El pasado 15 de septiembre por este mismo medio publiqué un artículo con el título: La corrupción: el cáncer silencioso de la democracia. Desde sus consecuencias, terminábamos diciendo entonces:
“El daño va más allá de lo material. La corrupción no solo erosiona la legitimidad del sistema político, sino que genera la creencia de que no sirve ni es útil para resolver los problemas de la vida social, y su ideal se transforma en una fachada, que solo encubre los intereses privados, pero es incapaz de sostener una vida decente y apegada a principios éticos del buen vivir.
Tengámoslo claro, esas pequeñas y grandes traiciones cotidianas a la democracia son ese cáncer que poco a poco la va carcomiendo. Cada soborno, cada impunidad, cada contrato amañado, cada uso injustificado de fondos públicos son una metástasis en el camino de su deterioro. Defenderla no es una consigna vacía, es el compromiso diario de su vigilancia, participación y exigencia de transparencia en el que todos debemos participar.
Termino con dos frases para tu reflexión final, la primera de Adela Cortina, reconocida bioeticista española y la segunda de John Steinbeck, afamado escritor estadounidense:
- “La corrupción desmoraliza y es lo peor que le puede pasar a una sociedad”.
- “El poder no corrompe. El miedo corrompe, tal vez el miedo a perder el poder”.
Las últimas semanas hemos sido testigos de la desgracia enquistada en una parte muy sensible del estado, la salud, en que funcionarios del gobierno, dueños de farmacias y centros de salud, como profesionales, se constituyeron en pleno ejercicio de su libertad, en una banda de “corruptos y corruptelas”.
En ambos casos y haciendo abuso del poder para beneficios personales de índole económica, con tal desparpajo, que hasta el más insensible de los dominicanos se siente consternado ante los nombres de funcionarios y allegados, como redes delictivas creadas para llevar a cabo el bochornoso e infame acto de corrupción.
El robo y la expoliación de los fondos públicos destinados al desarrollo de programas de protección y promoción de la salud para la población, principalmente, la más pobre, no encontró ni reparos ni límites en una danza macabra de corruptos y corruptelas bañándose en dinero sucio proveniente del más burdo comportamiento humano.
Sin embargo, el problema no es tan solo el de aquellos que se dieron a la tarea de robarse tales sumas de dineros, destinadas a la salud de los más pobres, sino además, la de aquellos organismos del estado que están para velar la impunidad, a través de los mecanismos de control que están para prevenirlo y evitarlo.
¿Dónde estaba la Contraloría y todas sus unidades de auditoría? ¿La Cámara de Cuentas, hacia dónde estaba mirando y con qué propósito? ¿Qué hacia la SISALRIL, mientras? El propio Ministerio Público, ¿cómo no actúo antes si públicamente se venían denunciando las acciones dolosas en varios organismos del estado?
¿Escapaban estos comportamientos a la Dirección de Compras y Contrataciones del Estado? Todo el sistema financiero, con sus rigurosos controles cuando se trata del movimiento de dinero, sobre todo de esas sumas ¿no se percató? y si lo hizo, ¿adónde fueron a parar sus alertas?
¿Dónde se guardaban tales volúmenes de dinero que no despertara sospecha de la Dirección de Impuestos Internos como de la Superintendencia de Bancos, como de los organismos de seguridad? Pareciera que todos esos empezaran a padecer de ceguera y sordidez selectiva o ¿quién sabe si de otro síndrome involuntario?
¿Cómo explicarles a nuestros niños, niñas y jóvenes en nuestras escuelas lo que es el estado, el gobierno, la política y la vida democrática, la ética en el servicio público, los deberes y derechos ciudadanos si los responsables de mostrar un comportamiento pulcro y ético no hacen otra cosa que negar la más simple de las decencias?
Y aún más, ladrones que negocian cantando para inculpar a otros y disminuir sentencias, o sencillamente evitar que algunos de sus adláteres sean incluidos en el expediente, aún y habiendo cometidos las mismas fechorías… ¿Bajo cuáles principios morales y éticos las autoridades llevan a cabo tales negociaciones?
Votamos cada cuatro años, es verdad, pero la democracia en el ínterin está siendo apuñalada en todos sus órganos esenciales, desangrando vergüenza y deshonestidad, y proporcionándonos a todos el ejemplo a seguir: llegar al gobierno para el enriquecimiento personal y familiar sin importar el precio.
La corrupción de fondos públicos duele, pero más duelen los miles y miles de dominicanos a quienes se les negó la salud o la oportunidad de recuperarla, al hacer uso de miles de millones de pesos en un exhibicionismo vulgar de dineros no ganados “con el sudor de su frente”, sino producto del robo y las mentiras que lo encubrían.
Ojalá que esta situación se constituya en una oportunidad para que nuestra Justicia se crezca, dejando atrás la doblez, las negociaciones turbias que venden sentencias y que la institucionalidad democrática sane, para el bien de todos, sobre todo de los millones de niños, niñas y jóvenes que nos observan como referentes para su vida futura.
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