La Bachata de Biónico.

Ficha técnica:

Sinopsis:

“Biónico es un romántico empedernido, y además adicto al crack, que debe tomar el control de su vida antes de que su prometida salga del centro de rehabilitación. Una visión cruda del amor en una ciudad caribeña hostil”.

Título:

La Bachata de Biónico

País:

República Dominicana.

Género:

Comedia/Drama.

Director:

Yoel Morales.

Guionista:

Cristian Mojica.

Fotografía:

Alexander Viola.

Música:

Edición:

Yoel Morales, Patricia Pepén.

Sonido:

Well Mejía.

Dirección artística:

Lucas Marte.

Música:

Mediopicky, Sosa Más Nada y Wander Reynoso.

Productor:

Cristian Mojica.

Casa Productora:

Mentes Fritas.

Diseño Vestuario:

Hillary Espinal.

Maquillaje:

Anny Torres.

Reparto:

Biónico: Manuel Raposo.

Calvita: El Napo.

La Flaca: Ana Minier.

Andrés: Yasser Michelén.

El ingeniero: Donis Taveras.

Olfa: Inés Fermin.

La trama y su contexto

La virtud y la debilidad de este film es su narrativa superlativa. Su cinematografía codifica,  crea un relato en primer plano. No hay descanso, es un film intenso hasta en la quietud de un plano. Demasiado drama encima del drama, y de momento hastía, pero no molesta ni abruma, porque la película es creativa, inteligente, original y revoltosa. Su intensidad tenebrosa convive con el humor, que funciona como un escape para devaluar la pesadez de la trama. En el film, no hay una secuencia que no esté salpicada de ocurrencias tan grotescas como el entorno mismo de los personajes.

La estructura acelerada de “La bachata de Biónico” es una intención de dirección planteada desde el guion. No podía ser de otra forma, porque lo que relata la trama y/o la ficción, es metacine; es la filmación de una película dentro de la película que pretende  narrar los vericuetos cotidianos de dos personajes hiperrealistas, drogados 24/12.

La película monta su ritmo en la historia de amistad de El Biónico, Calvita, y el idílico amor del Biónico por La Flaca. Ese  vínculo es víctima de un panorama deformado por las drogas, la miseria  y la subsistencia de sálvese quien pueda.

El director, Yoel Morales, edifica un film tragicómico muy visual. Se acoge a los recursos estilísticos del fotograma videoclip para “ilustrar” la cotidianidad suburbana. El encuadre fotográfico, la textura y el color integran el arrabal y la marginalidad como estética decadente  del mundo barrial, logrando que lo visual sea “poético”, onírico, y no lineal. La imagen cine no busca lo bonito frívolo, más bien, es simbología de los elementos y personajes que integran el ambiente pobreza.

Poco a poco, y de manera muy neurótica, la totalidad del film se va organizando desde la mente droga y dispersa del Biónico y Calvita. Ellos son la película, y como tal el relato cinematográfico está montado en un símil de como ellos perciben su realidad.

La interpretación actoral y el film

Sobra decir que el imaginario de “La bachata de Biónico” recrea un entorno superlativo y de personajes estereotipados. Acá el doble peligro de la película, porque buscando exagerar situaciones y dramas de los personajes se tiende a caer en lo caricaturesco. Desde el guion y la dirección se advierte este peligro. La puesta en escena es más equilibrada respecto al arquetipo que encasilla el manejo actoral y el diseño de los personajes, que siempre son en la actuación exagerada. Aunque las actuaciones son graciosas y creíbles, no dejan de verse afectadas por el estereotipo del acting que dramatiza para ser y decir.

Manuel Raposo defiende de forma muy orgánica y coherente la intensidad del personaje del Biónico. Su actuación es y debe ser estridente, pero logra transmitir buenas transiciones faciales en el silencio y la angustia que padece el personaje.

Calvita, El Napo, con su look de Jimi Hendrix destartalado, es un personaje público vinculado a la cultura urbana y como tal lo utiliza el director en la película. Deja que su vozarrón y sus ocurrencias naturales funcionen como metamorfosis y humor. Sus gag(s) actorales son un arrebato natural que dan vida al melodrama.

La Flaca, interpretada por Ana Minier, no es una actriz profesional, pero su actuación sin atuendos de maquillaje, vestuario ni peinado, es la más compleja, porque a diferencia de los demás personajes, debe transmitir su emoción sin ser estridente. Su sonrisa y su rostro natural soñoliento son el personaje. No hay exageración en lo que hace, ni en lo que dice. Ella y Donis Taveras, el  ingeniero, magnifico, gracioso y vicioso, son los únicos personajes que están concebidos para actuar desde lo natural.

Andrés, interpretado por Yasser Michelén, actor versátil, energético y creíble, su personaje es defectuoso desde el guion, porque aparece como dos personajes distintos interpretados por el mismo actor, en el barrio se ve con un look y de la nada aparece en una mansión con otro look.

El inicio es el final

En apariencia, el inicio no guarda conexión con otros momentos de la trama, es El Biónico volando por los aires. En esa mente carcomida por el crack y la miseria, cualquier mundo no muy real puede ser posible. Él flota por los aires, pero no cae suspendido en la tierra como un super héroe que salva el mundo, suena un pum, se estrella de golpe, como si el mensaje fuese: “despierte, desamparado, aterrice y deje de soñar, vuelva a lo suyo, atúrdase con  un tabaco de mariguana”. Ese inicio tan arrebatao’ se estampa desde un plano cerrado de su rostro angustiado y decepcionado. Es el instante, es la  fábula de la película que supuestamente se está filmando sobre su vida, un atuendo más de su imaginación truculenta, o quién sabe si ese mundo por los aires no es más que una licencia alegórica que asume el director para sugerir que El Biónico también se lanzó del techo para acompañar a La Flaca. Es droga y es delirio, son los sueños de un personaje sin luz al final del túnel.

cC

El difícil.

 

EN ESTA NOTA

Carlos Castro

Sociólogo, teatrista y cineasta.

El autor estudió sociología. Es profesor universitario. Escribe y dirige teatro. Es cineasta sin título universitario. Fue expulsado del paraíso de la mediocridad criolla.

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