En El arco y la lira, se representan diferencias significativas respecto al mundo poético. Octavio Paz describe este cosmos partiendo de términos que suelen confundirse tanto por el escritor como por el lector. Representando este recorrido desde los significados y desde la experiencia del poeta que se adentra en el mundo de la poesía, podemos mencionar algunos aspectos característicos de esta travesía:
1. La deidad poética
“El poeta es el hilo conductor y transformador de la corriente poética” (Paz, 1956, p.). Aunque Octavio Paz menciona lo poético como un aspecto presente en el mundo, este solo puede tomar forma a través del creador: el poeta, a quien identifico como una deidad que crea y destruye mediante lo poético, convirtiéndolo en su resultado: la obra en sí.
2. La poesía: el génesis de la creación
Si nos enfocamos en el significado de poesía, proviene del término griego poiesis, que significa hacer o materializar. Posiblemente partiendo de este significado, Octavio Paz describe la poesía como parte de un todo, y la distingue del poema al decir: “no toda obra escrita bajo las leyes del metro contiene poesía”.
La poesía es creación, y toda creación necesita de un creador: este es el poeta, que, según Paz, no se limita solo al poema, pues encontramos creaciones poéticas en diversas prácticas del ser humano. Enfatizo esto último porque sin el ser no hay poesía, ni siquiera poema.
3. El poema como hijo
Un énfasis atractivo, a mi juicio, es el siguiente concepto: “La única nota común a todos los poemas consiste en que son obras, productos humanos, como los cuadros de los pintores y las sillas de los carpinteros” (Paz, 1956, p. 37).
Un poeta me dijo: “el poema es un hijo que se pare con esfuerzo”. Una silla creada por una máquina continúa siendo silla. Surge entonces la pregunta: ¿puede ser considerada una obra humana? Lo mismo sucede con el poema: si no es creado por el ser humano, no es poema. Igual la poesía, que para Octavio nace de la manifestación humana, de esa necesidad de expresión cuyo resultado puede reflejarse en el poema, pero que no se limita a este, sino que se manifiesta en otros aspectos de la vida y del arte.
4. Manifestación del lenguaje
“El lenguaje es el hombre, pero es algo más”.
Octavio Paz expresa que todo poema, en su totalidad, es un conjunto de frases. En ese orden, si hablamos de creación, podemos decir que el lenguaje es el ser del poema, ya que este se forma a través de las palabras. Yo compararía el desarrollo del poeta con un niño que inicia aprendiendo la lengua, pero que, al conocerse mejor a sí mismo y a su entorno, puede manifestarse a través de las palabras. Esto puede reflejarse en la travesía del mundo poético explicada por Octavio Paz.
Este también trasciende al hombre, ya que no solo es una dimensión individual y colectiva, sino la mayor expresión humana. Sin él existe lo poético, pero no la manifestación: la poesía.
5. El ritmo: la percepción del mundo
La descripción habitual del ritmo es la de medida. Sin embargo, Octavio Paz desmiente esto cuando explica: “el ritmo no es medida: es visión del mundo. Calendarios, moral, política, técnica”.
Aquí se puede destacar el ritmo como una acción natural y no mecánica del ser humano. Por ello explica que es un elemento antiguo del lenguaje, y que todas sus expresiones son ritmos, sean abstractas o no.
Algo interesante es que Paz señala que, aunque el ritmo se da en todas las formas del lenguaje, solo en el poema se expresa plenamente. Debo añadir que el ritmo es una percepción del mundo poético, ya que cada poema posee una musicalidad diferente. De igual modo, a través de él diferenciamos el verso de la prosa.
6. La prosa: el hijo tardío
“La prosa es un género tardío, hijo de la desconfianza del pensamiento ante las tendencias naturales del idioma. La poesía pertenece a todas las épocas: es la forma natural de expresión del hombre. No hay pueblos sin poesía; los hay sin prosa” (Paz, 1956, p.).
Para Octavio Paz, la poesía es la expresión natural y original del ser humano. Sin embargo, la prosa surge después de esta, como producto de la desconfianza en el lenguaje natural y espontáneo. Por ello hay pueblos con poesía, pero no necesariamente con prosa.
Ahora bien, si la prosa nace por desconfianza o no, sigue siendo, a mi entender, parte de este mundo poético. Así que no está de más la consideración de “hijo tardío”, más lógico y menos impredecible que el primero, pero hijo al fin. Por eso dice: “cada vez que surge un prosista nace un nuevo lenguaje”. Un modo de expresión distinto al primario, un hijo con otro modo de habla.
7. Amantes del poeta: imagen y estilo
Octavio Paz representa la imagen como una figura real o irreal que evocamos o producimos con la imaginación. Estos dos aspectos nos llevan a comprender que la imagen no es una simple realidad. El amante del poeta nos direcciona a una dimensión diferente: la creación de los detalles.
Del mismo modo, el estilo puede ser un referente individual, sin dejar de lado la influencia de la época. Así, Góngora trasciende el barroco, y Rubén Darío el modernismo. El poeta se alimenta de estilos, acaricia a su amante; sin embargo… el poeta y el poema permanecen. Intento reflejar esta dualidad.
En conclusión, El arco y la lira de Octavio Paz nos sumerge en un mundo no tan nuevo, pero sí poco conocido, ya que los términos no han sido bien empleados y muchas veces los confundimos.
Adentrarnos en este mundo implica relacionarnos con el poeta como deidad creadora, el poema como hijo, la manifestación poética del lenguaje, la percepción del mundo a través del ritmo, la prosa como hijo tardío, y finalizar con algunos amantes como son la imagen y el estilo. De este modo se describe este génesis sin llegar a un apocalipsis, sino a la expectativa de otros encuentros en esta travesía.
Bibliografía:
Paz, O. (1956). El arco y la lira (7.ª ed.). Fondo de Cultura Económica.
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La autora del artículo es estudiante de la licenciatura en Letras Puras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
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