Los amigos del barrio pueden desaparecer/Los cantores de radio pueden desaparecer/Los que están en los diarios pueden desaparecer/ La persona que amas puede desaparecer/Los Dinosaurios/Charly García

Era  un sábado al mediodía, de esos potenciales sábados   para ejercer   los  teteos etílicos y  moderados entre  amigos aleatorios -divertidos y apocalípticos -.

De esos sábados brillantes como un limoncillo acabado de violar, de esos cuando el  calor derrite neuronas y la soledad alza vuelo, tras una larga caminata, opté por   sentarme  en uno de los bancos de hierro que tantas  nalgas  de todos los colores han acogido  en el Parque Duarte de la Ciudad Colonial, todavía para muchos el  Parque de los Tecatos y Maricones. El extinto Freddy Beras Goico, nuestro querido Papá Pegón,  alguna vez chubó a las huestes sistémicas  contra esa cosa que hiede y molesta.

Me ubiqué frente al colmado -túnel del banilejo Pablo, su  bodeguita del medio sin ser la vetusta estrella rutilante de la que todavía sobrevive en la Natimuerta Vieja Habana. Al final del colmado -túnel,  está el baño con su oscuridad y su hilo musical nocturno  proveniente del vecino bar remachado.

De repente, alzo mi vista y me sorprende un coro de palomas chimiando en el edificio de al lado. Según los rumores,  el edificio de la esquina será en el futuro otra Casa XVI o un exclusivo hotel butí.

Las palomas.

Volviendo a libar, de  regresó a la tierra, observo a  un inmigrante haitiano  sentado en un block comiendo tres tostones y dos piezas de pollo bañadas en  espumoso cachú, a su lado,  una gata blanquinegra  lo acompaña  oliendo el suelo como  buscando sobras para comer. Cada uno que se busque lo suyo, mesié .

Y entonces es cuando pienso en ese fenómeno global de la gentrificación. Escribiendo esto leo que el David de los turismos justo  inauguraba el remodelado y  vacío,  como una pista de aeroplanos, Parque Duarte. ¿Qué dirá Yura?

La gentrificación es simplemente te compró tu propiedad  a  precio de vaca muerta para que yo,  con más dinero que tú, viva en un espacio con todas las comodidades que con mi dinero  es posible disfrutar, diferente a ti , que nunca pudiste tener servicios públicos seguros y de calidad por tu eterna condición de pobretón.

A precio de vaca muerta

Lo de quítate tú pá ponerme yo,  pasó y pasa en Nueva York, París y Buenos Aires. Dirán que son los tiempos y el capitalismo  postmoderno (¿todavía se habla de lo postmoderno?) . Lo cierto es que , y todos lo sabemos, arrancar de raíz  lo que sea es un desgarro, como los duelos o las heridas de la vida, aunque hayas vendido bien, siempre habrá un lagarto blando que caminará las paredes de tu corazón.

A precio de vaca muerta

José Arias

Periodista y escritor

Periodista y escritor

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