«Delia Weber no ha querido firmar, me dice que «como hay esa discrepancia». Ahora no sé si se decidirá después. Yo no estoy por rogarle (sic) firmas a estas damas del viejo desacreditado feminismo». PETRONILA ANGÉLICA GÓMEZ
«De Petronila [Angélica Gómez] a Minerva Bernardino.» Carta inédita del 5 de diciembre de 1937. © Archivo de Doris Stevens. Universidad de Harvard.
¡Qué horror de oración he escrito como título de este texto!, para saber si a fines de los años 30, en la República Dominicana, hubo un ´boom´ de ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha que ´procuraba´ la garantía abarcadora del Estado de los derechos de ciudadanía, que repercutió o no, en el país, luego de 1937 cuando las Naciones Unidas imponen sanciones económicas al régimen de Trujillo.
No me lo creo, pero sí, Minerva Bernardino y Petronila Angélica Gómez — al parecer— fueron dulces aliadas de ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha, tema a dilucidar aún en el presente por las investigadoras de género que estudian este enterrego y, que concita interés, porque no está claramente visto —éticamente— como fue ´exitosa´ Minerva Bernardino hacia lo exterior y, poco aceptada hacia el interior del país, es decir, en el movimiento de las sufragistas de vanguardia, posterior a 1933, a excepción de Petronila Angélica Gómez (1883-1971) que buscó el beneplácito su alianza, empuje y protectorado en 1937.
Ironía de la industria editorial y periodista de la Revista Fémina, los años del 37 y del 38, después de tener como colaboradoras una pléyade de voces del feminismo ilustrado y de la igualdad y, que luego — ¡aunque no pequemos de incrédulas!, como bien me ha expresado la cineasta Martha Checo— terminaron alejándose de la ejemplaridad de dos casi dos décadas de una mujer que tiene una historia de vida con un paréntesis (¡el molestoso paréntesis ¡) que abarca de 1939 a 1971, pero que su memoria y la memoria de las otras pueden refutar luego del postboom de 1922, lo cual es visible, conocido y palpable a partir de 1943, puesto que, el poder político y de clase —a través de la prensa escrita— se hizo (en torno a Petronila) poder verbal, poder sustantivo y poder decisorio, teniendo en este siglo XXI un único puerto donde su nave cargada de escritos, de volúmenes de periódicos, de libros, de volantes y/o de manifiestos llega, llega finalmente. Este puerto que debo a Samotracia es, la Contra-Historia.
Parece ser que, hay documentos de antaño —aun amarillentos— que pueden hacer ruidos en las memorias y, que se hacen vivos —al ser escrutados en el presente— en mayúsculas. Se sabía por textos referentes y referenciales publicados en la prensa de la época y otros hallados en archivos privados o como legajos en el Archivo General de la Nación (AGN) que, el feminismo dominicano, de las cuatro primeras décadas del siglo XX, tuvo sus «litigios», interpelaciones y querellas, así como desarmonías que no fueron placenteras ni casuales, y que la reivindicación decisoria de sus derechos fue negociada con el poder político, pero negociada ¿por quién o por quiénes? ¿Por las de derecha, las de izquierda, las moderadas, las de centro derecha, o, las humanistas?
Un capítulo aparte, merece y va a requerir los años de 1937 y 1938 cuando se analicen las correspondencias cruzadas entre Minerva Bernardino (1907-1998) y Petronila Angélica Gómez provenientes de los archivos de Miss Doris Stevens que se encuentran en la Universidad de Harvard.
El hallazgo de las Cartas, allí guardadas, muestra ciertas asperezas en las experiencias vividas por las sufragistas de vanguardia versus ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha. Una muestra de esta afirmación, está explícito e implícito en esta Carta que mostramos, ¡inverosímil!, pero evidente de que, la hermandad entre mujeres, al parecer, es una utopía pendiente, y menos hermandad con las mujeres de la derecha porque sus objetivos siempre son visibles, no sutiles, sino expresiones de acatamiento incondicional al patriarcado.
Es cierto, ayer hubo diferencias entre las dirigentes del feminismo local o de factura criolla. No obstante, tenían la transgresión como una lógica de su lucha: romper con los corsés de hierro del siglo XIX y con una constitucionalidad que ignoraba a las personas del sexo femenino como sujetos de derechos. Fue por esto que, las sufragistas de vanguardia actuaron activamente, a conciencia. Sin embargo, ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha se enraizó, afirmativamente, a través de sus arrebatos de liderazgo, abrazadas al poder de turno: el caudillismo trujillista. Unas, procurando resemantizar el espacio que entre lo público y lo privado ocupaban las mujeres y, otras, encarnando sus roles de agentes del sistema.
La Carta inédita de Petronila Angélica Gómez a Minerva Bernardino — que presentamos— puede ofrecernos la ocasión de desdramatizar un código simbólico-crepuscular (rosa, morado o anaranjado) cuando desde ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha se actúa desde el privilegio del poder pretendiendo generar espontáneas adhesiones, a través de la propaganda, para presumir/asumir de ser una bondadosa heroína, que sabemos es ficticia. El poder de la derecha, al parecer, hace que sus ´lideresas´ se embriaguen y adormecen desde la artificialidad de la imagen sublime que procuran difundir en medio de la neurosis/inquietud-inquietante de proyectar su «rara belleza», cuál si fueran personajes de una novela de Auguste de Villiers de L´Isle Adam.
Emancipadas y emancipadoras fueron las mujeres de la primera generación de ciudadanas dominicanas que ejercieron el derecho al sufragio el 16 de mayo de 1942. Pero ¿quiénes las emanciparon? ¿Las sufragistas de vanguardia o ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha? Evidentemente que, desde la Contra-Historia, sabemos que fueron las sufragistas de vanguardia, hazaña que quisieron usurparle las representantes oficiales de ´lo femenino´ del ´feminismo´ de derecha, las mismas que asumieron —según las circunstancias— un travestismo ideológico.
Ahora, coloquemos en contexto la Carta inédita que presentamos del 5 de diciembre de 1937 enviada por Petronila Angélica Gómez a Minerva Bernardino.
La revista Fémina, dirigida por la Maestra Normal Petronila Angélica Gómez, en la edición de mayo de 1937, correspondiente a los números 198-195, realiza la siguiente publicación/reportaje que transcribimos:
LA MUJER DOMINICANA Y LA CONFERENCIA PANAMERICANA DE LIMA (PERÚ) – (LAS FIRMAS DOMINICANAS).
«La Comisión Interamericana de Mujeres que tiene su asiento en la oficina de la Unión Panamericana de Washington, ha formado un Comité Intercontinental de Peticiones compuesto por una Representante para cada país de América.
»Es el objeto de este comité formular peticiones de derechos iguales entre hombres y mujeres, peticiones que serán sometidas por la Comisión Interamericana de Mujeres, a la octava Conferencia Internacional Americana que se celebrará en la capital de Perú a principios del próximo año 1938.
»Nuestra ilustre compatriota y activa feminista internacional Srita. Minerva Bernardino ha sido nombrada Rapporteur de dicho Comité y, por su idóneo intermedio las Representantes nombradas para los distintos países se conectarán en esta labor especial, con la Comisión Interamericana de Mujeres.
»En mi calidad de Representante para la República Dominicana, con cuyo nombramiento acaba de (nombrarme) la citada institución, y que he aceptado con agrado y con deber, me complazco en solicitar de las mujeres de mi país y de los hombres que, teniendo de ellas un elevado concepto simpatizan con la causa, la patriótica gracias de FIRMAR ESTAS PETICIONES en los formularios que he recibido preparados para tal efecto. […]».
Hasta aquí, hemos realizado la transcripción de los tres primeros párrafos de la publicación supra-citada la cual es firmada por Petronila Angélica Gómez, Representante de la República Dominicana del Comité de Peticiones en la Conferencia de Perú.
La «aproximación epistolar» entre Minerva y Petronila se había iniciado el 19 de julio de 1937 y, aparentemente, continuó hasta el 3 de mayo de 1938. Habían transcurrido, apenas, tres años del escrutinio del «Voto de Ensayo» del 16 de mayo de 1934, realizado por la Acción Feminista Dominicana (AFD) con el liderazgo de Abigail Mejía (1895-1941).
Petronila iniciaría esta labor, de recaudar FIRMAR ESTAS PETICIONES, a inicios de noviembre de 1937. Su estrategia consistiría, primero, en enviar Circulares y la distribución del material (formularios) en las provincias de Barahona, Montecristi, El Seibo, Samaná, Puerto Plata, Santiago y San Pedro de Macorís, en el año floreciente del quince aniversario de Fémina, esto así —como ella misma expresa— «porque hay que pensar bien a quién se les encomienda, no vayan a despreocuparse en la labor.» (Ver: «De Petronila Angélica Gómez a Minerva Bernardino.» Carta inédita del 7 de noviembre de 1937. © Archivo de Doris Stevens. Universidad de Harvard.)
En su deseo de servir a la ´causa´, Petronila mantiene un ritmo de activismo para establecer contactos con ´colegas´ (feministas, es posible) que comprendieran lo imperante que era llenar los formularios de peticiones, luego de su convocatoria a través de su revista. La lógica nos diría que, debía producirse una masiva participación de las mujeres que entendían la trascendencia de conquistar sus derechos civiles y de ciudadanía, en especial el sufragio que les estaba restringido por razón de su sexo y las mantenía desvaloradas en su condición de persona, lo cual era una inequidad. Lo lógica era que multitudes de mujeres se hicieran eco, siendo cómplices de buena voluntad y aliadas incondicionales de Petronila Angélica que era —es lo que podemos interpretar— a través de su revista Fémina, una mujer/símbolo del feminismo local, desde que dio inicio a su labor editorial en San Pedro de Macorís en 1922.
Pero, al parecer, no ocurrió así. No hubo un auténtico sentimiento de solidaridad, o, no se comprendieron hegemónicamente, entre sí, y fue inevitable la no-concertación entre la Acción Feminista Dominicana (AFD) y la Representante local —representante, a su vez, de Minerva Bernardino, a quien le insistió hacer constar que era «la designada Representante en esta República, pues tú sabes cómo son las cosas»— del «Comité Intercontinental de Peticiones constituido por la Inter American Comission of Women» que era Petronila Angélica Gómez para la República Dominicana. (Ver: «De Petronila Angélica Gómez a Minerva Bernardino.» Carta inédita del 7 de noviembre de 1937. © Archivo de Doris Stevens. Universidad de Harvard.)
Así, transcurrido casi un mes, la Representante para el país del «Comité Intercontinental de Peticiones constituido por la Inter American Commission of Women» rinde cuentas a Minerva de su labor, y es allí que está escrito (en una carta mecanografiada) lo que podemos llamar un lamentable impulso y es, la volcánica voz (de Petronila) que nos deja atónitos, lo cual solo esperaríamos de una autoridad fálica del trujillismo de entonces, emitida, quizás, por su fatiga, por no obtener la obediencia de las otras, que tal vez consideraba que merecía. Una larga oración escrita sin moderación, contraproducente, es posible que sea la expresión de un profundo resentimiento hacia las otras, convertido en neurosis en ese instante y, que contradice su identidad femenina de autosuficiente, porque está en duelo y en no-convivencia con las otras, las otras, de la Acción Feminista Dominicana (AFD) ¿Quizás?
Petronila pretende expresar, entendemos, que no se va a dejar «ningunear» cuando le sentencia, enfáticamente, a la «Rappoteur» (Minerva Bernardino): «Delia Weber no ha querido firmar, me dice que «como hay esa discrepancia». Ahora no sé si se decidirá después. Yo no estoy por rogarle (sic) firmas a estas damas del viejo desacreditado feminismo. » (Ver: «De Petronila [Angélica Gómez] a Minerva Bernardino.» Carta inédita del 5 de diciembre de 1937. © Archivo de Doris Stevens. Universidad de Harvard.)
¿Qué malestar había en el movimiento feminista local? ¿Qué voluntades tenían la histeria de creerse tener un vuelo (irrealizable) de superioridad a las otras? ¿Qué dualidad de temperamentos, de duelos velados, de deshonor entre-mujeres, de vértigos, de desengaños, de contraposiciones de posturas, de fingimiento de conciencia, de mutación decadente, de incitación a la desconsideración y a la descalificación?, contiene esta Carta.
Esta Carta expresa —y lo hemos conversado con Martha Checo y Julio Pérez Rodríguez,CEO de «Republica Fémina» —un antagonismo degenerativo, expresión de la ruina espiritual de quienes se pueden expresar desde el odio y la envidia, o, la amargura injustificada. No se puede escribir —para después, un después de casi un siglo, no ser juzgada por la Contra-Historia— desde la inmediatez de la soberbia, desde ese artificio que se hace ´adorno´ de quienes se consideran— en ciertas circunstancias y en ciertos momentos— superiores a las otras, ya que todo es transitorio (menos la vejez en soledad y en abandono) por la no-reconciliación de los valores cuando la inmediatez del-ser, del-pensar, se plasma sobre papel, se afirma y se firma. Esta Carta es una fatalidad irremediable y, la continuidad de un fantasma en una existencia que no mitiga la circularidad de los tiempos, puesto que, no se vence a las contrarias desde la cima del poder a través de monstruosos relatos ni desde las sombras de las noches (aun sea en un baile de caretas) donde se cosifique la androginia con la advenediza ferocidad de una expresión.
«Delia Weber no ha querido firmar, me dice que «como hay esa discrepancia». Ahora no sé si se decidirá después. Yo no estoy por rogarle (sic) firmas a estas damas del viejo desacreditado feminismo. »
¡Qué recóndito si-no de desventura había en el alma de Patronilla Angélica Gómez!, para llamar a sus colegas, a sus compañeras de largas jornadas, a las demás pioneras protagonistas en la lucha por la emancipación, a las sufragistas de vanguardia y, por demás, fundadoras del Club «Nosotras» y de la Acción Feminista Dominicana (AFD), en la República Dominicana, entre ellas, Delia Weber —que fue miembro de la Mesa de Redacción de Fémina, y desde sus inicios contribuyente económica a través de su familia política los Coiscou, y colaboradora de principalía desde 1925— con desprecio y peyorativamente: «damas del viejo desacreditado feminismo. »
Esa «dama», Delia Weber (1900-1982), que «no ha querido firmar […] del viejo desacreditado feminismo » será, tiempo después, el alma bondadosa que en 1952 le preste ayuda a Petronila Angélica para organizar sus memorias y, le ofrezca su respaldo para su publicación.
No obstante, es importante destacar y resaltar que, para llevar a cabo su labor como Representante de la República Dominicana ante el «Comité Intercontinental de Peticiones constituido por la Inter American Commission of Women», Petronila Angélica Gómez solo tuvo el respaldo —a nivel nacional— de Delmira Papaterra (Puerto Plata), Enriqueta Escotto (Macorís del Este), Encarnación Domenech (Bonao), Isabel Mayer (Monte Cristi),Genarita Cavallo (Barahona), la Sra. Castro (Seybo), Tomasa Shepard (Samaná), Carmen Lara Fernández (La Vega), Ana J. Jiménez (Santiago) y Atala de Buonpensiere (San Juan). En la Capital tuvo el apoyo de Pilar Mañón, Tatica [Altagracia] Guerrero, Sofía Oliva, Amparo Ramírez, Silveria Rodríguez, Luz Echavarría, además de ella. (Ver: «De Petronila [Angélica Gómez] a Minerva Bernardino.» Carta inédita del 23 de enero de 1938. © Archivo de Doris Stevens. Universidad de Harvard.)
Luego de leer el intercambio epistolar de Petronila y Minerva tengo la amarga constatación de que el mundo está hecho de asfixiantes omisiones, de abismos y fugas de plenitud en las relaciones intergeneracionales que el tiempo (a veces) se hace un aquelarre asistido por las brumas que envuelven las altas torres de marfil donde se viven suplicios o la encarnación de la futilidad del vivir cuando hay aspiraciones (personales) que no se cumplen o no se alcanzar y, solo queda como calvario la miseria existencial y espiritual, de la cual hay que huir, sí, huir, asistida por la cumbre de la conciencia sosegada, para luego no enmudecer, eternamente, desde el inhóspito sepulcro y ahogada por el olvido.
Ya sabremos algún día por qué los papeles —como documentos provenientes de colecciones patrimoniales para uso de investigaciones— se hacen familiarmente omniscientes, protagonistas referenciales y el ojo de cristal que muestra las claves para los juicios de la posteridad. Saber es pensar. Y, al pensar y saber llegamos en los escondrijos de lo completamente ilusorio o en la seducción que trae conocer el desenlace de un hecho del pasado, puesto que, a final de cuentas, el signo es una arbitrariedad y, es por esto que desenmascara a su propia arbitrariedad.
No obstante, puedo remitirles a artículos anteriores de mi autoría sobre la Contra-Historia, y en torno a la reconstrucción biográfica que he realizado con fuentes fidedignas y documentales sobre Las Sufragistas de Vanguardia, ¡mis amadas muertas! publicados en este medio en Acento.com.do, siendo éste un avance de mi investigación para mi documental «Petronila & Yo» que casi termino.
Recordamos, para la Contra-Historia, que Delia Weber (1900-1982)—desde el fallecimiento de Abigail Mejía en 1941— era la Directora General de la Acción Feminista Dominicana (AFD), y fue bajo su firme determinación, noble y altruista acción, que condujo, finalmente, a que Las Sufragistas de Vanguardia lograron el reconocimiento de la Condición Jurídica y Política de la Mujer en 1942, para que se escribiera en la Constitución de la República Dominicana —como un hito resultado de la lucha de la emancipación llevada a cabo por el feminismo ilustrado y de la igualdad— en la Sección II De la Ciudadanía: Art.9.- Son ciudadanos todos los dominicanos de uno u otra sexo mayores de dieciocho años, y los que sean o hubieren sido casados aunque no hayan cumplido esa edad. Art. 10.- Son derechos de los ciudadanos: 1.- El de elegir. 2.- El de ser elegibles para las funciones electivas, con las restricciones que indica esta constitución.
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