Una defensa del libre comercio, con su principal saboteador ausente. El Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC) cerró su cumbre en Gyeongju (Corea del Sur) con una declaración conjunta que apuesta por la cooperación para asegurar el bien común. Donald Trump abandonó el país asiático en la víspera del encuentro, tras firmar un armisticio comercial con China, cuyo presidente, Xi Jinping, asumió con gusto el liderazgo y los focos.
La declaración del foro APEC sostiene que “el comercio global continúa enfrentándose a importantes retos”, ante los que urge “asegurar la fortaleza de las cadenas de suministro” y “crear nuevas fuerzas de crecimiento económico”. Así lo sintetizó Lee Jae-myung, presidente surcoreano y anfitrión:
“Solo la cooperación y la solidaridad nos llevarán a un futuro mejor”.
En la apertura del viernes, el presidente Xi Jinping prometió que la “puerta de China siempre estará abierta”. “Cuanto más turbulentos son los tiempos, más unidos tenemos que estar”, razonó.
Y su declaración se consolidó con la ausencia de Trump, cuyas posturas han empujado a Xi al centro del escenario, ya sea en defensa del libre comercio y el multilateralismo o en la lucha contra el cambio climático.
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Los retos del proteccionismo, cambios demográficos y la IA
El foro APEC está formado por 21 países de ambas orillas del Pacífico que juntan el 40% de la población y la mitad del comercio global. Nació en 1989 en un contexto opuesto, con el optimismo por la incipiente globalización y la integración económica regional.
Ahora, además del proteccionismo, suma retos como las tensiones entre China y Estados Unidos, las interrupciones de las cadenas de suministro o el envejecimiento de la población. Sus declaraciones no son vinculantes, pero subrayan las inquietudes de una buena parte del planeta.
En esta edición se aludió también a los retos demográficos y a la inteligencia artificial. Al respecto, China aprovechó para pedir de nuevo, esta vez por boca de su presidente, una agencia internacional para “convertir la IA en un bien global”.
Ese asunto promete generar más roces porque Estados Unidos se opone a que una organización internacional regule el sector o que su sede esté en Shanghái. Eso lo había sugerido meses atrás China, animada por la irrupción de su empresa Deepseek, un ariete contra el tradicional liderazgo estadounidense. Pero, a Beijing le recuerdan, no sin razón, que su censura le resta muchos puntos para capitanear la revolución.
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Trump: sus ausencias y salidas intempestivas
Trump había monopolizado las portadas en los días previos durante su gira asiática. En Kuala Lumpur, Tokio y Seúl visitó palacios, recibió coronas doradas, palos de golf y apoyos a su candidatura al Nobel de la Paz. También coleccionó lisonjas sin fin de los líderes que pretendían alguna rebaja arancelaria.
Se había hablado durante meses de la crucial reunión de Trump y Xi en la cumbre de la APEC, pero el primero no la pisó. Un día antes se despidió de Xi tras firmar el acuerdo, se subió al Air Force One y horas después repartía caramelos en la Casa Blanca.
Dejó así atrás a una veintena de líderes globales, que en los días siguientes compartieron sus desvelos, especialmente por los aranceles. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, relevó al mandatario estadounidense.
Trump había partido de la cumbre de la ASEAN (países del sudeste asiático) la semana pasada tras los primeros compases y el primer ministro chino, Li Qiang, aprovechó para reivindicar su país como la alternativa fiable a los embates comerciales estadounidenses.
Se le hacen tan tediosas las cumbres a Trump que la de la OTAN la condensó a unas horas. Este año también abandonó precipitadamente la reunión del G7 en Canadá y a menudo esquiva las ruedas de prensa apalabradas.
Desde la Casa Blanca han disculpado sus salidas intempestivas, describiendo las citas como encuentros estériles. “Es un hombre eficiente, quiere que las cosas se hagan. Más acción y menos hablar”, dijeron meses atrás desde su oficina de prensa.
Preguntado por su ausencia en esta cita de APEC, un funcionario estadounidense defendió que su contribución a Gyeongju fue “muy fuerte y robusta”.
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Xi toma partido de los desplantes de Trump y coquetea con Canadá
En esta pugna por los afectos mundiales, la acrisolada alergia de Trump a los cónclaves gremiales también beneficia a China.
Xi disfruta defendiendo el libre mercado y las puertas abiertas a pesar de que Bruselas y Washington han denunciado durante décadas las barreras que afrontan sus compañías en el mercado chino.
Por su parte, Canadá, con su acercamiento a Asia, simboliza los nuevos tiempos en la política. Su nuevo primer ministro, Mark Carney, habló de los mayores cambios desde la caída del muro de Berlín en 1989:
“El viejo mundo de la expansión económica sólida y del comercio y las inversiones basadas en reglas, el mundo que generó gran parte de la prosperidad de las naciones, Canadá incluida, ese mundo ya no existe”.
Durante la cumbre, Xi invitó a Carney a visitar Beijing. Esto es noticia porque Ottawa y Beijing carecían de contacto al más alto nivel desde 2017. Canadá ha sido siempre muy crítico con el tema de los Derechos Humanos en China y, en tiempos de Justin Trudeau, los roces se extendieron a todos los campos. Como ejemplo, China encarceló a dos canadienses por espionaje y Ottawa acusó a Beijing de intervenir en sus elecciones.
Carney entendió que en estos tiempos no se puede vivir sin China, y aún menos contra China, e inició la aproximación. Trump la aceleró al romper las negociaciones comerciales con Canadá porque el Gobierno de Ontario había recuperado un viejo discurso de Ronald Reagan, advirtiendo de que los aranceles empobrecen a todos. No obstante, Carney contestó que solo las retomaría “cuando los estadounidenses estén listos”.
En los próximos diez años, desveló Carney días atrás, quiere que su país doble las exportaciones ajenas a Estados Unidos. Canadá, como China, sabe que en estos tiempos urge diversificar mercados, especialmente si tu principal socio comercial es Estados Unidos.
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De Japón a Corea del Sur: la búsqueda de la sintonía con China
Ausente Trump, el interés viró a las reuniones bilaterales de Xi en la cumbre de APEC.
El viernes se vio con Sanae Takaichi, la nueva primera ministra de Japón. El encuentro ya es reseñable porque Beijing no la había felicitado dos semanas atrás por su nombramiento, rompiendo la cortesía diplomática elemental, y hasta los días previos no se confirmó el encuentro.
Takaichi es una ultraconservadora y nacionalista que relativiza las atrocidades del imperialismo nipón del siglo pasado, es asidua al templo de Yasukuni, que honra a una docena de criminales de clase A, y defiende un militarismo sin bridas. A Beijing, además, le irrita su afinidad con Taiwán.
Tokio informó que Takaichi le expresó a Xi su preocupación por las exportaciones de tierras raras, las tensiones territoriales en el mar del Este de China y la detención de japoneses en esa nación. También le pidió que reiniciara las importaciones de vacuno y pescado japonés, claves para la economía nacional porque China es su principal socio comercial.
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De su lado, Lee Jae-myung, presidente surcoreano, está enfocado en recuperar la sintonía con Beijing, arruinada por el filoamericanismo de su predecesor, Yoon Suk-yeol, encarcelado por su autogolpe militar. Lee ha admitido que los lazos bilaterales “no se han recuperado completamente” aún y reconoce el “importante rol” de China en la estabilidad de la península coreana. Esto cuando el regreso de los progresistas a Seúl y de Trump a la Casa Blanca abre un periodo propicio para la diplomacia con Kim Jong-un, líder norcoreano.
Terminó la cumbre en Gyeongju, la antigua capital medieval surcoreana. Es una esponjada y coqueta ciudad de apenas 240.000 habitantes, salpicada de tumbas, templos y pagodas milenarias. La APEC se moverá el próximo año a su antítesis, la futurista Shenzhen, epítome de la exuberancia tecnológica de China. En esa jungla de rascacielos tienen su sede algunas de las compañías nacionales más punteras.
Un año después, según la Declaración de Gyeongju, el 2028 marcará el regreso de México como anfitrión de la cumbre tras más de dos décadas.
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