A propósito de la preinauguración de XIV Semana Internacional de la Poesía (04/08/2025)

"Nada puede grabarse en el espacio que no exista primero en la conciencia".

FJB

"Living is easy with eyes closed"

Paul Mccartney, John Lennon

(Strawberry Fields Forever)

"(…)cada mañana te veo en el espejo

tú eres yo

yo soy tú

en tu rostro barbado sobresale el hoyuelo en tu mentón

mi hoyuelo es mío

no es tuyo

no me apropio nada(…)"

Edián Novoa

"Padre"

"Hay navíos que navegan por dentro de tus ojos a tierras consteladas de sueños y distancias (…)" Federico Jovine Bermúdez es tanto nave que navega, como el navegar en sí. Nacido en tierra de poetas, San Pedro De Macorís, la palabra siempre fue para él el faro que guiaba su forma de vivir. Ido a los 73 años en enero del año 2017 una mañana que apenas marcaba las 6:00.  El libro "El amor siempre tendrá tu nombre (Poemas con todas mis angustias)" Alambique De letras Ediciones" publicado en el año 2013, aproximadamente cuatro años antes de su muerte, es un canto a la muerte misma, que, en su quehacer poético, ve acercarse a los umbrales de su vida.

"(…)Mares que surgen de las huellas grabadas en la niebla,

por el temblor del aire que vibra entre la espuma,


como el ala de un ave que alzaba su vuelo desde

tu voz eterna, viejo bardo que auguraste adónde irían los hombres que ocultos en los buques aguardaban temblorosos el imbatible retorno de


los sueños hacia el ánima sur de los espejos que en los puertos del mundo acunan las miradas donde el llanto y la muerte destruyen las efigies de los seres caídos bajo el sol, porque el puerto


ideal que les anuncias brotará del recuerdo de tu nombre suspendido como alga amorosa, o un destello de fuego que ilumina los caminos con
el eterno fulgor de tu voz, del amor y la palabra"
. (Pág.139)

Su nombre es orgullo de nuestra tierra, nos ha representado, dignamente, junto a otros reconocidos intelectuales, en antologías de prestigio. Autor prolífico. Dueño de un indudable carisma. Amigo de los amigos. Y una poesía que transciende más allá de lo propiamente poético. Demuestra en este libro, su amplia visión del futuro como un oráculo que percibe la muerte que se avecina:

"Tus manos vuelan a mis ojos con la misma levedad de las visiones surgidas del alma de los hombres que te contemplan cual el mágico sueño

de un universo construido al batir de tus alas.


Eterna realidad desde la cual convocas a todo el que me mira penar sobre la roca, cual nuevo Prometeo encadenado que intenta romper el hechizo que me condena a morir en esas manos


tuyas que habrán de destruirme cada vez que intentes desvirtuar el deseo de que vuelvas a cubrirme con tu cuerpo, para seguir esperándote

sobre la amarga roca que me aguarda”. (Pág. 126)

Invoca la palabra y la palabra trasmuta a deseo. Jovine transfiere la fuerza de su alma a esa voz que clama. Un ruego que vale la pena intentar cuando todo se ha perdido:

"(…)Si en verdad pudieras volver solo para decirme que has buscado mi voz entre las


sombras, mi aliento en tu memoria y el amor en tus sueños, sería eterno el recuerdo de todo lo ocurrido en los perdidos mundos del olvido…"
. (Pág. 15)

Morir, a veces, es más reconfortante que ser olvidado. El olvido, en la poesía de don Federico, es un elemento que se presenta como una sentencia. Una condena que habría de cumplir sin más. Solo aceptarlo y vivir en consecuencia:

"(…)Solo el aire ha cambiado de rumbo

porque antes empujaba por la espalda y ahora


nos golpea entre los ojos haciéndonos llorar, porque uno siempre se da cuenta que cuándo la vida ha vencido nuestros sueños, anhelos y esperanzas, nos arroja descoyuntados y rotos al olvido(…)”. (
Pág. 67)

La vida se esfuma. Se esfuma la memoria. Los recuerdos habitan detrás de las cosas que se transforman en un diario que no para de morir cada día:

"La vida se escurre por una ventana de la tarde como si el hombre se arrojara desde un elevado precipicio. Nada cae desde el aire. Nada sube a


los cielos. Raíles invisibles conducen nuestras ansias a un punto tras las huellas dejadas por los

sordos vagones en donde se escapan las almas.


Los ojos que gritan. labios que nos miran. Lenguas que andan, corren se adentran en la vida, y saltan llenas de espantos entre los vientos,


desde un desnudo caracol donde paralizados por

el dolor y el asombro habremos de compartir

la vida y el amor en los bordes del llanto…”. (Pág.69)

Ver más allá de lo visible es posible, si se mantienen los ojos cerrados. Los ojos del alma los ojos que emergen de las profundidades de nuestro interior. Jovines Bermúdez, tiene una visión perfecta de lo invisible y es así como lo hace poema:

"(..)Yo he visto

cuerpos reflejados en los ríos y en las cavernas elegidas para albergar a los dioses en sus oscuros


rituales como has sentido mi cuerpo ágil como lanza y duro como espada que te hiere las entrañas al danzar en tus adentros, porque el amor

solo comienza cuando los hombres se olvidan del


miedo y la tristeza, porque el Sol y la alegría le impartieron nuevas formas al agua y la cosecha, ya que, al haber alcanzado el más alto momento del amor junto a tu cuerpo, ambos habremos de


encender nuestras ofrendas en el nombre de todos

los amantes que poblaron los sueños, de la misma

manera como siempre se han amado los poetas y

las diosas sobre la faz de la tierra…". (Pág.135)

El autor de "Vuecencia"(2015), se presenta ante su pasado, como ese futuro que ha llegado a su fin. Pero que necesita, insistentemente, convertirlo en presente por última vez:

"Antes de ser derribado por la muerte he de Volver al remoto lugar de mi niñez donde un tigre velaba nuestros pasos en la perdida vastedad de la conciencia donde quienes pretendían ser parte del misterio lo admiraban


como el antiguo fulgor de la poesía. Cual un demiurgo quise volver al lugar donde el tigre aguardaba con las claves perdidas de la infancia, pero en tanto él pudo huir de mis recuerdos, yo jamás he podido borrarlo de los sueños…"
(Pág.38)

La muerte aguarda. Espera unos cuantos años para llegar a la puerta del sujeto-autor. Ahí estará, “haciendo esquinas". Ya sabe que lo único que sobrevive para siempre es la Palabra:

"Atrapada en mis manos mis labios te conducen por el aire como un pez desmayado y en el dulce batir de las aguas una mariposa vendrá


sobre tu cuerpo cual un aire de octubre. Sobre tu

piel atrapada entre los sueños mis labios y mis manos te besan y te tocan y volarán sobre ti al


eterno lugar en donde aguardas los subyugantes

misterios que escapan hacia otros mundos estremecidos por tu aliento. Atrapada en la


memoria la osamenta del pez y algún airón de ala anunciarán mi muerte que ha sido siempre fluir hacia el recuerdo de un ayer que manejas


cual una trampa, iluminada y abierta sobre el viento, en el mismo lugar donde la muerte me

ha guardado por siempre entre el espejo…"(Pág.78)

Personaliza un caracol. Uno que le habla al oído y le dice el mensaje que le envía el mar. Allí habitan las olas. Olas pobladas de almas, que como la de nuestro poeta, ha decidido recorrer la orilla. El delgado filo entre la vida y la muerte:

"(…)Yo

he contemplado siempre al caracol porque

sé que él también me mira con sus ojos de

sal ultramarina yo acaricio su arquitectura

de nacarina piel con mis manos rendidas


a su hermosura. En tanto él corporiza su

voz sobre todos los lugares de mi cuerpo, hurgando entre mi piel, destripando mi cuerpo, haciéndome sentir tan diminuto como si el

mar que guarda el destino de los hombres hubiese comenzado a poblarse a partir de


que yo quedara hecho polvo y arena bajo el vendaval surgido del centro de la tierra fraguaría la presencia de la especie a partir de la esencia milenaria del nácar contenido en los sueños

de cada caracol…”. (Pág.157)

Al decir de la educadora y gestora cultural, Rosina Anglada, el maestro Jovines Bermúdez, era dueño de una profunda sensibilidad. Era un apasionado de la poesía cuyas credenciales exhibía en un rótulo en la puerta de su hogar: AQUÍ VIVE UN POETA.

Un poeta que vuelve sobre sí mismo. Que canta a las sombras, al olvido, al recuerdo. Que nombra, que implora. Que vuelve a la luz al momento de, nosotros, leer su poesía, sacándolo de lo más recóndito de las tinieblas:

"Vuelvo sobre mí mismo desandando los rumbos del recuerdo que una vez dejaste rotos. El corazón, el sueño y el corazón temblarán otra vez

si intentas alejarte, haciéndome creer en las


cosas comunes que la inculcaste a este romero que te reza, porque todos mis santos, mis dioses y mis sueños quedaron destruidos tras tus pasos.

Giro sobre mí mismo porque siento la angustia


de buscarte y al dolerme las sombras olvidadas te busco en mis adentros y te nombro con la voz congelada y con estos mismos ojos que siempre se han negado a buscarte temiendo tus olvidos.


Giros sobre mis sombras sin pronunciar tu nombre por el dolor que me estremece el saber que te encuentras ausente de mis mundos, esta vez quizás, y tal vez ya para siempre…”.
(Pág.44)

Y se vuelve luz, astro, estrella, luna. El poeta brilla más allá de la muerte. Ahora es faro que avisa a los navegantes de sueños que hay otra forma de vida, tras la vida, llámala belleza, esperanza, destino, poesía:

"La luna rompe el equilibrio de la noche al surgir tras el deseo de quienes abrazados como sordas

estatuas que se clavan en sus carnes como un puñal, el

fuego que le surge desde adentro, porque ella es

solo el pretexto que aviva a los amantes a cumplir

la entrega de los cuerpos. Ella no es una migaja


de la noche, ni es un labio abierto entre los cielos

ni tampoco un sexo abierto ante los ojos de la especie, ella ha sido fanal y luz sobre la noche, es

testigo del vértigo y el sueño que condena a los amantes a vivir en el eterno deseo de los cuerpos

detrás de la pasión, del olvido y la muerte…”. (Pág. 117)

Pero la eternidad es un conjunto de símbolos. Don Federico, rehace los contornos del universo. Promulga leyes derogando otras. Las galaxias son palabras que habitan su página en blanco. Este libro está lleno de ellas, de galaxias, de miles de cúmulos de galaxias que aparecen antes nuestros ojos, ahora, abiertos e iluminados:

"La palabra que pugnas por salir de la garganta refleja la intención del emisor. La cresta de la

ola al percutir contra la costa ha de ser un espejo

desgarrado en el convexo universo de la anémona. Una estrella que brilla en otros cielos


puede ser una galaxia reflejada en sí misma, o en la eterna ardentía de una flor. Sé que alguna vez quisiste ser amante y luego tan solo fuiste pan y vino de consagrar. Desde entonces quedó tu cuerpo desnudo colgando a cara o cruz sobre


mis íntimos calvarios en donde aún te aguardo como a una diosa ardiente que libre de pecado se resiste a morir entre mis brazos porque habrás de ser siempre la eterna clave necesaria para iniciar el ardoroso proceso del comienzo"
.(Pág.49)

"Tu adiós", no es eso que conocemos. Porque no puede existir el adiós si se está presente. Y las palabras están ahí y no quieren despedirse. ¿Con qué poema soñabas, Federico, cuando decidiste dejar que los versos hablen por ti y hacer del silencio tu rutina? "Vivir es fácil con los ojos cerrados"

"Tus manos despidieron el amor dejando agotada

la memoria, besos apurados, manojos de sueños truncos, y todo el amor sin rumbo cuando te ausentaste sin dejar ni una huella en las pestañas,


sin grabar tu nombre en las paredes, ni enjugar una lágrima. Desde entonces las cortinas permanecen cerradas y limpia las sábanas del lecho. Sin huellas de ti los balcones no se abrirán


jamás, quedando tu imagen detenida en mis cansados mundos interiores en donde una vez giraste y danzaste como un sol que alumbrara corazones y ahora mueres de dolor y de ausencia"
(Pág.134)

Federico Jovine Bermúdez, poeta eterno, entre los eternos poetas.

Juan Carlos Báez Moreta

Poeta

El autor, Juan Carlos Báez Moreta, es un poeta dominicano, que ha publicado 13 libros de poesías. Es miembro de la Unión De Escritores Dominicanos (UED) y del Centro PEN de República Dominicana. Juancbaez25@gmail.com

Ver más