Una mirada retrospectiva, cuatro años atrás, para ser especifico, se notan las diferencias básicas entre los partidos PLD y PRM. En el transcurso, uno marcha en franca recuperación. Mientras, en el otro se advierten rastros firmes de debilidad.
Recordar que el 2021 fue un año poselectoral, la misma condición tiene el 2025. O sea, los dos años son adyacentes a la celebración de unas elecciones generales.
El PLD
El partido morado —en 2021— apenas un año de ser desalojado del gobierno, vestía traje de abandono total. Ni tan siquiera ellos divisaban expectativas de recomposición.
Para el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el paisaje pintaba desolador. En un abrir y cerrar de ojos aparecen disminuidos a menos que nada. La legitimidad desapareció por completo. La estructura y la consecuente maquinaria electoral estaban oxidadas. No había jefatura.
A los peledeístas, en resumidas cuentas, en el 2021 solo les quedaban las siglas. Por lo tanto, la desintegración se veía a la vuelta de la esquina.
Hoy por hoy —en 2025— la situación es todo lo contrario. Luego de un trabajo silencioso en el que celebraron su congreso ordinario, eligieron el Comité Central y el Comité Político, y estos a su vez, seleccionaron las autoridades internas.
Resuelto lo anterior, sin traumas ni renuncias importantes, la estructura morada comenzó su trabajo territorial. La estructura organizativa está diseminada, otra vez, por todo el país. Las líneas de mando están claritas.
Tan feos estaban que, todavía, hace poco más de un año, el amigo Marcos Martínez, polémico comunicador santiaguero, me preguntó: ¿Crees que el PLD se recupera? Para entonces el partido estaba a punto de elegir sus autoridades internas.
Parecía una pregunta cerrada, pero tuve que abrirla para propiciar un dialogo más sociable. Para no alargar el cuento, Marcos y yo concluimos: “…la recuperación del partido morado va a depender de si ellos hacen su tarea sin desesperación”.
Lo cierto es que el PLD llega al 2025 en franca recuperación. Que el PLD del 2025 supera por mucho al PLD de 2021.
¿Completará la tarea de recomposición?
El PRM
Para la misma época —el 2021— el ropaje del PRM chispeaba el aura del poder. Era todo lo contrario a los potentados del pasado. Emergían como dueños y señores de los escenarios del Poder. Pero nada es para siempre.
Con los perremeístas el proceso se desarrolló al revés de lo que sucedió con los peledeístas.
Los del Partido Revolucionario Moderno (PRM) andaban —en 2021— con el pecho abierto. Sobrados de legitimidad. Legitimidad para el partido y legitimidad para el gobierno. Con el respaldo de una oligarquía que quiere ver correr sangre morada.
Una oligarquía contraria al PLD, empoderada, con el apoyo fáctico de sectores nacionales y allende los mares.
Al PRM todo le salía a pedir de boca. Y si acaso algo salía mal, la culpa es del gobierno anterior. No dejaron nada, decían.
El tiempo pasó, ya resulta ridículo 5 años después —en 2025— tratar de culpar al gobierno anterior de los errores. Por ello, hoy se nota un desespero que contrasta con la calma y la seguridad de ayer. Hasta las sugerencias hechas de buena fe causan ronchas y “bembitos”.
Para colmo, el partido de gobierno está matando sus líderes, en vez de apoyarlos. Es patético, por ejemplo, lo que hicieron con Faride Raful.
Para quitarla del medio le arrebataron la posibilidad de aspirar a repetir como senadora. Le hicieron uno de Caperucita, pero no roja, sino verde. “…el liderazgo de Faride Raful está por encima de una senaduría”, le dijeron. Entonces, en su lugar colocaron al hijo del expresidente Leonel Fernández Reyna.
A Faride Raful, una polemista natural y brillante, la nombraron ministra de Interior y Policía. Un ministerio que, si no te quema, te achicharra.
No menos cierto es que, el PRM —contrario a sus antecesores— llega al 2025 caminando cuesta abajo. ¿Están a tiempo de revertir la caída? De ellos depende.
En suma, lo que deberían tener presente todos los políticos es que, la escalera construida para ascender trae al lado los escalones para bajar. Sin excepción.
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