Aunque las playas dominicanas son el principal atractivo turístico y motor económico del país, su preservación enfrenta serios desafíos. La oferta de sol y playa, la pérdida de manglares, la baja puntuación internacional en servicios ecosistémicos y la llegada masiva de sargazo presionan los frágiles ecosistemas costeros.

Frente a este panorama, autoridades, sector privado y hoteleros impulsan certificaciones ambientales y medidas de manejo sostenible para mantener la calidad y atractivo de las playas.

Y no es para menos, República Dominicana, bordeada por el mar Caribe y el océano Atlántico, cuenta con más de 200 playas. Desde Bahía de las Águilas hasta playa Rincón, sus arenas blancas, cocoteros y aguas azules conforman paisajes únicos que son, al mismo tiempo, un poderoso atractivo turístico, una fuente vital para la economía y un recurso natural que merece ser protegido.

Los datos indican que el 50.5 % visitó Quisqueya por la calidad de las playas en 2024, que se tradujo en unos 4,310,529. Asimismo, el 15.3 % eligió el país por su clima, mientras que el 11.9 % por la hospitalidad, de acuerdo con el Ministerio de Turismo (Mitur) y el Banco Central (BC).

Sin embargo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que La Altagracia acoge 2,240 visitantes internacionales por kilómetro cuadrado. A nivel nacional, a 2022 se registraron 150 extranjeros por kilómetro cuadrado, más de tres veces que los 38 visitantes registrados en 1995.

No obstante, específica que la oferta “all inclusive” impide que los viajeros extiendan su experiencia fuera de los hoteles y así beneficien otros negocios, acción que dependerá del desarrollo de nuevas experiencias más allá del sol y la playa.

Además, el Environmental Performance Index afirma que el país está en los últimos lugares del mundo en preservación de servicios ecosistémicos.

Asimismo, se registra una “pérdida importante de manglares” que se debe, en buena medida, a la actividad turística sin planificación ni ordenamiento y con concentración geográfica.

Problemática que crece con el cambio climático

El Día Mundial de las Playas se celebra cada tercer sábado de septiembre como una iniciativa para concienciar sobre la importancia de proteger y conservar los ecosistemas costeros y marinos. Esta efeméride se instauró en 1986 a partir del proyecto International Coastal Cleanup.

Esto pone en invidencia las crisis medioambientales agravadas por el cambio climático. Cada año República Dominicana se enfrenta a una crisis ambiental por la presencia del sargazo, un alga marina que flota en las costas del Caribe.

El viceministro de Recursos Costeros y Marinos, José Ramón Reyes López, aseguró que el Ministerio de Medio Ambiente asume la responsabilidad de enfrentar la crisis que generan los arribazones de sargazo en las costas dominicanas, fenómeno que cada año causa mayores daños al ecosistema y al turismo.

Reyes comentó a Acento que el sargazo llega impulsado por el cambio climático y el calentamiento de los océanos, factores que han alterado corrientes marinas y vientos, indicando que no se trata de un problema exclusivo de República Dominicana, sino en la región del Caribe.

De acuerdo con sus estimaciones, en 2025 arribarían al Caribe entre 30 y 35 millones de toneladas de sargazo, de las cuales entre 3.5 y 4 millones impactarían directamente en las costas dominicanas, lo que, a su entender, afectará la biodiversidad.

El sector turismo aboga que en el proyecto de Ley de Residuos Sólidos contemple la recogida del sargazo. La recorrida del sargazo y su disposición final debe formar parte del proyecto de modificación a la Ley 225-20 sobre Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos, así entienden empresarios dominicanos.

La Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (Asonahores) indicó que las inversiones turísticas y hoteleras destinan recursos para preservar la costa frente a la llegada de sargazo y que la normativa vigente, al no disponer al sargazo como residuo, no permite mecanismos para su disposición final.

Sostenibilidad en las playas

Hoteles, sector privado y autoridades nacionales trabajan para proteger las playas y convertirlas en espacios seguros e inclusivos bajo los estándares internacionales de certificación de blue flag, donde cada playa certificada debe someterse a inspecciones anuales que garantizan su calidad ambiental.

Quisqueya aporta 26 playas certificadas distribuidas en destinos como Punta Cana, Bayahíbe, La Romana y Puerto Plata, lo que equivale al 0.5 % del total global.

La vicepresidenta de la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (Asonahores), Aguie Lendor, coincidió en que el sector privado ha jugado un rol clave en este proceso.

“Se genera una verdadera cadena de valor en torno al cuidado del litoral, que involucra no solo a los hoteles, sino también a operadores turísticos, comunidades locales y los propios visitantes”.

Pero la sostenibilidad no es solo una aspiración: es una necesidad urgente. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advirtió que, aunque el turismo dominicano se sostiene sobre su riqueza natural, también ejerce presión sobre recursos públicos y ecosistemas frágiles.

Más allá del prestigio, esta certificación se ha convertido en un activo tangible que impacta tanto en la reputación del destino como en el comportamiento del turista. La creciente demanda por destinos sostenibles está transformando las decisiones de viaje.

La certificación, otorgada por la Fundación para la Educación Ambiental (FEE), impone criterios rigurosos que incluyen gestión ambiental, seguridad, accesibilidad, educación ambiental y calidad del agua.

Karla Alcántara

Periodista. Abanderada por los viajes, postres y animales. Ha escrito sobre economía, turismo y cine. Ha cursado diplomados sobre periodismo económico impartido por el Banco Central, periodismo de investigación por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, finanzas por el Ministerio de Hacienda y turismo gastronómico por la Organización Internacional Italo-Dominicano.

Ver más