Ensayo referente al poemario “Del sur de mis olas al norte de mis sueños”, autoría de la poeta dominicana Máxima Hernández Zorrilla. Contenido en el boletín digital No.216, ordinal No.5, páginas 15-20, de la Academia Dominicana de la Lengua, de diciembre de 2024.

A Pilar Pujols Penn, cultora de voces que edifican.

Una valiosa portalira enaltece la galería de las letras dominicanas con voz original y auténtica. Se trata de la poeta Máxima Hernández Zorrilla, cuya creación estética, interiorista y simbólica recrea el aliento espiritual de lo viviente con la emoción de un poetizar sobre el encanto del mundo y el fulgor del sentido a la luz de la inspiración que eleva, la belleza que emociona y la verdad que edifica. Hermosa y cautivadora creación la de la poeta Hernández Zorrilla cuya intuición estética, fuero y cauce de su talento poético, formaliza la hondura de su intuición y el aliento de su inspiración con la onda vivencial, estética y espiritual de su gracia, su talento y su creatividad.

La autora de estos entrañables versos canta el estremecimiento de fulgores que sacude su sensibilidad con el impacto emocional, imaginativo y espiritual que alienta su conciencia al sentirse tocada por la presencia invisible de una Energía que la ilumina y embriaga. Encendida y atizada, se desata su potencial creador y aflora la emoción que entusiasma, la belleza que fascina y el sentido que trasciende el fluir de lo viviente en versos henchidos de pasión, encanto y fulgor.

Poeta es quien tiene un ángel en su corazón que le inspira sentir el encanto del mundo, el sentido de las cosas y la belleza de lo viviente con su aliento y su fulgor. Así es Máxima Hernández, que ama la poesía, vive el esplendor de lo viviente y crea para testimoniar lo que concita su sensibilidad y arrebata su conciencia. En sus versos, impregnados del aliento que estimula y el encanto que emociona, fluye un singular primor que enaltece su lírica entusiasta y fervorosa.

El poemario de Máxima Hernández (Del sur de mis olas al norte de mis sueños, Santo Domingo, Poetas de la Era, 2017), eco de su talento creador y cauce de su vocación espiritual, confirma que ella goza y sufre lo que siente con la pasión de vivir lo que da cauce y sentido al arte de la creación verbal. Desde el primer verso hasta el último del poemario de Máxima Hernández se aprecia el gozoso sentir de la creación poética que inunda la sensibilidad de una creadora que vive el encanto de lo viviente y goza lo que acontece en el mundo, razón por la cual es una poeta del gozoso sentir, porque lo vive todo, lo siente todo, lo goza todo, como se expresa en sus poemas que tienen los siguientes rasgos de su sensibilidad y su conciencia:

1-Pasión sensorial. La autora de estos encendidos versos siente una emoción por todo, y vive estremecida de las emociones que expresa y canta en ardorosos versos indicativos de su talento creador, su sensibilidad estética y su conciencia espiritual. La poeta lo vive todo, se siente cautivada por todo y, desde luego, trata de captar lo visible y lo invisible, lo espiritual y lo sagrado, lo que se ve y lo que no se ve, y en virtud de esa potencia de su sensibilidad empática, Máxima Hernández proyecta la valoración de una mujer que lo siente todo, lo vive todo y lo goza todo, como lo expresa en el poema titulado “Intento descubrirme”:

Estoy cautiva tras las redes

de un embrión milenario,

que paso a paso,

se nutre de mis manantiales,

que, como néctares,

se expanden a través de la mar.

Lo sagrado atrapa mi esencia,

desde inmensas profundidades

que ahondan mi propio ser

y no acabo de entender,

por qué me atrapan los pájaros del ayer.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 15).

2-Pasión erótica. Esta pasión, que es poderosa, que es subyugante y absorbente, cuando desata su poder en la sensibilidad de una persona, se refleja en todo lo que hace, dice y crea porque despliega sus antenas sensitivas. La pasión erótica se vincula al amor y activa la más poderosa sensibilidad que experimentan los humanos por cuanto de esa pasión depende la vida, el desarrollo de la humanidad, el cultivo del arte y la ciencia, la religión y la espiritualidad, la sabiduría y la creatividad. Y Máxima Hernández. que vive a flor de piel esa pasión, la refleja en los ardientes versos de su talento creador, fragua de su sensibilidad profunda, vértice de sus emociones entrañables y cauce de su poder que hace de la palabra el eco de cuanto siente y la fuente de su lírica a cuyo través expresa el gozoso sentir que la hace vibrar ante lo viviente, como lo expresa candorosa en elocuentes imágenes su poema “Luz en mí”:

 Una luna y otra besaban mi soledad.

Vacíos ecos sacuden mis oídos.

Y tú, cual reloj de arena,

hilo de lino sobre mi piel canela,

alfabeto de mi norte,

impronta acaudalada de mis suspiros,

por última vez bautizas mi vientre.

Muda, tranquila, serena, piel de nieve.

Pequeña aguja en mi cavidad encarnecida.

Hilo de perla atado a mi destino,

 cuelgas de mí, me absorbes toda,

nadas en la brevedad de mi tibio océano,

 tocando fondo, presa y libre, triste y feliz.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 19).

3-Pasión estética. Sentir emoción ante la sensorialidad de lo viviente es la clave de la pasión estética, porque se funda en la sensorialidad de las cosas. Sentir es la clave de la pasión estética, y quien la experimenta suele sentirlo todo, vivirlo todo, gozarlo todo, como lo siente, lo vive y lo goza Máxima Hernández, tal como se manifiesta en este poemario. Las olas a las que alude la autora constituyen la expresión de su sensibilidad y, desde luego, la fuente de su pasión estética. Y entonces la poeta, que disfruta el gozoso sentir de lo viviente, siente que desde su alma fluye esa pasión que la deslumbra, porque ella suele sentirlo todo y vivirlo todo, y por eso habla de “la casa del todo” porque todo le apasiona, y en virtud de ese talento se desata su creatividad, fluye su don creador con el gozoso sentir de una mujer que vibra ante lo viviente y que gozosa, dichosa y afortunada con el don de la palabra y el talento para la creación, canta emocionada y gozosa, como lo expresa en el poema titulado “Atada a su esencia”:

¡Es mi anhelo ganar tu inefable anillo!

Si te parece, de merecerlo,

pende a mi alma tu anillo estrellado,

y una vez colgado, deja que me alumbre,

sin permitir oxidación alguna.

Inventa en mi honor un pacto intangible,

es mi amor a tu alma, como es tu alma a mi vida.

Hazme tu excelsa desposada en esa casa del todo.

Vísteme desde la primavera al otoño y coróname de aurora.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 22).

4-Pasión interior. Sentir la pasión interior en el fuero de la conciencia es una de las más hermosas apelaciones intelectuales que puede disfrutar una persona ya que esa dotación indica que tiene no solo sensibilidad empática hacia todo lo viviente, sino conciencia sutil por lo trascendente, y con esa doble dotación se desborda la conciencia y fluye la dimensión interna y mística de lo viviente. y percibe la connotación sagrada de cuanto existe, y siente un amoroso apego a personas y cosas y, desde luego, capta los efluvios provenientes de las alturas del universo, y se desata su talento creador con el aliento espiritual que la ilumina, con la energía interior que la exalta y distingue, por lo cual siente que es diferente, que vive lo mejor de la vida y, sobre todo, que tiene una conexión profunda con la Divinidad gracias a su fe en el Altísimo, que enciende su talento creador y potencia la dotación entrañable de su sensibilidad y su conciencia para sentir y disfrutar la pasión espiritual que fluye en sus versos, como ella misma lo expresa en “Soy”:

Soy la búsqueda de mí misma,

gema canela de mis encumbrados pasos

eclosión permanente de un eclipse a media luna

magma espeluznante, música del cielo,

tierra en guerra, mar en furia, aire asfixiante,

fuego abrasador, estación presentida,

 visión de una noche cósmica.

Soy mujer enredada en los círculos arbóreos,

sismo en las fuentes del deseo.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 24).

Máxima Hernández.

5-Pasión creadora. Cuando la pasión creadora se desata en una persona desde su sensibilidad y su conciencia se abren las compuertas de la imaginación y los sueños, la memoria y la pasión, el lenguaje y la creación, como le acontece a la autora de este poemario, que se despliega a sí misma, se revela a sí misma, se vierte a sí misma con la furia incontenible de su pasión creadora, con el anhelo entrañable de su sensibilidad profunda, con la fuerza superior de su conciencia sutil, y entonces testimonia lo que la concita e inspira, desde lo visible y lo invisible, y ella misma dice que fabrica sueños y que navega gozosa entre las brumas de las cosas y, al sentirlo todo, al vivirlo todo y gozarlo todo, se desata su pasión creadora, y como mujer que se abre al mundo, despliega su sensibilidad, y mediante sus antenas interiores capta los fluidos de los datos sensoriales y los efluvios de los fenómenos de los mundos sutiles que tocan su conciencia y, desde luego, concitan su poder creador con la pasión de esta admirable mujer que enaltece el arte de la creación verbal y que disfruta cada palabra, cada átomo de lo viviente, cada creatura que contempla. De ahí que su poemario Del sur de mis olas al norte de mis sueños refleja la pasión creadora de esta dominicana que siente lo que vive, que goza lo que sufre y que testimonia lo que desata su talento creador, conforme reflejan estos singulares versos del poema “Fabrico sueños”: 

Taciturna junto al lecho de la aurora,

se acomoda mi aura, trampa invisible de mis devaneos.

Y fabrico sueños desde mi almohada de blancas plumas,

cual oronda navegante sobre sus brumas.

Sueños que fabrico con pinceles de algodón

los cubro de celosos colores,

y plasmo sobre lienzos pulcros de sabios matices.

En ellos calco ilusiones, anhelos, cunas, habitaciones,

siluetas bronceadas tostadas al sol.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 45).

6-Pasión por lo viviente. Las manifestaciones estéticas, conceptuales y espirituales que fluyen en este poemario de Máxima Hernández reflejan no solo su talento creador, sino la sensibilidad de una agraciada mujer que se estremece ante lo viviente, que despliega sus antenas sensoriales para sentirlo todo, que vive la sensorialidad de lo viviente para atizar su poder creador con el talento de una mujer dotada de una profunda sensibilidad y una conciencia sutil en cuya virtud se siente agraciada no solo con el aliento de lo viviente sino también con el fulgor espiritual de lo divino en cuya virtud lo siente y lo vive todo, que testimonia en sus versos, como se refleja en el poema “Cabalgas sobre los hilos de piel”:

Tus horizontes trepados

entre mis montes iracundos me vulneran.

Y yo estoy a merced de su conciencia apasionada.

Soy tu amante entre sueños,

entre colores lejanos y tenues.

Y tu amor penetra en mis ansias.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 49).

7-Sentido trascendente. Máxima Hernández tiene un sentimiento espiritual afín a lo divino, que su lírica asume y formaliza con sentido trascendente. Mediante su talento creador comunica su valoración de lo viviente y hace de su arte y su espiritualidad la fuente de su sensibilidad estética y la veta de su conciencia espiritual. Al ponerse en contacto con el mundo se estremece su sensibilidad y se activa su conciencia, que sus palabras formalizan con la contundencia de su luminosa visión, cauce de su amorosa sensibilidad y eco de su valoración de fenómenos y cosas, que su poesía recrea con sentido trascendente. El valor de lo viviente, de lo humano y lo divino, fluye en su creación, eco de su conciencia espiritual. Máxima Hernández tiene una sensibilidad edificante; y su apertura amorosa, empática y fecunda, inspiran su vocación de armonía, que su lírica entrañable, genuina y sincera, ilumina y edifica. Máxima Hernández es una poeta creyente en la Divinidad en cuya virtud hace de la palabra el testimonio de sus intuiciones y vivencias y, desde luego, asume el arte de la creación verbal para cantar sus inspiraciones y testimoniar el sentido de lo eterno, como lo revelan los siguientes versos:

Lo sagrado atrapa mi esencia,

desde inmensas profundidades

que ahondan mi propio ser

y no acabo de entender,

por qué me atrapan los pájaros del ayer.

Atrapada en mí misma,

me ato al sabio cordón

que envuelve al soplo de vida,

que hace eco entre las montañas olvidadas

en las tensas noches de plenilunio.

Y desciendo como un ave herida

y me acompañan peces voladores,

que transforman el aire en soplos divinos.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, pp. 15-16).

8-El secreto del sentido. La poeta valora los datos sensoriales de las cosas y pondera el fluir de lo sagrado subyacente en lo viviente como expresión de la Divinidad, y sabe que lo importante es el sentido de lo eterno con la emoción de valorar el encanto de las cosas, y, al sentirlo todo, vibra con lo viviente, fluyen sus anhelos y sueños, y las apelaciones de su sensibilidad y su conciencia concitan el arte creador como lo expresa Máxima Hernández, una singular mujer con una dulzura admirable, una empatía solidaria y una conciencia luminosa para cantarle a la creación como se ve en “La soledad”:

La soledad, mi cómplice en cada luna,

testigo infalible de mis soles y fiel consejera.

Ella abrevia mis noches en plenilunio,

haciéndome presa entre caleidoscopios saturados,

sombría me miro tras mi obvio mirar,

un espejo y otro engañan mis heridas,

los surcos que visitan mis ansias.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 58).

9-El aliento espiritual. Faceta clave en la poesía de Máxima Hernández, que canaliza en su vida social, profesional y cultural, y plasma en su lírica de lo viviente con la intuición del sentido de fenómenos y cosas, con el valor de cada átomo invisible de las manifestaciones sutiles, como lo siente nuestra poeta, una mujer creyente en los valores espirituales, y ese atributo de su conciencia fluye en su lírica como un dato singular de una creadora que valora el sentido trascendente, como se aprecia en “Preñada de versos”: 

Preñada de versos despierta la aurora.

Vestida de copiosos colores, arropa mi alma desvestida.

Preñada de versos despierta la tierra con su trinar

que anida pasos del pasado.

Su embarazo invita a tus ojos

a llenarme de lejanas caricias

que irremediables te atan a mi ombligo.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 39). 

10-El sentimiento de lo divino. En este poemario fluye el sentimiento de lo divino en virtud de la vocación estética y espiritual de esta poeta dominicana que hace de su vida y su obra un testimonio de su valoración de lo sagrado, razón por la cual el misterio de lo divino fluye subrepticiamente en los poemas de esta obra de Máxima Hernández en la que canta lo que motiva su inspiración, lo que intuye su conciencia y las revelaciones que atizan su conciencia sutil que valora como creyente, como intelectual y, desde luego, como poeta, como lo consigna este fragmento del poema titulado “Atada a su esencia”:

¡Tú, mi Cosmos! Despósame en tu espíritu,

según se casa el hombre con la fresca primavera,

trae novedad a mis días. Átame a tu esencia.

Deja que te ame en tu amor celeste, y tras tu amor pueda

llevar esa fragancia tuya que me embriaga,

hacia el amor de otras almas. ¡Oh, novio mío! Inventa en mí,

sensatez de esposa consagrada, dos almas gemelas e indivisibles.

Deja que mi sangre tropiece en ese andar de novios

y que el polvo de mis huesos

se pulverice en lo minúsculo de mis anhelos.

(Del sur de mis olas al norte de mis sueños, p. 22).

En resumen, este poemario de Máxima Hernández, denso en contenido y expresivo en la forma, refleja el talento creador de una poeta que hace de las palabras el eco de su sensibilidad estética y de su lírica el cauce de su conciencia espiritual, fecunda, edificante y luminosa.

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Bruno Rosario Candelier. Santuario estético del Ateneo Insular. Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz. El Caimito de la Penda, 21 de diciembre de 2024.

Bruno Rosario Candelier

Escritor

Rosario Candelier, presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, es filólogo, crítico literario, ensayista, novelista, lexicógrafo y promotor cultural. Nació en Moca, República Dominicana en 1941. Es doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid (1973) y licenciado en Educación por la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (1969). Ha publicado más de 60 libros. Premio Nacional de Literatura 2008.

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