Morir es verse se alza como una de las propuestas más intensas y rigurosas de la poesía dominicana reciente. En este poemario, Eloy Alberto Tejera articula una sensibilidad urbana aguda, una ontología del despojo y un lenguaje que se mueve entre la dureza y una sorprendente delicadeza. Mirarse —en su universo poético— implica quebrarse; la ciudad hiere y revela; la fragilidad se convierte en el lugar más lúcido del ser.

El libro rehúye el consuelo. Prefiere la verdad: una verdad húmeda, precaria, como lluvia sobre cartones. De ahí su potencia: obliga al lector a verse sin adornos, a soportar la intemperie de sí mismo.

La muerte simbólica como principio estético

El título condensa la tesis central del volumen: para verse hay que morir un poco. Tejera propone una muerte simbólica que desmonta al yo, lo libera de identidades prefijadas y lo expone a su fragilidad esencial. «Para verme tuve que caer del nombre», escribe, sintetizando el gesto de despojo que atraviesa el libro.

Su poética dialoga con las vanguardias y con los modernismos tardíos, pero no desde la imitación, sino desde la metabolización. Tejera actualiza tensiones clásicas —la crisis del sujeto, el desarraigo, el temblor interior— y las sitúa en un paisaje urbano donde lo filosófico y lo cotidiano se rozan sin cesar.

Escritura desde la grieta

«Escribo desde la grieta», afirma en uno de sus versos. Y esa grieta es el espacio del poemario: un presente continuo donde todo ocurre ahora, incluso lo que duele. Las imágenes punzantes y la ironía reveladora construyen un “yo dimensional”, fracturado y consciente: «Soy el que mira, el que es mirado y el que ya no está».

En Tejera, la palabra no describe; arde. La poesía se convierte en un acto de combustión interior, una forma de pensar desde el filo.

Morir es verse: revelación y despojo en la poética de Eloy Alberto Tejera

La épica mínima de la errancia

Uno de los sectores más memorables del libro es Bajo la carpa enemiga, donde el sujeto poético se desplaza en un entorno hostil, casi como un náufrago urbano: «me desplazo, nado, y no zozobro en aguas de la burla». La épica aparece degradada, vuelta precariedad: «Huyo, huyo, ah qué epopeya tan descalza».

Entre esa intemperie, el yo encuentra pequeñas reservas de sentido: «Un pedazo de tela azul… me recuerda el cielo». La esperanza, en Tejera, no proviene de grandes gestos, sino de fragmentos mínimos de luz.

El espejo animal: ética de la supervivencia

En El perro callejero, la vulnerabilidad adquiere densidad simbólica. El animal realengo se convierte en reflejo moral del ser humano: «te han vuelto un huesudo hermoso». La belleza aquí nace del desgaste, no de la pureza.

El hambre aparece como fuerza estructurante: «la pedagógica virtud de todos los dientes». Y la temporalidad del animal —ajena a la angustia humana— resume una sabiduría elemental: «¿Y el tiempo? / No le importa al can».

Eloy Alberto Tejera, poeta y narrador.

Ciudad, fragilidad y revelación

Poemas como Frágil la contemplación o Desde mi condición profundizan en la construcción de una ciudad exhausta, desgastada, casi inútil como soporte vital. Y, no obstante, es allí donde la introspección se afila: la mirada se vuelve más honesta, el pensamiento más punzante. Lo urbano no es para Tejera un escenario: es la matriz existencial del sujeto contemporáneo.

Una obra necesaria

Morir es verse es un libro de fracturas, de vigilias, de despojos luminiscentes. La voz que allí se despliega —urbana, crítica, vulnerable y feroz a la vez— construye una poética imprescindible para entender cierta sensibilidad dominicana contemporánea.

El poemario no busca la redención. Busca la revelación. Y la consigue. Porque su mayor fuerza radica en atreverse a mirar —y a mirarse— hasta sus últimas consecuencias, haciendo de la poesía un espejo implacable donde el ser aparece, desnudo y verdadero.

Ike Méndez

Poeta, educador y ensayista

Ike Méndez es ensayista y metapoeta dominicano. Coautor de obras como *"San Juan de la Maguana, una Introducción a su Historia de Cara al Futuro"* (Primer premio en el Concurso Nacional de Historia 2000) y *"Símbolos de la Identidad Sanjuanera"* (Segundo premio en 2010). Ganó el Segundo premio en el Concurso de Literatura Deportiva “Juan Bosch” (2008) y colaboró en la serie *"Fragmentos de Patria"* de Banreservas. También coeditó las antologías *"Voces Desatas"* (poesía, 2012) y la primera antología de cuentistas sanjuaneros (2015). Ha publicado seis poemarios: *Al Despertar* (2017), *Flor de Utopía* (2018), *Ruptura del Semblante* (2020), *Baúl de Viaje* (2022), *Al Borde de la Luz* (2023) y *El Joyero de Ébano* (2024), que reflejan una evolución poética constante. E-mail: jemendez@claro.net.do

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