Vigo se quedó fuera de las ciudades que recibirán partidos del Mundial de fútbol, y San Sebastián entró por vías que la Federación Española (RFEF) no ha conseguido explicar. El escándalo ya cobró la cabeza de la principal responsable del comité de candidatura local, María Tato, y ahora corresponde a la FIFA enderezar el entuerto. Así quedó expuesta la primera gran polémica de este evento.

El primer Mundial de fútbol con seis sedes diferentes ya era de por sí un rompecabezas difícil de armar. España, Portugal y Marruecos organizarán el grueso de los partidos, mientras que Argentina, Uruguay y Paraguay recibirán los duelos iniciales de sus respectivas selecciones, como una forma de celebrar el centenario del torneo fundacional, celebrado en tierras charrúas en 1930.

España tenía derecho a presentar 11 estadios en nueve ciudades. Tomando en cuenta que Madrid y Barcelona tienen dos grandes instalaciones cada una (el Bernabéu y el Metropolitano en la capital, y el Camp Nou y el RCDE en tierras catalanas), eso dejaba siete para el resto del territorio.

Esos recintos debían ser definidos de acuerdo con un baremo previamente diseñado por el comité de candidatura, a su vez designado por la RFEF, pero no la que preside hoy Rafael Louzán, sino heredada de los tiempos de Luis Rubiales.

Los indicadores que arrojaban las puntuaciones para elegir los estadios eran la capacidad, la existencia o no de necesidades de acondicionamiento o ampliación, el cronograma de obras, el impacto ambiental, la accesibilidad y, entre otros, la experiencia en la organización de grandes eventos.

Dos días antes de la fecha de entrega de los estadios elegidos a la FIFA, el undécimo de la lista era Balaídos, la casa del Celta de Vigo, con capacidad para 20.000 espectadores, pero con un plan de ampliación que terminará en 2027 y lo llevará a 31.000. Una locación que, además, ya fue mundialista en 1982.

Pero a la hora de presentar la propuesta final al máximo ente rector del fútbol mundial, el recinto gallego había desaparecido de los elegidos y en su lugar aparecía Anoeta, el hogar de la Real Sociedad en San Sebastián, que puede acoger 40.000 espectadores.

El alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, aseguró en entrevista con el diario 'El País' que dirigió 25 comunicaciones a la RFEF pidiendo detalles sobre el baremo y la forma en que éste arrojó las puntuaciones finales. Los esfuerzos fueron infructuosos.

Así se fraguó el cambio, según versiones de prensa

El diario 'El Mundo' reveló los cambios de última hora, pues tuvo acceso a las puntuaciones finales, que difieren de las que se presentaron a la FIFA, y también conoció audios de una reunión del comité de candidatura que podrían constituir evidencia de la manipulación.

De acuerdo con la documentación citada por el periódico español, la primera lista tenía a Balaídos como el último de los elegidos, con puntuación de 10,2004 después de la reunión final.

“Esta es la primera prueba de las 800 que haremos hasta que nos cuadre con el resultado”.

Pero al momento de remitir la decisión a la FIFA, esa calificación había bajado a 10,1226, y Anoeta apareció undécimo, con 10,6026 puntos, en lugar de los 10,1226 de la evaluación original.

’El Mundo' también da cuenta de unos audios que podrían reflejar el tenor de esa reunión, particularmente uno de María Tato en el que sugiere “intentar poner valores a Excel para ver qué nos queda”, y remata: “Esta es la primera prueba de las 800 que haremos hasta que nos cuadre con el resultado”.

Esa reunión tuvo lugar el 25 de junio de 2024, 48 horas antes de la entrega del listado final a la FIFA, pero recién fue el 23 de marzo de 2025 que 'El Mundo' revelaba sus hallazgos.

La RFEF ha negado cualquier manipulación, y agrega que “se realizaron al menos cinco documentos de baremaciones, considerados como borradores de trabajo no definitivos”.

Sin embargo, Tato, la cabeza principal de la candidatura española, que estaba a cargo desde los tiempos de Luis Rubiales, presentó su renuncia una vez que trascendieron las revelaciones.

Excluyendo los hallazgos de 'El Mundo', persiste la duda de por qué, si Anoeta era desde un principio una opción más viable por su mayor aforo y porque había pocas adaptaciones qué hacerle, no estuvo mejor valorado que Balaídos en la evaluación original.

La FIFA tiene la última palabra

Antes de descargar de responsabilidad con su renuncia al liderazgo de la RFEF, María Tato había dejado claro que el listado era apenas una propuesta preliminar, pero que la decisión final, que podía incorporar nuevas ciudades o eliminar a cualquiera recomendada, será de la FIFA.

Así sucedió con el Mundial del próximo año. Chicago, Denver, Minneapolis y Montreal estaban propuestas originalmente, y ninguna de las cuatro pasó el corte final, donde fue incorporada Vancouver, que no figuraba en los planes que los organizadores presentaron ante la FIFA.

La preocupación, sin embargo, sigue siendo el criterio que la RFEF usó para ensamblar su lista y las calificaciones discriminadas de acuerdo con cada punto del baremo.

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El Consejo Superior de Deportes (CSD), el máximo organismo gubernamental, asegura que la federación no tomó en cuenta sus sugerencias.

El CSD apostaba a una fase española del Mundial que respondiera a equilibrios territoriales, con una visión política, porque buscaba que estuvieran representadas todas las comunidades autónomas, pero también estratégica, contando con facilitar la movilidad aprovechando la vecindad con Portugal y Marruecos.

Dentro de ese criterio de cercanía a los otros países sede entraba Vigo, ubicada a 33 km de la frontera con Portugal, y a 154 km de Oporto, que es una de las ciudades anfitrionas en territorio lusitano.

Como consecuencia de la falta de receptividad a sus propuestas, el CSD publicó una carta el 18 de julio de 2024 en la que dejaba claro que no había participado en la selección de sedes y aseguraba que no se sentía satisfecha por las explicaciones de la RFEF de que su decisión se había basado en criterios fijados por la FIFA.

El 26 de julio del mismo año, el CSD también dirigió una comunicación a la entidad presidida por Gianni Infantino, apuntando que la decisión de excluir a Vigo y a Valencia deja fuera de la organización “y, por lo tanto, de la distribución de sus beneficios económicos, sociales e incluso emocionales” a dos ciudades con equipos en la máxima categoría del fútbol español.

Una diatriba con tintes políticos

El alcalde de Vigo, Abel Caballero, sumó otro componente político a la controversia cuando denunció que la decisión era una retaliación del presidente de la federación Rafael Louzán.

Según Caballero, Louzán, expresidente de la diputación provincial de Pontevedra por el Partido Popular, aprovechaba la coyuntura mundialista para cobrarle una vieja deuda política: el papel jugado por el PSOE en su salida del cargo luego de 13 años al frente.

Vigo es una de las principales ciudades de esa provincia de Pontevedra, de cuyo liderazgo legislativo fue desalojado Louzán, en gran medida gracias al partido de Caballero.

Louzán respondió a Caballero acusándolo de crear una “polémica interesada”, y recordaba que no era presidente de la RFEF al momento de tomar la decisión. No agregaba, sin embargo, que sí era vicepresidente.

El titular de la RFEF también aseguró que el alcalde Caballero dejaba de lado que la FIFA exige estadios por encima de los 43.000 puestos de aforo.

Pero solo cinco de los 11 recintos propuestos por la entidad que dirige cumplen con ese criterio de capacidad, y de momento Anoeta, renovado en 2019 para recibir a 40.000 aficionados, no es uno de ellos.

France24

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