Los tres procesos que constituyen el núcleo central de este artículo son objeto de preocupación de la sociedad dominicana, cuando analiza los aprendizajes de los estudiantes. Las razones son obvias, pues estos procesos constituyen una clave sustantiva en el desarrollo de las personas. Sin embargo, la sociedad no le da seguimiento a estos procesos en la vida de los docentes. Es evidente que los avances científicos, tecnológicos y del conocimiento requieren de docentes con un pensamiento lúcido; con tiempo y espacio para entender el mundo en el que viven y en los contextos en los que actúan. El acto de pensar es propio de los humanos. Si se carece de voluntad o de oportunidad para ello, el trayecto de deshumanización es progresivo, tanto de la persona como de la sociedad.

La lectura y la escritura son dos procesos que están vinculados al acto de pensar. Esta tríada es inseparable. Ejerce una influencia determinante en el desarrollo del lenguaje, de la cultura y de la comprensión del mundo de las personas. El docente, por la función que ejerce en la sociedad y, de modo especial, en el sistema educativo dominicano, precisa de un desarrollo integral de la tríada señalada. Para que el desarrollo del docente dominicano, tanto del ámbito de pregrado como del ámbito de educación superior, presente menos fracturas, se han de crear condiciones para que potencie su compromiso con una adecuada capacidad de pensar, de lectura y de escritura. Si adquiere un ejercicio natural de estas facultades, la vida de las aulas y del tejido social tendrá otra fisonomía.

La organización y la distribución de la carga académica de los docentes requieren atención. Demandan ajustes para favorecer el desarrollo de su capacidad de pensar, para fortalecer su motivación por una lectura que amplíe su visión del mundo y para que se fortalezca su compromiso con la escritura. Esto le permitirá comunicar, compartir sus experiencias en el ejercicio de la función docente y en su condición de actor social. El desarrollo de la escritura le aportará referentes válidos para la sistematización de sus prácticas pedagógicas y sociales. Para pensar, leer y escribir se necesita tiempo; se requiere de condiciones físicas y emocionales aceptables. La recuperación de la capacidad de pensar, de leer y de escribir de los docentes constituye una tarea urgente.

El avance de los docentes en el desarrollo de la tríada que se aborda no depende sólo de la administración del sistema educativo del país. Es, también, una responsabilidad personal. No son escasos los docentes con dificultad para la lectura y la escritura correctas. Tampoco lo son aquellos con dificultad grave para pensar y expresar con la propiedad debida lo que piensan.  Esta situación le asigna tarea a la formación inicial docente (FID). Este proceso formativo ha de prestarle atención a los tres procesos que se plantean. La FID ha de aplicar pedagogías que posibiliten la educación de la razón, que aporten metodologías para aprender a pensar y a utilizar el pensamiento para el desarrollo personal y social. Se han de utilizar las pedagogías críticas y las que le aportan sentido a lo que las personas han de hacer en el ejercicio profesional. Los estudiantes sufren las consecuencias que generan los docentes con dificultades de pensamiento, lectura y escritura. Estas consecuencias impactan a la sociedad. Pero, sobre todo, impactan de forma negativa el avance de los docentes y los resultados de aprendizaje de la población estudiantil. Influyen, además, en el desprestigio de los docentes y de la educación dominicana.

La propuesta que consideramos pertinente es que, en el nivel de pregrado y en el de educación superior, se arbitren los medios necesarios para prestarle atención a la tríada indicada. Hay que apoyar a los profesores para que, tanto en la formación inicial como en el ejercicio docente, se implementen programas y procesos concretos para que el docente en formación adquiera las habilidades de razonamiento, de escritura y de lectura necesarias para su desarrollo profesional y para guiar de manera adecuada los aprendizajes de sus estudiantes.  De igual modo, se debe reorientar, la carga académica y la distribución de los tiempos de docencia para que los docentes puedan ejercitar su pensamiento, la lectura y la escritura. La repercusión de la tríada se expande con celeridad. Actuemos ahora.

Dinorah García Romero

Educadora

Investigadora del Centro Cultural Poveda - Directora  del Proyecto: Instituto Superior de Estudios Educativos Pedro Poveda. - Titular de Formación continuada en el Centro Cultural Poveda. - Docente del  Máster en Psicología de la Educación y Desarrollo Humano en Contextos Multiculturales,  Universidad de Valencia-Universidad Autónoma de Santo Domingo. - Co-Directora de Tesis en el Programa de Doctorado en Educación, Universidad de Valencia-Universidad-Autónoma de Santo Domingo.  

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