Ha llovido mucho desde que Adán y Eva abrieran sus ojos y se dieran cuenta de que estaban desnudos (Génesis 3:7).
La desnudez pasó a ser una vergüenza. Un símbolo del pecado. Sin embargo, en el libro, "Olor a ti", de la autoría de José Espinosa Féliz (Barahona, República Dominicana), Editorial Santuario, 2024, es la desnudez vista como un acto de inocencia, de belleza y de pureza, como lo era justo antes de la "Caída" de la pareja original que vivía en el Jardín del Edén.
En su poesía, se descubre la carne. Las heridas son el texto que reivindica al hombre. Lo eleva hacia su dignidad. Haciendo de lo que podría ser una tortura, a una muestra de orgullo y resiliencia:
"El látigo que te azotó está
desarraigado; podrido por la
carne impregnada de
tu cuerpo.
Aquellos brazos que no
pudieron doblegar tu
voluntad ni cambiar tus pensamientos,
ahora están menguados y
el cerebro del verdugo,
desvaído por la maldad.
En tu espalda están las secuelas
de la resistencia: raíces
de carnes tejidas por el
dolor y el decoro.
Esa dignidad no morirá,
plasmada está en los genes
de tu descendencia". (Resistencia). Pág.78.
Pero ese cuerpo desnudo va más allá de lo propiamente humano. Está esparcido en todo nuestro entorno. La intervención del hombre solo sirve para inventar un vestido de dolor. Mientras que, la naturaleza lo desgarra y muestra su piel lozana resurgida de la desgracia:
"Heridas en tu cuerpo, llagas
incurables por el fuego que
como fieras salvajes devoran
tu existencia.
Tu piel se ahoga, estornuda
humos y casi muere de sed.
Tu respiración se vuelve asmática,
es lenta la recuperación,
curitas me invento, semillitas
germinan y las injerto en tu
epidermis reseca, la humedezco y
busco ungüento que calmen
el dolor.
En tus montañas vírgenes, las nubes
se preñan y los poros húmedos
esparcen sus lenguas y lamen en
las profundidades de
tus follajes.
Las aguas acarician los árboles y
expanden tus venas, corren dando vida
y un sonido musical se escucha en
las cavernas, cascadas en los meandros
de tu existir". (La naturaleza y sus contrastes). Pág.74.
Lo puro, lo esencial, las emociones más profundas gravitan desnudas. El amor, el más noble de los sentimientos, es presentado por el autor de "A corazón abierto", totalmente despojado de atuendos banales. Es, simplemente, amor:
"Si ves el amor vestido de
fantasma o te persigues
con algún atuendo,
aunque te sonría y sea amable,
sosláyalo.
El amor se presenta desnudo,
muestra la radiografía de
su sentir,
sin máscara como un cielo
transparente, como un sol de
medio día, como una noche
de plenilunio, límpido como
agua de profunda franqueza.
El amor desnudo sobrepasa la
veneración de las deidades
mitológicas, en los niños sus
sonrisas desvelan la idiosincrasia
de una expresión pura,
como pura es el alma del amor".(El amor desnudo). Pág.15.
Espinosa, dueño de una escritura elegante y llana a la vez, nos impregna de esa sensación que hilvana nostalgias, anhelos. Nos traslada a esos instantes íntimos de desnudez, donde nos convertimos en día, en noche, en cielo, en tierra, en carne, en alma:
"La fragancia de tu piel
es como polvo esparcido
en mi mundo,
envuelven mi cuerpo
de recuerdos intangibles
como el viento;
y momentos te acaricia
y otras veces como látigos
atormenta la existencia.
Esos recuerdos son como
gotas de lágrimas en el
corazón que corroen
lentamente y poco a poco
perforan el alma".(Esos recuerdos) Pág.47
Pero ese despojo de lo que nos cubre, ha sido representados por muchos escritores del mundo con diferentes interpretaciones. George Orwell (India, 1903-Inglaterra, 1950), en su novela "1984″, nos presenta el desnudo como un ente liberador. Algo corrupto, que se vuelve incorruptible:
"Deprisa, entre los crujidos ocasionales de las ramas, recogieron el camino de regreso al claro. Una vez en el círculo de árboles, Julia se volvió hacia él. Los dos estaban jadeantes, pero en la comisura de sus labios había reaparecido la sonrisa. Se quedó mirándolo un instante, luego toqueteó la cremallera del mono. Y, ¡sí!, ocurrió casi como en su sueño. Casi con la misma habilidad que había imaginado, se quitó la ropa y la arrojó a un lado con aquel gesto majestuoso que parecería aniquilar a toda una civilización. Su cuerpo brilló blanco al sol. Pero por un instante Winston no se fijó a su cuerpo; sus ojos estaban clavados en el rostro pecoso y en aquella sonrisa vaga y descarada. Se arrodilló ante ella y cogió sus manos entre las suyas". (Segunda parte, capítulo 2)
En "La mujer", el profesor Juan Bosch (La Vega República Dominicana, 1909-2001), desnuda su canto. Lo lleva al silencio, allí donde existe el ruido, pero no se oye. La carretera está completamente vacía y completamente llena de miseria. Su desnudez se extiende a los escasos cuerpos que la habitan en su cruel e imponente desabrigo:
"La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, con un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos. No la quemaba el sol; tan solo sentía dolor por los gritos del niño. El niño era de bronce, pequeñín, los ojos llenos de luz, y se agarraba la madre tratando de tirar de ella con sus manecitas. Pronto iba a la carretera a quemar el cuerpo, las rodillas por lo menos, de aquella criatura desnuda y gritona". (Párrafo seis)
André Breton (Francia, 1896-1966), se posa en una desnudez frágil. El genio superrealista, compone versos vestidos, que luego desviste:
“Tuve tiempo de posar los labios
sobre tus muslos de vidrio". (En la bella penumbra de 1934).
Nuestro autor, José Espinosa Féliz, que además de escritor, es también ingeniero civil, recaba con este trabajo literario , los valores y pormenores que esos grandes ilustres de la letras, tomaban en cuenta a la hora de escribir. Y es que la poesía de José, explora en este poemario lo más profundo de la desnudez del ser humano, del medio ambiente, de las cosas:
"Quedo Atrapado al pie de la
mañana por el disparo que
hiere el aroma en mi olfato.
Me levanto, tomo la taza de del
café colado de tus manos y
una granada de esencia explota
en mis sentidos y saboreo
a gusto el líquido negro que
entona mi pasión.
Te marchas, aunque sé que es
efímera tu partida,
con un olor a tu ausencia
permanecen las tazas vacías
y el día queda rasgado
de heridas".(Olor a tu ausencia). Pág.56
La bolerística, la musicalidad en sus composiciones poéticas, hace de la piel del ser amado, un pentagrama en blanco, desnudo, a la espera de la acentuación melódica de las notas:
"Es una locura,
el mundo está en mis sueños,
es solo mío y de tus recuerdos
aturdido de emociones, cada
segundo alimentan existir.
El mundo está en mis sueños y
tú estás aquí
conmigo en la oscuridad.
Dibujo tu cuerpo con mis manos
que se detienen en cada estribación
de tu rostro, me deslizo sobre tus
pechos y elevo a la cima de tus
lindes ovaladas y toco en los
pináculos tu sensibilidades.
Respiro profundo y la suavidad
de las curvaturas que derivan
al centro de tu figura perfecta.
En mis pensamientos moldeo
tu escultura, mientras mis
manos se mueven, escucho
un sonido, luego melódicas
asonancias como si tu cuerpo
interpretará un
pentagrama musical".(El pentagrama de tu cuerpo).Pág.36.
Su proceso escritural, sobrio por demás, abraza las palabras que yacen solas en el poema, con ese toque de silencio que, al mismo tiempo, dice tanto y dice poco; dice nada y lo dice todo. En "Solidaridad", esa pausa que prosigue al "No", nos invita a reflexionar y a descubrirnos:
"No.
No solo tu corazón está
derramado como cristales
esparcidos por la nada.
No, no solo tu alma vuela
sin encontrar donde posarse.
No.
Tu dolor no es solo tuyo, es
nuestro.
Donde un corazón sufre,
encontrará otros derrumbados
en el mismo instante, en la
misma maltrecha respiración
que punza como puñal y gota
a gota desangra la vida.
No,
tu dolor no es tu dolor, es
nuestro.
Nuestras almas se abrazan en
un espacio infinito de
solidaridad".(Pág.50)
Al abrir el prólogo del libro objeto de este artículo, el destacado intelectual Rafael Nino Féliz, afirma: " Más allá del aspecto ficcional y estético, la presente obra, de la autoría de José Espinoza Féliz, constituye un texto trascendente que habrá de servir como referencia de nuestro quehacer literario, pues el trabajo de transformación del lenguaje que se produce en el mismo para construir sus versos, y convertirlos en cantos de carácter lírico, recorre casi la totalidad de sus páginas". Y es que el lirismo presente en esta obra poética es de admirar y de disfrutar en una tarde tranquila, justo al desnudarse el día:
"Se desgasta el día en angustias,
al ver la agonía del crepúsculo,
y la noche resurge complacida
con la alianza soterrada del sol.
Una efímera felicidad la envuelve
en neblinas y oscuridad,
así muere la noche cuando
languidece el alba.
De nuevo el día toma fuerza
y una sonrisa de fuego,
un halo brillante renace como
el ave fénix.
Así es el cosmos y su existencia
universal: libre, cronológico e
inalterable".(Agonía del crepúsculo) Pág.31
He aquí una obra, donde nuestro autor desnuda los sentidos. Haciendo de lo visual, de lo audible, de lo olfativo, de lo táctil y del paladar, una metáfora de lo inocente, de lo bello y de lo puro que puede ser el arte poético.
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