Gracias por su presencia. Agradezco todo el apoyo que he recibido para que este libro sea ahora una realidad. Agradezco a las 60 personas que aceptaron debatir conmigo su punto de vista, su historia, su entrega, sufrimientos y sus dolores sobre la participación política de la izquierda en la República Dominicana. En esto incluyo a las viudas y esposas de algunos de los izquierdistas asesinados entre 1966 y 1978.
Esas conversaciones tienen mucho de desprendimiento y también de despojo. Cuando emprendí el proyecto para reflexionar sobre la izquierda, todavía algunos de sus dirigentes no estaban en condiciones de hacer una catarsis sincera sobre la izquierda y su presencia en ella. Tengo que revelar que algunos dirigentes de izquierda se negaron al diálogo. No deseaban mirar al pasado, por lo menos a ese pasado, del que abjuraron, o al que dedicaron la mayor parte de su vida, para hoy tener la sensación de haber realizado una inversión demasiado grande para un resultado realmente pobre.
Otros entienden que no están aún en condiciones de revelar decisiones y actuaciones, que deben permanecer ocultas, porque hay lesionados y también sobrevivientes, y sus descendientes, que podrían ser afectados por consecuencias inesperadas. 50 años después, aún se temen represalias.
Otros sencillamente no admiten debatir el tema. Y no me atrevo a especular si por temor, por arrepentimiento, por vergüenza o porque la vida democrática ha enseñado otros caminos.
Este libro que entregamos hoy cuenta apenas una parte de la historia, y en ese sentido quiero ser muy sincero. En los datos que alcancé hay mucha información, bastante, que merece ser contada, pero que, por razones ya explicadas aquí, aún no puede ser revelada.
Hay lesiones, quejas, resentimientos, dudas y sospechas de traiciones, por ejemplo, sobre la guerrilla de Manaclas, o sobre la guerrilla de Caracoles, o sobre el secuestro de Donald J. Crowley, o sobre algunos movimientos o políticas que se adoptaron, como las tácticas Guido Gil e Hilda Gautreaux, en el MPD, por ejemplo, o sobre reuniones que fueron determinantes para las vidas de algunas personas.
Todo eso lo hemos dejado atrás, como hemos dejado sin mencionar los casos de ajusticiamientos decididos por la izquierda contra delatores, fisgones y personeros al servicio de la inteligencia del Estado o de agencias conocidas de los Estados Unidos. Un caso emblemático y muy conocido ha sido el de Juan Esteban Vargas Marcano (Juanito El Lagarto), fusilado por los miembros de Voz Proletaria, la organización de la que era Secretario General y que se había desprendido del MPD.
No es lo mismo analizar hoy las decisiones y posiciones políticas de la izquierda, con una mirada retrospectiva, que hacerlo en los años 60 y 70, cuando se tenía encima la persecución de la policía, o cuando los izquierdistas envejecían en las cárceles dominicanas. No hemos caído en esa trampa, porque la salida de la dictadura de Trujillo representó un gran despertar para la sociedad y para los jóvenes dominicanos. Y la llegada de los guerrilleros cubanos al poder representó también un aldabonazo que elevó los sentimientos y ánimos de miles de jóvenes que se entusiasmaron con la posibilidad de hacer la revolución dominicana.
Pero los golpes no se pudieron asimilar rápidamente. La transición de la dictadura a la democracia fue traumática. Consejo de Estado, elecciones democráticas, gobierno de Juan Bosch, golpe de Estado, guerrilla de Manolo, triunvirato, revolución de abril e intervención militar de los Estados Unidos fueron acontecimientos que se encadenaron y representaron terribles lecciones para los constructores de la democracia.
Aunque hay mucha literatura sobre este período, hay poco que se dedique a analizar el papel de la izquierda, su negativa a formar parte de los procesos electorales, a defender la democracia representativa, en primer lugar, como paso previo a cualquier otra versión de la revolución. Los cubanos tomaron las armas y los dominicanos pensaron que ese era el camino. Los chinos, con Mao Tse Tung, promovieron un socialismo tipo asiático, pero sobre la idea de que “el poder nace del fusil”, y Regis Debray y el Che Guevara intentaron mostrar que la guerrilla era una opción para alcanzar el poder.
Nada de eso funcionó. La izquierda se fraccionó, el 14 de junio se desmembró; la revolución de abril fue un empeño de militares democráticos que deseaban reponer a Juan Bosch, y no era el proyecto de los izquierdistas dominicanos. Pero allí estuvieron y fueron valientes, y contribuyeron a entusiasmar a Caamaño con las ideas de la redención socialista. Y lo conquistaron.
Es poco lo que queda de la izquierda. Reconozco que hay alrededor de 70 organizaciones pequeñas, minúsculas, con posiciones públicas y organizadas en pequeños espacios de discusión y debates.
La izquierda rechazó los procesos electorales. Bosch también los rechazó, pero su partido cambió esa postura, y alcanzó el poder y gobernó 20 años, pero Bosch se fue de este mundo convencido de que las elecciones no eran el camino. Esa idea permanece aún en algunos de los restos de la izquierda.
Pensemos bien las cosas. La izquierda lanzó la idea del socialismo y el comunismo como su objetivo, en un país que había padecido 30 años de dictadura. La izquierda hablaba del partido de la clase obrera y de la dictadura del proletariado.
La Revolución de Abril fue una guerra sangrienta. Más de 3 mil dominicanos murieron en esa guerra, y la izquierda salió de esa contienda promoviendo su continuidad, bajo el razonamiento de que la violencia revolucionaria reivindicaría y daría el poder al pueblo.
La promoción de la revolución era constante, en un pueblo que deseaba la paz.
Los comunistas dominicanos eran ejemplo de entrega, sacrificio, honradez, valentía. Eran o parecían misioneros dedicados a su objetivo central: Hacer la revolución.
Pero eran pobres, rechazaban la comodidad, prácticamente eran apologistas de la vida sacrificada. Hicieron común una indumentaria que los organismos del Estado identificaban. Sus familias eran sacrificadas, vivían en las peores condiciones y pasaban hambre; sus hijos iban a escuelas que no podían pagar, y muchos de ellos el único refugio que encontraron fue un empleo en la UASD, a donde fueron reducidos de forma consciente por el gobierno de los 12 años. El centro de operaciones de la izquierda fue la UASD. Grandísimo error para la izquierda y para la academia pública.
El debate teórico sobre el marxismo se realizaba sin tomar en cuenta la educación, la formación, la cultura y la idiosincrasia del pueblo dominicano, heredadas esencialmente de una dictadura que se instaló y se mantuvo durante 30 años.
La idea de que el pueblo unido jamás será vencido prendió en las mentalidades de jóvenes deseosos de demostrar su valentía y arrojo realizando transformaciones sociales. Liderazgos poco formados. Manuel Aurelio (Manolo) Tavárez Justo fue abogado, y cultivó su formación, pero carecía de los conocimientos del marxismo, y dentro del Movimiento 14 de Junio fundó un grupo militar de su confianza, llamado la Infraestructura.
Maximiliano Gómez, al asumir la secretaría general del MPD, era un joven con apenas 25 años, con apenas un octavo curso, y sí había sido empleado en un ingenio, como tornero. Pese a su brillantez e inteligencia, carecía de la experiencia para la toma del poder, que tanto ambicionó, experimentando relaciones con militares de la ultraderecha o con políticos mucho más fogueados que él. La última vez que fue hecho prisionero fue en el entorno de la UASD, a donde se dirigía a una reunión política.
Y así se puede seguir contando una historia dolorosa, trágica, de martirologio, que si lo vemos desde este punto en que nos encontramos, diríamos que fueron imberbes que entregaron sus vidas porque es dulce y decoroso morir por la patria. Pero a la patria se le ama mientras uno intenta sobrevivir, salvar su vida, crear familia, consolidar una estructura en que los hijos se eduquen y sean también dignos representantes de los deseos de libertad de sus madres y padres.
El gran pecado de la izquierda fue permitir ser penetrada por los organismos de inteligencia del Estado y de los Estados Unidos. Y los fraccionamientos, las inquinas, las delaciones y las luchas intestinas, por diferencias sobre el movimiento comunista internacional, fueron inducidos, y asesinaron la posibilidad de que la izquierda fuera opción real de poder en el país.
La izquierda tampoco aprendió de los mecanismos de inteligencia e investigación que sí poseyeron los cubanos, los chinos, los rusos, y que les permitieron competir con los Estados Unidos y los países capitalistas europeos.
La izquierda dominicana cayó derrotada rápidamente, desde sus propias estructuras, porque todo cuanto discutían era conocido por el Estado; las pequeñas diferencias políticas, ideológicas, personales, se incrementaban de forma acelerada, y en este libro he tenido la oportunidad de contar algunos de los fraccionamientos del 14 de Junio, del MPD, del PCD, de la Línea Roja y de tantas otras fuerzas políticas que pudieron tener una cosecha más amplia y más productiva.
He dicho que el PRD y el PLD nacieron como partidos de izquierda y luego desviaron su atención y compromiso hacia la democracia y la derechización. Bosch y Peña Gómez fueron los receptores de los líderes, militantes, dirigentes de la izquierda, cuando estos grupos descubrieron que tenían poco que hacer promoviendo la revolución socialista, que luego se desmoronó a partir de la caída del Muro de Berlín, del descalabro de la URSS, de la unidad alemana y de la caída de los regímenes socialistas en casi todo el mundo.
Bosch y Peña debatieron posiciones y terminaron separados. Bosch fundó un partido marxista, antielectoralista, que fue el PLD, declarando que el PRD había cumplido su misión histórica a mediados de los años 70, y Peña defendió el rol del PRD como opción democrática que consideraba las elecciones, y no la lucha armada, como el camino para derrocar a Balaguer. Y buscó a los liberales de Washington, y se alió con la socialdemocracia europea, y consiguió apoyo para realizar la mayor campaña que se conozca en la historia dominicana de denuncias de los crímenes de Balaguer y la defensa de los derechos humanos, defendió el derecho de los exiliados, luchó contra las leyes anticomunistas, defendió el derecho de los periodistas al ejercicio de la comunicación y encontró el camino para el restablecimiento de un régimen democrático.
Muchos izquierdistas lo comprendieron y se aliaron a Peña Gómez. Otros se quedaron con Juan Bosch, e insistieron en que se adaptara a los procesos electorales y, cuando había recuperado la confianza, en 1990, Balaguer nuevamente le hizo fraude, le quitó las elecciones, y el descalabro no pudo ser mayor. Todavía recordamos la historia escrita en el libro “Raíces de un poder usurpado”, de Leonel Fernández.
Finalmente, no nos llamemos a engaño; aunque la izquierda se resistió a los procesos electorales, hizo un gran esfuerzo con el Bloque de la Dignidad Nacional y el Acuerdo de Santiago para las elecciones de 1974; luego, en 1978, el PRD realizó una gran alianza para derrotar a Joaquín Balaguer, quien tenía en sus entrañas la forma de cambiar los resultados de las elecciones, por más adversidad que estas le representaran.
Un aliado de Balaguer, hace muchos años, me dijo que al PRD los votos le crecían como la verdolaga. Y que por más anulaciones de votos blancos, las urnas seguían llenándose de papeletas por el PRD y por los candidatos promovidos por Peña Gómez.
La democracia que hoy tenemos se la debemos también a la izquierda. Por más errores que se hayan cometido, por más deslices, divisiones, tácticas e infiltraciones, la izquierda fue parte esencial para que el pueblo dominicano alcanzara una democracia que, pese a los fraudes electorales, se ha mantenido sin interrupción desde las elecciones de 1966, cuando Balaguer accedió al poder por la vía electoral, en medio de la intervención militar de los EE.UU.
Pero la tragedia política de la izquierda no podemos ocultarla. Hay que ser objetivo al hacer el análisis. Si la izquierda es insignificante desde inicios de los años 80, es porque no entendió o analizó el proceso político correctamente, y siguió promoviendo la abstención electoral como una cuestión de principios.
Y los izquierdistas de Colombia, Chile, Bolivia, Perú, El Salvador, Uruguay y muchos otros países de la región alcanzaron el poder mediante procesos electorales, pese a la tragedia de Allende. Pero aquí nunca fue posible que tuvieran éxito. Algunos llegaron a diputados y senadores (muy pocos) y alcanzaron esas posiciones por la flexibilidad de José Francisco Peña Gómez, que siempre protegió al liderazgo de la izquierda, y le hizo propuestas de que se integraran a la lucha democrática.
Esas conversaciones tienen mucho de desprendimiento y también de despojo. Cuando emprendí el proyecto para reflexionar sobre la izquierda, todavía algunos de sus dirigentes no estaban en condiciones de hacer una catarsis sincera sobre la izquierda y su presencia en ella.
Ese era el camino. Es mi punto de vista, pero la izquierda se acostumbró a vivir en la oposición, a oponerse a todo cuanto hicieran los gobiernos, incluidos los gobiernos democráticos, y cuando fueron a elecciones obtuvieron muy pocos votos. En ese sentido hay que hacer un reconocimiento al Partido Comunista Dominicano, que fue el más abierto a insertarse en la democracia electoral, sin éxito.
Un argumento que se ha vuelto ya muy común es que el pueblo dominicano es conservador, y que la izquierda encuentra simpatías en los reclamos y exigencias de reivindicaciones, pero al momento de elegir, el pueblo no le gusta apostar por los perdedores. Y la izquierda siempre perdía.
Como el mundo de hoy se inclina políticamente hacia la ultraderecha, entiendo que corresponde a la izquierda ejercer un papel de presión y de lucha para que los fascistas no alcancen más poder, y para que las posiciones democráticas sean más poderosas, más sólidas y puedan impedir que la ultraderecha arroye a todo el mundo, como lamentablemente parece estar ocurriendo.
Este libro que entregamos hoy cuenta apenas una parte de la historia, y en ese sentido quiero ser muy sincero. En los datos que alcancé hay mucha información, bastante, que merece ser contada, pero que, por razones ya explicadas aquí, aún no puede ser revelada. Disfruten estas aproximaciones a LA IZQUIERDA VISTA POR SÍ MISMA.
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