Compartimos este domingo con nuestros lectores la segunda reflexión pendiente sobre este tema que es de sumo interés para nosotros, poniendo la mirada en el territorio caribeño insular, analizando los principales procesos culturales que han configurado nuestras identidades culturales, desde la perspectiva de los conceptos de deculturación y neoculturación, el sincretismo, la memoria colectiva y la identidad cultural.
En la primera reflexión publicada el domingo primero de junio de los corrientes, planteábamos que estos escritos forman parte de las asignaciones que hemos elaborado en la asignatura, "Transculturación, aculturación, interculturación y neoculturación", dentro de nuestro programa de estudio doctoral en Humanidades y Patrimonio Cultural, en el que hemos tomado como enclave de estudio el Caribe Insular.
Metodología de trabajo
Se emplea una revisión bibliográfica interdisciplinaria, integrando perspectivas desde la antropología cultural, la historia, los estudios culturales y la sociología. Se analizan fuentes primarias y secundarias relevantes para comprender los procesos culturales en el Caribe y cómo estas dinámicas han operado desde el periodo colonial hasta la actualidad, prestando especial atención a países como República Dominicana, Haití, Cuba y Puerto Rico.
A través de ejemplos concretos de religiosidad popular, música, oralidad y prácticas sociales, se evidencia cómo estos pueblos caribeños han resistido, transformado y recreado sus formas de vida en contextos de opresión, migración e hibridez. La investigación concluye que la cultura caribeña, lejos de ser pasiva o subordinada, constituye una fuente activa de creatividad y afirmación identitaria en permanente transformación.
Contexto histórico y geográfico: el Caribe: un cruce de caminos culturales
El Caribe insular comprende más de 7,000 islas, islotes y cayos, siendo hogar de una diversidad de culturas fruto del mestizaje entre pueblos indígenas, europeos y africanos, con aportes posteriores de Asia y Medio Oriente. Según Édouard Glissant (1997), esta región es un espacio de “poéticas de la relación” donde las identidades se crean y recrean en constante diálogo y transformación. Esta dinámica cultural ha generado una riqueza social que se expresa en múltiples manifestaciones artísticas, religiosas, lingüísticas, sociales y gastronómicas.

En la primera mitad del siglo XX, la identidad cultural ya era un gran tema de la literatura del Caribe, y de alguna manera el exilio, el viaje, el mito, las raíces étnicas y la historia, entre los temas más significativos, estaban (y aún están) relacionados con él. El autoreconocimiento del espacio Caribe comienza a principios del pasado siglo con Jean Price-Mars y Fernando Ortiz, Jacques Roumain y Claude Mckay, Nicolas Guillén y Aimé Césaire, un proceso sostenido por Alejo Carpentier y Lydia Cabrera, Jacques Stephan Alexis y Wilson Harris, George Lamming, Edouard Glissant y Kamau Brathwaite, Maryse Condé y Rosario Ferré, entre otros muchos autores contemporáneos. En este contexto, la reflexión en torno al papel del negro, la obra de Frantz Fanon, la negritud, respondió al peso determinante de la presencia africana en esta “frontera imperial”.
El reconocimiento de la diversidad cultural y marcadamente lingüística, ha coexistido con la aspiración a encontrar la mismidad, una suerte de “en-sí”, en ese “mosaico cultural de sociedades que a través de casi cinco siglos han venido precisando su identidad histórica” Tolentino (1979).
Alejo Carpentier destacó la diversidad geográfica extraordinaria de los “pueblos que habitan el mar Caribe”, señalando al mismo tiempo sus elementos comunes; la presencia de la música, el papel desempeñado por este espacio como escenario del encuentro entre las razas blanca, india y negra. El coloniaje, la esclavitud; el intercambio de hombres e ideas durante las luchas independentistas del XIX¸ ejemplos de lo que Carpentier llama un “humanismo caribe” Carpentier (1987).
Deculturación en contextos coloniales y poscoloniales
La deculturación se entiende como el proceso mediante el cual una cultura dominante impone sus valores, creencias y prácticas sobre otra, generando la pérdida o erosión de elementos culturales originales. Fernando Ortiz (1940) definió la deculturación como “la pérdida violenta de una cultura por la imposición de otra dominante”. Mientras que, Maurice Halbwachs (2004) destaca que este proceso afecta profundamente la memoria colectiva y la construcción de identidad de los pueblos afectados.
En el Caribe, este proceso estuvo ligado a la colonización europea y la esclavitud, que intentaron desarraigar a las poblaciones indígenas y africanas de sus tradiciones. Michel-Rolph Trouillot (1995) señala que estas acciones forman parte de un sistema colonial diseñado para controlar y dominar a los pueblos originarios y esclavizados, imponiendo así una cultura hegemónica. Ejemplos claros se observan en la imposición del cristianismo sobre las religiones ancestrales africanas y amerindias en países como Cuba y Haití, donde estas prácticas originarias fueron ocultadas o reprimidas.
La deculturación ha dejado profundas fracturas identitarias, ha provocado discriminación racial y ha impulsado políticas de homogenización cultural que todavía se perciben en las sociedades caribeñas contemporáneas. Estas heridas históricas son objeto de análisis para entender las dinámicas de exclusión y reconocimiento cultural actuales.
Neoculturación y creatividad cultural
La neoculturación se refiere al surgimiento de nuevas expresiones culturales fruto del contacto e intercambio entre culturas diversas. En el Caribe, la neoculturación se manifiesta en la creación de formas culturales híbridas que combinan elementos africanos, indígenas y europeos. Sobre las teorías de la neoculturación, Néstor García Canclini (1990) sostiene que la neoculturación da lugar a “culturas híbridas” que reflejan el dinamismo y la creatividad en contextos de globalización y mestizaje cultural. Ejemplos musicales: merengue, son y reggae.
En República Dominicana, el merengue sintetiza ritmos africanos, europeos y taínos, convirtiéndose en un símbolo nacional y una expresión de identidad cultural dinámica. En Cuba, el son es resultado del encuentro entre ritmos africanos y elementos musicales españoles, formando la base de géneros posteriores como la salsa. En Jamaica, el reggae se constituye como una expresión de resistencia cultural afrocaribeña, con mensajes políticos y sociales claros que conectan la música con la identidad. Estas dimensiones representan una identidad caribeña reinventada.
Memoria colectiva y narrativa histórica en los pueblos caribeños
La memoria colectiva es un elemento clave para comprender cómo los pueblos caribeños interpretan su historia y construyen su identidad. Esta memoria, transmitida oralmente y a través de prácticas culturales, incluye relatos sobre la esclavitud, la resistencia y la independencia. En Puerto Rico, por ejemplo, la narrativa histórica en torno a la colonización española y la resistencia local sigue vigente en festividades y prácticas culturales. La memoria colectiva funciona como un mecanismo de afirmación identitaria y preservación cultural.
La Revolución Haitiana (1791-1804) es un evento fundamental en la memoria afrocaribeña, considerada como de los símbolos de emancipación y resistencia más trascendental frente al colonialismo y la esclavitud. El legado de esta revolución ha influido en la construcción de identidades y en las narrativas históricas tanto en Haití como en toda la región.
Identidad cultural y construcción del ser caribeño
La identidad cultural en el Caribe no puede entenderse como una esencia fija, sino como un proceso dinámico atravesado por las experiencias históricas de colonización, esclavitud y migración. La construcción del ser caribeño incluye la apropiación y resignificación de símbolos, lenguas y prácticas culturales. Stuart Hall (1996) enfatiza que la identidad cultural no es fija ni estática, sino un proceso en constante devenir que se negocia en el tiempo y en relación con factores sociales, políticos y culturales.
En Haití, la identidad afrohaitiana está profundamente ligada a la revolución y la religión vudú, por esa razón cuando se estudia y analiza el vudú en Haití se entiende que va más que una religión; es una afirmación cultural y su práctica es un acto político que ha servido para resistir la marginalización racial y construir una identidad afrohaitiana sólida y orgullosa, que dialoga con la historia y la resistencia.
Mientras que en la Republica Dominicana, la cultura y el legado afrodescendiente sigue resistiendo, ya no desde los manieles, ahora desde todos los espacios, por el rechazo, la persecución y la negación que existe por muchos sectores, esto sigue ocurriendo, muy a pesar de ser el primer pueblo afrodescendiente de América.
Las transformaciones culturales en el Caribe son el resultado de un proceso histórico complejo, marcado por el encuentro entre diferentes civilizaciones. La región ha sido testimonio de procesos como la deculturación, la neoculturación y el sincretismo, así como de la reconstrucción constante de la memoria colectiva y la identidad cultural. Los pueblos caribeños han demostrado una notable capacidad de resistencia y creatividad ante condiciones adversas, transformando sus experiencias históricas en fuentes de afirmación cultural.
Sincretismo religioso y religiosidad popular

La santería cubana es un ejemplo claro de sincretismo religioso, donde se fusiona el catolicismo con la religión yoruba africana. De manera similar, el vudú haitiano y dominicano mantiene una cosmovisión africana a pesar de la fuerte influencia del catolicismo impuesto por los colonizadores (Ortiz, Fernando, 1940). Estas religiones populares reflejan cómo los pueblos caribeños han reinterpretado y preservado sus tradiciones a través del sincretismo.
Gastronomía y vestimenta como expresión neocultural
Platos emblemáticos como el mofongo y el sancocho en República Dominicana reflejan la combinación de ingredientes y técnicas culinarias indígenas, africanas y europeas. De igual modo, la vestimenta tradicional y popular incorpora elementos de estas diversas raíces culturales, expresando así la neoculturación material y simbólica.
Festividades, oralidad y rituales en Puerto Rico y República Dominicana
La fiesta de Santiago Apóstol en Puerto Rico mezcla elementos católicos con tradiciones indígenas y africanas, constituyendo una expresión de la memoria cultural mestiza. Por igual el carnaval dominicano es una celebración que refleja la identidad y el mestizaje cultural, donde se mezclan tradiciones europeas, africanas y taínas a través del baile, el disfraz y la música. La transmisión oral de cuentos, canciones y mitos en el Caribe cumple un papel esencial en la preservación de la historia, las creencias y los valores culturales. Esta oralidad se mantiene vigente en comunidades rurales y urbanas y es objeto de estudio para comprender la continuidad cultural.
La diáspora caribeña y su reconfiguración identitaria
Las comunidades caribeñas en ciudades globales como Nueva York recrean su identidad cultural a través de prácticas, rituales y expresiones culturales que, aunque transformada por la necesidad, siguen manteniendo un vínculo con sus islas de origen, pero que también se adaptan a nuevos contextos sociales, generando identidades híbridas y dinámicas.
La noción de diáspora ha sido objeto de múltiples estudios desde diferentes disciplinas. Stuart Hall define la diáspora no solo como una dispersión geográfica, sino como un proceso dinámico de construcción cultural e identidad en espacios de desplazamiento. En el caso de la migración dominicana hacia los Estados Unidos, y en particular hacia Nueva York, ha generado una de las diásporas más significativas de la región del Caribe en el siglo XX y XXI. Esta migración que se intensificó en las décadas de 1960 y 1980, ha configurado una de las comunidades más visibles y culturalmente activas de la ciudad.
Con raíces profundas en su territorio natal, la comunidad dominicana ha debido adaptarse y transformarse dentro de un contexto multicultural, donde la preservación y transformación de la identidad cultural juega un papel fundamental a través de prácticas culturales específicas, principalmente en la gastronomía, la estética y las manifestaciones afrosincréticas entendidas estas últimas como un conjunto de creencias y rituales que amalgaman tradiciones africanas, indígenas y católicas.
Uno de los elementos culturales que más trascendencia tiene en las personas que salen de sus territorios es su gastronomía, que es vista no solo como alimentación sino como un vehículo de memoria y cultura. Sidney Mint (1996) sostiene que los alimentos son portadores de identidad y memoria social y en el caso de la diáspora se convierten en un recurso para la construcción del hogar en el extranjero.
Es importante destacar que los procesos de deculturación y neoculturación, junto con el sincretismo, la memoria colectiva y la construcción identitaria, constituyen pilares fundamentales para comprender la complejidad cultural del Caribe. Esta región, marcada por una historia de colonización, esclavitud y resistencia, continúa produciendo formas culturales dinámicas que desafían las narrativas homogéneas y evidencian la riqueza de su diversidad.
La memoria y la identidad se mantienen como fuerzas vivas que permiten a los pueblos caribeños construir y reconstruir su ser cultural frente a desafíos históricos y contemporáneos. A partir de estas reflexiones, podemos concluir estableciendo lo siguiente, "El crisol caribeño fusiona tradiciones ancestrales con influencias modernas, creando identidades dinámicas y expresiones culturales únicas".
Referencias
Canclini, Néstor García. 1990. Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo.
Glissant, Édouard. 1997. Poéticas de la relación. París: Gallimard.
Hall, Stuart. 1996. Identidad cultural en la posmodernidad. Madrid: Ediciones Cátedra.
Halbwachs, Maurice. 2004. La memoria colectiva. México: Siglo XXI.
Carpentier, Alejo. 1987. La Habana vista por un turista cubano, II. La Habana: Letras Cubanas.
Ortiz, Fernando. 1940. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.
Tolentino, Hugo. 1979. Algunos aspectos del contexto histórico de las culturas caribeñas”. Casa de las Américas. N. 114, mayo-junio. p. 38-40.
Trouillot, Michel-Rolph. 1995. Silencing the Past: Power and the Production of History. Boston: Beacon Pres
Hurbon, Laënnec. 1993. Voodoo: Truth and Fantasy. Thames & Hudson.
Stuart Hall. 1990. "Cultural Identity and Diaspora," en Identity: Community, Culture, Difference, ed. Jonathan Rutherford (London: Lawrence y Wishart.
Sidney W. Mintz. 1996. Tasting Food, Tasting Freedom: Excursions into Eating, Culture, and the Past. Boston: Beacon Press.
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