En comparación con la del inglés o del francés, la ortografía española es más transparente. Lo que en español es ojo, en inglés se escribe eye y se pronuncia [ái̭]. La palabra española pájaro, en francés se escribe oiseau y se dice [wazó]. Pero, a pesar de la mayor correspondencia en español entre la forma ortográfica y la expresión verbal, la escritura siempre será una simple representación visual, arbitraria, de la realidad hablada en cualquier lengua. Por eso, también en español las letras son un reflejo inexacto e impreciso de los sonidos, como demuestran los siguientes ejemplos:

a. La hache frente a su ausencia: hola / ola; hasta / asta

b Diferentes letras para un mismo sonido: gente / jefe; queso / caso; sabia / savia

c. La misma letra para sonidos distintos: gigante; raro; cacique

Además, en la juntura fonética, la ortografía francesa refleja mejor la realidad oral que la española. Por ejemplo, se escribe la femme (la mujer), pero l’amie (la amiga), porque la a del artículo la se une en la pronunciación con la inicial del nombre amie. El español también fusiona fonéticamente ambas vocales y se dice l’amiga, pero se escribe la amiga, en desacuerdo con la pronunciación.

¿Cuál es el origen de la h en español?

A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la actualidad la letra h no representa ningún sonido. Desde el punto de vista etimológico, hay tres tipos de h en español:

  1. Una h es realmente etimológica, heredada de la raíz latina o de otra lengua de la que procede la palabra:

haber, hombre (del latín habere y hominem, respectivamente)

himno y horizonte (del griego, a través del latín)

hamaca (del taíno)

  1. Otra h es castellana, producto del cambio que convirtió en h aspirada (sonido similar al del inglés en ‘hot’) la f inicial de palabra en latín. La aspiración propia de la h fue eliminada posteriormente de la pronunciación y quedó la letra h, sin valor fonético:

hijo (de filium), hacer (de facere), hembra (de femina), hoja (de folia).

También tiene origen castellano la h de algunas palabras que comenzaban con g en latín: hermano (de germanus), hielo (del latín gelu).

  1. La última es una h ficticia, un artificio gráfico que surgió por razones de conveniencia ortográfica:

hueso (del latín ossum). No hay h en otras palabras con la misma raíz: óseo, osamenta.

huevo (del latín ovum). Tampoco llevan h palabras de la misma familia de huevo, como ovario, ovalado, ovíparo.

La anteposición de la h al diptongo ue– se explica por el hecho de que antiguamente la v podía representar tanto a u como a v (se ahí, el nombre de uve). Por tanto, si se escribía ‘veso’ (por hueso) era posible leer ‘ueso’ o ‘beso’; y si aparecía ‘vevo’ (huevo), se podría entender como huevo o bebo.

¿Cuándo se escribe b y cuándo, v?

El español primitivo utilizaba la distinción entre la bilabial /b/ y la labiodental /v/, que existe en francés (bien: bien / (je) viens: vengo), en inglés (bet: apostar / vet: examinar) y en otras lenguas. Sin embargo, desde el siglo XVI, la oposición se perdió en español. Ambas consonantes se confundieron en una sola, la /b/. La labiodental /v/ desapareció y solamente quedó la diferencia en la escritura entre las letras b (be) y v (uve). En la actualidad, el sonido inicial de ‘burro’ y de ‘vaca’ es exactamente el mismo.

No hay manera segura de saber cuándo se escribe una o la otra. El único recurso útil para lograrlo es la lectura, la familiarización con la forma escrita. Por ejemplo, a la mayoría de las personas les resulta fácil escribir hombre con h, no porque aplican una regla aprendida en la escuela, sino porque han escrito y leído esa palabra frecuentemente. Lo mismo hay que hacer con palabras como ‘víbora’, ‘bienaventurado’, ‘herbívoro’.

Los manuales ofrecen ‘notas orientadoras’ que pueden ayudar. Entre las palabras que se escriben con b, se citan las formas del imperfecto de indicativo de la primera conjugación (amaba, cantaba), las palabras iniciadas con las sílabas bu-, bur– y bus– (burro, burla, buscar). Para ejemplificar el empleo de la v, se señalan los verbos terminados en –olver (volver, disolver), los términos que inician con eva-, eve-, evi– y evo– (evasión, evitar, evolución).

Algunas personas insisten en pronunciar la v como labiodental, apoyando el borde de los dientes superiores sobre el labio inferior. Esta práctica, inapropiada y afectada, implica el rescate artificial de un sonido totalmente olvidado y eliminado del sistema fonológico del español. Desde la perspectiva histórica, mantener la v en una conversación o al leer los términos vaca y vino es similar a hacer lo mismo con la h inicial de palabra, articulando un sonido aspirado, como la ‘jota’, que antiguamente se pronunciaba en hambre (jambre), hijo (jijo), hondo (jondo), hembra (jembra).

Orlando Alba

Linguista

Orlando Alba es un lingüista dominicano, socio de Honor de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina, ALFAL, miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y académico correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Fue condecorado por el Estado dominicano con la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, en el grado de Comendador. Ha sido catedrático de la PUCMM y de Brigham Young University. Su bibliografía incluye numerosos artículos en revistas especializadas y más de una docena de libros que analizan, principalmente, temas relativos al español dominicano. Con motivo de su jubilación, un grupo de colegas reconoció su carrera académica de más de 40 años con la publicación del libro ‘Estudios de lengua y lingüística españolas – Homenaje a Orlando Alba’ (Ed. Peter Lang SA).

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