Seguimos compartiendo saberes de nuestra cultura popular dominicana en este tiempo de carnaval. Agradeciendo como siempre el apoyo que nos muestran los lectores de esta columna de todas partes del mundo. Hoy vamos a compartimos datos históricos de una comparsa que nace del pueblo mismo, conocida como “Los Galleros”.

Comparsa Los Galleros del Invi, Los Mina, SDE. Foto Héctor Carbucia. Diario Libre 2009

Contexto histórico de las peleas de gallos

Quienes me leen y me conocen saben de mi forma de escribir y mi marcado interés en abordar en lo temas que trato, los contextos históricos, cronológicos, metodológicos y secuencial desde una mirada didáctica, por eso propongo adentrarnos a la historia de este palea no tan profunda, pero que nos podamos edificar para llegar a lo que nos compete, las peles de gallos como comparsa de carnaval en la República Dominicana.

La pelea de gallos, el gallerismo, el juego del pico y las espuelas o el deporte de los caballeros, ha sido históricamente uno de los principales entretenimientos de adultos en todas las clases y sectores sociales, muy arraigado en el folklore de la República Dominicana. “No está muerto quien pelea”, “Voy al pinto”, “El gallo entabló”, “yo voy a mi gallo” o “ese gallito no se juye”, son de las tantas frases que llegan a mi mente al escribir este trabajo, como recuerdo de mis visitas a las galleras y el lidiar entre gallos en el patio del hogar donde nací y viví junto a mis padre y abuelo, ambos galleros furibundos por generación familiar.

En las galleras el eco se siente en todos los rincones, desde las puertas hasta las graderías, ya que, las peleas de gallos van mucho más allá de las apuestas, estas involucran todo un conjunto de relaciones e intercambios donde lo más valioso no es el dinero que se pone en juego, sino el honor y el prestigio de ser el mejor criador, cuidador o gallero. Alrededor de los dos animales luchando en el centro del circo se escenifica tanto el estatus de los asistentes como una multitud de elementos de la cultura popular dominicana. Las galleras son espacios para hacer amistades y negocios, son el lugar del azar, la envidia, las traiciones, el rebusque, la malicia, la fiesta, comer los platos tradicionales, tomar el romo escuchando bachata, conseguir la novia y desahogarse con los amigos. Por eso, este espacio de convivencia no solo se trata de ver dos animales peleando; entre los picos, plumas y espuelas, allí vibra la realidad de un pueblo que no termina de conocerse en sí mismo.

Todos los estudiosos de este tema coinciden que las peleas de gallos se remontan a la época antes de Cristo. Sin embargo, antes de que se convirtiera en un deporte y un juego el gallo era visto como ave admirable, respetada por las personas, el gallo de pelea era tema de adoración religiosa, por eso los antiguos sirios adoraban el gallo de pelea y los antiguos griegos y romanos lo asociaron a los dioses Apolo, Mercurio y Marte. Era el gallo de palea tan sagrado que nadie podía comer su carne y en Grecia tenía la categoría de un juego o deporte nacional.

El gallo presente en los carnavales

La vinculación de las peleas de gallos con el carnaval, la establece (J, Baroja 2006), destacando como Quevedo, Góngora y Mateo Alemán presentan al gallo en sus obras ligado al tiempo de "carnes tolendas" ósea de carnaval; refiriendo lo que plantea Sancho en el "Quijote de Avellaneda": "Y yo quedé tras todo eso sin ser rey ni roque: si ya estas carnestolendas no me hacen los muchachos rey de los gallos". Por todo ello, y después de comentar diversos textos de nuestros escritores del siglo de oro, afirma Julio Caro Baroja que "el juego más característico de chicos y mozos en el carnaval es la pelea gallo".

Las peleas de gallos en América

El cronista Bernabé Cobo de Peralta, sacerdote jesuita y antropólogo en su obra, Historia del Nuevo Mundo, 1653, establece: “No existían en las Indias antes de nuestra llegada a aquellas tierras y fueron llevados por los españoles los gallos y las peleas de gallos siendo la raza de “gallos jerezanos, la primera exportada a las Indias en el segundo viaje del Almirante Colón en el año 1493″.  Por igual, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés en Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano 1855, refiere que en los navíos del segundo viaje realizado por Cristóbal Colón se aprovisionaron en las islas canarias de "refresco de agua e leña e pan fresco e gallinas", y al escribir sobre los animales inexistentes en las Indias en la época precolombina, refiere: "Hanse traído a esta isla, e a las otras comarcas e a la Nueva España e a la tierra firme muchas gallinas e gallos de los nuestros de España".

Las peleas de gallos en República Dominicana  

Las peleas de gallos representan una vieja tradición materializada a través de un recuento histórico, geográfico y fotográfico sobre esta importante manifestación de la cultura y arte popular nuestro. Las galleras nos muestran una visión histórica, entremezclada con elementos sociológicos, antropológicos y económicos de la vida cotidiana, una invitación a conocer este juego, por muchos considerado un deporte, que cruzó el océano Atlántico desde Europa para adaptarse a nuestra cotidianidad hasta hoy, por eso desde la época de colonia hasta ahora la tenemos presentes hasta en los carnavales, con sus jugadores que sin tener que firmar documento alguno, solo empeñando su palabra de caballero, realizan apuestas millonarias y al final de la pelea, el perdedor, muy caballerosamente, paga al ganador el dinero apostado. Saliendo de ahí la frase: palabras de galleros, que cumple lo promete.

Obra-de-hOe-Levy-La-gallinera
Obra La gallera de la tragicomedia dominicana de José Levy.

De acuerdo a lo que establece Marcio Veloz Maggiolo en su obra, Historia de la cultura dominicana: momentos formativos 2012, la pelea de gallos es el deporte nacional de la Republica Dominica, ya que el dominicano es, a fin de cuentas, machista y el gallo ha sido el símbolo de partidos políticos desde los inicios de la vida democrática. Afirma Maggiolo que, las peleas de gallos, el juego de la caña, las corridas de toros, las mascaradas, la cinta, las carreras de caballos, la cacería de aves, los bailes de la calenda, el fandango, la zaramba, los romances, los cuentos de caminos, las procesiones y el canto constituido por la copla andaluza eran parte de la recreación de la vida cotidiana de la isla en el siglo XVII. En el caso de las peleas de gallos también estaban presente en la celebración de los carnavales tanto en aquí como en toda América, por eso en el caso dominicano es el gallo un animal símbolo de la vida nacional.

Prohibiciones de las peleas gallos

En el contexto histórico de la ocupación haitiana 1822-1844 en el Santo Domingo Español, se gestó un descontento profundo en la población local, ya que una de las restricciones que más pesar generó fue la prohibición de las peleas de gallos. Sin embargo, el gobierno haitiano no pudo suprimir la arraigada práctica y dos décadas después Jean Baptiste Lemonnier-Delafosse daba cuenta que las principales diversiones de los adultos eran las peleas de gallos, las fiestas de toros y la danza. Las acciones represivas y la política de suplantar las expresiones de la cultura popular dominicana durante la primera intervención norteamericana 1916-1922, se llevó de paro mediante prohibición las peleas de gallos y el cierre de las galleras. Por igual durante la dictadura trujillista se volvió a prohibir las peleas de gallo. Trujillo aborrecía los gallos y las peleas, la consideraba de gente baja.

Entre las cualidades del dominicano para el valor, el sexo y el liderazgo, la imagen del gallo tiene una gran importancia, ya que decir Fulano es un gallo, apunta hacia su valentía y arrojo, pero entre las mujeres hacia su elegancia y bonhomía, decir que una mujer es una buena gallina, refiere atributos atractivos. Sobre este ver el gallo como animal simbólico de la vida nacional se puede hacer un profundo estudio (Veloz Maggiolo, M 2009).

Ha sido común en la historia del país ver a grandes personalidades de todas las clases desde políticos, empresarios, comunicadores y deportistas de grandes ligas, ser apasionados con los gallos, tener sus galleras, disfrutar de las peleas de gallos y ser los dueños de millonarias trabas.

Las comparsas de los galleros en los carnavales dominicanos

En el carnaval dominicano, conocemos comparsas de todos los tipos, en su gran mayoria vinculada a las vivencias de los ciudadanos. Los galleros, han dejado un pasado de esplendor y éxitos de premios ganados en el Desfile Nacional de Carnaval y los diferentes carnavales donde se presentan, destacándose el carnaval de Santo Domingo Este, el carnaval de Santiago y el carnaval del Distrito Nacional, ciudades donde estas comparsas han cobrado vida por años, llenando de recuerdos entre los ciudadanos que disfrutan de ellas en sus pasos por los desfiles.

Roberto Jesús Almonte, es un dominicano carnavalero consagrado, que por varios años se ha dedicado a recrear la comparsa de los galleros, siendo la suya la única que desfilaba en Santo Domingo Este, llegando a tener hasta 50 participantes, donde cada año es premiado por sus innovaciones y caracterizaciones en la categoría de comparsa tradicional y este año 2025 no fue la excepción, su comparsa fue la ganadora del segundo lugar en el ahora llamado Desfile Cultural SDE. Ya que el alcalde evangélico, pastor Dio Astacio, entiende diabólico la palabra carnaval y como el jefe del gobierno de la ciudad, gestiona el municipio, como si fuera la iglesia que pastorea, pues de golpe y porrazo le cambió el nombre al carnaval, a la fiesta de la cultura popular más importante del país, una acción arbitraria, que ningún alcalde en la historia dominicana desde la época de la colonia había hecho.

Dagoberto Tejeda en la obra "Carnaval Dominicano: antecedentes, tendencias y perspectivas" 2008, refiere, que esta comparsa se inspiró en el juego de gallos, una pasión de la cultura popular dominicana. La comparsa es un teatro callejero carnavalesco de la Era de Trujillo, y una sátira y protesta por la represión policial contra los juegos de gallos, que fueron regulados y posteriormente prohibidos en ese entonces. Los personajes eran representantes de Villa Mella y hablaban un dialecto local llamado pororó, de origen africano.

Como el carnaval es una expresión urbana, los Galleros registran esa migración del campo a la ciudad ocurrida luego de la muerte de Trujillo. La Comparsa de los Galleros representa un drama en el que un grupo de campesinos es sorprendido en medio de un juego con gallos verdaderos por un policía que los reprende y tiene la intención de llevárselos presos.

El policía como siempre, le da un par de macanazos a un jugador jorobado y todo termina en una confusión con corredera de por medio. Es la misma escena que vemos a diario con nuestra policía nacional, que su papel es cuidar al ciudadano, pero lo reprime, viola sus derechos incluso a la cultura, como acaba de ocurrir hace una semana en el parque Independencia con Corina, la negra campesina que cantaba la salve Aguacero, agua en el acto de conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

Muchos disfrutamos a Roberto Jesús Almonte representar al policía como parte de la histórica comparsa de los galleros de Los Minas, con su saco viejo remendado, su pantalón brinca charco ajustado, una banderola en los pies y sus lentes de cáscara de naranja, que ahora se ha transformado, pero mantiene su identidad. Hay comparsas de galleros además de Santo Domingo Este, en los carnavales de San Cristóbal y Santiago, aunque en los últimos años, los responsables de presentar estas comparsas han fallecidos, como viene ocurriendo con históricos personajes de nuestros carnavales, algunos de ellos publicados en esta columna.

Las comparsas de los galleros dominicanos con su temáticas subversivas, contestarias, desafiantes y de protestas por el derecho que le asiste de jugar y recrearse en el espacio público, es la mayor presentación de la cotidianidad del ser dominicano. Ese dominicano del pueblo, del barrio, de a pie, al que no llegan las políticas públicas para su desarrollo como ciudadano.

El gallo es un animal de gran significación y simbolismo en todo el mundo, el ave constituye todo un lenguaje y una mentalidad popular, además de un claro símbolo histórico de la fuerza y la lucha. Han sido las peleas de gallo el centro de nuestras grades fiestas y celebraciones y en las costumbres populares están presente desde la colonización. En República Dominicana, ha sido un juego tradicional que sigue vigente y une todas las clases sociales. Las galleras más que el lugar de las peleas son un espacio social de encuentro, desencuentros y compartir entre los aficionados de este juego que nos une desde las galleras hasta los desfiles de carnaval. Hasta la próxima semana.

Jonathan De Oleo Ramos

Antropólogo Social, Investigador, Gestor Cultural,

Jonathan De Oleo Ramos. Correos: jonathan.deoleoramos@gmail.com jdeoleoramos@ccny.cuny.edu Académico e investigador dominicano, doctorando en Educación con orientado a la Investigación, Docencia y Liderazgo. Antropólogo y Cientista Social. Especializado en Antropología de la Alimentación; Políticas Culturales; Ciencias del Folklore; Estudios Afrolatinoamericanos; Derechos Humanos; Periodismo Cultural; Masculinidades y Pedagogía Sistémica. Becario Mellon del Dominican Studies Institute the City College New York, CUNY DSI, como académico, investigador y docente de Studies Afro-Dominican Cultural Manifestations of the Colin Powell School for Civic and Global Leadership. Experiencia en proyectos vinculados a su línea de investigación. Miembro Comisión de Historia, Instituto Panamericano de Geografía e Historia; Federación Mundial de Estudios Culturales y Asociación Internacional de Cultura Tradicional. Autor: Cofradías Dominicanas del Espíritu y Antropología del Plátano, Coautor: La muerte y el día de los Muertos: Una Mirada Antropológica en América Latina.

Ver más