El desfile militar en la plaza de Tiananmen del 2 de septiembre de 2025, conmemorativo del 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, marcó un momento pivotal en la geopolítica global. La presencia de los líderes de China, Rusia, Corea del Norte, e Irán no solo simbolizó una celebración histórica, sino que proyectó la consolidación de un bloque que busca desafiar el orden mundial liderado por Estados Unidos en la segunda presidencia de Donald Trump.
El desfile, descrito por el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Guo Jiakun, como un acto para “recordar la historia, honrar a los héroes caídos, valorar la paz y construir un futuro mejor”, reunió a 26 líderes mundiales, incluyendo al esquivo Kim Jong-un, en su primera aparición en un evento multilateral desde que asumió el poder en 2011.
El líder norcoreano se unió al presidente chino, Xi Jinping, y al ruso, Vladimir Putin, en una demostración de unidad que la alta representante de la Unión Europa (UE) para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, calificó como un “desafío directo” al orden mundial basado en reglas.
China respondió acusando a Europa de mantener una “mentalidad de Guerra Fría” y subrayó que el evento buscaba promover la unidad global, no la confrontación.
"Se supone que Europa, escenario de la Segunda Guerra Mundial, comprende mucho mejor las lecciones de la historia y la importancia de la unidad", dijo este jueves el Ministerio de Asuntos de Exteriores chino.
El encuentro, seguido de una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) que incluyó al primer ministro indio Narendra Modi, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y otros líderes, proyectó una narrativa de multipolaridad.
Xi Jinping, en su discurso, criticó el “hegemonismo” occidental y abogó por un “rejuvenecimiento imparable” de China, mientras Putin y Kim reforzaron mensajes de cooperación estratégica. Las imágenes de los líderes observando el paso de armamento de alta tecnología y miles de soldados chinos en Tiananmen enviaron un mensaje claro: este bloque busca redefinir el equilibrio de poder global.
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Cooperación económica y militar
La alianza entre Rusia, China y Corea del Norte se sustenta en una creciente interdependencia económica y militar. Desde 2022, el comercio trilateral entre Rusia, China y Corea del Norte ha crecido un 37,5 %, según datos oficiales.
China, como principal socio comercial de Corea del Norte representando el 90% de su comercio, ha proporcionado el 70% de la maquinaria y el 90 % de los semiconductores utilizados por la industria militar rusa, según informes de la agencia de noticias Reuters. A cambio, Rusia ha compartido tecnologías sensibles, como avances en submarinos y sistemas de defensa antiaérea, que podrían beneficiar tanto a China como a Corea del Norte.
Corea del Norte, por su parte, ha intensificado su apoyo a Rusia en el conflicto de Ucrania. Desde 2023, Pyongyang ha enviado más de 1.000 contenedores de armas, incluyendo proyectiles de artillería y misiles balísticos, con una tasa de fallo del 20 % pero efectivos por su bajo costo y simplicidad.
Además, miles de soldados norcoreanos han participado en operaciones en la región rusa de Kursk, donde han apoyado a las fuerzas rusas contra incursiones ucranianas.
Rusia, por su parte, ha proporcionado a Corea del Norte alimentos, aviones de combate, misiles y equipos para misiles balísticos intercontinentales, fortaleciendo el programa nuclear de Pyongyang. En 2024, Corea del Norte realizó pruebas exitosas de misiles balísticos y lanzó un satélite militar, posiblemente con asistencia técnica rusa.
La Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA) informó que Kim expresó a Putin su compromiso de “apoyo fraternal” al Ejército ruso, mientras que Xi reafirmó a Kim la “invariabilidad” de la amistad chino-norcoreana, según CCTV.
Estas declaraciones, respaldadas por acuerdos bilaterales como el Acuerdo Integral de Asociación Estratégica entre Rusia y Corea del Norte firmado en 2024, reflejan una alianza que combina intereses estratégicos con una narrativa antioccidental.
Tensiones internas y desafíos estructurales
A pesar de la aparente unidad, la alianza enfrenta fricciones internas. China, históricamente el principal aliado de Corea del Norte, muestra preocupación por el acercamiento de Pyongyang a Moscú, que podría reducir la influencia de Beijing en la península coreana.
Zhu Feng, decano de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nanjing, argumenta que China evita una alianza formal con Corea del Norte para no dañar su imagen internacional, dado el carácter autoritario y aislado de Pyongyang. Beijing también mantiene una postura ambivalente hacia el programa nuclear norcoreano, apoyando en ocasiones sanciones internacionales para presionar a Kim a regresar a la mesa de negociaciones.
Por su parte, Kim Jong-un busca ser tratado como un igual, equilibrando su dependencia de China con una relación más estrecha con Rusia. Su viaje a Beijing, el primero en seis años, refleja un esfuerzo por diversificar sus alianzas y proyectar legitimidad internacional, especialmente ante la posibilidad de reanudar el diálogo nuclear con Trump.
Rusia, mientras tanto, depende de China como su principal socio comercial para eludir sanciones occidentales, pero mantiene una relación pragmática con Pyongyang para asegurar apoyo militar en Ucrania.
La era Trump: Un catalizador de tensiones
La reelección de Donald Trump en 2025 ha añadido una capa de imprevisibilidad al escenario global. Trump, quien ha presumido de relaciones personales con Xi, Putin y Kim, ha adoptado un tono crítico hacia esta alianza, acusándolos en redes sociales de “conspirar contra Estados Unidos”.
Su política de “America First” ha generado tensiones con aliados tradicionales, como la imposición de aranceles del 50% a las compras de petróleo ruso por parte de India, lo que ha estancado las negociaciones de un acuerdo de libre comercio. Estas medidas han fortalecido indirectamente el bloque liderado por China, al alienar a países como India que podrían contrarrestar su influencia.
Sin embargo, Trump también ha mostrado interés en reanudar la diplomacia con Kim Jong-un, tras el colapso de las negociaciones nucleares en 2019. El republicano ha sido el único presidente estadounidense en visitar Corea del Norte durante su primer mandato.
Esta estrategia de Trump podría buscar fracturar la alianza desde dentro, explotando las tensiones entre China y Corea del Norte. Al mismo tiempo, la reciente reunión entre funcionarios de defensa de Estados Unidos y Taiwán en Alaska, reportada el 4 de septiembre, refleja el esfuerzo de Washington por reforzar su presencia en el Indo-Pacífico ante las amenazas chinas sobre Taiwán, un tema que Xi considera “el más sensible” en sus relaciones con Estados Unidos.
El mundo observa esta alianza basada en intereses compartidos pero plagada de desconfianzas
El fortalecimiento de la alianza Beijing, Moscú, Pyongyang ha generado alarma en Occidente. Además de la condena de la Unión Europea, el almirante Samuel Paparo, jefe militar estadounidense en el Indo-Pacífico, ha advertido sobre los riesgos de los misiles balísticos norcoreanos. La inestabilidad en Corea del Sur, tras el intento fallido de ley marcial en diciembre de 2024, ha sido observada de cerca por Pyongyang, Pekín y Moscú, quienes podrían explotar esta debilidad para socavar la influencia estadounidense en la región.
En Asia, la presencia de Narendra Modi en la cumbre de la OCS, pero su ausencia en el desfile militar, refleja la cautela de India. Tras enfrentamientos fronterizos con China en 2020, Nueva Delhi busca un equilibrio entre mantener relaciones con Rusia y China, y preservar lazos con Estados Unidos, pese a las tensiones comerciales.
Praveen Donthi, del International Crisis Group, señala que India “no cree en alianzas formales” y prioriza una diplomacia flexible para gestionar su posición en un mundo polarizado.
China, por su parte, enfrenta desafíos internos, como desigualdades económicas y de género, y tensiones con Taiwán. Xi ha aprovechado el desfile para posicionar a China como líder de los países que se sienten marginados por el orden posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Jeff Kingston, profesor de la Universidad de Temple, argumenta que “el consenso de Washington se ha desmoronado” y que Xi está capitalizando la “diplomacia inepta” de Trump para reunir apoyo global.
Sin embargo, lo único claro es que el mundo observa con atención cómo esta alianza, nacida de intereses compartidos pero plagada de desconfianzas, moldeará el futuro del sistema global.
Con Reuters, AP y medios locales
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