Apenas Donald Trump volvió a la Oficina Oval, aseguró que Estados Unidos no necesitaba a América Latina, sino que eran los países de la región los que precisaban de la primera potencia occidental. No obstante, un mes después, el magnate republicano se ha ocupado de asuntos puntuales de la región que le causan gran interés. Con un enfoque impositivo, pero con ventanas para el diálogo, Trump y su equipo destaparon sus cartas de negociación rotuladas con el ‘America First’, las cuales se están jugando en otras latitudes. ¿Qué ha dejado esta estrategia?, ¿cómo ha reaccionado América Latina? Análisis desde Washington.
¿Es o no América Latina una prioridad en la agenda de Donald Trump?
En su semana inaugural, el presidente estadounidense se enfrentó a su homólogo de Colombia, Gustavo Petro, por las deportaciones de migrantes. En la segunda, puso a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, contra las cuerdas por el control de la frontera.
Y en la tercera, envió a su secretario de Estado, Marco Rubio a su primera gira internacional a Centroamérica, donde logró acuerdos con El Salvador y Guatemala para acelerar deportaciones desde el norte, mientras que en Panamá desarmó un memorando de cooperación que el istmo tenía con China tras amenazarlo con retomar el control del Canal de Panamá incluso antes de llegar a la Casa Blanca.
Para el analista político Abraham Mendieta, “hay que distinguir al Trump que habla del Trump que firma. Los papeles son distintos a las palabras. México y Colombia lograron sus objetivos políticos y económicos: lo único que tuvieron que pagar a cambio fueron unas malas palabras públicas de Donald Trump”.
Desde la Administración de Barack Obama (2012-2017), América Latina había pasado a un segundo plano para Estados Unidos, incluso a pesar de que, durante su segundo mandato, la Unión Americana restableció relaciones diplomáticas con Cuba y mantuvo vínculos cordiales con sus vecinos del sur.
En su primera presidencia, Trump (2017-2021) también se concentró en sus relaciones con otros hemisferios, logrando acercamientos con Rusia y Corea del Norte.
Entre 2021 y 2024, Joe Biden prestó atención a Latinoamérica sin hacerla su prioridad y designó a su vicepresidenta Kamala Harris como la encargada de gestionar las causas de la migración desde el llamado Triángulo Norte, sin mayores polémicas.
Ahora, Trump regresa la mirada a su vecino y lo adopta como parte de su estrategia comunicativa de éxito. Este es un enfoque “muy distinto a lo que se vivió en los años noventa con el gobierno de Bill Clinton, que había establecido una política que buscaba integrar económicamente al eje americano, con el propósito de que hubiese un crecimiento paralelo y en el que se entendía a América Latina como un respaldo y un apoyo para sus intereses”, afirma Manuel Alejandro Rayran, magíster en Ciencia Política con orientación en Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Lovaina.
La disputa por el Canal de Panamá
Panamá se independizó de Colombia en 1903 gracias al apoyo de Estados Unidos, que había visto el potencial de construir un canal interoceánico que optimizara las rutas marítimas entre el océano Atlántico y el Pacífico, que entonces tomaban varios meses. Acto seguido, el entonces presidente estadounidense Theodore Roosevelt firmó un tratado para la obra del Canal de Panamá, que costó 375 millones de dólares y tomó alrededor de diez años para completarse.
EE. UU. continuó controlándolo hasta 1977, cuando, bajo la dirección de Jimmy Carter, firmó un acuerdo con el general Omar Torrijos para regresarle su jurisdicción gradualmente, hecho que se completó en 1999. El tratado incluye una cláusula de neutralidad en su operación, en la que hoy Trump sustenta sus reclamos para recuperar su control, pues tras ser elegido, afirmó sin fundamento que es China quien opera el Canal.
Actualmente, el puerto de Balboa -en el Pacífico- y de Cristóbal -en el Atlántico- son administrados por una subsidiaria de CK Hutchison Holdings, un imperio empresarial del multimillonario hongkonés Li Ka-shing, conocido por tener vínculos con líderes chinos. Así mismo, un memorando de cooperación sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta promovida por China, firmado en 2017 había despertado la preocupación del republicano.
Leer tambiénMigración, narcotráfico y cárceles internacionales: el saldo de Marco Rubio en Centroamérica
Después de la visita de Marco Rubio (que, a propósito, es el primer latino en dirigir la diplomacia estadounidense) a Centroamérica, que dejó impactantes postales junto a los líderes regionales y compromisos de recepción de migrantes, el mayor logro presentado por la Administración Trump fue la no renovación de dicho acuerdo, otro pulso ganado con las amenazas, que no descartó llegasen a ser militares.
Si bien es difícil saber hasta qué punto pueden hacerse realidad estas amenazas, si sus pretensiones no son satisfechas, es poco probable que el mandatario –que hizo campaña criticando las guerras y tensiones de las que responsabilizó a Joe Biden– utilice la fuerza militar teniendo la tenaza económica y ese escenario “complicaría mucho la situación”, en palabras de Michael Shifter, profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown.
“La esperanza es que la decisión del Gobierno panameño de retirar de la iniciativa de la Ruta de la Seda sea suficiente, junto con la revisión del acuerdo con la empresa china que opera los dos puertos del canal. En ese escenario, Panamá mantendría el control del Canal mientras Trump declara una victoria política”, agrega Shifter en conversación con France 24.
México: ¿amigos o enemigos?
Si hay un país que ha sido blanco de ataques de Trump ha sido su vecino más próximo, México. Desde que lanzó su primera campaña, el republicano acusó sin fundamento al país de enviar "violadores y asesinos", retórica que se fue tornando más violenta con los años.
México “tiene todos los temas que a Trump le importan, desde inmigración, drogas, seguridad, y comercio con China. Hasta ahora, Sheinbaum ha manejado el efecto Trump con mucha habilidad. Ha cooperado en recibir deportados y enviar 10.000 tropas a la frontera. La pregunta es, aún con gran esfuerzo y sacrificio, ¿será suficiente? ¿Es posible satisfacer a Trump?”, se pregunta Shifter mientras la amenaza de los aranceles continúa latente hasta el primero de abril, lo que abre la puerta a nuevas peticiones.
La cúspide de las tensiones llegó cuando Trump dijo que impondría aranceles del 25% a los productos mexicanos a partir del primero de febrero.
Tras una llamada telefónica, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que el mandatario estadounidense había pausado los aranceles durante 30 días, a cambio de que México desplegara los mencionados 10.000 efectivos en la frontera para controlar la migración y el tráfico de fentanilo.
Según la presidenta mexicana, Trump además habría dicho que iba a trabajar para controlar el tráfico de armas, algo de lo que el republicano jamás hizo mención.
“Cualquier negociación sobre control de tráfico de armas será sumamente difícil con la Administración Trump. Aún bajo Biden fue muy complejo. Mi impresión es que avanzó poco. Soy escéptico si habrá discusión seria sobre el tema. Para Trump el concepto de 'responsabilidad compartida' es anacrónico. Es América Primero”, resume Shifter.
Leer tambiénTrump pausa aranceles y México moviliza más de 10.000 soldados a la frontera
En tanto, como parte de los esfuerzos para mostrar que ganó una guerra de nombres que él mismo inició, Trump firmó una orden ejecutiva que cambió el nombre del Golfo de México a Golfo de América mientras integrantes de su familia mostraban en redes sociales que pilotos utilizaban el nombre al sobrevolar el área y que Google también usaba la nueva nominación en su mapa. Incluso, Trump vetó a la agencia de noticias AP de la Casa Blanca porque se negó a rebautizar al cuerpo de agua.
Según el portal de bases de datos de fronteras internacionales Sovereign Limits, Estados Unidos tiene el 46% de la soberanía sobre el golfo, México el 49% y Cuba, el 6%. Por lo que en principio es una medida simbólica, ya que en los mapas mexicanos y cubanos, el nombre adoptado en 1607 no cambió.
La siguiente batalla se librará en los tribunales, tras el anuncio de Claudia Sheinbaum de demandar al buscador si mantiene el cambio. Cuba, por su parte, ha guardado silencio.
Venezuela: un giro que le ofrece legitimidad a Nicolás Maduro
En 2019, Donald Trump reconoció a Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela y según su entonces asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, incluso se discutió "intervenir militarmente". Seis años después, Trump reconoció también a Edmundo González como mandatario, pero esta vez, tiene un enfoque distinto al mantener conversaciones con Nicolás Maduro a través de su enviado especial, Richard Grenell.
Después de la visita de Grenell a Caracas, la primera de un funcionario estadounidense en tres años, Maduro liberó a seis ciudadanos estadounidenses acusados de conspiración después de las elecciones presidenciales venezolanas de 2024 y aceptó recibir los vuelos de deportación de ciudadanos venezolanos, que la Casa Blanca asegura son integrantes del Tren de Aragua, algo que el Palacio de Miraflores desmiente.
En palabras de Luis Martínez, máster en Política y Democracia de la Universidad de Westminster, “el envío de Grenell fue un primer contacto para ver qué concesiones puede extraer Trump de Maduro sin tener que enfrentarse directamente”.
Leer tambiénMigrantes deportados de EE. UU. llegan a Venezuela en aerolínea estatal
El 18 de febrero, Trump fue cuestionado en Mar-a Lago sobre su enfoque sobre Venezuela y en una declaración breve dijo: “Estamos mirando muy seriamente, no olviden que solo he estado aquí tres semanas. Acabo de llegar, cuando me fui estaban listos para irse, se habían rendido y luego volví y Biden les había dado miles de millones de dólares. Estamos revisando toda la situación”.
En efecto, en 2023, el expresidente Biden levantó algunas de las restricciones sobre el petróleo venezolano en medio de las negociaciones del gobierno chavista y una delegación de la oposición en Barbados que concluyeron con la celebración de los comicios presidenciales. No obstante, antes de abandonar la Casa Blanca, Biden impuso nuevas medidas y elevó a 25 millones de dólares la recompensa por información que condujera a la captura de Maduro tras su investidura el 10 de enero.
“Pesa el interés económico, específicamente aumentar la producción de petróleo para el mercado internacional y presentar oportunidades para empresarios, incluyendo amigos de Trump, para hacer negocios”, destaca Shifter.
Leer tambiénRecompensa millonaria por Maduro marca el tono de EE. UU. y sus aliados tras investidura
Mientras Trump “está revisando” qué hacer, Maduro consiguió la legitimidad que clamaba tras unos comicios que el estadounidense Centro Carter, la única misión de observación que asistió a las presidenciales de julio de 2024 en Venezuela, calificó como carentes de transparencia y Trump logró otras postales para sus redes sociales: más migrantes encadenados subiendo al avión de Conviasa y seis estadounidenses de regreso en un avión oficial. Shifter descarta que la democracia esté sobre la mesa en contactos futuros.
“Le está dando legitimidad a este Gobierno, a esto suma a que Donald Trump no le ha dado la misma importancia ni relevancia a Edmundo González, en esta ocasión cambia la estrategia de no enfrentarlo (a Maduro) sino tratar de negociar con él sin apuntar a una transición política en ese país sino enfocado en los negocios, como pueden conversar con el propósito de abordar temas petroleros y gasíferos”, afirma Manuel Rayran.
Colombia y la naciente guerra de aranceles
Los mercados esperaban que el primer blanco de las tarifas de Donald Trump fuera China, a la que culpó de afectar a la economía estadounidense y amenazó con imponer cuotas de hasta el 60% y que, además, fue la contraparte en la primera guerra de aranceles, durante la primera Administración. No obstante, el primer ataque desde Washington D.C. en este mandato fue para un país aliado.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, devolvió dos aviones procedentes de Estados Unidos, llenos de inmigrantes colombianos en situación irregular, que ya había accedido a recibir, porque según su criterio y el de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, las condiciones del traslado -con cadenas en manos, pies y cintura- "no eran dignas".
En respuesta, Trump anunció aranceles del 25 por ciento para los productos colombianos, que se elevarían al 50% en una semana, así como restricciones de visas a integrantes del Gobierno y la activación de una ley de emergencia económica, que data de la década de los 70 y que iba a bloquear de facto la mayor parte de las transacciones.
Petro respondió amenazando con aranceles recíprocos. Después de unas horas de tensión, la disputa se zanjó con la concesión de Bogotá de enviar sus propios aviones para recoger a sus connacionales.
Si bien ambos países hubieran registrado pérdidas con esa guerra arancelaria, pues desde 2012 tienen un tratado de libre comercio, las consecuencias para la economía colombiana habrían sido devastadoras: Colombia es el tercer mayor socio comercial de Estados Unidos en América Latina, solo después de México y Brasil, según las cifras de la Oficina del Representante Comercial, pero Estados Unidos es el primero de Colombia.
Colombia y Estados Unidos establecieron relaciones diplomáticas en 1822, y prácticamente desde entonces, las decisiones de Washington sobre Bogotá se han tomado de manera bipartidista. Desde 1999, a través del Plan Colombia, la Unión Americana ha apoyado militar y económicamente al país para combatir el narcotráfico y los grupos armados.
La cercanía con los gobiernos colombianos lo había hecho un aliado estratégico clave para contrarrestar la influencia de Rusia, con fuertes vínculos con otros países de América, por lo que “no se esperaba que amenazara a Colombia, un país aliado en todos los temas económicos, políticos, diplomáticos y sociales. Que llegara a imponerle sanciones como a sus enemigos”, agrega Rayran.
La Casa Blanca ha presentado como “promesas hechas, promesas cumplidas” el hecho de que el presidente colombiano haya adoptado las exigencias del mandatario estadounidense tras las amenazas de los aranceles. “El presidente de Columbia (sic) está ahora ofreciendo el avión del Gobierno para asistir las deportaciones de columbianos (sic)”, dijo la portavoz de la Oficina Oval, Karoline Leavitt.
Un error semántico que deja ver el descuido que la Administración tiene por uno de los mayores aliados en el continente y que cuenta desde la visión estadounidense lo ocurrido el primer fin de semana del nuevo gobierno.
Con esta retórica, Trump “demuestra que está cumpliendo, fortalece su imagen, de ser una persona fuerte, impositiva, que es una persona a la que todos le tienen que cumplir, que es un bravucón y que va a resolver los problemas rápidamente”, agrega Rayran en conversación con France 24.
Contrario a lo que afirmó al llegar a la Casa Blanca, el presidente Trump ha dado muestras de que sí necesita a América Latina o que por lo menos le interesa. El primer mes de su segundo mandato ha estado marcado por una reconfiguración agresiva de las relaciones con la región. A través de amenazas arancelarias y presiones diplomáticas, Trump ha impuesto su agenda a nivel internacional y ha reforzado justo la imagen que quiere proyectar de negociador duro.
"Estados Unidos y Trump se hacen daño a sí mismos con esta estrategia, y que la vacuna que encontró para atender este daño autoinfligido es, precisamente, no cumplir ni la estrategia ni las amenazas, solo enunciarlas para salvar los muebles con su base electoral porque si lo cumpliera, se encontraría de frente con los dos monstruos que más le asustan: la inflación generalizada, y la ampliación de la influencia china en América Latina”, puntualiza Abraham Mendieta.
Aunque el enfoque del magnate parece orientado a mostrar resultados inmediatos, especialmente en materia migratoria, surgen dudas sobre las consecuencias a largo plazo de una política exterior confrontativa pues, en última instancia, podría ir en contra de sus propios objetivos: contrarrestar los vínculos de otras potencias como Rusia y China en la región.
Compartir esta nota