Sobieski de León utiliza imágenes y metáforas para cuestionar la posibilidad de vivir en libertad plena, al tiempo que nos invita a reflexionar sobre la transformación implacable que impone el tiempo. La palabra clave en su “Poema de la mariposa” es magia, que vertebra una reflexión profunda sobre el tiempo y la ilusión. Desde este prisma, el autor construye un texto introspectivo que oscila entre lo simbólico y lo existencial, explorando la lucha entre el deseo y la realidad.
El poema inicia con una evocación onírica y una declaración de anhelo:
“Anoche volví a soñar con mariposas
Volví a decirme
¡Quien fuera mariposa!”
Esta apertura introduce el deseo de libertad y la aspiración a trascender las limitaciones, que se ven rápidamente confrontadas con la cruda realidad. Al despertar, el poeta se enfrenta a la imagen ineludible de una mariposa:
“Al despertar
encontré una en la cabecera de mi cama
atrapada entre telaraña
irremisiblemente muerta”
Esta imagen, poderosa en su contraste, simboliza los límites impuestos a los sueños y a la libertad, estableciendo el eje interpretativo del poema.
El poema, escrito en verso libre, prescinde de una métrica regular y se organiza en una disposición fragmentaria, evocando un pensamiento en desarrollo. Se percibe una progresión en tres momentos clave:
1. El sueño con la mariposa: la aspiración de volar, plasmada en el deseo expresado en “¡Quien fuera mariposa!”
2. La confrontación con la realidad: la imagen de la mariposa muerta, atrapada en la telaraña, revela la cruda imposibilidad de alcanzar una libertad plena.
3. La reflexión sobre la existencia: una resignación ante un destino inevitable, evidenciada en la idea de que “no a toda mariposa se le permite volar con libertad”.
El tiempo como mago y la transformación de la realidad
Una de las imágenes más potentes es la del tiempo, personificado como un mago:
“El tiempo era un mago
sobre mi cabeza
que hacía platear los hombres
y las cosas
un mago odioso
con sombrero de copa
y sin paloma”
Esta metáfora subraya la capacidad del tiempo para transformar, alterar y, en ocasiones, despojar de lo que somos. La ausencia de la paloma, símbolo tradicional de esperanza, refuerza la idea de una magia que no promete redención, sino la ineludible transformación de la realidad.
Lenguaje, símbolos y recursos literarios
El lenguaje es directo, sencillo y cargado de simbolismo. La voz poética, que se hace presente en frases como “Volví a decirme”, mantiene un tono introspectivo y melancólico. Los símbolos destacados incluyen:
• La mariposa: representa el deseo de libertad y la belleza efímera, pero también la imposibilidad de escapar a los límites impuestos por la existencia.
• La telaraña: funciona como metáfora de las ataduras invisibles que frustran la realización plena de los sueños.
• El tiempo como mago: encarna la transformación inevitable, sin la promesa de una ilusión que reconforte.
• Dualidades simbólicas: el “fantasma gris” y el “demonio ardiente” aluden a la lucha interna entre el deseo reprimido y la pasión transgresora.
Estos recursos se potencian mediante figuras literarias como la metáfora, la repetición y la antítesis, creando un ritmo meditativo y una sonoridad que se manifiesta en los encabalgamientos y en la alternancia de versos cortos y largos.
Una poética de lo inalcanzable
El poema concluye con una nota irónica y provocadora:
“Nota: Hoy escribí este poema pensando en usted.
Espero que no la asuste.
¿Cómo puede un poema asustar a una mujer?”
Esta interrogante final invita al lector a reflexionar sobre el poder de la palabra y la tensión entre lo que se anhela y lo que se permite. En definitiva, “Poema de la mariposa” no solo evoca la fugacidad de la vida y la fragilidad del deseo, sino que también plantea una crítica sutil a las limitaciones impuestas por la realidad.
— Ike Méndez
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