Miles de migrantes de todo el mundo llegan a la frontera sur de Estados Unidos con la esperanza de obtener asilo. Sin embargo, con el regreso de Donald Trump a la Presidencia se ha planteado una nueva política de inmigración, lo que ha provocado grandes retos legales, los cuales actualmente hacen que obtener el estatus de refugiado en ese país sea prácticamente imposible.
Llegan a la frontera estadounidense procedentes de todo el mundo: Eritrea, Guatemala, Pakistán, Afganistán, Ghana, Uzbekistán y otros países.
Piden asilo al señalar que sufren persecución por su religión, su sexualidad o por apoyar a políticos opositores.
Durante generaciones, se les había dado la oportunidad de exponer su caso a las autoridades estadounidenses, pero no ahora.
"No nos dieron un funcionario del ICE (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas) con quien hablar. No nos concedieron una entrevista. Nadie me preguntó qué había pasado", afirmó un trabajador electoral ruso que pidió asilo en Estados Unidos después de que, según señaló, lo detuvieron con grabaciones de vídeo que había hecho sobre la manipulación de votos. El 26 de febrero fue expulsado a Costa Rica con su mujer y su hijo pequeño.
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Las nuevas barreras impuestas por Trump a la inmigración
El 20 de enero, justo después de jurar su cargo para un segundo mandato, el presidente Donald Trump suspendió el sistema de asilo como parte de su amplia ofensiva contra la inmigración irregular, emitiendo una serie de órdenes ejecutivas diseñadas para detener lo que él llamó la "invasión" a Estados Unidos.
Lo que ahora encuentran los solicitantes de asilo, según abogados, activistas e inmigrantes, es una situación turbia y en constante cambio, con pocas normas evidentes, en la que las personas pueden ser deportadas a países de los que no saben nada tras conversaciones fugaces con funcionarios de inmigración.Mientras otras personas languidecen bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Los abogados que trabajan a menudo con solicitantes de asilo en la frontera aseguran que sus teléfonos se han silenciado desde que Trump asumió el cargo. Sospechan que muchos de los que cruzan la frontera son expulsados inmediatamente sin posibilidad de asilo o son detenidos a la espera de que se les aplique la convención de la ONU contra la tortura.
"No creo que nadie tenga del todo claro qué ocurre cuando la gente se presenta y pide asilo", aseveró Bella Mosselmans, directora del Global Strategic Litigation Council.
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Las restricciones se enfrentan a retos judiciales
Una maraña de demandas, apelaciones y contrademandas ha llenado los tribunales mientras la Administración Trump se enfrenta a los activistas, que argumentan que las amplias restricciones ponen arbitrariamente en peligro a las personas que huyen de la persecución.
En una batalla legal clave, se espera que un juez federal dictamine si los tribunales pueden revisar el uso de la Administración de las reclamaciones de "invasión" para justificar la suspensión del asilo.Aún no hay fecha para esa decisión.
El Gobierno afirma que su declaración de invasión no está sujeta a supervisión judicial y en un momento dado la calificó de "cuestión política no revisable".
Pero los grupos de derechos humanos que luchan contra las dificultades de asilo, encabezados por la Unión Americana de Libertades Civiles, la calificaron de "tan ilegal como sin precedentes", en la demanda presentada ante un tribunal federal de Washington, D.C.
Los cruces no autorizados de la frontera, que se dispararon en los primeros años de la Administración del entonces presidente Joe Biden, llegando a casi 10.000 detenciones diarias a finales de 2024, disminuyeron significativamente durante su último año en el cargo y se desplomaron aun más tras el regreso de Trump a la Casa Blanca.
Sin embargo, más de 200 personas siguen siendo detenidas a diario por cruzar de forma irregular la frontera sur de Estados Unidos.
Algunas de esas personas solicitan asilo, aunque no está claro cuántas.
Paulina Reyes-Perrariz, abogada gerente de la oficina de San Diego del Immigrant Defenders Law Center, indicó que su oficina a veces recibía de 10 a 15 llamadas al día sobre asilo después de que Biden implementara las restricciones en 2024.
Ese número se ha reducido a casi nada, con solo un puñado de llamadas totales desde el 20 de enero.
Además, añadió, los abogados no están seguros de cómo tratar los casos de asilo.
"Es realmente difícil consultar y asesorar a las personas cuando no sabemos cuál es el proceso", subrayó.
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Hacerlo "todo bien"
Nada de esto esperaba el hombre ruso, que pidió no ser identificado por temor a ser perseguido si regresaba a Rusia.
"Nos sentimos traicionados (…) Lo hicimos todo bien", describió el hombre de 36 años a la agencia de noticias AP.
La familia había seguido escrupulosamente las normas. Viajaron a México en mayo de 2024, encontraron un lugar económico para alquilar cerca de la frontera con California y esperaron casi nueve meses para tener la oportunidad de programar una entrevista de asilo.
El 14 de enero, recibieron la noticia de que su entrevista sería el 2 de febrero. El 20 de enero, la entrevista fue cancelada.
Momentos después de que Trump asumiera el cargo, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos anunció que había depurado el sistema utilizado para programar entrevistas de asilo y canceló decenas de miles de citas existentes.
No hubo forma de apelar.
La familia rusa fue a un paso fronterizo de San Diego para pedir asilo, donde fueron puestos bajo custodia.
Unas semanas después, se encontraban entre los inmigrantes que fueron esposados, encadenados y trasladados en avión a Costa Rica. Solo los niños quedaron sin cadenas.
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Recurrir a otros países para retener a los deportados
El Gobierno de Donald Trump ha intentado acelerar las deportaciones convirtiendo países como Costa Rica y Panamá en "puentes", deteniendo temporalmente a los deportados, mientras esperan el regreso a sus países de origen o a terceros países.
A principios de este año, unos 200 migrantes fueron deportados de Estados Unidos a Costa Rica y aproximadamente 300 fueron enviados a Panamá.
Para los partidarios de un control más estricto de la inmigración, el sistema de asilo siempre ha estado plagado de solicitudes exageradas de personas que no se enfrentan a peligros reales. En los últimos años, entre un tercio y la mitad de las solicitudes de asilo fueron aprobadas por los jueces.
Incluso algunos políticos que se consideran favorables a la inmigración afirman que el sistema sufre demasiados abusos.
"Personas de todo el mundo han aprendido que pueden solicitar asilo y permanecer en Estados Unidos indefinidamente para seguir adelante con sus peticiones", escribió el año pasado en el diario 'The Wall Street Journal' el diputado retirado Barney Frank, durante mucho tiempo incondicional demócrata en el Congreso, defendiendo el endurecimiento de las políticas de asilo de Biden en medio de una avalancha de inmigración no autorizada.
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Un futuro incierto
Muchos de los migrantes que llegaron han abandonado el centro de Costa Rica donde fueron detenidos por primera vez, pero la familia rusa se ha quedado. El padre no se imagina volver a Rusia y no tiene a dónde ir.
"Les fallé"
Él y su mujer se pasan el día enseñando ruso y un poco de inglés a su hijo. Organiza partidos de voleibol para mantener a la gente ocupada, sostiene.
No está enfadado con Estados Unidos.Entiende que la Administración quiera tomar medidas enérgicas contra la inmigración irregular, pero, añade, que él corre verdadero peligro. Siguió las normas y no entiende por qué no tuvo la oportunidad de defender su caso.
El hombre lucha contra la desesperación casi constantemente, sabiendo que lo que hizo en Rusia trajo a su familia a este lugar.
"Les fallé (…) Lo pienso todos los días: Les fallé", lamenta.
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