Las áreas protegidas en la República Dominicana sufren por heridas continuas a sus sistemas boscosos o  acuáticos, llamados: ríos, manglares y lagunas costeras. El problema se sostiene en los usos y las ganancias que se obtienen para obtener capital.

El sistema económico capitalista reconoce que los recursos naturales pueden ser usados, algunos con ciertas medidas y otros a su gusto, es decir según, la demanda económica del recurso. Por tal razón se encubren la explotación de los ecosistemas y se invisibilizan en el PIB, porque causa rubor y picazón, no calculamos el encubrimiento de las huellas de carbono que inducen al calentamiento global.

Las ideas antropocéntricas dominan el mundo de los negocios del petróleo y en la mentalidad de los que continúan asumiendo el paradigma universalista de la modernidad, en la que la naturaleza es un objeto o una cosa  explotable. No obstante, esto cambia, con la mentalidad ecologista. La cual se desvía, como los pasajeros, que deciden cambiar su boleto de vuelo cuando se dan cuenta de que el tren no llegará a su destino con estabilidad y salud personal o ambiental. Por tal razón, se propuso la agenda verde, la cual hoy día se está atacando, porque se considera irreflexiva, dado  que se necesita, la industria sostenida en los zapatos del petróleo.

Desde el punto de vista ecológico, la crisis actual es el uso de alta tecnología, basada en la industria petrolera.

El peligro de la extinción y de la destrucción de la vida, es una metafísica de la presencia, la cual ha sido bien distinguida y analizada por los posmodernos, los cuales sostienen que de existir esta metafísica del presente, no se  está tomando en cuenta el futuro. El ser tiene que estar atravesado por la historia del presente, como relato epocal. Pero eso tiene implicaciones graves hacia la naturaleza, porque no se toma en cuenta como una entidad con derechos.

Eso es clave para comprender, porque dicha metafísica está ligada al calentamiento global.

Esta posición del "presentismo" forma parte de la teoría de dominación económica actual. Los territorios pueden ser explotados y se impulsa el petróleo como la panacea que puede sostener dichas economías.

Todo el sistema actual está retomando las ideas decimonónicas de que algo, siempre está presente y separa, los sistemas humanos de los no humanos.

Esas políticas estaban siendo superadas por leyes y prácticas sustentables. Hoy se vuelca todo el camión y se esparce la semilla negra de la industria del petróleo.  Se han suprimido proyectos  que formaban parte de la agenda verde y por tanto, los señores de las élites hacen sus fiestas con el despilfarro y violaciones a las leyes que protegen la biodiversidad.

Lo que está ocurriendo en la Laguna Dominicus es una de esas realidades que vamos a comenzar a observar con las nuevas políticas del petróleo.

Esto no significa que sea pesimista, pero es lo que se observa en el mundo, la política verde, no es un significante para frenar a los depredadores y agentes que pertenecen a ese viejo mundo del carbono. Ellos se van a aprovechar de las crisis actuales vinculadas con el dominio de la industria petrolera, y de los pocos recursos económicos y conceptuales, que ya no serán puestos sobre la mesa para  discutir y proteger la biodiversidad.

Los hoteles operan dentro de un "presentismo" que destruye, e impacta un delicado ecosistema que son las lagunas costeras. Responde al mismo ideal del filósofo cojo Edipo, sin importarle  que se afecte la naturaleza.

Las acciones humanas no se producen al azar responden a un modelo de explotación que se sostiene en una filosofía muy clara, el antropocentrismo, el presentimos y una filosofía que da prioridad al pensamiento racionalista del filósofo cojo llamado Edipo. Él se enfrentó a su propia profecía,  para evadir el delicado ecosistema formado, por lo que se llamó el monstruo de la esfinge. El cual tenía  el rostro de mujer y sembraba el terror en las afueras de Tebas, al que no resolviera sus acertijos. Como Edipo lo resolvió, supuestamente, la Esfinges se quita la vida y se elimina lo no humano.

En esta historia se muere lo femenino, por medio del suicidio,  lo animal, la ambigüedad de la identidad de la esfinge y se fortalece lo misógino y se establece el dominio de lo masculino para tomar el poder.

Yo diría que los hombres fuertes que dirigen el mundo son el viejo Edipo que usan la racionalidad, para tomar el poder y asumir el control de los recursos como parte de una metafísica de la presencia, la necesidad de vender la idea de producir un crecimiento infinito, para crear riquezas ilimitadas, que es lo que necesitan para sostener Estados fortísimos militarizados  y capacitados para robar y usar los bienes comunes y recursos a sus antojos.

Edipo usa la razón para derrotar la animalidad e instaurar la civilización. ¿Pero cuál civilización? Yo pensé en la política actual donde se hace un prolongado repliegue de narrativas belicistas, un lugar donde se atacan las identidades diversas, la política de género, los feminismos y la naturaleza.

Todas las narrativas, a favor de la lucha contra el cambio climático y políticas verdes se están desmontando. Los mecanismos estatales cada día promueven  la búsqueda de recursos y sin ningún control, cabe mencionar los minerales raros o el petróleo. Se usan consideraciones estéticas como bello o feo, para referirse a tecnologías eólica o alternativas.

La naturaleza es la vieja esfinge con huellas ambiguas.  La arrogancia de Edipo fue considerar que pudo eliminar al animal ambiguo e instaurar un orden fundacional. Ese orden en el capitalismo es la explotación, la competencia y las jerarquías de clases y con ellos, la subordinación de lo femenino, por ende la naturaleza. La militarización, el control de los recursos y volver a controlar la naturaleza a su antojo.

Esto lo observamos en los permisos para cortar mangles en Bayahíbe (Higüey), rellenar lagunas costeras, deforestar los árboles del Olímpico, sin control y destruir los humedales para dar paso, a infraestructura que servirán para los servicios de los hoteles.

Los petroleros dominan el mundo y los hoteleros dominicanos se aprovechan de la falta de una política ambiental que respete los derechos de la naturaleza.

En la lógica de este mito fundacional (Edipo), la compulsión por la repetición gana la batalla al filósofo cojo, pues el hilo de la realidad, entiéndase naturaleza, no pueden envolverse en un paquete de regalos, dado que el asesino o destructor será exiliado del territorio, cegado y atormentados, por la conciencia en representación de las Erinias o Furias, las cuales representan la venganza para los romanos o las encargadas de castigar a los criminales.

Los humedales, manglares y lagunas costeras protegen las costas dominicanas; bajos los ciclones estas estructuras biológicas impiden la entrada del mar a la costa.

En la cultura dominicana esto lo produce el huracán, el cual era llamado por los originarios Guabancex y tenía dos acompañantes, las lluvias torrenciales (Coastrisquie) y los vientos huracanados (Guataubá), lo que a su paso destruía todo lo que está bajo desequilibrio. Recordé ese mito y lo comparé con el mito griego de las Erinias.

En mito eran igualmente tres deidades que transforman, todo lo que tocan, para volver a recuperar la naturaleza en su estado prístino. El impacto de la biodiversidad en Bayahibe se corresponde con un viejo crimen que puede ser vengado por la fuerza de la triada de Guabancex o de la Erinias griegas.

Fátima Portorreal

Antropóloga

Antropóloga. Activista por los derechos civiles. Defensora de las mujeres y los hombres que trabajan la tierra. Instagram: fatimaportlir

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