“Está prohibido matar; por lo tanto, todos los asesinos son castigados, a menos que maten en gran número y al son de las trompetas”. Voltaire

El domingo pasado pude ver a uno de mis mentores y profesores favoritos, Marshall Ganz, hablando sobre su nuevo libro People, Power, Change: Organizing for Democratic Renewal (Gente, poder y cambio: activismo para la renovación democrática) en Los Ángeles. Lo fui a ver en dos actividades: la presentación del libro que hizo en la sede de campaña del Partido Demócrata en Santa Mónica (una de las comunidades playeras más ricas del área) y la que hizo esa misma tarde en una comunidad mucho más humilde y diversa, la congregación latina de la iglesia católica Dolores Mission. En Dolores incluso celebramos a Marshall y su nuevo libro cantando “De Colores”, la canción que fue el himno del movimiento de las y los trabajadores agrícolas en California del que Marshall fue parte en los años ‘60.

Como siempre, escuchar a Marshall fue un placer. Pero en esta ocasión muchas de las preguntas en ambos eventos fueron sobre un problema gravísimo que afecta la democracia no solo en Estados Unidos sino también en países pequeños como el nuestro: la amenaza que representan el autoritarismo y la violencia que muestran muchos grupos de la extrema derecha e incluso fascistas. Marshall contestó usando el ejemplo de los EEUU, donde después de la Segunda Guerra Mundial la democracia tenía un significado tangible para la gente porque se acababa de derrotar a los nazis y lo que representaban. Nos explicó que parte del problema actual que tenemos en las sociedades democráticas es porque ya la mayoría de la gente no recuerda lo que es el fascismo ni percibe la democracia como algo concreto que les beneficia; un problema que también tenemos en RD como se refleja en la Encuesta de Cultura Democrática de este año.

El historiador estadounidense Robert Paxton, una de las autoridades más importantes sobre el fascismo, lo define como “una forma de conducta política marcada por una preocupación obsesiva con el declive de la comunidad… y con cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, en los que un partido de masas de comprometidos militantes nacionalistas, en una colaboración incómoda, pero efectiva con las élites tradicionales, abandona las libertades democráticas y persigue metas de limpieza interna y expansión externa haciendo uso de la violencia… y sin restricciones éticas o legales”. De hecho, hasta hace poco Paxton se negaba a definir a Trump como fascista, pero lo hizo en el 2021 a raíz de su intento de quedarse en el poder.

En RD, por suerte, no tenemos un partido de masas con estas características, pero sí siguen tomando fuerza una serie de grupos ultranacionalistas que no solo usan la violencia y buscar “limpiar” el país de nacionales de Haití, dominicanos y dominicanas de origen haitiano y todos los grupos que les apoyamos sino que se alían cada vez más con las autoridades nacionales. Por ejemplo, como cuando la Dirección General de Migración recibió una delegación de la Antigua Orden Dominicana, conocida por atacar físicamente a activistas de otros movimientos con impunidad, para discutir las políticas migratorias en octubre del 2020. (No incluyo el vínculo de la noticia porque la quitaron del portal).

Igual que mucha gente en RD y en la diáspora, estoy sumamente preocupada por la forma en que estos grupos están avanzando en el país y el hecho de que ese avance puede generar tragedias humanas mucho peores que las que hemos visto en los últimos años. Aunque son una minoría pequeñísima del electorado y de la población, los grupos fascistas y de la extrema derecha siguen generando y movilizando discursos de odio contra todo lo que sea diferente, especialmente en contra de las personas haitianas y dominicanas de ascendencia haitiana y contra todos los grupos y personas que nos atrevemos a defenderles.

Ayer justamente una de estas turbas fascistas se presentó al local del Movimiento Sociocultural para los Trabajadores Haitianos en Villa Mella a amenazar a las personas presentes. Fueron convocados por el autodenominado Movimiento Código Patria y Wendy Santiago quienes prepararon hasta un afiche donde se “complacen en invitar a los dominicanos” a esa supuesta “manifestación patriótica”. Por suerte se retiraron y no pasó una desgracia, pero esto no fue un caso aislado. Hay grupos fascistas paseando con guaguas anunciadoras en muchos pueblos y comunidades del país diciéndole a las personas haitianas que salgan y no es para saludarles. El riesgo de linchamientos y de otras tragedias aumenta cada día que el Estado deja sus funciones en manos de estos grupos privados y utiliza el antihaitianismo en sus propias prácticas como la medida arbitraria de aumentar el número de personas deportadas a 10,000 por semana.

No nos confundamos. El problema no es el tema migratorio. Si lo fuera, habría deportaciones masivas también en Cabarete, en Sosúa y en otros lugares sacando de manera apresurada a las y los nacionales franceses, italianos, estadounidenses y de otros países que se han quedado en RD sin documentos. Si el tema fuera regularizar la migración, tampoco tendríamos la multitud de casos de personas haitianas y dominicanas de origen haitiano a quienes les han quitado los documentos que prueban su estadía legal. Si el tema fuera solo migratorio, tampoco se habría discontinuado el proceso de regularización de estas personas ni el Tribunal Constitucional habría emitido la sentencia 168-13 quitándole la nacionalidad a cientos de miles de personas de manera retroactiva. Por eso es importante desmentir las mentiras que el fascismo dominicano propaga para justificar la campaña de odio que ha ampliado en los últimos meses:

Mentira #1: El problema principal de la República Dominicana es Haití

Las encuestas han mostrado por décadas que la relación con Haití y la migración de nacionales de nuestro país vecino no es uno de los temas prioritarios para la gran mayoría de la población dominicana. Por ejemplo, en la Gallup de marzo de este año el tema era el octavo y fue señalado por solo el 4.3% de las personas encuestadas. Eso es uno de los muchos inventos e intentos de manipulación que la extrema derecha dominicana lleva a cabo desde hace mucho. Pero en los últimos años una franja particularmente peligrosa (fascista) de esa extrema derecha conservadora ha llevado ese invento a niveles peligrosos que las autoridades se niegan a reconocer e incluso parecen fomentar.

Mentira #2: Las únicas personas negras en RD son haitianas o de origen haitiano

Cada vez que escucho este mito recuerdo lo que mi papá nos cuenta con frecuencia de cómo Francisco Peña Gómez reaccionó cuando otro político que era también otro hombre negro dominicano lo criticó por su color de piel. Peña Gómez solo dijo elegantemente “ese ario” porque es evidente que la gran mayoría de nuestra población es negra y mulata. El ejemplo reciente del odio desatado por la publicación del Ministerio de la Mujer con dos mujeres negras en un salón nos indica que hay todavía mucha gente que no sabe o quiere desconocer que así es como se ve la gran mayoría de las mujeres dominicanas. Incluso se han realizado estudios que demuestran el componente africano de nuestra población, aunque es fácil de comprobar saliendo a nuestras calles, barrios y campos.

Mentira #3: Hay un plan de las grandes potencias para fusionar Haití con RD

No, tampoco esto es cierto. Y no lo digo yo. Lo dice el historiador y economista Bernardo Vega a quien nadie puede acusar de ser un “woke” de izquierda. Como planteó Vega hace poco: “La tesis sobre un supuesto plan de unificación proveniente de países industrializados se mantiene hoy día, aunque no existe ninguna prueba al respecto, excepto esa falsa tesis por parte de Balaguer para combatir la candidatura de Peña Gómez en los años noventa.”

Mentira #4: Las deportaciones y la represión masiva son la mejor forma de controlar la migración

Todos los estados, incluyendo el nuestro, tiene derecho a hacer deportaciones. Pero las deportaciones no resuelven el problema migratorio, ni aquí ni en Estados Unidos ni en la China. Como todos los fenómenos, la migración se maneja yendo a sus causas y las causas de la migración haitiana a nuestro país son las mismas que las de la migración nuestra a otros países: la búsqueda de alternativas económicas. Nadie se va a dejar morir sin primero hacer todo lo posible por evitarlo, como muy bien saben los millones de personas dominicanas que han salido para buscar una mejor vida alrededor del mundo. Lo más peligroso es que muchas figuras públicas, especialmente en las redes sociales, están promoviendo estas ideas fascistas llamando a matar e incluso a reeditar la masacre del 1937 cuyo aniversario justamente acaba de pasar.

Y las deportaciones por sí solas tampoco van a resolver el problema porque se realizan con el mismo nivel de corrupción con que se permite la entrada indocumentada de personas desde Haití. Aumentar el número de personas deportadas lo que está haciendo es incrementar los beneficios para quienes participan de ese sistema de tráfico de personas en ambos lados de la frontera. Como explica la antropóloga Tahira Vargas en su columna, ahora en “vez de cobrar 15,000 pesos a cada persona haitiana le cobrarán mucho más dinero y las someterán a situaciones de explotación laboral y sexual para que paguen deudas contraídas con el uso de la coerción y las amenazas de entrega a migración”. Un problema que por cierto ha afectado también a muchas de nuestras y nuestros compatriotas en el exterior.

Mentira #5: Violar los derechos humanos de un grupo no nos afecta al resto

El fascismo dominicano vende la ilusión de que estamos en una situación de “ellos” contra “nosotros”. Lo mismo hace el movimiento MAGA de Trump en EEUU, sus aliados y otros movimientos similares en otros países. Todos los genocidios y todas las masacres incluyendo la masacre del 1937 empezaron con la deshumanización del “otro” por meses y hasta años antes. Los videos que circulan en las redes sociales (especialmente en Tik Tok), las marchas de la Antigua Orden Dominicana protegidas por policías (la misma policía que no protege a las y los activistas a los que la Antigua Orden ataca físicamente y les dice que se vayan para su casa) y los discursos de odio que se multiplican en los medios, en las redes y en el día a día contra las personas haitianas, dominicanas de ascendencia haitiana y todas las personas que nos atrevemos a defenderles son señales sumamente peligrosas.

Apoyar estos discursos y prácticas de odio es “afilar el cuchillo contra nuestra propia garganta” como explicó la periodista Riamny Méndez Féliz. Presidente Abinader deje de colaborar con el fascismo dominicano y deje de utilizar a Haití y a los dominicanos y dominicanas de ascendencia haitiana como chivos expiatorios. Si realmente queremos regular la migración, eso se hace desmantelando el tráfico de personas que la sostiene, respetando los derechos de todas las personas como mandan el derecho internacional y nuestras propias leyes y aprendiendo de las críticas que recibimos dentro y fuera del país en vez de permitir la violencia contra quienes no estamos de acuerdo. De lo contrario vamos a tener una tragedia muy pronto porque el avance del fascismo dominicano se les está saliendo de las manos.