Como es natural, recurrir al uso del comodín resulta más fácil (más cómodo) que encontrar el término específico más ajustado al contexto.

Antes de comentar sobre el abuso de la palabra cosa, conviene ofrecer un poco de ambientación teórica. A través de la historia de la lengua, han ocurrido cambios que han producido unas veces la restricción y otras veces, la ampliación del sentido de algunas palabras. Un ejemplo del primer tipo es el verbo guisar, que originalmente significaba componer algo, preparar en general, y ahora expresa, específicamente, ‘preparar los alimentos sometiéndolos a la acción del fuego’. Lo mismo sucede con la palabra bebida, usada a veces por antonomasia con el valor de ‘bebida alcohólica’ y que, en el español chileno, por ejemplo, no se refiere, en general, a un ‘líquido que se bebe’, sino a una bebida gaseosa, al refresco.

El proceso opuesto es la ampliación del sentido de una palabra, que puede ilustrarse con el caso de dinero, del latín denarius (denario), utilizada antiguamente para referirse a una moneda romana con un valor determinado. Eso es precisamente lo que ha pasado con la tan repetida palabra cosa, derivada de la latina causa, y que significaba en un principio ‘causa, motivo’. Al producirse un aumento del alcance o de la extensión semántica de la palabra, su significado se ha hecho muy general y por eso se puede utilizar en una gran cantidad de contextos. Lógicamente, a una mayor generalización significativa corresponde un grado menor de especificidad y de propiedad léxica. El vocablo se convierte así en lo que suele llamarse un comodín, es decir, una palabra ómnibus que encierra muchos ‘valores’ generales, pero que carece de precisión, porque no indica los rasgos que caracterizan y distinguen a un referente de otro. Como es natural, recurrir al uso del comodín resulta más fácil (más cómodo) que encontrar el término específico más ajustado al contexto.

La precisión en el lenguaje se fortalece con lectura constante, buena escucha y ejercicios de sustitución contextual

El uso excesivo (el abuso) del comodín cosa refleja, en definitiva, cierto nivel de pobreza léxica que, en el estilo informal, muy espontáneo, no afecta necesariamente la buena imagen social del hablante. Sin embargo, puede ser motivo de vergüenza y desprestigio en situaciones de mayor cuidado y exigencia. La referida insuficiencia puede ser mejorada, principalmente, con la lectura constante y escuchando buenos programas de radio y de televisión.

Un complemento muy útil es también la práctica repetida de ejercicios de sustitución de palabras. Generalmente, el contexto sintáctico, es decir, las demás palabras del mismo enunciado, ofrece pistas que ayudan a encontrar la opción de vocabulario más específica y apropiada en cada caso, como se muestra en los textos que se incluyen a continuación.

En las siguientes oraciones, el comodín COSA debe ser sustituido por un término más preciso y apropiado, en sintonía con las demás palabras del texto:

a. En este cajón pondremos todas las COSAS de la cocina:

Utensilios

b. El hombre es una COSA muy extraña:

ser / criatura

c. Salí antes de concluir la reunión por una COSA que te diré después:

razón / motivo

d. Discutieron y se dijeron COSAS espantosas:

insultos / palabras

e. Leer es la única COSA que me ayuda a olvidar las preocupaciones:

distracción / actividad

f. La humildad es una COSA muy rara en nuestros días:

virtud / cualidad

g.     La muerte es la única COSA que ocupa su mente:

idea / pensamiento

h.     Tengo que comunicarte una COSA estupenda:

noticia

i. Por algunas COSAS, la enfermedad parece muy grave:

Síntomas

j. ¿Qué COSAS son necesarias para preparar una sopa?

Ingredientes

El mismo tipo de ejercicio de precisión léxica se puede realizar con otras palabras poco específicas, como los verbos poner, decir, haber, tener, que a veces se convierten también en comodines:

a.     PUSIERON el pájaro en la jaula:

Encerraron

b.     Su mamá le PUSO pomada en la herida:

Untó

c. HAN PUESTO un restaurante en mi calle:

Han abierto/montado

d. ¿Por qué no le PONES un poco más de sal a la ensalada?

Echas

e. PON la sábana de forma que cubra bien el colchón:

Tiende

f. No sé cómo DECIR lo que pienso:

expresar / formular

g.     Todavía no HAN DICHO tu nombre.

Han mencionado

h.     Después de un largo interrogatorio, DIJO que fue él quien lo hizo:

Confesó

i. Nos DIJO un secreto:

reveló

j. El boletín meteorológico DICE que volverá a llover:

Pronostica / anuncia

k.     La madre le DIJO al juez que no condenara a su hijo.

Rogó / suplicó

ñ.   En la fábrica HAY ciento treinta obreros.

Trabajan

l.      HUBO mucho público en la manifestación.

Asistió

m.   En esta tumba HAY una tía de los niños:

Yace

n. Entre todos los alumnos HABÍA uno que era extraordinario:

sobresalía / descollaba

o. TIENE una grave enfermedad:

Padece / sufre

p.     La torre TIENE cuarenta metros de altura.

Mide

q.     Esa flor TIENE un perfume delicioso.

exhala

Orlando Alba

Linguista

Orlando Alba es un lingüista dominicano, socio de Honor de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, ALFAL, miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y académico correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Fue condecorado por el Estado dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, en el grado de Comendador. Ha sido catedrático de la PUCMM y de Brigham Young University. Su bibliografía incluye numerosos artículos en revistas especializadas y más de una docena de libros que analizan, principalmente, temas relativos al español dominicano. Con motivo de su jubilación, un grupo de colegas reconoció su carrera académica de más de 40 años con la publicación del libro ‘Estudios de lengua y lingüística españolas – Homenaje a Orlando Alba’ (Ed. Peter Lang SA).

Ver más