El presidente boliviano, Luis Arce, confirmó su renuncia a la candidatura presidencial el pasado 13 de mayo, en medio de cuestionamientos por su manejo económico y divisiones partidistas. Un día después, la justicia nacional ratificó la inhabilitación política del expresidente, Evo Morales, que estaba presupuestado a rivalizar con su antiguo pupilo en los comicios de agosto. ¿Cómo queda el panorama en Bolivia?
El camino a las elecciones presidenciales bolivianas toma un giro radical a pocos días del límite para oficializar las candidaturas. El 13 de mayo, Luis Arce, actual presidente de Bolivia, asombró a la ciudadanía con un mensaje televisado donde reveló lo que hasta entonces era un secreto a voces dentro de la cúpula política del país: no buscaría la reelección.
"Honrando la memoria de héroes y mártires, hoy doy a conocer al pueblo mi decisión de declinar mi candidatura a las elecciones. No seré un factor de división del voto popular ni facilitaré un proyecto de derecha fascistoide, que quiere destruir el modelo que hemos construido", expresó el mandatario y líder legal del Movimiento al Socialismo (MAS).
Arce, que apenas había confirmado sus intenciones de postularse de nueva cuenta para la Presidencia hace unas semanas, achacó su decisión a razones ideológicas personales, además de hacer un llamado a la "unidad" de la izquierda boliviana en torno al "mejor posicionado", aunque no hizo alusión directa a nadie.
A quien sí hizo un llamado directo fue a su antiguo padrino político y expresidente, Evo Morales, a quien urgió bajarse de la carrera electoral. Por un lado, Arce defiende que la candidatura de Morales divide a la izquierda, y por otro, señala que el expresidente no está habilitado constitucionalmente para candidatearse de nueva cuenta, por lo que una hipotética carrera presidencial socavaría el orden constitucional.
La justicia boliviana, en parte, confirma los señalamientos de Arce. El 14 de mayo, el Tribunal Constitucional ratificó su sentencia relativa a la interpretación de los límites de la reelección, confirmando así su prohibición a que Morales vuelva a postularse a la Presidencia, que ya ha ostentado tres veces.
A pesar de ello, Morales continúa desconociendo la competencia del fallo, afirmando que continuará con su candidatura por su partido, EVO Pueblo, tras haberse separado del MAS hace meses. "Solo el pueblo puede pedirme que decline la candidatura. No tenemos ambiciones personales. Vamos a obedecer el mandato del pueblo para salvar, otra vez, Bolivia", expresó el exmandatario.
Hasta hace unas semanas, la expectativa general sobre las elecciones presidenciales bolivianas del próximo agosto estaba entorno al enfrentamiento entre Arce y Morales, quienes llevan años batallando por el liderazgo político de la izquierda.
Sin embargo, con la candidatura del actual presidente descartada y la del expresidente sobre un hilo, surgen dudas sobre quién tendrá las cartas para ser presidenciable en los próximos comicios.
Arce renuncia a la reelección y deja al MAS naufrago
Elegido como un sucesor político de Morales, Arce fue encomendado con la misión de dirigir un país que buscaba resurgir económicamente y políticamente tras la crisis de 2019, donde el izquierdista fue víctima de un golpe de Estado tras señalamientos de irregularidades electorales.
Sin embargo, el periodo de Arce en el poder ha estado marcado por la fractura en su relación con Morales, de quien fue ministro de Economía y al que se le atribuye el plan económico que provocó una ola de crecimiento económico en el país.
Pero la fórmula económica de Arce parece no ser atemporal. El mandato del ahora líder del MAS – desplazando polémicamente a Morales en 2024 – ha sido duramente criticado por el manejo de la economía boliviana, que padece niveles históricos de inflación y depreciación en la moneda.
Aunado a ello, Bolivia también experimenta una intensa crisis energética, de la que intenta salir a través de la importación de combustible; uno de los rubros en los que era potencia económica en el pasado a través de las exportaciones de gas natural.
Todo lo anterior ha devenido en una abrupta caída en la popularidad de Arce, quien, según algunos sondeos previos a la elección, no figura ni de cerca entre los candidatos más deseables por la ciudadanía boliviana.
"Arce no ha renunciado porque es un 'patriota', porque apela a la unidad o porque es un buen militante. No. Ha renunciado porque no tiene el apoyo social suficiente para ser reelecto", explicó José Orlando Peralta, analista y politólogo de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGM), para France 24 en Español.
La renuncia de Arce no solo afecta sus aspiraciones políticas personales, pero también la estrategia del MAS. El histórico partido izquierdista, uno de los más importantes de la etapa democrática en Bolivia, transita por un periodo de crisis a meses de los comicios presidenciales, debido a la perdida de Morales en sus filas, la falta de rostros nuevos que continúen con las ideas fundacionales y el mal manejo de Arce y su cúpula.
"Su liderazgo histórico – Evo Morales – está fuera, y su liderazgo de renovación, que viene del recambio natural, de su misma base territorial, de la misma ideología y los mismos sindicatos, también está fuera del MAS", apuntó Peralta.
Andrónico Rodríguez, el 'as' de la izquierda boliviana
En su última alocución televisiva donde renuncio a la candidatura del MAS, Arce hizo hincapié en la necesidad de la izquierda por cerrar filas alrededor del "mejor posicionado". Arce no dijo ningún nombre, pero el escenario político boliviano está seguro sobre la identidad de aquel que lidera las encuestas en la izquierda: Andrónico Rodríguez.
De 37 años, Rodríguez, además de ser presidente del Senado, es un líder cocalero que proviene del mismo territorio que Morales, quien funcionó como su padrino político y principal influencia en su manera de hacer política.
Empero, el joven ha visto crecer su popularidad debido a su discurso moderado y conciliador, separándose de la sombra del considerado como primer presidente indígena del país – sin romper totalmente su vínculo – y manejándose dentro de la cúpula de aquellos favorables a Arce.
"La salida de Luis Arce ha pateado el tablero político en Bolivia (…) Le ha abierto a la izquierda la posibilidad de formar una especie de bloque cohesionado bajo la figura de Andrónico Rodríguez que tenga un mensaje de futuro para el país", detalló Marcelo Arequipa, doctor en Ciencias Políticas, en entrevista con France 24 en Español.
Aunque la moderación de Rodríguez lo tiene en los primeros puestos de las encuestas de preferencia, también había generado incertidumbre sobre si el actual senador iba a perseguir la Presidencia. Morales había presionado para que el que es considerado su heredero político natural, no lo hiciera.
Finalmente, el pasado 3 de mayo, Rodríguez confirmó que se presentará como candidato presidencial en los comicios de agosto. Sin embargo, el joven cocalero ha barajado la posibilidad de presentarse en una representación distinta a la del MAS, eludiendo así la invitación de Arce.
“Reafirmamos nuestro compromiso con una unidad verdadera y transparente, construida de cara al pueblo y no mediante pactos oscuros o acuerdos a espaldas del pueblo", dijo Rodríguez, en respuesta a los comentarios del presidente donde pide unión.
El factor Evo Morales en la ecuación
La comprensión de la lucha política en la izquierda boliviana no estaría completa sin la presencia de Morales en la discusión.
Víctima de un golpe de Estado en 2019 y lo que él llama una "traición política" por parte de Arce desde su elección en 2020, el que fuera tres veces presidente intenta regresar a la vida pública del país utilizando de palanca el mal manejo económico de Arce en los últimos años. Morales ampara sus intenciones de regresar a la Presidencia para "salvar otra vez" a Bolivia.
Sin embargo, su posible candidatura enfrenta un enorme desafío judicial. En 2023, el Tribunal Constitucional dictó sentencia en torno a los límites de la reelección, detallando que los jefes de Estado y sus compañeros de fórmula solo pueden ser reelectos una vez, ya sea de manera continua o discontinua, lo que prohibiría otro mandato presidencial de Morales.
El líder indigenista rebatió la decisión desde un primer momento, afirmando que el Tribunal Constitucional estaba intentando modificar los preceptos constitucionales, además de cuestionar la legitimidad de los jueces que componen dicho organismo. Pero la corte se mantuvo firme.
El 14 de mayo, el Tribunal Constitucional reafirmó su decisión, especificando su fallo directamente contra las intenciones de Morales. "El presidente y el vicepresidente están habilitados para una reelección por una sola vez de manera continua; considerando que el término 'una sola vez' implica también la limitación de alcanzar un tercer mandato, sea de forma continua o discontinua", dice el dictamen.
En entrevista con France 24 en Español, Peralta subrayó que el fallo de la corte constitucional boliviana hace que, legalmente, sea "casi imposible" que el expresidente sea candidato presidencial, además de resaltar otros capítulos judiciales en la vida de Morales que podrían significar otros obstáculos en la legalidad, como el juicio de estupro en el que está involucrado.
"Creo que es casi imposible que Evo Morales sea candidato (…) Puede ser que en el momento que salga de su trinchera, el Gobierno lo detenga por el caso de estupro, pero constitucionalmente, él no puede ser candidato, y es muy difícil que llegue a inscribirse", sentenció Peralta.
Otras voces, sin embargo, opinan que el problema de la candidatura de Morales es más bien político. El expresidente ha perdido el liderazgo del MAS, agrupación política que él mismo ayudo a fundar, además de que sus mandatos anteriores han generado múltiples dudas dentro y fuera de la izquierda; dudas que se materializan con la división del bloque entre lealtades.
"No es tanto un problema legal sobre su candidatura, es más un problema político", señaló Arquipa para France24, añadiendo que "Evo Morales es el político más resistido del país".
¿Y la oposición boliviana?
Sin dudas, los choques dentro de la izquierda – que ha gobernado Bolivia por dos décadas casi ininterrumpidas – son los más vistosos en el proceso electoral, sin embargo, queda una pregunta al aire: ¿dónde queda la oposición boliviana?
La respuesta no es muy clara. En diciembre, cuatro figuras políticas reconocidas de la derecha boliviana se comprometieron a ir en una coalición política en rumbo a las elecciones de agosto, con el objetivo de elegir a un "candidato único" que pudiera aprovechar los desencuentros en la izquierda y capitalizar un triunfo sobre el MAS.
El nombre de este candidato iba a ser decidido a través de una encuesta que debía realizarse a principios de abril, y que iba a contener los nombres de cuatro hombres fuertes del conservadurismo: los expresidentes, Jorge Quiroga y Carlos Mesa; el empresario, Samuel Doria Medina y Luis Fernando Camacho, antiguo líder cívico y entonces gobernador de Santa Cruz.
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Aunque en papel parecía una estrategia prometedora para aprovechar el mal momento de la izquierda, la coalición terminó implotando el 4 de abril, días antes de la encuesta, cuando Quiroga anunció su retiro de la contienda interna. Su excusa fue que quería evitar problemas con la autoridad electoral.
Para los expertos, el único vínculo entre las oposiciones políticas bolivianas está en su deseo de imponerse el MAS, pero fuera de ello, no existe un horizonte común que pretendan defender en rumbo a los comicios.
"En la oposición piensan que tienen un incentivo importante y ese es 'le podemos ganar al MAS'. Pero más allá de ese empuje de ganarle por ganarle al MAS, no están planteando un horizonte claro", opinó Arequipa, en conversación con este medio.
"No están buscando transformar la realidad boliviana, sino que acomodarse a ella. En la medida en la que no le planteen al país una transformación de la realidad, no van a poder juntar las papeletas para ser una opción real de Gobierno", señaló.
Con EFE, Reuters y medios locales
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