El 4 de agosto de 1496, el Adelantado Bartolomé Colón, hermano del Almirante Cristóbal Colón, por instrucciones suyas fundó la villa Nueva Isabela, que más tarde tomaría el nombre de Santo Domingo. La Nueva Isabela fue fundada en la margen oriental del río Ozama y tras ser destruida por un huracán en 1502, fue trasladada a la margen occidental de este río el 5 de agosto de ese año por el nuevo gobernador Frey Nicolás de Ovando, quien la bautizó con el nombre de Santo Domingo, por ser la víspera de la fecha del natalicio y del fallecimiento del presbítero Santo Domingo de Guzmán, quien nació el 8 de agosto de 1170 y falleció el 6 de agosto de 1221.
Sin embargo, entre los Cronistas de Indias más reputados y conocidos hay diferencias en torno a las circunstancias y la fecha en que fue fundada la ciudad de Santo Domingo. Al referirse al emplazamiento de la ciudad de Santo Domingo por parte del Adelantado Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal Colón, el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo expresa:
Llegó a este puerto, según algunos dicen, domingo, día del glorioso Santo Domingo, el cinco de agosto del año de mil cuatrocientos noventa y cuatro. Y fundó el dicho Adelantado Don Bartolomé aquella ciudad, no donde ahora está, por no quitar de aquí la cacica Catalina y a los indios que aquí vivían, sino de la otra parte de este río del Ozama, junto a la costa y enfrente de esta población nuestra. Pero inquiriendo yo, deseando saber la verdad porque esta ciudad se llama Santo Domingo, dicen que además de haber venido a poblarla en domingo, día de Santo Domingo, se le dio tal nombre, porque el padre del primer Almirante y del Adelantado, su hermano, se llamaba Domingo, y que en su memoria el hizo llamar Santo Domingo esta ciudad.[1]
Al criticar esta versión que da el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, el también cronista y bautizado como el defensor de los indios, Fray Bartolomé de las Casas, expresa lo siguiente:
Dice Oviedo que llegó el Adelantado Bartolomé Colón a este puerto, día de Santo Domingo, a 5 de agosto del año de 1494, y esto parece manifiesto ser falso, porque él llegó a esta isla en 14 días de abril del mismo año de 94, antes que el Almirante viniese de descubrir a Cuba, y no había de volar luego a este puerto en tres meses, sin ver al Almirante y sin tener cargo alguno, como si se lo hubiera revelado estando en Castilla. Lo que dice de Miguel Díaz, que huyó del Adelantado por cierta travesura y vino a parar aquí a este puerto y provincia, pudo ser, pero nunca tal oí, siendo yo tan propincuo a aquellos tiempos, más de tener por amiga a la cacica o señora del pueblo que aquí estaba, y rogarle que fuese a llamar a los cristianos para que se pasasen de la Isabela a vivir aquí, es tan verdad, como ser oscuro el sol a mediodía. Donosa fama los españoles por sus obras tan inhumanas tenían, para que la cacica ni hombre de todos los naturales de esta isla los convidasen a venir a vivir a su tierra; antes se quisieran meter en las entrañas de la tierra por no verlos ni oírlos. Así que, esto es todo fábula y añadiduras que hace Oviedo suyas, o de los que no sabían el hecho, que se lo refirieron, fingidas, lo que de esto yo puedo decir es que dejó mandado el Almirante, cuando se partió esta segunda vez a Castilla, que el Adelantado enviase a Francisco de Garay y a Miguel Díaz a que poblasen a Santo Domingo, y esto siento ser más verdad, vistos mis memoriales que tengo de las cosas que acaecieron antes que yo viniese, de que los que las vieron o supieron y tuvieron por ciertas me informaron.[2]
Mediante una comunicación del 17 de febrero de 1496, el Almirante del Mar Océano, Virrey y Gobernador de las Indias, Cristóbal Colón, invistió a su hermano Bartolomé Colón con el título de Teniente de Gobernador y Adelantado de las Indias mientras estuviese ausente por causa de su viaje a Castilla, ante el requerimiento de los reyes católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Colón le otorgó plenos poderes a su hermano Bartolomé y le dejó un conjunto de instrucciones, entre las que destacan explorar hacia el Sur de la isla La Española para ver la posibilidad de hacer un nuevo asentamiento que reuniera condiciones óptimas para trasladar a los habitantes de la villa de La Isabela, ya que allí se habían producido situaciones ambientales adversas que estaban afectando la salud de gran parte de la población.
En los gobiernos de Frey Nicolás de Ovando y el Virrey Diego Colón, hijo del Almirante Cristóbal Colón, Santo Domingo empezó a desarrollarse y se inició la construcción de una serie de edificios que hoy son patrimonios de la ciudad, de los dominicanos y de la humanidad.
Los edificios coloniales más destacados son: la Catedral de Santa María La Menor o Catedral Primada de América; el Alcázar de Colón, primer castillo de América y residencia del Virrey de las Indias, don Diego Colón; el Monasterio de San Francisco, las ruinas del primer monasterio en América; el Museo de las Casas Reales, antiguo Palacio de los Gobernadores Generales; la Fortaleza Ozama, la más antigua fortaleza en América; el Panteón de la Patria, antiguo edificio jesuita que acoge los restos inmortales de los hombres y mujeres más destacados en la defensa del país, así como la Iglesia del Convento Dominico, el primer convento en América, donde Fray Antón de Montesinos dijo el Sermón de Adviento de 1511 y donde fue instalada por primera vez la Universidad Santo Thomás de Aquino el 28 de octubre de 1538.

La ciudad de Santo Domingo ha sido punto de atracción de conquistadores, cronistas, escritores, navegantes, viajeros, piratas, corsarios, turistas y habitantes de los diferentes pueblos que conforman a la República Dominicana. En 1606 el gobernador Antonio de Osorio hizo el primer censo para determinar la situación socioeconómica de la Isla de Santo Domingo tras las Devastaciones de 1605 y 1606, que llevan su nombre. Ese Censo arrojó el dato de que el 56% de los vecinos y sus esclavos vivían en la ciudad de Santo Domingo y sus alrededores.
Al momento de proclamarse la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844 la población dominicana no pasaba de 100 mil personas, mientras que según informaciones extraídas de documentos de 1842[3], dan cuenta que la población de la ciudad de Santo Domingo era de 6, 000 habitantes. En tanto, que el Legajo 3524, Expediente 66, que reposa en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, contiene la información de que la ciudad de Santo Domingo tenía una población de 25,000 habitantes.
Para 1863 el censo que hizo la iglesia católica estimaba la población total de la República Dominicana en 200,700 habitantes. El presbítero Fernando Arturo de Meriño en su obra Elementos de geografía física, política e histórica de la República Dominicana, publicada en 1867, asegura que la ciudad marítima de Santo Domingo tenía 10,000 habitantes.[4]
En 1887 fue realizado un nuevo censo por la curia, que evidenciaba un gran crecimiento: la población fue fijada ahora en 382,312 almas. Abad estimaba que en 1888 la población dominicana era de 415,000 a 416,000 habitantes. Este crecimiento lo confirmaba un estimado de 458,500 habitantes en 1898, realizado por el Obispo de Santo Domingo, Fernando Arturo de Meriño. Las ciudades más pobladas para entonces eran Santo Domingo, Santiago de los Caballeros, Puerto Plata, Azua, Monte Cristi y El Seibo.
Samuel Hazard, quien vino a la República Dominicana como parte de la Comisión Norteamericana enviada por el presidente norteamericano Ulises Grant, visitó la ciudad de Santo Domingo en 1871 y la denominó “un lugar viejo y extraño” donde “ninguna mano del progreso” era visible. Hazard también afirmó:
En realidad, es dudable si la ciudad de Santo Domingo, bajo cualquier circunstancia, se convertirá jamás en un gran centro comercial… Aún su posición como capital será debatida, creo, por la ciudad del interior, Santiago, la cual, localizada en el centro de la isla, en medio de una región agrícola de la más alta calidad, con comunicaciones por vía acuática a todas partes, tendrá, ayudada por el ferrocarril, el poder decisivo de la isla, convirtiéndose en una segunda Chicago.[5]
En 1893 la población de la ciudad de Santo Domingo había aumentado a 14,072 habitantes. Santo Domingo tenía para entonces en término de calles, cuarteles municipales, edificios públicos, centros de enseñanza, casas, bibliotecas, plazas, centros de servicios y negocios, la siguiente configuración:
Calles, de Norte a Sur: 15; calles de Este a Oeste: 19; cuarteles municipales: 6; Iglesias Católicas: 14; Protestantes: 1; Edificios Públicos: 33; casas altas: 293; bajas: 2,354; Establecimientos de Enseñanza Públicos: 20; particulares: 17; Bibliotecas Públicas: 4; Librerías: 4; Periódicos Nacionales: 12; Talleres de pintura, fotografía, escultural, fundición, herrería y maquinarias: 6; Abogados: 20; Notarios Públicos: 5; Ingenieros, agrimensores y maestros de obras: 12; Médicos: 18; Boticas: 10; Dentistas: 4; Asilos de Beneficencia: 3; Manicomio: 1; Sociedades Literarias: 3; Filantrópicas: 10; de recreo: 6; filarmónica: 1; religiosas: 6; coches de alquiler: 23; particulares: 24; carretas: 135; vagones: 11; Fábricas comerciales: 20; Parques: 3; Plazas y Plazoletas: 8; Cementerios: 2; Alumbrado público (faroles): 356; Hoteles, cafés, restaurantes: 11; Clubs: 2.[6]
En 1898 el padre Meriño fijaba la población de Santo Domingo en 20,000 habitantes. Para finales de los años ochenta, el crecimiento de la capital fue mucho más espectacular que el de Santiago, lo cual resultó en una población dos veces mayor a finales de los años noventa. En ese mismo período la común de San Pedro de Macorís creció, gracias al azúcar, de una pequeña aldea a una ciudad de unos 8,000 mil habitantes. La explosión demográfica y urbana del Sur frente al Cibao queda claramente ilustrada.
El gobierno de ocupación norteamericano, que presidía el general Thomas Snowden, mediante la Orden Ejecutiva No. 552 dispuso la realización de un Censo Nacional de Población y Vivienda entre el 19 de enero y el 24 de diciembre de 1920.
El Censo de 1920 arrojó que la República Dominicana estaba integrada por 894, 652 personas, de las cuales el 16.4%, equivalente a 146, 652 personas, vivía en la ciudad de Santo Domingo. Para entonces, existían 12 provincias y sólo cuatro (Santo Domingo, Santiago, La Vega y Azua) contaban con más de 100 mil personas, de las cuales la mayoría vivía en la zona rural. Estos datos revelan que el país para entonces era una especie de pequeña aldea pobre y deshabitada.

Estos y otros datos de carácter socioeconómico y legal le sirvieron de apoyo al gobierno norteamericano para implementar el Sistema de Torrens de tenencia de la tierra, el cual establecía el derecho a la propiedad de la tierra de todos aquellos que pudieran probar su ocupación por más de 10 años. En este tiempo se hicieron comunes las falsificaciones de títulos de propiedad, ocasión que aprovecharon los inversionistas norteamericanos y de otras nacionalidades para formar grandes emporios azucareros y latifundios ganaderos de la región Este.
Este hecho contribuyó a que muchos campesinos del Este, del Suroeste y del Cibao fueran despojados de sus tierras por carecer de títulos de propiedad y se vieran estimulados a combatir a las tropas norteamericanas entre 1917 y 1922, realizando rebeliones como la de los “Gavilleros” en San Pedro de Macorís, La Romana, Hato Mayor y el Seibo; de Olivorio Mateo en San Juan de la Maguana y la Barranquita, en Valverde Mao.
El Censo de 1935, dirigido por el profesor Juan Bosch, arrojó una población total en el país de 1, 479, 417 habitantes, casi el doble en tan sólo 15 años, lo que evidencia que hubo cambios significativos en la composición de la población dominicana. Esto se explica en virtud de las inmigraciones constantes de extranjeros que hubo en ese periodo y a las campañas sanitarias realizadas por el gobierno de ocupación militar norteamericano que permitieron combatir el paludismo, enfermedades venéreas como la sífilis y los parásitos intestinales que afectaban mayormente a la población dominicana de las zonas rurales, que andaba descalza.
El Distrito de Santo Domingo, que ocupaba el primer lugar en 1920 pasó en 1935 a ocupar el sexto lugar con 102, 697 personas, por debajo de las provincias Santiago, La Vega, El Seibo, Duarte y Presidente Trujillo (hoy San Cristóbal). Esto se debió, entre otras cosas, al impacto negativo que tuvo el ciclón de San Zenón en la ciudad de Santo Domingo, a las medidas restrictivas puestas en práctica por el Gobierno para limitar el acceso de la población campesina a las ciudades y a los diferentes estímulos dispuestos por Trujillo para la población campesina para disminuir la migración del campo a la ciudad.
En el año 1935 el Senado de la República Dominicana aceptó la Ley que cambió el nombre a la ciudad de Santo Domingo por el de Ciudad Trujillo, junto a la Cámara de Diputados. Para el año 1942 el voto de los senadores favoreció que se diera carácter constitucional al cambio de nombre de la ciudad de Santo Domingo por Ciudad Trujillo. El premio que recibieron los senadores por esa afrenta fue la prolongación de su periodo de gestión de cuatro a cinco años.
Para el censo de 1950, la población dominicana llegó a 2, 135,872 habitantes. El país estaba dividido 19 provincias y el Distrito de Santo Domingo. Las cinco demarcaciones más habitadas eran Santiago, con 259,947; Distrito de Santo Domingo, con 239,464; La Vega, con 195,424; Trujillo, con 164,674, y Duarte, con 164, 400. Estos datos revelan que al cumplirse 20 años del establecimiento de la dictadura de Trujillo los controles de la migración de la población campesina a las ciudades habían sido flexibilizados.
A partir de 1950 se inicia la construcción de ensanches y barrios en Santo Domingo y en Santiago para alojar militares, policías y empleados del Gobierno, entre los que destacan Ensanche Ozama, Ensanche Luperón, Mejoramiento Social y María Auxiliadora. De igual manera, inicia el proceso de construcción de barrios marginales como Cristo Rey, La Zurza, Capotillo, El Aljibe (hoy Simón Bolívar), Las Cañitas, Gualey, Guachupita, Los Guandules, La Fuente, Los Mina, Los Tres Brazos y otros en las márgenes oriental y occidental de los ríos Ozama e Isabela, debido al monopolio cada vez más creciente de los Trujillo sobre la tierra en los campos. Esta situación obligó a Trujillo a declarar para el año 1956 de utilidad pública los terrenos cañeros de las inmediaciones de Santo Domingo que estaban en mano de la familia Vicini para que los sectores pobres pudieran construir sus viviendas.
En el censo de 1960, en los días finales de la dictadura de Trujillo y teniendo como presidente títere al doctor Joaquín Balaguer, los habitantes de la República Dominicana eran 3, 047,070. Las provincias habían aumentado a 26, incluido el Distrito Nacional. La población estaba concentrada en cuatro demarcaciones.
El Distrito Nacional volvió a ocupar el primer lugar con 466,830 habitantes, Santiago tenía 291,690, San Cristóbal 252,280 y en La Vega 247,150. Esto pone de manifiesto que los controles migratorios internos eran muy exiguos, en virtud de los múltiples frentes externos que para entonces tenía abierto el Gobierno, a propósito de las expediciones armadas y las constantes visitas de la comunidad internacional, a través de organismos como la OEA y la ONU, en virtud de los múltiples intentos de asesinato de presidentes latinoamericanos, algunos consumados y otros fallidos.

De acuerdo con los datos arrojados por el censo de 1970 la población dominicana ascendió a 4,009,458 habitantes. El país estaba dividido en 26 provincias y el Distrito Nacional. La Romana era la nueva provincia. El Distrito Nacional, con 813,420 habitantes; Santiago, con 385,625; San Cristóbal, con 324,673, y La Vega, con 293,573, tenían más del 30% de la población nacional. Estos datos revelan de forma evidente que la ciudad de Santo Domingo y sus alrededores era el punto de atracción fundamental de la población que habitaba la República Dominicana, al situarse muy próximo al millón de personas.
El censo de 1981 arrojó que el país estaba habitado por 5, 545,741 personas. La división territorial era la misma: 26 provincias y el Distrito Nacional. El Distrito Nacional, Santiago, San Cristóbal y La Vega encabezan la cantidad de habitantes. En el año 1981, el Distrito Nacional tenía una población de 1, 540, 786 habitantes, lo que le permitió casi duplicar la población que tenía en 1970, debido a la intensificación de la migración del campo a la ciudad de Santo Domingo, por ser el principal centro de producción industrial, comercial y administrativo del país.
La República Dominicana tenía, según el censo de 1993, una población de 7, 293,390 habitantes. El país estaba dividido en 29 provincias y el Distrito Nacional, siendo la población de este último de 1, 315, 208 habitantes. En esta ocasión se pone de manifiesto una tasa de crecimiento negativa en la ciudad de Santo Domingo, lo que se debe a los controles de natalidad impulsados por el Estado e instituciones privadas como Profamilia, lo que se ha reflejado en una disminución significativa de la tasa de fecundidad. De igual manera, ha influido la emigración al extranjero, que entre los años 1960 y 1990 ascendió a la astronómica suma de más de un millón de dominicanos hacia los Estados Unidos y más de 200 mil hacia Europa.
En octubre de 2001 el Congreso Nacional aprobó la Ley 163-01 que redujo considerablemente el Distrito Nacional a los márgenes occidentales de los ríos Ozama e Isabela por el Este y el Norte, el mar Caribe por el Sur y la Avenida Gregorio Luperón por el Oeste, al tiempo que creó la provincia Santo Domingo, con cuatro municipios: Santo Domingo Este, Santo Domingo Norte, Santo Domingo Oeste y Boca Chica. A lo que antes era el Distrito Nacional actualmente se le denomina el Gran Santo Domingo.
El censo de 2002 determinó que el país tenía 8, 562,541 habitantes. El país estaba integrado por 31 provincias y el Distrito Nacional. Los centros poblacionales más habitados eran Santo Domingo, el Distrito Nacional, Santiago, San Cristóbal y La Vega. El Gran Santo Domingo tenía 2,731, 294 habitantes, teniendo la provincia de Santo Domingo 1, 817, 754 personas y el Distrito Nacional 913, 540 habitantes.
El Censo de 2010 arrojó una población total de 9, 445, 281, distribuida en 31 provincias y el Distrito Nacional. El Gran Santo Domingo elevó la cantidad de habitantes en este censo a 3, 339, 410 habitantes, de los cuales la provincia Santo Domingo tenía 2, 374, 370 personas y el Distrito Nacional 965,040 habitantes.
El Informe General de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) dio cuenta que el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2022 arrojó una población total de 10,773,983 personas. De ese total 2,769,588 personas pertenecen a la Provincia Santo Domingo y 1,029,110 personas corresponden al Distrito Nacional. Esto revela que el Gran Santo Domingo alcanzó una población total de 3,798,698 personas, lo que significa que el 35.2% de la población dominicana en ese momento vivía en la zona metropolitana.
Los censos de población del último siglo, pero sobre todo de 1950 hasta el 2022, revelan que la ciudad de Santo Domingo tiene la preeminencia en el proceso de urbanización y en la migración rural-urbana. Esto explica que más de la tercera parte de la población migrante interprovincial es atraída por la capital de República Dominicana y se ha constituido en el centro urbano de mayor tamaño en el Caribe.
Al proceso de modernización creciente del país en todos los órdenes a partir de la primera ocupación militar norteamericana de 1916-1924, contribuyeron de forma significativa el gobierno de Horacio Vásquez entre 1924-1930, la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo entre 1930-1961, los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer 1966-1978 y 1986-1996, los gobiernos del PRD 1978-1986 y 2000-2004, los gobiernos del PLD de 1996-2000, 2004-2008, 2008-2012, 2012-2016 y 2016-2020, así como también los gobiernos de Luis Abinader 2020-2024 y 2024-2028. Sin embargo, es importante indicar, que ese proceso ha tenido un costo muy elevado en términos económico, social y político para la República Dominicana.
En el país se ha establecido una amplia red de carreteras y autopistas que al presente supera los 20 mil kilómetros, lo que ha convertido a la República Dominicana en uno de los países de mayor densidad vial de América Latina, superando así el aislamiento a que estuvo sometida por más de cuatro siglos.
El 10 de diciembre de 1990 la Ciudad Colonial de Santo Domingo fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO) en la 14ta. Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural celebrada en Banff, Alberta, Canadá.
La Ciudad Colonial o centro histórico de Santo Domingo tiene una superficie de 106 hectáreas, delimitada por murallas, baluartes y fuertes, 32 calles que entrecruzan las 116 manzanas y construcciones de uno o dos niveles con muros de piedra, ladrillo o tierra. Su trazado original, la escala de sus calles y sus edificios se conservan casi intactos; es el único centro urbano vivo que conserva sus características del siglo XV. Con su conjunto monumental y sus edificios góticos, únicos en esta región del continente, la Ciudad Colonial de Santo Domingo conserva en esencia la estructura, el uso y las funciones que caracterizaron a las primeras construcciones en el momento de su fundación, preservando su integridad y autenticidad.
Desde 1990 ha sido sometida a un amplio proceso de remodelación y revitalización con el propósito de preservar el invaluable patrimonio y tesoro histórico que representa. En la actualidad la Ciudad Colonial es la zona turística más trascendente de Santo Domingo y uno de los lugares más frecuentados por los turistas nacionales y por los extranjeros que visitan la República Dominicana.
A partir de un cotejo entre las proyecciones de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) para el 2025 y los datos que suministran los diferentes organismos internacionales con presencia en la República Dominicana, en la actualidad el país cuenta con una población total de 10,878,267 personas, a cuyo crecimiento el Gran Santo Domingo aporta un 35.9%, relativo a 3,905,298 personas, razón por la cual se puede afirmar que la Región Metropolitana de Santo Domingo es el centro de mayor concentración urbana del Caribe, seguido de La Habana, Cuba, con aproximadamente 2,132,394 personas.
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[1] Fernández de Oviedo, Gonzalo. Historia General y Natural de las Indias Tomo I. Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1851, p. 52.
[2] De las Casas, Bartolomé. Historia de las Indias, Tomo I, Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1956, p. 449.
[3] Marte, Roberto. Estadísticas y documentos históricos sobre Santo Domingo (1805-1890). Santo Domingo, Museo Nacional de Historia y Geografía, 1984.
[4] Meriño, Fernando Arturo. Elementos de Geografía Física, Política e Histórica de la República Dominicana. Santo Domingo: Imprenta de García Hermanos, 1867, p. 84.
[5] Hazard, Samuel. Santo Domingo, su pasado y presente. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2012, p. 225.
[6] Paulino Ramos, Alejandro. Censos Municipales del Siglo XIX y otras estadísticas de población. Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2008, pp. 115-119.
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