Los teatros Colón, Independencia, Duarte, Capotillo y Rialto son nombres que remontan a los orígenes de las salas de cine en Santo Domingo, cuyo desarrollo de la actividad cinematográfica fue impulsado por el interés de los empresarios durante el siglo XX.
La historia data que si bien el cine llegó a Quisqueya por Puerto Plata, el desarrollo del séptimo arte se expandió rápidamente por todo el territorio nacional, llegando a contabilizar 235 cines.
Pero, ¿dónde se ubicaron los primeros cines ubicados en el Distrito Nacional del siglo XX?
Hoy, el Panteón de la Patria fue el teatro La Republicana, donde se instaló el primer cine de Santo Domingo en 1900. El empresario estadounidense Mr. Myers exhibió el vitascope de Thomás Alva Edison. Aquí se exhibieron largometrajes internacionales como La flor del desierto, Afición del boxeo y El pulidor está triste. Cerró operaciones en 1917.
Luego surgió el teatro Vargas, convertido después en Apolo, en 1908. El empresario puertorriqueño Fundador Vargas añadió el fonógrafo para dar mayor realismo a las presentaciones.
En 1911, Fernando A. Defilló y Ciriaco Landolfi abrieron el teatro Landolfi. Se ubicó en el patio del Casino de la Juventud, entre las calles Padre Billini y Arzobispo Portes. La entrada costaba 10 centavos.
El 24 de diciembre de 1913, el teatro Independencia fue rentado por Juan Bautista Alfonseca, con 56 palcos, 565 butacas y 80 lunetas, conforme el informe “Las salas de cine en República Dominicana”.
Alfonseca remodeló el teatro Landolfi y lo nombró Colón en 1915 con capacidad de 500 butacas. Este lugar se convirtió en una edificación de importancia para la cinematografía en Santo Domingo, ya que se proyectaban películas gratuitas y para el público infantil. Desde la década de los 80 es el edificio de Telemicro, en la calle Mariano Cesteros.
En esta sala, Francisco Palau estrenó La leyenda de nuestra señora de la Altagracia en 1923.
En 1927, desde la azotea del Hotel Colón, hoy Café Conde de Peñalba, se proyectaron películas hacia el parque que es donde se ubicaba la pantalla.
El final del Colón llegó el 1930 con el ciclón San Zenón, y se exhibieron audiovisuales como El ataúd de cristal y La pasión de Cristo. Además, Las emboscadas de cupido y La República Dominicana, ambos del director Palau.
En 1925, el teatro Capitolio, revolucionó el sector por su “edificación” y “ubicación” céntrica frente al parque Colón y la Catedral de Santo Domingo, en la calle Arzobispo Meriño, Zona Colonial. Proyectaba películas mudas y en blanco y negro. El audiovisual de estreno fue Los enemigos de la mujer. A junio del 2025, es el edificio Columbus plaza, donde se venden souvenirs artesanales para extranjeros no residentes.
La historia plasmó que el teatro Olimpia (1941) se transformó en estudio de televisión en el decenio de los ochenta del pasado siglo y luego en local de la Iglesia Comunitaria Cristiana, ubicada en la calle Palo Hincado 169, en el Gran Santo Domingo, y a unos kilómetros, en donde ahora opera la tienda Plaza Lama, se alzó el cine teatro Julia (1942), en la avenida Duarte 78.
En la avenida José Trujillo Valdez, hoy avenida Duarte, se edificó el teatro Max, propiedad de la familia García Recio, que se inauguró el 29 de septiembre de 1945. Antes existió El Travieso, de acuerdo con el estudio elaborado por la Dirección General de Cine (DGCine).
El Max fue frecuentado por un público proveniente de la parte céntrica de la capital como de la parte alta, destacó la entidad estatal, propiedad de la familia García Recio. Además, exhibía dos películas por el precio de una en 1945. A 2025, es un culto religioso.
El Circuito Rialto, perteneciente a Joaquín Ginebra, abrió dos teatros el Rialto (1923) y el Elite (1948), en las calles Duarte y Pasteur, respectivamente. El primero se dedicó a proyectar largometrajes mudos y tener un pianista en vivo, mientras que el segundo ofrecía butacas acojinadas y fue el primer cine con aire acondicionado. Ambos cerraron sus operaciones en 1980.
La entidad estatal señaló que los cines ubicados entre Gazcue y la zona intramuros fueron alimentadas por arterias comerciales de la Duarte y El Conde, convirtiéndose en las zonas donde “se teje la historia de los antiguos cines de la capital”.
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