He estado pensando en cómo debemos enfocar un material tan rico como el balance que hace el IDEC de la década del 2014 – 2024 de la educación dominicana.  Y me pregunto si ahora que tenemos de Ministro un joven, con un nombre muy ilustre en lo personal, lo profesional, lo político … con éxitos como especialista en solución de conflictos, que a pesar de su juventud, su experiencia en el área del Derecho, que encierra el aprendizaje básicamente, sobre las normas de conducta de una sociedad, para vivir como comunidad nacional… dicen o parece que dicen que no es educador.

Habrá llegado el momento para que seriamente convoquemos al pensamiento docto, moral, a los sabios dominicanos, si los hay, o quizás solo a los que hemos vivido inmersos como si fuera un torbellino en revolución permanente la locura de sentirse maestro o maestra y querer haber sido y no ser; o querer haber cambiado y dejarlo como estaba; me pregunto y con mis colegas más íntimos, nos preguntamos, ¿qué nos exige el momento ahora con un nuevo incumbente que por lo menos luce que escucha? Sí podemos afirmar, ¡que hasta ahora, luce que está consciente de que debe aprender!  ¡Que todo hasta ahora indica que entiende la transformación que tiene la oportunidad de impulsar!

¿Puede esto que digo ser una realidad? O sea, ¿ser verdad o posibilidad?  Y si lo es, ¿podríamos decir que el “IDEC:  Un llamado Urgente a Repensar la Educación Dominicana” ha sido el propósito o la agenda oculta, o el mensaje subliminal encerrado en el balance que hace IDEC de la educación, su desarrollo, su evolución, su estancamiento, su fracaso, de la década de la educación dominicana que terminó en el 2024?  Es esta la propuesta después de un análisis de logros y desafíos que traté en un artículo previo de esta serie que le he dedicado al impacto que me ha causado, o a la sacudida que me ha dado, el pensamiento que arroja un diagnóstico con un pensamiento progresista de los grandes hombres y mujeres, todos o la mayoría educadores, que integran el IDEC?  Si esto es así, y creo que lo es, me pregunto ¿qué exige del saber de los ciudadanos? 

Me pregunto, de nuevo, y me preguntaré más y más, si ¿estamos en la actual situación de la educación dominicana preparados para dejar de lado todo lo malo que todos decimos del estado de la pobre calidad educativa y cómo el gasto no justifica el presupuesto que llaman exorbitante que nos hemos ganado con el tiempo?  ¿Que tanto luchamos para conseguirlo?  ¿Hasta la sangre, si no el tiempo y los recursos económicos que invertimos para lograrlo?  Las voluntades que agrupamos, los grupos que integramos, las personas de la sociedad civil de todos los niveles sociales, pobres y ricos; de todos los colores:  blancos, negros y mestizos; de todas las áreas:  obreros, campesinos, técnicos, profesionales, hombres y mujeres de ciencias…. Hasta de los paraguas amarillos que tapaban la cara, pero no sería de vergüenza por el atraso o porque no avanzábamos…. ¡No lo sé!  La edad y las limitaciones no me permitieron usar el paraguas amarillo, pero sí fui a Washington, con grandes sacrificios, cuando de FLACSO, Magda fue a la Cena de Gala Anual de la prestigiosa institución latinoamericana que integra el norte con el centro y el sur de nuestra América, Diálogo Interamericano, y recibió el Reconocimiento del Año de Diálogo en representación de la República Dominicana y su conquista del 4%.  Sí, por eso era que se luchaba.  El grito era de ¡DENNOS MÁS, QUE SE CUMPLA LA LEY! Y yo fui testigo, solo testigo, y… bueno, agitaba mucho porque me tocaba defender aquello en lo que trabajé y hasta de cabeza serví junto a un grupo maravilloso de amigos que fueron más que asesores, fueron decisores de un referente en educación, de una gestión que marcó la diferencia y que hizo posible el cambio, o el inicio de la transformación que se buscaba, inició, sí, inició…. y luego se estancó?

¿Es esto una nota personal?  ¿O es más que una nota personal: un testamento de vida y una proclama de vocación educativa, que merece estar no solo al final de mi ser, sino al principio de una conversación nacional sobre el futuro de la educación?

¿Cómo integrar este preámbulo de vida al artículo final, el tercero, que escribo sobre la riqueza que hemos obtenido del Informe del IDEC?  Me pregunto si lo que he escrito hasta ahora puede servir como una introducción reflexiva o como un una propuesta con autoridad moral haciendo un llamado al Ministro y los principales actores que planifican para que hagamos un ejercicio en serio de repensar la educación … como algo que sea un sacudión que estremezca a todos y callen las voces que, empezando por la mía, también grita por más y mejor educación.

Introducción personal: necesitamos educadores que sean un modelo de una vida entregada a educar para vivir mejor.

Y siento que como he dedicado todos mis esfuerzos, mis competencias, mis capacidades… en fin, mi vida entera, a la formación de los recursos humanos de la República Dominicana y de otros lares, que lo he hecho o tratado de hacer, con el sello de calidad que exige la dignidad humana, desde múltiples trincheras: el aula, la gestión pública, las universidades, los organismos internacionales, y siempre con una profunda vocación de servicio.  Pero más importante que yo sobrevalorarme, ¿por qué mejor no puedo pensar de estos super profesionales  en nuestro Chat de los “Apóstoles Intelectuales” integrado por libres pensadores, idealistas, sin compromiso partidario político, formados exquisitamente y con una práctica rica que aumentó sus saberes?  ¿O los que integran el Chat que coordina un “hermano en la vocación y el servicio” desde la Academia de Ciencias de la República Dominicana cuya misión es hacer que los hombres y mujeres provenientes de todas las ciencias del saber, reunidos, sean exaltados y se comprometan a servir a la nación?

En la medida en que un niño aprende, una mujer se empodera, un joven empresario progresa, o un pueblo avanza en democracia, se debe sentir que el esfuerzo valía la pena. ¿Y por qué no tratarlo … por qué no repensar de manera urgente en remediar los males que nos diagnostican con la evaluación de nuestros muchachos?  La educación ha sido para todos a los que me refiero y de manera tácita identifico, más que una profesión: ha sido una misión de vida. Educar, hemos aprendido, no es solo enseñar contenidos, sino enseñar a vivir mejor, con principios, con propósito, con esperanza, con amor.

Por eso, cuando leo y vuelvo a leer el más reciente informe del IDEC sobre la década 2014-2024, no lo leo como un documento técnico. Lo leo como una llamada profunda a la conciencia nacional, como una oportunidad para corregir rumbos, para volver a poner al ser humano en el centro de toda política educativa. Lo leo desde el compromiso de quien ha trabajado para que la educación dominicana no solo sea mejor, sino transformadora.

En tiempos convulsos, en los que el riesgo se multiplica en cada esquina de la vida cotidiana, repensar la educación es, más que una tarea académica, un acto de responsabilidad cívica y de visión de país. En este contexto, el documento presentado recientemente por el IDEC (Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad) sobre la década educativa 2014–2024, se convierte en una base imprescindible para repensar y reorientar la educación dominicana hacia un nuevo horizonte que le dé sentido.

Este informe del IDEC, ya dije antes que no es un simple balance técnico; es una brújula estratégica. Ofrece datos, reflexiones y desafíos que, si se asumen con honestidad y compromiso, pueden provocar una acción colectiva urgente desde el Ministerio de Educación, las universidades, el liderazgo docente, la sociedad civil y todos los actores que inciden en las políticas educativas.  Y los empresarios dejarán de quejarse de que el 4% es un despilfarre.

La oportunidad está aquí. El IDEC ha puesto el espejo. Ahora nos toca vernos en él, sin máscaras, y tomar decisiones valientes. No se trata solo de ajustar planes o aprobar reformas. Se trata de repensar la educación desde sus fundamentos: desde el sentido de enseñar, el para qué y el para quién educamos.

Quienes hemos hecho de la educación un acto de fe, un compromiso de vida, sabemos que la transformación no vendrá desde decretos, sino desde convicciones. Desde un Estado que respete y promueva la vocación docente. No desde un gobierno que llame y no lo escuchen para que despojen el sistema educativo de la maldición de un clientelismo político que piensa que ganar es un botín que no se sacia.  No es solo DESPOLITIZAR, es eliminar el pagar con puestos públicos a ineficientes que te vendieron o les compraste un voto. Desde una ciudadanía que reclame calidad con equidad. Desde un país que entienda que su mayor riqueza no está bajo tierra ni en las cifras macroeconómicas, sino en el corazón, la mente y el carácter de su gente.

A mis hijos, a mis nietos, a mis colegas, a mis alumnos de todas las etapas de la vida, les digo hoy con serenidad y esperanza: sí, es posible cambiar la educación dominicana. Pero para lograrlo, hay que hacerlo con valentía, con coherencia, y con esa fe profunda en que educar es enseñar a vivir mejor.

¡Anímese, Ministro!  ¡Su juventud no solo lo protege, se lo exige!  Si a las ancianas, ¡el Papa Francisco nos anima a “armar líos”, porque somos la memoria de los pueblos, las que construimos el presente hasta hoy, yo, que soy la más vieja, no la más cansada, la que el periódico HOY califica de “Inspiradora Juventud…” en su 43 Aniversario!  Ministro, estoy en disposición de que “armemos un lío”, somos muchos, cuenta con todos, REPENSEMOS LA EDUCACIÓN y bajo su liderazgo, enderecemos el timón y metamos el cambio pa´lante porque la guagua, dice Juan Luis, que está en reversa.

¡Adelante, Ministro, salga pato o gallareta!!!

Jacqueline Malagón

Educadora

Consultora en Educación, Evaluación y Desarrollo Institucional. ExMinistra de Educación Asesora del MINERD, MESCYT, MAP, del INFOTEP y del Senado de la RD Miembro de la Academia de Ciencias RD Miembro de Diálogo Interamericano Miembro de la Coalición Latinoamericana para la Excelencia Docente Consultora en Educación, Evaluación y Desarrollo Institucional

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