A veces, las ideas que parecen quedarse en el aire, como hojas atrapadas en una corriente incierta, logran aterrizar cuando el tiempo y las circunstancias se conjugan. Eso acaba de ocurrir con la Normativa para el Sistema Nacional de Prácticas y Pasantías Profesionales en la educación superior de la República Dominicana, aprobada por el Consejo Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (CONESCYT) el pasado 22 de mayo de 2025.
Esta normativa, celebrada en un acto del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), es mucho más que un documento: es un puente sólido y necesario entre la academia y el mundo laboral formal. Un puente que, aunque tardó en construirse, llega en un momento en que nuestro país necesita fortalecer la transición de sus jóvenes hacia empleos dignos, productivos y sostenibles.
Un antecedente que no se olvidó
En 2014, cuando me desempeñaba como asesora de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), coordiné junto a un destacado industrial la comisión creada en el Segundo Congreso Industrial para elaborar una política nacional sobre prácticas y pasantías universitarias. La propuesta se depositó en el MESCyT, pero no se aprobó entonces. El proyecto quedó “engavetado” y parecía destinado al olvido.
Con el afecto y el agradecimiento que le tengo al sector empresarial, sobre todo al CONEP del que fui su Asesora Honorífica por largos años, y la AIRD, de la que fui Asesora Ejecutiva también por muchos años, siempre apoyando la construcción de iniciativas que apuntalaban los esfuerzos propios de mejorar la capacitación de su fuerza laboral en los varios miles de empresas que la integran, acepten humildemente estas palabras de quien fue su servidora: si en aquel momento no se materializó o no se concretizó lo que fue la voluntad expresa de su Segundo Congreso, hoy, que ya es una realidad, piensen como atrevidamente le llamo a este artículo, “Atrasos… que llegan a tiempo, resultan muchas veces grandes éxitos”, su éxito está enclavado en la oportunidad de atraer y contratar un personal técnico y profesional que apoyado en la práctica que las empresas que le abran las puertas a nuestros muchachos en proceso de aprendizaje, harán posible una producción no solo de calidad, sino de excelencia que aumentará sus dividendos.
Hoy, más de una década después, vuelve a la escena —renovado, actualizado y con respaldo normativo—, recordándonos que los atrasos, cuando se retoman con convicción, pueden transformarse en aciertos.
Lo que la normativa establece
El documento del MESCyT ofrece una hoja de ruta clara. Reconoce las prácticas y pasantías como instrumentos estratégicos para vincular la formación académica con el entorno productivo y dotar al egresado de competencias aplicadas.
- Las Instituciones de Educación Superior (IES) deberán integrar modalidades de prácticas y pasantías en sus planes de estudio, con una duración máxima de seis meses y jornadas semanales que no excedan las 30 horas.
- No se generará vínculo laboral entre el estudiante y el centro de práctica, aunque este podrá ofrecer apoyo económico para transporte y alimentación.
- La realización de la práctica no será obligatoria para titularse, salvo disposición específica del programa o la institución.
- Se regulan responsabilidades tanto de las IES como de las entidades receptoras para garantizar pertinencia, calidad y seguimiento.
En otras palabras: se trata de alinear expectativas y compromisos, evitando improvisaciones y asegurando que esta etapa formativa sea realmente útil para el estudiante y provechosa para el país.
Por qué importa
La experiencia laboral previa sigue siendo una de las principales barreras para el empleo juvenil. Las prácticas bien diseñadas y supervisadas permiten que los jóvenes no solo apliquen sus conocimientos, sino que desarrollen adaptabilidad, innovación y cultura organizacional.
Datos recientes del Ministerio de Trabajo muestran que las empresas que contratan jóvenes sin experiencia perciben mayor adaptabilidad (71.3%) y capacidad de innovación (47.1%), lo que se traduce en productividad y renovación empresarial.
Como bien señala el Dr. Eddy Olivares, Ministro de Trabajo:
“Las prácticas y pasantías profesionales son un puente estratégico y vital entre el mundo académico y el empleo formal. Fortalecer el perfil del egresado universitario a través de estas experiencias es crucial, ya que la transición de la educación al trabajo influye decisivamente en la trayectoria profesional y en las condiciones socioeconómicas a largo plazo.”
Un paso hacia el empleo digno
Nuestra Constitución, en su Artículo 62, reconoce el derecho al trabajo digno y remunerado como pilar del Estado. La nueva normativa se enmarca en esa visión, vinculando educación superior y mercado laboral en un momento en que el país necesita capital humano capacitado para sostener su competitividad y desarrollo.
No basta con formar profesionales en las aulas; hay que darles la oportunidad de enfrentarse a la realidad de su profesión, de aprender de la práctica, de equivocarse y corregir, de ganar confianza y experiencia.
Atraso que llegó a tiempo
La historia de esta normativa es también un recordatorio: las buenas ideas pueden hibernar, pero no deben morir. En 2014, teníamos el diagnóstico y la propuesta; hoy, tenemos el marco legal y el compromiso de implementarlo. No debemos olvidar, que en la magnífica gestión del Dr. Luis Miguel De Camps como Ministro de Trabajo, su Viceministra de Trabajo, profesional de armas tomar, la Dra. Marie Laure Aristy, elaboraron en conjunto una Resolución, 8-2023, que apunta a los mismos propósitos y fines de la presente Normativa, que sí ha tenido una mayor socialización en el ámbito académico y empresarial dominicanos.
El reto ahora no es celebrar la aprobación, sino garantizar que las pasantías no sean un trámite, sino una experiencia transformadora que conecte a cada joven con su futuro profesional y con la construcción de un país más justo y productivo.
Que este “atraso” que llega a tiempo sea ejemplo de que la perseverancia, cuando está orientada al bien común, siempre vale la pena. Y que, como en los puentes bien construidos, la fuerza esté no solo en la estructura, sino en la confianza de quienes lo cruzan.
Concluyo afirmando y por experiencia de mi propia vida de profesora, académica y ejecutiva de universidades y asesora del propio Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, que las pasantías constituyen una etapa decisiva en la formación de cualquier profesional, pues ofrecen el primer contacto real con el ejercicio de la carrera. Más allá de lo aprendido en las aulas, permiten al estudiante aplicar conocimientos en escenarios concretos, resolver problemas reales y comprender la dinámica de trabajo en su área. Esta experiencia práctica fortalece competencias técnicas y blandas que difícilmente se adquieren solo en el entorno académico.
En la mayoría de las profesiones, las pasantías facilitan la transición entre la teoría y la práctica, ayudando a desarrollar habilidades como el trabajo en equipo, la comunicación efectiva, la adaptabilidad y la toma de decisiones bajo presión. Al vivir de cerca la cultura organizacional y los procesos propios de su sector, el futuro egresado adquiere una visión más realista y madura de su campo profesional.
Además, las pasantías abren oportunidades de inserción laboral, ya que muchas empresas utilizan este mecanismo para identificar y retener talento joven. Para el estudiante, significa no solo enriquecer su hoja de vida, sino también construir una red de contactos y referencias que puede acompañarlo a lo largo de su carrera. En síntesis, las pasantías son el puente que convierte al estudiante en un profesional capaz, seguro y consciente de su rol en el desarrollo del país.
Felicito al Ministro de Educación Superior, Dr. Franklyn García Fermín, y su Viceministra de Educación Superior, Dra. Evarista Matías, ambos queridos amigos y colegas, y a todo el personal de apoyo tanto en el MESCYT como desde el Ministerio de Trabajo, hasta la participación de los representantes de las universidades y expertos en educación superior, los organismos internacionales y todo aquel que ha participado en esta magnífica iniciativa, que dota al país de una pieza normativa que apoya el crecimiento y la calidad del capital humano que ha de sostener la economía, el bienestar y el desarrollo sostenible de la República Dominicana. No puedo dejar de agradecer y reconocer también al Ministerio de la Presidencia y al Ministerio de Administración Pública que contribuyeron a la Normativa del MESCYT, mostrando la evidencia de un proceso donde se puso de manifiesto la articulación intergubernamental que es una muestra que merece ser reconocida, en un país que pide a gritos la interrelación y la continuidad en las políticas públicas que añaden valor a la economía, pero más aún al buen vivir de nuestro pueblo.
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