
En las entregas anteriores recorrimos juntos desde la fascinación de Mesopotamia con los cielos hasta la compleja relación de la interpretación de los astros con el poder religioso medieval. Hoy quiero llevarte hacia un periodo crucial en la historia de la astrología: el Renacimiento (que se dio a partir del siglo XIV) hasta la posterior Revolución Científica (en el siglo XVIII). Una época marcada por cambios profundos, donde el viejo saber astrológico se debatió intensamente entre la razón científica emergente, el arte simbólico, la espiritualidad y el misterio.
Renacimiento: humanismo, la construcción de uno mismo y la astrología
Durante el Renacimiento, un periodo que abarca aproximadamente los siglos XIV al XVI, esta práctica vivió un resurgimiento significativo en Europa. El redescubrimiento de textos clásicos griegos, romanos y árabes en ciudades como Florencia, Padua y Venecia alimentó una fascinación renovada por esta disciplina, que se volvió inseparable del humanismo renacentista.
Dejó de considerarse exclusivamente una herramienta predictiva. Ahora, inspirados por la filosofía neoplatónica de Marsilio Ficino (1433-1499), se empezó a considerar como un viaje hacia el descubrimiento y la realización personal, cuyo fin era la paz del alma y la armonía espiritual. Ficino creía firmemente que el cosmos y el alma humana reflejaban un mismo orden universal, de modo que conocer los astros era también una vía para conocer la propia alma. Esta concepción humanista elevó la astrología al ámbito del arte y la filosofía, generando una influencia que llegó incluso a la pintura, la poesía y la música renacentista.
Este enfoque sigue vigente para mí, pues mi práctica se basa precisamente en acompañar procesos personales de autoconocimiento mediante símbolos astrológicos, lo cual es un eco directo del legado humanista renacentista.
Johannes Kepler: la astrología como armonía cósmica
Un ejemplo notable de este período es Johannes Kepler (1571-1630), conocido principalmente como astrónomo y matemático, pero que también ejerció como astrólogo profesional. Kepler no la consideraba una predicción literal, sino un reflejo simbólico de las armonías cósmicas. Él veía al astrólogo como un intérprete sensible de estas armonías, un artista capaz de escuchar y entender la poesía a su alrededor (el lenguaje simbólico del universo).

Su perspectiva me resulta particularmente inspiradora, pues cuando realizo una lectura, siempre trato de transmitir que las posiciones planetarias no determinan rígidamente nuestras vidas, sino que ofrecen una especie de “partitura simbólica” que nosotros podemos interpretar y ejecutar con libertad y creatividad. Para mí, esto es precisamente la esta herramienta: un arte interpretativo, que nos invita a vivir con más consciencia y belleza.
Astrología y medicina en el Renacimiento
En paralelo, la astrología médica, heredera de tradiciones medievales, floreció enormemente en este periodo. Paracelso (1493-1541), famoso médico, alquimista y astrólogo, llevó esta práctica a nuevos niveles, integrando la influencia planetaria en diagnósticos y tratamientos médicos. Consideraba que cada planta tenía afinidades planetarias específicas, que explicaban sus propiedades curativas. Por ejemplo, asignaba a las plantas regidas por Marte (como la ortiga) propiedades fortalecedoras y energéticas, mientras que las regidas por Venus (como la manzanilla o la rosa) servían para calmar o sanar heridas emocionales; un enfoque antiguo que continúa aportando beneficios tangibles en el presente.
Revolución científica y la crisis astrológica
Sin embargo, este auge encontró un fuerte desafío con la llegada de la Revolución Científica en los siglos XVI y XVII, protagonizada por figuras como Galileo Galilei (1564-1642) e Isaac Newton (1643-1727). El método científico, basado en la observación objetiva y la comprobación empírica, entró en tensión directa con la visión simbólica y espiritual de la astrología.
Galileo, aunque inicialmente también practicante, terminó distanciándose radicalmente de ella, criticando duramente lo que consideraba supersticiones. Newton, por su parte, aunque profundamente espiritual y alquimista, separó tajantemente sus investigaciones científicas de cualquier interpretación astrológica. Este cambio generó una crisis profunda. Muchos científicos y filósofos comenzaron a abandonar su estudio y su práctica. A partir de entonces, comenzó un largo periodo en que la astrología fue perdiendo credibilidad académica y científica, situación que todavía hoy genera prejuicios o rechazos en ciertos sectores.
Astrología como lenguaje simbólico y espiritual
Desde mi experiencia, esta crisis histórica también trajo una especie de claridad. La revolución, de alguna manera, ayudó a definir más visiblemente los límites entre ciencia y simbolismo, permitiendo que la astrología retomara su estatus original como un lenguaje espiritual, artístico y psicológico, sin pretensiones de literalidad científica.
Hoy, al ofrecer consultas o asesorías, recalco que estos sistemas no buscan competir con el conocimiento científico, más bien complementarlo al ofrecer una visión más reflexiva y alegórica del universo que contiene cada uno de nosotros, nuestro microcosmos. La astrología no necesita ser una ciencia empírica para ser útil; en realidad, su valor radica en cómo nos ayuda a darle sentido a nuestra vida y a cómo nos relacionamos, conectándonos con nuestra dimensión espiritual y emocional.
Además, siento que este período histórico nos enseñó algo fundamental: a reconocer la importancia de mantener siempre un balance y un diálogo abierto entre razón e intuición. Por ende, no pierde valor frente a la ciencia; al contrario, se enriquece cuando aceptamos ambas perspectivas como complementarias en la búsqueda constante de sentido.

Reflexión personal: mirando al futuro
El Renacimiento y la Revolución Científica nos dejan hoy una doble lección: por un lado, la importancia de mantener un espíritu crítico y científico ante cualquier conocimiento; por otro, el valor de mantener abierta la puerta a una visión más llena de sentido sobre el cosmos.
Como astróloga, entiendo la astrología como una conversación constante con nuestro interior y con la vida misma. Los astros no determinan nuestro destino; más bien, ofrecen un espejo simbólico donde podemos reconocernos mejor y nos dotan de un gran imaginario que en forma de metáforas puede servir como guía en nuestro viaje personal. Esta es precisamente la lección que creo debemos rescatar de este complejo periodo histórico: aprender a vivir entre razón e intuición, ciencia y espiritualidad, sin perder de vista que somos nosotros quienes finalmente decidimos nuestro camino.
En las próximas publicaciones, abordaré la resurrección de la astrología en el mundo contemporáneo y el proceso en que ésta se encuentra en la actualidad en adaptación a las nuevas visiones culturales y sociales.
Bibliografía
- Ficino, Marsilio (1492). Tres libros sobre la vida. Barcelona: Obelisco, 2007.
- Kepler, Johannes (1619). La Armonía del Mundo. Madrid: Alianza Editorial, 2005.
- Paracelso (1537). Opus Paramirum. Buenos Aires: Editorial Kier, 2010.
- Campion, Nicholas (2009). A History of Western Astrology, Volume II: The Medieval and Modern Worlds. Londres: Continuum.
- Grafton, Anthony (1999). Cardano’s Cosmos: The Worlds and Works of a Renaissance Astrologer. Cambridge: Harvard University Press.
- Westman, Robert (2011). The Copernican Question: Prognostication, Skepticism, and Celestial Order. Berkeley: University of California Press.
- Tester, S. J. (1987). A History of Western Astrology. Boydell & Brewer.
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