esta captura se manifiesta en la designación de personal basado más en lealtades políticas que en méritos profesionales, en la pérdida de autonomía del Ministerio de Educación frente a intereses partidistas, y en la actuación del principal sindicato del magisterio, que en ciertas coyunturas opera más movidos por intereses partidarios que por compromisos con la defensa y profesionalización docente”.
Las seis dimensiones que sugiere tomar en cuenta son las siguientes, tan y como el autor las enumera:
- Profesionalización docente:Es necesario institucionalizar mecanismos transparentes y meritocráticos para la carrera docente, asegurando que el acceso, promoción y desarrollo continuo del profesorado estén determinados exclusivamente por méritos académicos y pedagógicos, eliminando condicionamientos políticos o clientelares.
- Despartidarización de la gestión educativa: Fortalecer la autonomía institucional del sistema educativo implica crear mecanismos claros y democráticos de gobernanza educativa que garanticen decisiones pedagógicas y administrativas basadas en criterios técnicos, profesionales y no partidarios.
- Democratización de la gobernanza educativa: Es prioritario desarrollar espacios efectivos de participación docente y social, garantizando que los actores educativos tengan incidencia real y legítima en las decisiones y evaluaciones del sistema educativo. Esto incluye establecer consejos escolares con representación diversa y auténtica, que superen la lógica simbólica y consultiva.
- Fortalecimiento del centro educativo: Las escuelas deben ser fortalecidas como unidades fundamentales del sistema, dotándolas de autonomía pedagógica, administrativa y financiera suficiente para gestionar efectivamente sus objetivos institucionales y asegurar la mejora continua del aprendizaje estudiantil.
- Reconfiguración del rol del distrito educativo: Se debe redefinir el rol de los distritos educativos para que se conviertan en instancias de apoyo técnico, formación continua y supervisión pedagógica efectiva, evitando su instrumentalización política o administrativa que limite la autonomía de los centros educativos.
- Renovación del sindicalismo docente: Es esencial transformar la cultura sindical del magisterio, reorientando su misión hacia la defensa real de las condiciones laborales dignas y la promoción profesional de los docentes, alejándola del uso político-electoral o la intermediación clientelar.
Jacqueline Malagón, ex ministra de Educación y con la extendida experiencia en las aulas, ha ofrecido en Acento, este lunes pasado, un diagnóstico relevante, con criterios a ser ponderados por los protagonistas del sector educativo, oficial y de la oposición, y por los políticos que tienen la responsabilidad de adoptar decisiones. Debemos anotar aquí que la doctora Malagón ya ha escrito una serie de tres artículos sobre la investigación de IDEC del 2024.
Dice en su artículo la doctora Malagón lo siguiente:
“En tiempos convulsos, en los que el riesgo se multiplica en cada esquina de la vida cotidiana, repensar la educación es, más que una tarea académica, un acto de responsabilidad cívica y de visión de país. En este contexto, el documento presentado recientemente por el IDEC (Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad) sobre la década educativa 2014–2024, se convierte en una base imprescindible para repensar y reorientar la educación dominicana hacia un nuevo horizonte que le dé sentido”.
Y recomienda lo siguiente:
“Quienes hemos hecho de la educación un acto de fe, un compromiso de vida, sabemos que la transformación no vendrá desde decretos, sino desde convicciones. Desde un Estado que respete y promueva la vocación docente. No desde un gobierno que llame y no lo escuchen para que despojen el sistema educativo de la maldición de un clientelismo político que piensa que ganar es un botín que no se sacia. No es solo DESPOLITIZAR, es eliminar el pagar con puestos públicos a ineficientes que te vendieron o les compraste un voto. Desde una ciudadanía que reclame calidad con equidad. Desde un país que entienda que su mayor riqueza no está bajo tierra ni en las cifras macroeconómicas, sino en el corazón, la mente y el carácter de su gente”.
Dinorah García Romero; una investigadora y maestra, y conocedora del sistema educativo, ha escrito en Acento un artículo sobre la investigación en educación, que al mismo tiempo retoma las conclusiones del informe de IDEC:
“Es tiempo oportuno y propicio para incentivar la investigación educativa en la educación de Pregrado y en la Educación Superior. Sin comercializar la investigación educativa, se ha de buscar financiamiento que garantice investigación en educación. Hay que superar el lamento educativo e invertir en aquello que puede generar modificaciones positivas en los resultados de aprendizajes. Además, hay que invertir en lo que favorezca transformaciones en las prácticas culturales de los centros educativos de Pregrado. El Ministro de Educación Superior, también, debe incrementar el apoyo económico a la investigación en las instituciones de educación superior. De la misma forma, las instituciones de educación superior deben tener en cuenta la investigación en su presupuesto. Para impulsar esta política, se pueden constituir redes, mesas, foros virtuales y presenciales de investigación de la práctica educativa que liberen a los docentes de la rutina y de la incertidumbre estéril”.
Cuando se lee detenidamente el informe der IDEC se entera quien lo analiza sobre el terrible impacto de la pandemia de COVID en el sistema educativo dominicano, y el retraso que representó en la baja calificación en los estudiantes, en la deserción escolar y en el alejamiento del compromiso de los maestros y otros actores importantes con el sistema educativo.
Invitamos a nuestros lectores a conocer este excelente informe, que está disponible en la siguiente dirección: www.idec.edu.do
Noticias relacionadas
Compartir esta nota