El segundo capítulo de El Survey o estudio sociológico de los jesuitas –al que ya me he referido[1]— aborda un tema inusual: “La organización social del proceso económico dominicano”. Véase en qué reside su perspectiva y sus hallazgos.

  1.  En principio, las actitudes y los valores enarbolados por las diversas subculturas dominicanas[2]no pueden ser consideras, obviamente, como producto exclusivo de preferencias intelectuales”. Entre los conjuntos de factores que inciden de manera significativa en la formación de esas subculturas hay uno que ocupa un sitial privilegiado: el proceso económico.

Dicho proceso implica formas estables de producir y vender bienes y servicios, en tanto que están guiadas por objetivos como obtener ganancias, asegurar la subsistencia y seguir ciertas reglas administrativas. Por supuesto, estas prácticas económicas también reflejan valores culturales, por lo que no deben entenderse únicamente como respuestas a necesidades materiales. Por ejemplo, la propiedad privada o la búsqueda de beneficios no solo responden a la necesidad de sobrevivir, pues también expresan ideas culturales sobre lo que es valioso o deseable.

En definitiva, desde la perspectiva de su organización social, según el Survey de 1969, la economía dominicana aparece articulada por un complejo conjunto de sectores emergentes luego de la muerte de Trujillo en 1961. Ellos son:

II.-         Los sectores poblacionales podemos resumirlos en términos generales así.

2.a         El marginado que, sin poder intervenir en la toma de decisiones, “ni contribuye con su trabajo al proceso (de modernización de la economía dominicana) ni participa de los bienes que este produce”. Este sector está ubicado en los hacinados barrios populares de ciudades en franco crecimiento económico y es fruto de la migración interna de un campesinado que deja atrás su minifundio tradicional en busca de nuevas y mejores opciones de vida y de reproducción social.

Las actitudes de esa población se definen como “pasivas” porque luchan constantemente por subsistir sin grandes esperanzas de superación económica y, en ausencia de una organización social propia, esperan que de fuera les llegue la solución a sus problemas –de la mano de algún líder carismático.

2.b         El industrial, tal y como advierte el Survey, abarca por igual al sector del gran comercio. En ambos casos, las asociaciones empresariales y las comerciales, de un lado, y del otro las sindicales, “están opuestas principalmente por el problema del control del poder social y no tanto por la naturaleza misma del proceso de trabajo”. Sus respectivas actitudes están orientadas a escaramuzas y luchas políticas dirigidas a influir y beneficiarse de la estructura de poder estatal.

Lo más significativo resulta ser que el esfuerzo de tanto pugilato no va dirigido a eficientizar la generación y distribución de riquezas en el país, sino a “acentuar” la incapacidad, la ingratitud y la falta de comprensión de los problemas económicos del desarrollo; y, como reverso de la misma moneda ni siquiera procura enfrentar la injusticia social reinante y tampoco “el entreguismo al imperialismo de las asociaciones empresariales”.

2.c         El burocrático viene “inflado por la importancia económica de las empresas estatales”,  y lo deforman, tanto el oportunismo de los que quieren ascender socialmente, como los esfuerzos de los que están arriba y quieren ganar la lealtad de sus subalternos. “La fuerza de estas tendencias revela, igualmente, una alta evaluación de comodidades materiales y un exiguo aprecio de fidelidad a normas legales y administrativas.”

Por eso, –en adición al sinfín de personas que dependen de contratos e incluso favores gubernamentales, con lo que se acrecienta la relevancia de este sector,– resalta la inoperancia de cualquier esfuerzo de planificación del desarrollo nacional, independientemente de la casaca gubernamental que la promueva.

2.4         El intelectual (“en sentido schumpeteriano”) es un grupo ascendente conformado por estudiantes técnicos y profesionales con acceso a los medios de comunicación social “que repudian toda la organización social del sistema, a pesar de vivir en él y de él”.

Como grupo, se ve siempre amenazado por la tendencia a “usar la revolución para ganar prestigio y posiciones de mando y a llevar a la lucha… sus tendencias a competir con los demás por una posición, a usar el chisme y la calumnia para desplazar a sus competidores y a dividir a las organizaciones en grupos para pasar a dirigir esos grupos”. En tanto que “pequeños burgueses revolucionarios”, “prefieren ser cabezas de ratones a colas de leones o aspiran a ser más radicales que nadie”.

2.5         El extranjero –en concreto el estadounidense— interviene en tanto que “grupo de presión”, aunque eso no significa que de vez en cuando participe directamente en la organización y desempeño del proceso económico dominicano.

¿A qué se refiere la susodicha intervención? A relaciones comerciales de importación, cuotas azucareras, créditos atados a la compra de productos norteamericanos y asesoramiento casi general, no siempre deseado, a las instituciones públicas y privadas.

El impacto de tales acometidas es significativo. “Tienden a cimentar la tendencia, propia de todo pueblo pequeño situado en el marco de interés vital de las grandes potencias económicas, a desconfiar de lo propio y a esperar de fuera, si no la solución, por lo menos el respaldo para poder vivir económicamente”.

2.6         El independiente –inserto en el campesino en su minifundio, en el comerciante de mediana envergadura, y en dueños de mini empresas no precaristas, orientados todos al principio de procurar una subsistencia digna— “puede ser considerado como relativamente neutral en la lucha social dominicana”.

Por eso, sus actitudes y patrones de comportamiento se centran “en la consecución de una áurea mediocridad y en el esfuerzo por no verse comprometidos en las luchas sociales del país”.

2.7         El latifundista es un sector íntimamente unido al burocrático y al industrial. Lo significativo del mismo es que una buena parte de sus miembros tienen una ocupación principal no agropecuaria ni agroindustrial.

III.-       Epílogo

  1. Alianzas. El estudio sociológico del Survey, dirigido por el P. Alemán entre 1966 y 1969, finaliza el segundo capítulo preguntando si sería o no factible prever la evolución social dominicana en función del surgimiento de “una unión implícita permanente” de tan diferentes y diversos sectores en solo dos o tres.

La respuesta es que, en teoría, sí sería posible. A modo de ejemplo, dirigentes industriales, burocráticos, latifundistas y extranjeros podrían reconocer tantos intereses comunes que una alianza entre ellos “resulte connatural”. En la práctica, empero, no es tan fácil lograr la susodicha connaturalidad.

Siguiendo los análisis de Juan Isidro Jimenes Grullón, el texto de referencia reconoce que “el sector oligárquico o burgués” se subdivide por criterios no meramente económicos, sino también cónsonos a variables e instituciones político-jurídicas e, incluso, por razones intelectuales y de índole ideológica. Por tales razones, la alianza hipotética se enreda en continuas demasías y divisiones personales y de grupúsculos ensimismados en sí mismos, como si la razón de ser de cada uno fuera contravenir a cualquier otro.

  1. Escenarios previsibles. La exposición finaliza avanzando lo que pareciera ser la reagrupación más realista de los diversos sectores sociales dominicanos, divididos en cuatro bandos enfrentados entre sí:

Frente ‘pasivo’ (constituido por la gran mayoría campesina de los marginados y por los sectores ‘independientes’), frente ‘burocrático’, frente ‘dominante’ (integrado por dirigentes empresariales de los sectores ‘industriales’, ‘latifundistas’ y ‘extranjeros’), frentes ‘obrero’ e ‘intelectual‘”

Aun cuando se trata de una representación meramente hipotética del cuadrilátero dominicano, su valor reside en que utiliza, tanto la división de la sociedad de la época, como la imagen que pudiera existir en el futuro y la que de esa lucha pueda derivarse. Además, a pesar del simbolismo de lo acontecido en abril de 1965, no apela al determinismo de alguna variante lógica de raigambre dialéctica, tampoco a la aséptica taxonomía weberiana de las clases sociales y, mucho menos, a un hipotético frente castrense desafiando la temporalidad del desarrollo dominicano.

[1] Ver, https://acento.com.do/opinion/rd-1969-y-el-survey-del-p-aleman-9518957.html

[2] Ver, https://acento.com.do/opinion/rd-1969-y-el-survey-del-p-aleman-las-subculturas-dominicanas-9522014.html

Fernando Ferran

Educador

Profesor Investigador Programa de Estudios del Desarrollo Dominicano, PUCMM

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