La osadía de Kathleen Martínez pone en evidencia la importancia de confiar en uno mismo, de razonar las propias ideas y sostener la convicción de que aquello que parece improbable también puede ser posible. Abogada y arqueóloga, no se conformó con los conocimientos adquiridos a lo largo de su formación y experiencia. Su pasión por la historia antigua y su compromiso con la investigación la han llevado durante décadas a explorar y recuperar importantes objetos patrimoniales de la civilización egipcia en el Templo de Taposiris Magna.
Aprendió árabe para integrarse plenamente al contexto cultural de su trabajo y, cuando sus excavaciones sugirieron el hundimiento de una parte del templo en el Mar Mediterráneo, decidió aprender a bucear. Esta nueva destreza le ha permitido descender a las profundidades marinas acompañada del Dr. Robert Ballard, oceanógrafo que descubrió el Titanic y que colabora con ella en esa nueva etapa de la investigación.
En estos veinte años, Kathleen Martínez se ha consolidado como la arqueóloga latinoamericana más relevante de Egipto, liderando uno de los cinco proyectos arqueológicos más importantes para ese país. El camino no ha sido sencillo. Ha enfrentado dudas persistentes y episodios de descrédito por parte de quienes desestimaron sus teorías sobre la posible localización de los restos de la reina Cleopatra; atravesó además la crisis política egipcia de 2011 y vivió situaciones de riesgo extremo dentro de los yacimientos, desde encuentros inesperados con serpientes y alacranes venenosos en los túneles de excavación, hasta ser rodeada por un enjambre de abejas. Kathleen es, sin duda, resiliente por naturaleza.
Durante la conferencia ofrecida en el Auditorio Manuel del Cabral de la UASD, organizada por el Instituto Dominicano de Investigaciones Antropológicas (INDIA) de la Facultad de Humanidades, con la colaboración del Museo de la Rectoría, Martínez – Nazar compartió de manera sintética su trayectoria. Relató sus inicios, la decisión de trasladarse a Egipto con sus hijos en edad escolar, y los momentos más desafiantes de estos veinte años de trabajo. Narró también cómo, en los instantes en que las licencias de excavación -otorgadas por plazos limitados– parecían llegar a su fin y el equipo comenzaba a perder la fe, su determinación de ir siempre una milla más allá la condujo a los hallazgos más significativos de su carrera.
En Kathleen destaca su tenacidad, su sencillez, su profundo compromiso con la República Dominicana, con Egipto y con la comunidad científica internacional. Pero también sobresale su generosidad, su constante deseo de compartir sus conocimientos y experiencias con la juventud dominicana y contribuir a desarrollar capacidades en los futuros profesionales de la antropología y la arqueología. Su visión es clara: formar investigadores capaces de realizar exploraciones, tanto en el país como en el extranjero de manera rigurosa, científica, apoyados en la tecnología y respetuosos del entorno y del patrimonio cultural.
Tres magníficos volúmenes de su autoría recogen en detalle las piezas colectadas y su significado histórico. El Gran Museo Egipcio ha dedicado una sala para exhibir de manera permanente los objetos recuperados por Kathleen Martínez en los yacimientos de Taposiris Magna. Los beduinos de Alejandría la respetan, la protegen y la aprecian. Sus hallazgos han dinamizado el turismo en la zona norte de Egipto con impactos positivos evidentes en la economía local.
La National Geographic Society confía en su trabajo y ha producido varios documentales dedicados a sus descubrimientos. El más reciente, El Secreto de Cleopatra, será presentado el miércoles 3 de diciembre en el Teatro Nacional, gracias al Centro Cultural del Instituto Dominicano de Telecomunicaciones, INDOTEL.
Resultó profundamente gratificante ver estudiantes universitarios y de secundaria, docentes, funcionarios y personal administrativo recibir a Kathleen Martínez con tanta admiración y afecto: los aplausos prolongados, la búsqueda afanosa de una fotografía para perpetuar el momento, los sinceros deseos de éxito en su empeño por hallar la tumba de Cleopatra. Ella respondió a todos con su sonrisa auténtica, con calidez y paciencia. Desde la academia, nuestra gratitud por su invaluable contribución científica, histórica y cultural, y por ondear con orgullo la bandera dominicana en cada paso de su extraordinaria obra.

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