Hoy, como ayer, siguen apareciendo casos de corrupción en la administración pública. También seguirán apareciendo en el futuro. 

Pero con una gran diferencia. En el ayer, cientos de casos similares al de SENASA ocurrieron repetidas veces en el país, algunos con una dimensión espeluznante. Pero ¿sometieron a la justicia a los responsables? Haga memoria y tendrá la respuesta.

A pesar de las denuncias públicas y pruebas documentales que repetidas veces se hicieron en programas televisivos, la respuesta de los gobiernos del PLD era siempre la misma: “¿Cuál corrupción hay en mi gobierno? Dígame dónde hay corrupción”, mientras Odebrecht, OISOE, el MOPC, los permisos de importación de alimentos, entre otros cientos de casos, hacían multimillonarios a muchos funcionarios.

Es en este gobierno que algunos de esos casos de corrupción de los pasados 16 años han sido revelados y varios de los responsables han sido sometidos a la justicia y algunos condenados. Y hablamos solo de la segunda línea de mando porque los que estaban en la punta del iceberg también deberían estar sentados en el banquillo de los acusados.

Pero están libres, como los pájaros volando sobre los árboles, trillando en las mañanas, en las tardes y en las noches, donde el pasado nunca existió.

La paradoja es que esos gobernantes del pasado ahora le exigen al gobierno que se haga justicia con el caso SENASA, cuando fue el propio gobierno que detectó serias irregularidades en el manejo de fondo y el tráfico de influencia. Varios han sido detenidos para ser juzgados y otros están en lista de espera. No son los primeros ni serán los últimos. Esa es la diferencia entre una gestión transparente y una gestión corrupta.

Es importante ver esa gran diferencia. La corrupción es como una droga que se vende en las calles de cualquier país del mundo. Unos la persiguen, otros disimulan perseguirla y otros la permiten, sin mayores consecuencias.

En República Dominicana, hoy se está persiguiendo; en el pasado se permitía. Esa diferencia puede parecer sutil, pero es demasiado profunda.

Cuando una persona es alcohólica, su rehabilitación puede durar años. Lo mismo sucede con la corrupción. Rehabilitar un país que tuvo el deshonor de encabezar el ranking de corrupción a nivel mundial no es cuestión de 2, 4 o 6 años. Es un proceso largo e intenso, donde se requiere perseverancia, instituciones fuertes, ética gubernamental, nuevas leyes penalizadoras y una constante vigilancia del quehacer público.

José Lois Malkún

Economista

Economista dominicano. Trabajó como consultor de varios organismos internacionales, como el BID y el Banco Mundial. Fue director de la Comisión para la reforma del Sector Salud, Ministro de Finanzas y Gobernador del Banco Central, en el período 2003-2004.

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